TEMA 4: LA LLEGADA DE UNA NUEVA DINASTÍA: LOS BORBONES
1. 1 La cuestión sucesoria. Los bandos del conflicto
2 La Guerra de Sucesión
En Septiembre de 1701 se firmó el Tratado de la Haya, formándose la Gran Alianza, realizada por el Sagrado Imperio, Inglaterra, Holanda, Prusia y los Estados alemanes, para hacer frente a Luis XIV y a Felipe V. En Mayo de 1703, el reino de Portugal y el ducado de Saboyá se unieron a esta. Los primeros enfrentamientos tuvieron lugar en territorios austriacos y en las posesiones españolas y francesas en Italia. Los contendientes, durante la guerra, estaban igualados por lo que la guerra se prolongó.
A partir de esto, se impulsó la causa en Aragón, Valencia y Baleares, donde las tropas austriacas alcanzaron Madrid y Carlos se proclamó rey, aunque posteriormente la nobleza y el clero no le dieron su apoyo, por lo que abandonó la capital. En 1707, un ejército anglo-luso-holandés se enfrentó a Felipe V en la Batalla de Almansa. Los austriacos tras la derrota se retiraron y Felipe V avanzó recuperando así Aragón, Valencia y parte de Cataluña, continuando los conflictos hasta 1710.
3 La Paz de Utrecht. El fin de la guerra
El 17 de Abril de 1711 murió el emperador de Austria, José I, y ocupó el trono el archiduque Carlos. Por lo que el peligro para el equilibrio europeo lo constituía un Habsburgo en el trono de ambos reinos. A partir de esto, los ingleses negociaron, reconociendo así a Felipe V como rey de España. La paz se firmó con los tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714), a cambio de concesiones a Austria, obteniendo el Milanesado, Flandes, Nápoles y Cerdeña, y también a Gran Bretaña, que recibíó Gibraltar y Menorca, junto con privilegios comerciales en la América española. En 1713, a partir de la firma del Tratado de Utrecht, resistían únicamente Barcelona, algunas ciudades de Cataluña y las Baleares. Las Cortes Catalanas decidieron luchar contra los ejércitos borbónicos. El 11 de Septiembre de 1714, las tropas de Felipe V tomaron Barcelona y un año después, ocuparon Mallorca.
4. EL MODELO ABSOLUTISTA DE LOS BORBONES
4.1 El absolutismo monárquico
4.2 Los decretos de Nueva Planta
Los borbones, asumieron la idea de unificar y reorganizar los diferentes reinos peninsulares. Ello significó la pérdida de la soberanía, sobretodo de los territorios de la Corona de Aragón, que se integró en un modelo uniformador y centralista. Felipe V, mediante los decretos de Nueva Planta (Valencia y Aragón, 1707, Mallorca 1715 y Cataluña, 1716) abolíó las instituciones políticas y las leyes propias de la Corona de Aragón e impuso las leyes y la organización político-administrativa de Castilla. A excepción de Navarra y el País Vasco, se creó una única estructura de carácter uniforme. La Nueva Planta abolíó las Cortes de los reinos de la Corona de Aragón, integrándolas en Castilla (las Cortes de España), ya que eran consideradas incompatibles con la autoridad del monarca, eran reunidas únicamente a petición del rey y para jurar al heredero. El Consejo de Aragón fue abolido, y el de Castilla se formó como el órgano esencial de gobierno del país, ejerciendo funciones consultivas, facultades legislativas y judiciales, y, actuaba como Tribunal Supremo de Justicia.
Organización centralizada y uniforme del territorio
Por encima de cualquier institución se situaba el poder del monarca, que intervénía y decidía sobre todos los asuntos del Estado. Su labor era ayudado por las Secretarías. En 1714 se crearon las Secretarías del Estado y Asuntos Extranjeros, Eclesiásticos y Justicia, Guerra y marina y en 1754 se creó la Hacienda. Los secretarios eran nombrados, destituidos por el rey y contaban con la ayuda de funcionarios.
4.3 La reorganización de la Hacienda
6. EL REFORMISMO BORBÓNICO: EL REINADO DE Carlos III
6.1 Carlos III, el despotismo ilustrado
6.2 La obra reformista
Las reformas tenían como objetivo cuatro ejes básicos:
Una serie de medidas legales para abolir algunos de los privilegios propios de la sociedad del Antiguo Régimen. En 1783, se proclamaron honestas todas las profesiones.
La reforma de la educación. Se inició una reforma estudios universitarios y de las enseñanzas medias, donde se fundó las escuelas de artes y oficios y se impulsó la obligatoriedad de la educación primaria, junto con la fundación de academias dedicadas a las letras y ciencias.
La defensa del poder del Estado frente a la Iglesia (regalismo). Carlos III reclamó el derecho a nombrar los cargo eclesiásticos, a controlar la Inquisición y a fundar monasterios. Combatíó el intento de la Iglesia de constituir un poder dentro del Estado. Destacando la expulsión de los Jesuitas en 1767, orden de enorme poder, de obediencia al papado.
La cuestión económica. Adoptaron una serie de medidas de carácter económico convencidos de la necesidad de acabar con las trabas que entorpecían la economía.
Limitación de los privilegios de la Mesta, apoyando la propuesta de Olavide de colonización de nuevas tierras, y la impulsación de los proyectos de reforma agraria.
Creación de mercados de bienes y capitales, fomentado en el interior de España, las infraestructuras de transporte y la libre circulación de mercancías (Ley de Libre Circulación de Granos 1765) y por último, la liberación del comercio colonial.
La actividad industrial, liberalizando el proceso de fabricación a partir de 1768, o abandonando la gestión directa de las Reales Fábricas desde 1761. También, se crearon los aranceles, para defender la industria nacional, (arancel 1782).
Estabilización y moderación de la política impositiva para fomentar la producción asociada a la estabilidad del gasto público.
8. LA EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y ECONÓMICA EN EL Siglo XVIII
La ausencia de grandes guerras, el fin de la política imperial europea, las reformas introducidas por los Borbones y la recuperación del comercio colonias ocasionaron las transformaciones en la economía.
8.1 La población: un crecimiento limitado
El Siglo XVIII, significó el inicio de un nuevo ciclo demográfico europeo, caracterizado por el crecimiento de la población. El fin de las pestes, la mejora de las técnicas agrícolas, la introducción de nuevos cultivos y una época de paz pusieron fin a las mortandades en Europa. En España, a pesar de la elevada mortalidad, la alta natalidad y la ausencia de graves hambrunas, propiciaron el paso de 7 a 10 millones de habitantes. El crecimiento fue grande en comparación con las centurias anteriores, iniciándose así una etapa de crecimiento ininterrumpido pero a la vez, dispar, creciendo más la periferia que el interior.
8.2 La insuficiencia de las reformas agrícolas
Las reformas agrarias de Carlos III no resolvieron la tensión provocada por el aumento de la población superior al de la oferta de alimentos, provocada por la incapacidad de la agricultura de ese siglo frente a la demanda de alimentos. Existían desfavorables condiciones climáticas y agronómicas del campo español: muchas superficies contaban con un régimen de precipitaciones bajo e irregular. Con las técnicas, las sequías estivales y las elevadas temperaturas de esa época limitaban los productor que se cultivaban e impedían la aplicación de las técnicas que multiplicaron la producción en la Europa noroccidental. Además, el incremento de la producción mediante el aumento de la superficie cultivada no era posible en parte de España. Mitad de la tierra existente no podía venderse ni cultivarse por encontrarse amortizada, y aunque las reformas ilustradas dectaron el problema no consiguieron una solución. La escasez de tierras obligaba a cultivar las de peor calidad, provocando el descenso de los rendimientos (producción por unidad de superficie). En el primer caso, por mala calidad, y en el segundo, por su efecto negativo sobre la ganadería, que redujo la cantidad de estiércol y afectó la fertilidad de la tierra. Las consecuencias fueron la subida de los precios por la Haciendo y el aumento de la crisis de subsistencia. Esta fue compatible con la transformación productiva en algunas zonas. En la cornisa cantábrica se difundíó por el cultivo del maíz, y la producción de patatas se generalizó como alimento. En el litoral valenciano destacó la producción de vino y aguardiente, y de seda. También en Cataluña, gran parte del litoral avanzó en la especialización agraria y comercial. Pero esta especialización agrícola solo era posible en las zonas de mayor facilidad para importar grano en los años de malas cosechas y no debían utilizar parte de la tierra a plantar cereal para garantizarse la supervivencia.
8.3 La liberación del comercio colonial
Los gobiernos españoles se preocupaban de revitalizar el comercio entre la Península y sus territorios americanos. A pesar de las dificultades de la crisis económica del S XVII era indudable que las colonias constituían una importante fuente de ingresos para la Corona. Se mantuvo el municipio de un sólo puerto adonde se trasladó la Casa de Contratación de Sevilla. El tráfico y las rutas estaban muy controladas mediante flotas y galeones que iban exclusivamente a unos puertos determinados: Cartagena de Indias, Portobelo, Veracruz, Panamá, Callao y Acapulco. Desde ahí se transportaba los productos a otros lugares, esto les encarecía notablemente. Una de las primeras reformas fue la creación de compañías privilegiadas a las que el Estado cedía el monopolio sobre ciertas rutas o productos a cambio del pago de una cantidad. En 1728 se establecíó la Compañia Gupuzcoana de Caracas, para comerciar el cacao. En 1740 la Compañía de La Habana para el azúcar y el tabaco de Cuba; y en 1755 la Real Compañía de Barcelona que comerciaba con Antillas. Estas compañías tropezaban con la competencia del comercio británico que introducía toda clase de productos en los territorios españoles, por lo que los comerciantes exigieron la anulación de las restricciones y los políticos ilustrados los apoyaron. En 1765 se abrieron al libre comercio españoles y americanos. En unos años se abrieron más y finalmente en 1778, Carlos III promulgó un decreto que permitía que desde todos los puertos españoles cualquier comerciante español podía comerciar con América. Después se le concedíó a los comerciantes americanos y en 1790 se suprimíó la Casa de Contratación. Las medidas liberalizadoras contribuyeron a la prosperidad de algunas zonas, como Cataluña, que pudieron abrirse a la exportación de sus mercancías. Cádiz continuó siendo el gran puerto español en el S XVIII, albergando una burguésía mercantil y cosmopolita. Pero sus negocios eran esencialmente de reexportación: llegaban mercancías de toda Europa pero su actividad influía poco en la prosperidad del resto de Andalucía. Sin embargo, puertos como el de Barcelona se especializaron en la exportación de productos locales generando un crecimiento económico en todo el conjunto Catalán.
8.4 El impulso a las manufacturas
El interés de reyes y ministros del S XVIII por el desarrollo económico impulsó la creación de manufacturas que eran un sistema de producción surgido en Europa en el S XVII, el cual numerosos trabajadores fabricaban en talleres grandes un producto determinado, el mercantilismo francés. El Estado creó numerosas manufacturas reales cuyo beneficio económico era poco importante porque la producción era absorbida por los palacios reales y los edificios oficiales. Se crearon manufacturas de carácter utilitario en especial para la producción de lana, destacó la de Guadalajara. Pero la escasez de mercados para estos productos y a escasa rentabilidad de las nuevas fábricas llevaron a la política manufacturera a el impulso de los establecimientos privados. Durante el reinado de Carlos III la influencia de Campomanes bajó, se inició una política de reducción de los privilegios gremiales que facilitó la creación de manufacturas . Las nuevas formas de producción se desarrollaron por toda España pero tres fueron los núcleos más activas: Valencia, El País Vasco y Cataluña. En Valencia la industria de seda tuvo un gran crecimiento, controlada por comerciantes que combinaban el trabajo a domicilio con la instalación de factorías con máquinas modernas. En el País Vasco se incrementó la producción de hierro a raíz de la prohibición de importación de productos de hierro extranjeros.