Los principios económicos del liberalismo fueron elaborados a finales del Siglo XVIII. Adam Smith, economista y filósofo escocés defendía la supremacía del individuo frente a los estamentos o grupos organizados y consideraba que la búsqueda del propio interés era el motor del desarrollo económico. Para Smith, el interés individual de cada individuo da como resultado que cada bien sea producido en la cantidad que es demandado. El estado debe abstenerse de cualquier intervención en la economía y debe eliminar las barreras proteccionistas y el monopolio. Sin embargo la visión de Smith no descontaba con la intervención pública en ámbitos como la educación para adultos, pobres, la justicia o el ejército. El liberalismo establece que la sociedad está formada por individuos y no por estamentos. Defiende el derecho de todos los seres humanos a la libertad individual. Son contrarios al poder absoluto, y partidarios del sistema parlamentario, la separación de poderes y la soberanía nacional así como la constitución como norma fundamental que define los principios básicos entre los individuos, la sociedad y el estado.
Los ilustrados criticaron los pilares fundamentales del antiguo régimen y propusieron un nuevo modelo de organización política y social basado en los principios de la libertad y de la igualdad. Criticaron el absolutismo y configuraron las bases de una nueva doctrina política que conocemos con el nombre de liberalismo. Montesquieu propugno la división de poderes. Rosseau la necesidad de un contrato social entre gobernantes y gobernados, y formulo el principio de soberanía nacional. Según el cual el poder emana en el libre consentimiento de todos los ciudadanos expresado mediante voto.
El Despotismo, contradiccion
Este sistema, visto como una etapa madura del absolutismo monárquico, decayó en los últimos años del Siglo XVIII. Las ideas de la Ilustración, adoptadas por estos monarcas, fueron también la mecha que prendió en los sentimientos de las clases desfavorecidas -en especial la burguesía, que cobraba mayor relevancia- para combatir a un sistema absolutista voraz y generador de desigualdad social, y encaminarse hacia un gobierno constitucional.
En términos generales fueron varios los factores que influyeron en la Revolución:
Un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de un mundo cambiante; el surgimiento de una clase burguesa que nació siglos atrás y que había alcanzado un gran poder en el terreno económico y que ahora empezaba a propugnar el político; el descontento de las clases populares; la expansión de las nuevas ideas liberales; la crisis económica que imperó en Francia tras las malas cosechas agrícolas y los graves problemas hacendísticos causados por el apoyo militar a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Esta intervención militar se convertiría en arma de doble filo, pues, pese a ganar Francia la guerra contra Gran Bretaña y resarcirse así de la anterior derrota en la Guerra de los Siete Años, la hacienda quedó en bancarrota y con una importante deuda externa. Los problemas fiscales de la monarquía, junto al ejemplo de democracia del nuevo Estado emancipado precipitaron los acontecimientos.
Desde el punto de vista político, fueron fundamentales ideas tales como las expuestas por Voltaire, Rousseau o Montesquieu). Todo ello fue rompiendo el prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen, ayudando a su desplome.
Desde el punto de vista económico, la inmanejable deuda del Estado fue exacerbada por un sistema de extrema desigualdad social y de altos impuestos que los estamentos privilegiados, nobleza y clero no tenían obligación de pagar, pero que sí oprimía al resto de la sociedad. Hubo un aumento de los gastos del Estado simultáneo a un descenso de la producción agraria de terratenientes y campesinos, lo que produjo una grave escasez de alimentos en los meses precedentes a la Revolución. Las tensiones, tanto sociales como políticas, mucho tiempo contenidas, se desataron en una gran crisis económica a consecuencia de los dos hechos puntuales señalados: la colaboración interesada de Francia con la causa de la independencia estadounidense y el aumento de los precios agrícolas.
El conjunto de la población mostraba un resentimiento generalizado dirigido hacia los privilegios de los nobles y el dominio de la vida pública por parte de una ambiciosa clase profesional y comerciante. El ejemplo del proceso revolucionario estadounidense abrió los horizontes de cambio político.