LA RESTAURACIÓN
Tras la Primera República (1873-1874), Alfonso XII (1875- 1885), hijo de Isabel II fue nombrado rey de España. Cánovas del Castillo logra restaurar la monarquía y un sistema político similar al británico basado en la alternancia de dos partidos (liberal y conservador) y la constitución de 1876. Este sistema político viene precedido por el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas en el que se proclamaba la necesidad de la vuelta a una monarquía constitucional tras el Sexenio. Pero los acontecimientos se precipitaron de modo que el General Martínez Campos se pronunció en Sagunto y proclamó a Alfonso rey de España.
Los dos partidos
dinásticos eran el partido
Conservador y el partido Liberal. El
conservador tuvo como dirigentes a Cánovas y después a Francisco
Silvela. Eran defensores del orden social y público, de los valores
establecidos por la Iglesia y de la propiedad. Defendían el sufragio
censitario, exclusivismo de la religión católica, restricción de
libertades y proteccionismo. Tenían el apoyo de grandes propietarios
agrarios, alta burguesía industrial y financiera y de la jerarquía
católica. Estaba formado por liberales moderados, unionistas y parte
de los progresistas. El liberal tuvo como dirigentes a Sagasta,
Martínez Campos y Moret. Abogaban por las reformas sociales, la
educación y un cierto laicismo. Defendían el sufragio universal, la
libertad de cultos de cátedra y prensa y el librecambismo. Contaban
con el apoyo de la burguesía industrial y comercial, de las
profesiones liberales y funcionarios y de clases medias. Estaba
formado por parte de los progresistas, demócratas y ex republicanos
moderados.
Las características del sistema político eran la defensa de la “constitución histórica” de España (costumbre e historia), la soberanía compartida rey-Cortes, el conservadurismo (liberalismo doctrinario), la defensa de libertades compatible con el “orden”, la fidelidad a la monarquía y el rechazo a la democracia. El ejército debía quedar al margen de la política.
La Constitución de 1876 es de carácter moderado y ampliamente conservadora conforme a los intereses de la oligarquía conservadora. Sus principios más destacados son la soberanía compartida por el Rey y las Cortes, unas Cortes Bicamerales: El congreso elegido (sufragio censitario; 1890universal masculino), en el Senado se representan las clases poderosas del país y está formado por miembros elegidos y senadores vitalicios. Fortalecimiento del poder de la Corona: designa el poder ejecutivo y mando directo del ejército, derecho de veto sobre las leyes aprobadas en Cortes y convoca y disuelve las Cortes. Reconocimiento teórico de derechos y libertades, que en la práctica fueron limitados o aplazados durante los Gobiernos de Cánovas. Declaración de derechos de la Constitución de 1869. Reconocimiento de la Religión católica como la oficial, aunque se mantiene la tolerancia hacia otros cultos. No se especifica el tipo de sufragio (Cánovasley electoral 1878: censitario; 1890universal masculino).
Se acabó imponiendo un sistema bipartidista dominado por los partidos Conservador y Liberal, dejando al margen a republicanos, carlista, movimientos obreros y nacionalistas. El turno pacífico entre los partidos dinásticos fue otro elemento fundamental en el sistema. El relevo pacífico alejó el riesgo de pronunciamientos y motines. Se instauró un acuerdo tácito de que los dos partidos que apoyaban a la monarquía se turnarían en el poder mediante la manipulación del proceso electoral.
El rey llamaba a gobernar a uno de los dos grandes partidos pero como el régimen era un sistema parlamentario se hacía preciso que el nuevo gobierno contara con el apoyo de las Cortes. Para ello el rey disolvía las Cortes y convocaba elecciones que se manipulaban para que obtuviese mayoría el partido que debía formar gobierno. La consolidación del turnismo tuvo lugar con el Pacto de El Pardo 1885).
El proceso por el que se fabricaban los resultados electorales era el siguiente: se elaboraba el encasillado (con el nombre del futuro parlamentario en cada casilla del mapa electoral) y luego se negociaba en las provincias los candidatos por distrito. Después, los gobernadores civiles se encargaban de controlar a los electores, de forma que votaran al candidato designado. Para ello daban instrucciones a los alcaldes, nombrados por dichos gobernadores, y contaban con la ayuda de los caciques locales, pieza clave del sistema en el mundo rural. Si esto resultaba insuficiente se recurría a la manipulación directa de los resultados: pucherazo.La clave de la adulteración electoral estaba en los caciques, encargados de llevar a la práctica los resultados electorales acordados por las élites de los partidos. Eran personajes ricos e influyentes en la España rural (terratenientes, comerciantes, notarios…).
El reinado de Alfonso XII comenzó el dominio del partido Conservador (1876-1881) que destacó por un fuerte carácter autoritario y una política reaccionaria: recorte de libertades de expresión e imprenta y la Ley electoral de 1878sufragio censitario. La primera guerra cubana iniciada en 1868, terminó en 1878 con la Paz de Zanjón, pero el problema estallará de nuevo en 1895.La alternancia de poder se inicia en 1881, cuando el rey llama a gobernar a Sagasta (1881-1883), lo que supuso la consolidación del sistema y la puesta en práctica de derechos y libertades (libertad de imprenta, reforma educativa, librecambismo). La muerte de Alfonso XII en 1885 abrió el periodo de regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), ese mismo año Sagasta y Cánovas reafirmaron el turnismo con el Pacto de El Pardo. Entre 1885 y 1990 los liberales asumieron de nuevo el gobierno (“gobierno largo” liberal de Sagasta) y emprendieron reformas legislativas como la ley de asociaciones (1887), ley del jurado, se suprimió completamente la censura de prensa y se ampliaron las libertades de expresión y cátedra, ya en 1890 se restableció el sufragio universal masculino para mayores de 25, el código civil y la reforma del ejército. En las grandes ciudades se fueron afianzando los republicanos, los movimientos obreros y los nacionalismos. Al final de la década surgieron tres graves problemas: la situación de las colonias, la cuestión social y el auge de los nacionalismos.
La guerra del 98 no es sino el final de una serie de levantamientos anteriores (guerra de los diez años; guerra chiquita: 1879). En 1895 comienza la insurrección cubana (Grito del Baire) liderada por José Martí y Máximo Gómez al frente del Partido Revolucionario Cubano; en Filipinas, olvidada por España, también se levantan. EEUU interviene en 1898 por intereses políticos y económicos, apoyando a los independentistas, y derrota a España, que tiene que aceptar la pérdida de las colonias con la paz de París. Tras esta derrota se puso de manifiesto el atraso y aislamiento del país, y provocó la aparición de un importante movimiento intelectual y crítico: el regeneracionismo, que rechazaba la Restauración y proponía una transformación de las estructuras (Joaquín Costa).
Dentro de la oposición a la Restauración se encuentran distintas posturas: El carlismo, que tras su derrota en 1876 se divide en dos grupos, uno al margen del sistema y otro que formó un partido político. Los partidos republicanos, cuya base es social urbana, laica, progresista y popular y estaban muy divididos: posibilistas, radicales, república unitaria y federalistas. Se agruparían en Unión Republicana en 1893 (Salmerón). Los nacionalismos, que se dieron sobre todo en Cataluña, nace con la Renaixença y se elaboran dos modelos: republicanismo federal catalán (Valentí Almirall) y otro de carácter conservador: Lliga Regionalista, y en el País Vasco, donde tuvo un perfil conservador, tradicionalista y rural, apoyándose en la reivindicación de los fueros perdidos, rechazo del liberalismo y la industrialización, de carácter católico. Sabino Arana funda en 1894 el PNV. El movimiento obrero, de una parte el socialismo, que en 1879 Pablo Iglesias funda el PSOE y en 1888 es fundado la UGT. De otra parte el anarquismo, que se difunde entre el campesinado andaluz y los obreros catalanes. Su oposición a toda forma de poder, la acción violenta y el ataque a las instituciones estatales hacen de él una amenaza. En 1881: “Federación de Trabajadores de la Región Española”, para defender por vías legales al proletariado. A pesar de ello, las acciones violentas y los atentados serán una constante (“Mano Negra”).
En 1902 accede al trono Alfonso XIII y se inicia un clima político y social marcado por el espíritu regeneracionista. Los nuevos líderes serán Maura (conservador) y Canalejas (liberal) que intentaron reformar la política con medidas regeneracionistas. A su vez crecieron las fuerzas de la oposición. Y finalmente, a partir de 1909, una serie de crisis políticas condujeron a la desaparición del sistema: la Semana trágica en Barcelona (1909), tras los intentos de colonización en marruecos, y la triple crisis de 1917: la creación de Juntas de Defensa Militar, la convocatoria de Asamblea de parlamentarios y la huelga general de ese mismo año. Entre 1918-1923 tiene lugar la quiebra de la monarquía parlamentaria y ya en 1921 el desastre de Annual y la guerra de Marruecos; todo esto hizo desaparecer este sistema y permitió la subida al poder como dictador de Primo de Rivera, sin apenas oposición.