En que coincidieron las protestas estudiantiles de la decada de 1960

La oposición política al régimen franquista


El régimen franquista mostró desde el comienzo una de sus características principales que no abandonó nunca: la represión contra los movimientos democráticos y de izquierdas, frente a todos los valores que representó la República y que ante cualquier manifestación nacionalista (lingüística, cultural o política) sin dejar ninguna esperanza a la reconciliación. No obstante, desde el mismo momento en que acabó la guerra se constituyeron movimientos de resistencia y de oposición a la dictadura, tanto en el interior como en el exilio.


La represión política, social y cultural: características generales


 Ya en los años 50 se produjeron las primeras agitaciones sociales y protestas políticas contra el régimen. Pero durante la década de 1960 y la primera mitad de 1970, la oposición se fue fortaleciendo paulatinamente y las críticas al régimen se extendieron a toda la sociedad. La protesta de los trabajadores fue el principal foco de tensión social.


De los clásicos sindicatos de antes de la Guerra Civil, la UGT y la CNT, sólo el primero tenía una cierta actividad clandestina. En los años 60 las huelgas de los mineros asturianos, con importantes ramificaciones en el País Vasco y Barcelona (1962), permitieron el nacimiento del nuevo sindicalismo basado en la lucha reivindicativa, desvinculado del sindicalismo de preguerra, y que articuló fundamentalmente alrededor de las nuevas Comisiones Obreras (1964). Las CCOO nacieron como un movimiento independiente, democrático y unitario, e impulsaron la lucha laboral (salarios, condiciones de trabajo, …) y política (libertad sindical derechos civiles…).Combinaban la acción ilegal, como las huelgas, con la legal. Así, aprovecharon las posibilidades de la negociación colectiva y de la elección de enlaces sindicales para ocupar parte de la estructura del sindicato franquista.


Mientras se creaba este nuevo sindicalismo, en la Universidad aparecieron organizaciones estudiantiles frente al oficial Sindicato Español Universitario (SEU), de afiliación obligatoria. Ya en febrero de 1956 se produjeron los primeros incidentes estudiantiles en Medir, con heridos graves. Estos grupos tenían tendencias políticas diversas: estaban en relación con partidos, como el caso de la ASU (Agrupación Socialista Universitaria) u obedecían a impulsos nuevos, como el Frente de Liberación Popular (el FLP, el célebre Felipe)

TEXTO Nº 50

También surgieron nuevos movimientos sociales, como asociaciones de vecinos, agrupaciones culturales, algunos grupos religiosos, que entraron en la política de oposición más o menos abierta al régimen. Los años 60 presenciaron las  primeras manifestaciones masivas en las calles y un aumento extraordinario de la conflictividad laboral.


Partidos políticos en la oposición


En los años 60 se recompuso la oposición al franquismo, a través de la actividad renovada de los viejos partidos políticos, o por medio de la aparición de nuevos grupos de izquierda y de derecha, desde la socialdemocracia hasta el liberalismo monárquico.


Uno de los grupos de oposición moderna fue el de los demócratas cristianos, especialmente Izquierda Demócrata Cristiana. Una de las acciones que tuvo mayor repercusión fue la reunión en 1962 en el Congreso de Munich (VI Congreso del Movimiento Federal Europeo TEXTO Nº 48)
. En éste coincidieron por primera vez la oposición española del exilio y los llegados desde el interior de España. En Munich se pidió la desaparición del régimen y el paso a una España democrática. La respuesta de Franco fue enérgica: hizo encarcelar o desterrar a los participantes en aquella reunión en el momento que volvieron a España.


Fue también durante esta época cuando el PCE, y en menor medida el PSOE, a pesar del escaso número de militantes reales, se configuraron como partidos más importantes de la clandestinidad. Santiago Carrillo lideraba el PCE, y un joven sevillano desconocido, Felipe González, accedía en 1974 a la secretaría general del PSOE en un congreso celebrado en Suresnes (Francia).


La actuación del movimiento obrero, con huelgas, reuniones, asambleas, manifestaciones, etc. se hizo mucho más rotunda y coincidió con la agitación en el ámbito universitario. En esta segunda fase, marcada también por las acciones terroristas del FRAP y de ETA, las protestas de los trabajadores y de los estudiantes mezclaban también las reivindicaciones económicas y laborales con las netamente políticas, como rechazo del sindicalismo oficial y la demanda de libertad sindical y de derechos políticos.


En el período final del franquismo empezaron también a tomar importancia los partidos nacionalistas. En el País Vasco, que mantuvo sus instituciones en el exilio, la hegemonía del Partido Nacionalista Vasco (PNV) continuó, aunque el hecho de mayor repercusión fue la aparición de ETA en 1959, que mezcla de ideas socializantes y nacionalismo radical  y propugnó una estrategia de lucha armada a partir de 1968. En Cataluña, empezó también, en los sesenta, a conformarse un grupo nacionalista que recibirá el nombre de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC).


Por otro lado, la difusión de los postulados reformistas del Concilio Vaticano II y la preocupación de algunos sectores católicos por la injusticia social y política propiciaron la aparición de actitudes críticas contra la dictadura.. Esta disidencia católica se incrementó en los años 70 y representó el distanciamiento de una parte de la jerarquía eclesiástica, la expansión de actitudes antifranquistas entre los sacerdotes jóvenes y la radicalización de las comunidades católicas de base.


La Junta Democrática (1974), institución unitaria de la oposición creada a iniciativa del PCE y la Plataforma de Convergencia Democrática (1975),  instancia similar aglutinada en torno al PSOE, pusieron de manifiesto que la alianza antifranquista unía diversas clases sociales. Sin abandonar las movilizaciones, la sociedad esperaba la muerte del dictador para plantear las alternativas políticas que reimplantaran la democracia. Este hecho se produciría el 20 de noviembre de 1975, cuando se inicia una nueva etapa de la historia de España marcada por el proceso de democratización.

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