Constitución del ferrocarril en el gobierno liberal

JUN 2002 / JUN 2006 / SEPT 2011

Estos cinco documentos, de carácter político, se encuentran dentro del periodo isabelino, que comienza con la muerte del padre de Isabel II (Fernando VII) en 1833 y termina con la abdicación de la reina Isabel
II en 1868. En estos años se asentó en España el sistema político liberal. Fue una época marcada por los pronunciamientos, los cambios de gobierno,… por lo que se le conoce a este reinado como el de los espadones.

Este reinado se inicia con la regencia de Mª Cristina, a causa de la minoría de edad de Isabel II y el estallido de la primera guerra carlista (finalizado con la firma del Convenio de Vergara en 1839 por el general isabalino Espartero y el carlista Maroto).

En el documento uno se nos hace una exposición de los fundamentos del carlismo. El carlismo fue un movimiento  llevado a cabo por los defensores de la legitimidad dinástica, de la monarquía absoluta, de la primacía social de la iglesia, de la conservación del A.R. Y del mantenimiento del sistema foral, personas que apoyaban como sucesor de Fernando a VII a Carlos María Isidro (hermano del anterior).  Se parecía en el texto su lema “Religión, Patria, Rey” y en él María Teresa (esposa de Carlos) expone la idea de dinastía por origen divino “Rey por gracia de Dios” y  hace una crítica del liberalismo y de la soberanía nacional.

La guerra carlista contribuyó a acelerar la transformación de la monarquía desde un estado absolutista  muy moderado hasta un liberalismo progresista  para consolidarse posteriormente en un modelo moderado inspirado en el liberalismo doctrinado.

En un principio MªC. Se apoyó en liberales moderados como Cea Bermúdez para formar gobierno pero en su trayectoria también tuvo que aceptar tanto a los progresistas como a los moderados convertidos en aliados indispensables.

En 1834 se llevaron a cabo una serie de reformas por parte del jefe de gobierno Martínez de la Rosa elaborando un “Estatuto Real” que era por una parte una carta otorgada (similar a la de Luis XVIII a los franceses) donde el monarca se limitaba a consentir a su lado otros poderes del Estado y por otro una constitución incompleta pues no regulaba los poderes del rey ni del gobierno ni recogía los derechos del ciudadano.

Los progresistas descontentos con estas escasas reformas decidieron revelarse haciendo que M.C entregara el gobierno al progresista Mendizábal que llevó a cabo reformas de las cueles destaca la desamortización de bienes del clero regular. Fue destituido en 1836 y se produjeron numerosos motines así como “el pronunciamiento de los sargentos de La Granja” que obligó a la regente a restablecer la Constitución de 1812.

Como se recoge en el documento dos “siendo voluntad de la Nacíón revisar… la Constitución promulgada en Cádiz…” nace la Constitución de 1837. Esta es una constitución breve que recoge la idea de la división de poderes ( ejecutivo: rey (influye en el legislativo) legislativo: cortes –bicamerales- y judicial en los jueces). Además refleja los principios de una soberanía nacional y el reconocimiento de los derechos individuales con la llega de los progresistas al poder estos principios se amplían con la libertad de prensa, la autonomía política y de gestión otorgada a los ayuntamientos y la recuperación de la Milicia Nacional cuerpo liberal urbano afín a los progresistas esencial para los mismo para garantizar la Constitución y los derechos políticos.

Con la aprobación de la “Ley de Ayuntamientos” que daba la facultad a la corona de nombrar a los alcaldes de las capitales de las provincias se produjo el enfrentamiento entre progresistas y M.C  que decidíó dimitir.

Se declaró como nuevo regente a Espartero que entre las medidas que llevó a cabo destacó la desamortización del clero secular  y un arancel librecambista. Su autoritarismo provocó la oposición de los moderados, progresistas descontentos y masas populares. Barcelona se vio bombardeada en 1842 lo que acentuó el rechazo a Espartero y el triunfo de diversos pronunciamientos hicieron que renunciase a su regencia en 1843. 


Isabel es proclamada mayor de edad y comienza su propio reinado. La primera etapa de este es conocida como la “Década Moderada” (1844-1854) donde destaca Narváez que es nombrado jefe de gobierno en varias ocasiones. En esta década se pronuncia una nueva constitución (1845)  cuyo preámbulo hace alusión el documento 3 “Siendo nuestra voluntad y la de las Cortes…”. Esta fue la constitución más moderada de nuestra historia, en ella se recogen principios como loa soberanía nacional compartida entre el rey y las Cortes un sufragio fuertemente censitario, la confesionalidad fuertemente católica del Estado, las Cortes bicamerales, la restricción de las libertades individuales, un control político desde una Administración centralizada… Además se establecía la supremacía política de la Corona que compartía la soberanía  y el poder legislativo con las Cortes y tenía el poder de suspenderlas, disolverlas o convocarlas sin limitación. En esta etapa también destacamos la creación de la Guardia Civil en sustitución a la Milicia Nacional, la reforma fiscal de Mon y Santillán y la firma de un Concordato con la Santa sede en 1851.

El autoritarismo del gobierno moderado (que no logró alcanzar la estabilidad política) provocó la oposición de progresistas, demócratas y algunos sectores moderados que en 1854 protagonizaron un pronunciamiento militar en Vicálvaro encabezado por O’ Donnell. Los sublevados redactaron el llamado “Manifiesto de Manzanares” en el que se recogía la aspiración de una reforma en el sistema. La Reina decidíó llamar a Espartero para reformar el gobierno dando comienzo al Bienio Progresista (1854-1856). Los aspectos más destacado de este periodo  es la desamortización de Madoz, la Ley de Ferrocarriles y una Constitución (non nata). Esta Constitución recogía el ideario progresista: soberanía nacional, restricción de la autoridad real, sufragio ampliado…

Las discrepancias entre Espartero y O’Donell, las divisiones y enfrentamientos entre los progresistas, la oposición de los moderados, la falta de apoyo popular y el autoritarismo de Espartero dieron lugar a una gran inestabilidad gubernamental. En tales circunstancias, Espartero dimitíó y la reina mandó formar gobierno a O’Donell líder de la Uníón Liberal.

Comienza así la última etapa del reinado de Isabel II caracterizada por la descomposición del sistema isabelino y la alternancia en el poder  de moderados y unionistas. Al margen  del sistema quedaron  progresistas demócratas  y republicanos a los que hace alusión en el documento cuatro
Fernando Garrido destacando el concepto de soberanía por ser el elemento que mejor la define. Hace además en la última parte del documento  una defensa de la república federal  y una crítica a los demócratas a los que acusa de una alianza imposible entre monarquía y principios democráticos.

Hasta 1863, los gobiernos unionistas consiguieron una relativa estabilidad política, acompañada por una etapa de prosperidad económica, y emprendieron una carrera por reconstruir un Imperio colonial en la que destaca el general Prim.

En 1866, O’Donell debido a sus discrepancias con la reina presentó su dimisión asumiendo Narváez el cargo  de forma dictatorial al margen de las Cortes y de los partidos políticos. Mientras, en el exilio Prim y Serrano  reúnen a liberales progresistas y unionistas así como demócratas acordando el Pacto de Ostente que tenía como objetivo derrocar a Isabel II y dar un nuevo orden a la situación política elegido por las Cortes Constituyentes mediante sufragio universal  en 1867.

En el 68 comienza un proceso revolucionario en Cádiz “La Gloriosa” encabezado por el almirante Topete (apoyado por Serrano y Prim) formando Juntas Revolucionarias  en Cádiz bajo el lema Viva España con honra y en Valencia con Abajo los borbones. En el manifiesto publicado por los sublevados y recogido en el documento 5 se pedía “un gobierno provisional que represente a las fuerzas vivas del país”. El 28 de Septiembre las tropas de Isabel II fueron derrotadas en la batalla de Alcolea y la reina no tuvo más remedio que abdicar y exiliarse en Francia (acogida por Napoleón III). Comienza así el Sexenio Democrático, última etapa de la revolución liberal, que representa el intento de ampliar el liberalismo e instaurar la democracia.

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