1.La evolución de la población
El crecimiento demográfico
Durante el siglo xix, la población española experimentó un proceso de transición demográfica desde el régimen demográfico antiguo al régimen demográfico moderno que produjo un notable crecimiento demográfico.
Este proceso se debíó a la distinta evolución de la mortalidad y la natalidad:
La mortalidad se redujo gracias a las mejoras higiénicas y sanitarias, si bien siguió siendo muy elevada.
La natalidad disminuyó en menor medida y se mantuvo alta durante todo el Siglo XIX.
La combinación entre una natalidad alta y una mortalidad en retroceso permite diferenciar dos etapas en la evolución demográfica del Siglo XIX:
Crecimiento lento hasta 1870, dado que la mortalidad se manténía muy elevada.
Crecimiento acelerado en las últimas décadas del siglo por la reducción de las tasas de mortalidad.
El aumento demográfico fue desigual, ya que se concentró sobre todo en las regiones periféricas e industriales.
Las migraciones exteriores
Durante el Siglo XIX, se intensificó el proceso migratorio hacia el exterior, principalmente América.
Muchos españoles optaron por “hacer las Américas” en busca de mejores condiciones de vida.
Los emigrantes españoles procedían de Galicia, Canarias, Asturias y Cantabria.
Los principales países de acogida fueron Cuba, Argentina, Brasil, México y Uruguay.
Las migraciones interiores y el crecimiento urbano
A lo largo del Siglo XIX, se vivíó en España un importante éxodo rural.
Esta corriente migratoria desde las zonas rurales a las urbanas se intensificó sobre todo en la segunda mitad del siglo.
Las migraciones se orientaron hacia focos de industrialización, especialmente a tres destinos principales: Barcelona, País Vasco y Madrid.
El éxodo rural significó un importante crecimiento de las ciudades, que provocó que España duplicase su población urbana.
No obstante, a finales del Siglo XIX la población española continuaba siendo mayoritariamente rural.
2.Los primeros intentos de industrialización
El retraso agrícola e industrial
La industrialización en España fue más lenta e incompleta que en otros países europeos, y solo alcanzó cierta relevancia a partir de 1870. Este retraso fue debido a distintas causas:
Escaso crecimiento demográfico y escasa capacidad de consumo de la población.
Falta de inversiones, debido a la debilidad de la burguésía y la lejanía de España respecto a los focos más industrializados de Europa.
Inestabilidad política derivada de la Guerra de la Independencia y de los conflictos entre liberales y absolutistas.
El escaso desarrollo agrícola
El bajo desarrollo agrícola fue uno de los problemas de la economía española. Las causas de este retraso fueron la escasez de innovaciones técnicas, los cultivos eran los tradicionales (vid, olivo, y trigo), las deficiencias en los transportes y el contraste en la distribución de la propiedad de la tierra:
Minifundios
En la cornisa cantábrica y la submeseta norte predominaban las propiedades de escaso tamaño que impedían su modernización y manténían al campesinado en la pobreza.
Latifundios
Eran propios de Andalucía, Extremadura y la submeseta sur y se impónían las grandes propiedades explotadas de forma tradicional con mano de obra barata. Por ello, abundaban los jornaleros y campesinos sin tierras con salarios de subsistencia y sumidos en la miseria.
Las transformaciones agrícolas
Pese al retraso del mundo agrícola, el sector experimentó algunos cambios a lo largo del Siglo XIX.
Abolición del régimen señorial
Se eliminaron los mayorazgos y se establecíó la libre contratación de mano de obra en el campo.
Desamortizaciones
Se trató de sucesivos procesos de expropiación y subasta de tierras. Se llevó a cabo en dos fases:
– Una impulsada por Mendizábal en el año 1836, afectó a los bienes eclesiásticos y sirvió para sanear las cuentas del Estado crear una clase adepta al recién instaurado régimen liberal.
– Otra promovida por Madoz en el año 1855, sobre las tierras municipales que fueron expropiadas y vendidas las tierras de los ayuntamientos.
Los comienzos de la industrialización
Durante la primera mitad del Siglo XIX, la industrialización en España fue débil y localizada. Los primeros altos hornos se establecieron en la provincia de Málaga, pero entraron en decadencia debido a los elevados costes de producción.
La regíón más industrializada de la época era Cataluña, donde se desarrolló una importante industria textil algodonera.
El ferrocarril también se desarrolló, aunque de forma insuficiente debido a la falta de inversiones. Por ello, a mediados de siglo solo existían dos líneas férreas, las que unían Barcelona con Mataró y Madrid con Aranjuez.
3.El despegue industrial
Los sectores industriales
La minería.
La riqueza del subsuelo impulsó una explotación masiva de los recursos minerales, sobretodo después de que se promulgase la Ley de Bases sobre Minas.
El sector fue especialmente productivo en Asturias (carbón)
, Vizcaya (hierro)
Y el sur peninsular (cobre en Huelva, plomo en Jaén o Mercurio en Ciudad Real). La falta de inversiones internas hizo que la explotación se llevase a cabo con capital extranjero, sobre todo británico y francés.
La siderurgia.
Se reactivó a partir de 1860 en Asturias, si bien alcanzó su máximo desarrollo en el País Vasco, sobre todo desde 1880.
El ferrocarril.
Su impulso estuvo relacionado con la Ley de Ferrocarriles (1855) y la Ley de Sociedades de Crédito (1856), que concedieron facilidades para la construcción ferroviaria y la inversión foránea. En España, el ferrocarril adoptó una estructura radial con centro en Madrid, así como un ancho de vía superior al europeo. Esta circunstancia dificultó las comunicaciones con el resto del continente.
El sector financiero.
Los progresos de la industria favorecieron la articulación de un sistema monetario y financiero que aporto capitales a la nueva economía. Desde mediados del Siglo XIX se fueron creando numerosas entidades financieras como el Banco de España, o los de Bilbao y Santander. Asimismo, en 1831 se fundó la Bolsa de Madrid y en 1851 la de Barcelona, con las que se pretendió impulsar el desarrollo de las sociedades industriales y comerciales y la inversión de capitales. Todo ello permitió desarrollar el capitalismo español y la tecnología de los países industrializados europeos.
La distribución de la industria
A finales del Siglo XIX, destacaban en España las siguientes áreas industriales:
Cataluña
Había surgido un entramado industrial que combinaba las industrias textil, metalúrgica y
mecánica.
País Vasco
La industria siderúrgica se completaba con los sectores naval y bancario.
Madrid
Su protagonismo político permitíó la consolidación de cierta actividad industrial.
Asturias
Concentraba una importante minería de carbón.
El resto de España se incorporo de manera escasa a las nuevas formas de producción y continuo manteniedo una economía esencialmente agraria.
4. La Sociedad Española en el Siglo XIX
4.1 La nueva sociedad de clases
El establecimiento del Estado liberal a lo largo del Siglo XIX hizo desaparecer progresivamente el Antiguo Régimen. La sociedad estamental, basada en la desigualdad jurídica, fue sustituida por la sociedad de clases, fundamentada en la posesión de riquezas y el merito individual.
No obstante el escaso grado de industrialización y el predominio de la economía agraria hicieron que la nobleza y La Iglesia siguieran mantenido una notable influencia, y que la burguésía y las clases medias fuesen escasas y débiles.
4.2 Los grupos dominantes
Configuraban una minoría y gozaban de los principales privilegios:
- La nobleza. Perdíó su tradicional papel político y sus privilegios feudales, pero parte de ella mantuvo la propiedad de la tierra y se beneficio de la desarmotización adquiriendo numerosas propiedades, por lo que siguió ejerciendo un notable protagonismo social y económico.
- La Iglesia. Decayó su influencia política y fue despojada de parte de sus propiedades. Sin embargo mantuvo una innegable influencia ideológica en una sociedad católica.
- La alta burguésía. Se convirtió en el grupo dirigente y logro gran protagonismo en la sociedad de clases. Desempeño un papel destacado en la industrialización y en el mundo empresarial y financiero. Además, las desarmotizaciones le permitieron adquirir importantes propiedades agrarias.
- Las clases medias. Tuvieron un modesto desarrollo y estuvieron constituidas por pequeños empresarios, comerciantes, profesionales liberales, funcionaros, oficiales, militares, etc.…
4.3 Las clases populares
Constituían el grueso de la sociedad y estaban integradas por grupos diversos. Durante la mayor parte del Siglo XIX carecieron de derecho al voto, y su nivel de vida fue modesto.
- Los campesinos. Era el grupo más numeroso, pues representaba alrededor del 60 por ciento de la población. Vivían en condiciones bastante duras, especialmente los jornaleros, desprovistos de tierras y obligados a subsistir con salarios mínimos. La dureza de la vida en el campo, la mecanización de las labores agrícolas y la industrialización provocaron que muchos campesinos emigraran a las ciudades y se integraran en el proletariado industrial.
- Los artesanos. Estaban dedicados a oficios manuales; la industrialización generó que su número se redujera drásticamente ante su imposibilidad para competir con los productos industriales. Por ello, muchos artesanos se convirtieron en mano de obra industrial.
- El proletariado industrial. Fue creciendo lentamente a medida que progresaba la industrialización. En las zonas industriales comenzó a tener creciente importancia, y las duras condiciones laborales y sociales hicieron que a lo largo del siglo empezara a organizarse para reclamar mejores condiciones laborales. Las condiciones laborales de los obreros industriales y de los trabajadores eran duras, con largas jornadas laborales, bajos salarios, y carencia de derechos. Por ello, poco a poco los trabajadores organizaron el movimiento obrero con el objetivo de mejorar su situación. El movimiento obrero en España estuvo ligado a tres ideologías: anarquismo, socialismo marxista y catolicismo social.
- Empleados de servicios. Ocupados como criados, mozos, vendedores ambulantes y, especialmente, mujeres que trabajan en el servicio domestico de los hogares ricos.
4.El movimiento obrero en España
Las condiciones laborales de los obreros industriales y de los trabajadores agrícolas eran duras, con largas jornadas laborales, bajos salarios y ausencia de derechos. Por ello, poco a poco se organizó un movimiento en defensa de sus intereses.
Los comienzos del movimiento obrero
Los inicios del movimiento obrero tuvieron un carácter ludito, es decir, de rechazo a las máquinas.
En la década de 1840, aparecieron las primeras asociaciones y sindicatos, como la Sociedad de Tejedores de Barcelona, pero las autoridades públicas tendieron a prohibirlos.
Durante el bienio progresista (1854-1856), el movimiento obrero incrementó su fuerza y siguieron producíéndose ataques contra las máquinas.
En el sexenio democrático (1868-1874), se reconocíó el derecho de asociación y se fundó la Federación Española de la Asociación Internacional de Trabajadores, que fue ilegalizada en 1872.
El anarquismo
Fue introducido en España por el italiano Fanelli. Su estrategia de “acción directa” les llevó a cometer atentados como el del Teatro del Liceo de Barcelona, el del Parlamento o el asesinato de Cánovas del Castillo.
Esta estrategia provocó una dura represión y un giro hacia posiciones más moderadas, lo que llevó a la creación de sindicatos como la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en el año 1910.
El marxismo
El marxismo se difundíó durante el sexenio democrático gracias a la labor de Pablo Iglesias, que en el año 1879 fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En el año 1888, también se creó el sindicato socialista Uníón General de Trabajadores (UGT).
Los socialistas se inclinaron por participar en las elecciones. Así, Pablo Iglesias se convirtió en 1910 en el primer diputado socialista de España.
5. La cultura y el arte en la España del Siglo XIX
La educación y la cultura
Durante el Siglo XIX, España fue un país atrasado en los planos cultural y científico.
La educación era un privilegio, por lo que las tasas de analfabetismo eran muy altas. En el año 1857, la Ley Moyano reorganizó el sistema educativo y unificó la enseñanza en todo el territorio nacional.
Además, la difusión de valores obreros y democráticos hizo surgir numerosas iniciativas que promovieron la educación de las clases populares.
En las últimas décadas del siglo se produjo cierta renovación intelectual, vinculada con la difusión del krausismo, corriente cultural que inspiró la creación de la Institución Libre de Enseñanza, fundada por Giner de los Ríos.
La renovación también fue promovida por el regeneracionismo, corriente intelectual que aspiraba a superar las lacras del caciquismo, la incultura y el atraso en España. Cuyo principal representante fue Joaquín Costa.
Por las mismas fechas, la Generación del 98 (Machado, Unamuno, Baroja, etc.) denunció los males del país y reivindicó su modernización y europeización.
Las artes
Literatura
La corriente dominante hasta 1850 fue el Romanticismo, gracias a de autores como José de Espronceda, Rosalía de Castro, Gustavo Adolfo Bécquer o Mariano de Larra.
Posteriormente, se difundíó el Realismo, que permitíó un gran desarrollo de la novela, con autores como Galdós o Leopoldo Alas Clarín.
Pintura
Al igual que en la literatura, en pintura también predominó el Romanticismo histórico y costumbrista de autores como Federico Madrazo. Posteriormente, se impuso el Naturalismo de Antonio Gisbert, Rosales o Mariano Fortuny, que derivó hasta corrientes impresionistas con Sorolla.
Arquitectura
Surgíó una línea historicista con obras que recreaban estilos antiguos (neoclásico, neogótico o neomudéjar).
La industrialización favorecíó la aparición de la arquitectura del hierro en estaciones de ferrocarril, puentes, fábricas, etc.
Además, a finales del Siglo XIX irrumpíó en España el Modernismo cuyo principal representante fue Antonio Gaudí, autor de obras como la Sagrada Familia, la Casa Milá y la Casa Batlló, de una gran creatividad.