T 2.2. Los inicios de la Revolución francesa (1789-1792)
2.1. Las causas de la Revolución
A finales del siglo XVIII, Francia se hallaba sumida en una profunda crisis económica y social. Por un lado, una serie de malas cosechas sucesivas provocó el alza del precio de los alimentos y el consiguiente descontento popular.
Por otro, la burguesía, enriquecida por el crecimiento económico del siglo XVIII, estaba descontenta ante su marginación política, pues sólo los privilegiados podían ostentar cargos y gozar de reconocimiento social.
Además, la monarquía se hallaba sumida en una profunda crisis financiera, debida a los elevados gastos del Estado y de la corte y también al coste de la ayuda francesa a la independencia de Estados Unidos. La solución al déficit del Estado pasaba por una reforma fiscal que obligase a la aristocracia a pagar impuestos, pero el monarca absoluto temía descontentar a los privilegiados, que constituían su principal apoyo social.
2.2. El estallido revolucionario
La Revolución francesa se inició en 1789 con una revuelta de los privilegiados.
Éstos se negaron a aceptar el pago de nuevos impuestos y exigieron a Luis XVI que convocase los Estados Generales*
, único organismo que podía aprobar una reforma fiscal.
Los Estados Generales se abrieron en Versalles en mayo de 1789, presididos por el rey y formados por los representantes de la nobleza, el clero y el Tercer Estado. La negativa de los privilegiados de aceptar una mayor representación del Tercer Estado y que el voto fuese por persona y no por estamento hizo que los diputados del Estado llano decidiesen abandonar la reunión de los Estados Generales.
Reunidos en un pabellón de Versalles (Jeu de Paume), los representantes del Tercer Estado se erigieron en Asamblea Nacional (representantes de la nación) y se comprometieron a elaborar una constitución que reflejase la voluntad de la mayoría de los franceses.
El pueblo de París respaldó en la calle las propuestas de la nueva Asamblea y, ante el temor de que las tropas reales detuvieran a sus diputados, el 14 de julio, una muchedumbre asaltó la prisión de la Bastilla para apoderarse del arsenal de armas que custodiaba. La Revolución se extendió también al campo, en forma de una revuelta antiseñorial (Gran Miedo), que comportó la quema de muchas residencias nobiliarias.
El estallido de revueltas en las ciudades y en el campo hizo evidente el descontento popular y el apoyo a los diputados del Tercer Estado. Atemorizado por la situación revolucionaria, en otoño de 1789, Luis XVI reconoció la legalidad de la Asamblea Nacional Constituyente.
2.3. Las fases de la Revolución
La Asamblea Nacional inició el proceso de transformar a Francia en un sistema liberal que se desarrolló en diferentes fases, debido principalmente a la oposición del rey y los privilegiados. En estas etapas se pusieron en práctica diferentes propuestas para organizar el Estado y la sociedad liberales:
La monarquía constitucional (1789-1792). Estaba apoyada por la burguesía conservadora que aspiraba a llegar a un acuerdo con el rey y los privilegiados para abolir el Antiguo Régimen e imponer un liberalismo restringido (censitario)
.La república democrática (1792-1794). Ante la negativa del monarca y los privilegiados a aceptar los cambios revolucionarios, la burguesía radical y los sectores populares proclamaron la república. Además, emprendieron una transformación más profunda de la sociedad en un sentido democrático (sufragio universal masculino) e igualitario (leyes sociales).
La república burguesa (1794-1799). Ante la radicalización de la Revolución, la burguesía moderada implantó de nuevo el liberalismo censitario.
2.4. La monarquía constitucional (1789-1792)
La nueva Asamblea Nacional Constituyente inició un proceso reformista para abolir el Antiguo Régimen y convertir a Francia en una monarquía constitucional y parlamentaria. El 4 de agosto de 1789, decretó la abolición del feudalismo y promulgó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, que reconocía como derechos inalienables las libertades individuales, así como la igualdad ante la ley y los impuestos.
En 1791 se promulgó una Constitución, que ejemplificó los ideales del liberalismo político: separación de poderes, soberanía nacional e igualdad legal de los ciudadanos, aunque reservaba al rey el derecho de veto.
También se estableció el sufragio indirecto y censitario.
Tras la aprobación del texto constitucional se formó una Asamblea Legislativa, en la que se redactaron nuevas leyes para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos, prohibir la tortura, obligar a pagar impuestos a la nobleza y abolir los gremios. Para defender las conquistas de la Revolución frente a los defensores del absolutismo, se creó un nuevo ejército (Guardia Nacional)
.
Finalmente, con el objetivo de solucionar la crisis financiera se expropiaron los bienes de la Iglesia, que fueron declarados bienes nacionales (desamortización)
Y vendidos a particulares. En contrapartida, el Estado aseguró el financiamiento del culto, y una Constitución civil del clero separó la Iglesia y el Estado.