En 1837, el motín de los sargentos de la granja dio lugar a un cambio de gobierno de signo progresista, los cuales elaboraron la constitución de 1837

Regencia de M. Cristina

Tras la muerte de Fernando VII, el 29 de Septiembre de 1833, se inició una Guerra Civil, la primera guerra carlista, y María Cristina como regente.

En esta etapa se consolidó la división del liberalismo en dos corrientes principales a lo largo de todo el reinado de Isabel II:

  • Liberales moderados


    Partidarios entre el absolutismo y la soberanía popular. Consideraban que la corona debía contar con amplios poderes y que el sufragio debía ser muy limitado.

    Eran partidarios de un liberalismo atenuado y conservador

  • Liberales progresistas:
    Partidarios de la labor legislativa de las Cortes de Cádiz y de una reforma que limitase el poder del rey en favor del Parlamento.

M. Cristina e Isabel II se mostraron partidarias de los moderados, a los que favorecieron siempre.

1.1. El régimen del Estatuto Real (1834-1 835).

María Cristina ocupó la regencia y nombró un gabinete presidido por Cea Bermúdez.
Las reformas necesarias las llevó a cabo Javier de Burgos.

Liberales y absolutistas se opusieron a esta tímida reforma.

Carlos María Isidro(apoyado por absolutistas)
Reclamaba la corona por la Ley Sálica.

Comenzó así la primera guerra carlista

En 1834 la reina gobernadora llamó a Martínez de la Rosa para formar un nuevo gobierno por políticos del trienio liberal.

Martínez, formó una constitución tenía el carácter de carta otorgada*. El Estatuto era, una convocatoria de la cámara alta, y la cámara baja.

Carta otorgada:

Documento que se asemeja a una constitución en la que el rey concedía ciertos derechos sin reconocer el principio de soberanía nacional.

El gobierno con la reforma se enfrentaba a la oposición liberal y a la carlista.

1.2. Los gobiernos progresistas (1835-1837).

Fue el conde de Toreno quien sustituyó a Martínez de la Rosa en 1835. Llevó a cabo importantes reformas, con la ayuda de Mendizábal, ministro de Hacienda.

La milicia urbana*(Civiles armados y reclutados por el ayuntamiento), de ideología progresista, protagonizó levantamientos.

Como consecuencia de la «revolución de 835», el clero se unió la causa carlista.

La desamortización de Mendizábal

Desde 1835 hasta 1837 se consumó la transición política hacia el sistema liberal.
Mendizábal consiguió que María Cristina respaldara la causa liberal progresista.

Se reorganizó la Milicia Nacional, y se planteó acabar la guerra gracias la desamortización de bienes del clero.

La desamortización de Mendizábal: subasto las propiedades de la Iglesia para subastarlas.

La regente nombró presidente a lstúriz, que contó para su gobierno con Alcalá Galiano y Ángel de Saavedra.

La Constitución de 1837

Los progresistas intentaron un cambio de gobierno mediante un pronunciamiento: se declaró a favor de la Constitución de 1812, pero la corona no acepto este cambio, el 12 de Agosto se produjo el «motín de los sargentos de la Granja».

Los ayuntamientos elegidos por sufragio universal masculino.
El motín de La Granja hizo la convocatoria de unas Cortes que elaboraron una nueva constitución (1837).

La Constitución de 1837, de carácter progresista.

  • Se reforzó el poder de la corona


    La corona también tenía derecho de veto, es decir, podía rechazar una ley, y podía disolver las Cortes.

  • Las Cortes pasaron a ser bicamerales

    El Parlamento se dividíó en dos cámaras (Congreso de los Diputados y Senado).

También se mantuvieron la separación de poderes y la importancia concedida a los derechos individuales.

La aproximación hacia el moderantismo se observó también en la ley electoral de 1837.
El sufragio universal masculino se sustituyó por un sufragio censitario.

Los cambios más destacados respecto de la Constitución de 1812 fueron:

  • Se reforzó el poder de la corona


    La corona también tenía derecho de veto, es decir, podía rechazar una ley, y podía disolver las Cortes.

  • Las Cortes pasaron a ser bicamerales

    El Parlamento se dividíó en dos cámaras (Congreso de los Diputados y Senado).

También se mantuvieron la separación de poderes y la importancia concedida a los derechos individuales.

La aproximación hacia el moderantismo se observó también en la ley electoral de 1837.
El sufragio universal masculino se sustituyó por un sufragio censitario.

1.3. El trienio moderado (1837-1 840).

Tras el regreso de los exiliados políticos, el gobierno cesó y la reina gobernadora ofrecíó el gobierno al general progresista Espartero, que no aceptó. Las elecciones de 1837 dieron el triunfo a los moderados. El gobierno más duradero de esta etapa fue el de Evaristo Pérez de Castro (Diciembre de 1838-Julio de 1840).

Durante tres años, los gobiernos moderados se vieron condicionados por el poder militar, la marcha de la guerra carlista y la deuda económica. El poder militar estaba protagonizado por Narváez (liberalismo moderado) y Espartero (progresista).
Las diferencias entre progresistas y moderados se reflejaron también en la forma de afrontar la guerra:

  • Los progresistas (San Miguel, Mendizábal)


    exigían acabar con el carlismo sin concesiones.

  • Los moderados abogaban por una paz honrosa para acercar el sector menos ultra del carlismo al partido moderado.

La firma del Convenio de Vergara (1839)


con los carlistas y su modificación posterior provocó un motín, lo que obligó a cambiar el gobierno.

Los moderados iniciaron una ofensiva legislativa para recuperar el control del proceso político.

La oposición de los progresistas a que la corona nombrase a los alcaldes obligó a la regente intento lograr el apoyo de Espartero sobre la ley. La firma por María Cristina en 1840 de la ley de ayuntamientos provocó la dimisión de Espartero. María Cristina no aceptó la dimisión, y provocó un cambio de gobierno.

El motín desatado en Madrid el 1 de Septiembre, con la formación de juntas, obligó a la regente a pedir a Espartero que lo reprimiese. Este no solo se negó, sino que pidió un nuevo gobierno progresista, la disolución de las Cortes y una nueva ley de ayuntamientos.

La reina gobernadora nombró a Espartero presidente y renunció a la regencia el 12 de Octubre.

1.4. La Guerra Civil carlista.

El carlismo fue un movimiento político (1820)
Con la regencia de Urgel y la guerra de los agraviados de Cataluña en 1827.
Pero su puesta en práctica se produjo tras la cuestión sucesoria en 1832, con la muerte de Fernando VII.

Su programa ideológico se resumía en la defensa de la religión, del absolutismo monárquico, del foralismo y de los privilegios del Antiguo Régimen.

Como resultado, las bases sociales del carlismo fueron el clero, el campesinado pobre, gran parte de la nobleza y sectores de las clases medias defensoras de los fueros.

La primera guerra carlista se inició nada más morir Fernando

VII


Hubo guerras organizadas por el jefe carlista Zumalacárregui.
Esta primera fase de la guerra finalizó con la muerte de Zumalacárregui en el asedio de Bilbao en 1835.

La segunda etapa de la guerra discurríó de 1835 a 1837.
La marcha del conflicto fue variando entre uno y otro bando. Destacaron las expediciones del general Cabrera al mando de una parte del ejército carlista.

La acción más espectacular de esta segunda fase fue la Expedición Real, encabezada por Carlos María Isidro. Su objetivo era imponer un pacto a María Cristina en un momento en que esta era vulnerable tras la sublevación de La Granja.
Las tropas carlistas llegaron a las puertas de Madrid en 1837, pero el ejército isabelino, al mando de Espartero, obligó a los carlistas a retirarse.

De 1837 a 1839 tuvo lugar la tercera fase, que acabó con el triunfo de las tropas gubernamentales. Dentro del carlismo surgíó una división entre los más conservadores  y los menos radicales. Triunfaron los radicales, lo que permitíó la firma del Convenio de Vergara (29 de Agosto de 1839) entre los generales Espartero, del ejército isabelino, y Maroto, del carlista.

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