DE LA SUBLEVACIÓN MILITAR A LA GUERRA
El alzamiento militar contó con el respaldo de un heterogéneo conjunto de militares conservadores, africanistas, monárquicos y falangistas
De acuerdo con las instrucciones del general
Emilio Mola, en quien recayó la dirección técnica del levantamiento, el golpe militar debía realizarse con extremada violencia. Se declararía el estado de guerra y luego se procedería a la detención y eliminación de los principales dirigentes políticos y sindicales de izquierdas.
La sublevación militar prevista para el 18 de Julio, se inició de modo imprevisto en Melilla el 17 de Julio y se extendíó al resto de las tropas del Protectorado español en Marruecos. El general Francisco Franco tras declarar el estado de guerra en Canarias, al día siguiente se trasladó en un avión alquilado para ponerse al mando del Tercio de la Legión y los Regulares
El alzamiento militar se extendíó al resto del territorio español con resultados muy diversos. En Andalucía, el general Queipo de Llano se hizo con el poder en Sevilla, empleando el terror indiscriminado. También se sublevaron las guarniciones de Cádiz, Córdoba y Granada. El General Mola ocupó Navarra. Cabanellas logró dominar la mayor parte de Aragón. La rebelión militar también se hizo con el poder en Castilla y León, Galicia, Mallorca y parte de Extremadura.
En Madrid, Barcelona y Valencia se abortó la sublevación militar, ya que buena parte del ejército y de las fuerzas de orden público, se mantuvieron fieles a la república, a lo que se añadió la fuerte resistencia popular. En Madrid, los rebeldes, a cuyo frente se hallaba el general Fanjul, se hicieron fuertes en el Cuartel de la Montaña, que fue asaltado por obreros armados y tropas fieles al gobierno.
Fracasó en la mayoría de las grandes ciudades por la acción conjunta de las fuerzas de seguridad leales a la república y de milicianos de las organizaciones políticas y sindicales de izquierdas.
Las principales ciudades (con las reservas de oro del Banco de España) y las zonas industriales quedaron en poder del gobierno y las zonas agrarias más conservadoras y de mayoría católica, en manos de los militares sublevados.
Las tropas del ejército de tierra mejor dotadas y preparadas, las del Protectorado de Marruecos, se inclinaron a favor de la sublevación. La superioridad inicial del gobierno en medios aéreos y navales pronto fue superada por los rebeldes por la rápida llegada de aviones italianos y alemanes mucho más modernos.
Tras la dimisión del presidente del gobierno, Santiago Casares Quiroga, las medidas del nuevo gobierno de José Giral tuvieron un efecto contrario al esperado. El decreto destituyendo a los militares sublevados y ordenando la desmovilización de los soldados, y la distribución de armas a los miembros de las milicias populares de los partidos y sindicatos de izquierda. El ejército de la república quedó desarticulado, debilitando al Estado republicano. En los primeros meses de la guerra, el poder en la zona republicana quedó en manos de las milicias y de multitud de comités locales y provinciales. Se propició de esta manera una situación revolucionaria que sumíó a muchos territorios en el caos.
La sublevación había derivado en una auténtica Guerra Civil, que dividíó el país en dos bandos:
los sublevados contra la república, que se llamaron a sí mismos los nacionales. Justificaron su acción como el único medio para acabar con la anarquía, restablecer el orden y exterminar a los enemigos de la patria calificados todos ellos de «rojos». Contaron con el apoyo de las oligarquías tradicionales (banqueros, empresarios), de los pequeños propietarios agrarios, de las clases medias católicas, de partidos de derechas como la CEDA y de organizaciones de la extrema derecha (falangistas y tradicionalistas carlistas) y de la Iglesia católica, que la calificó de «cruzada de liberación».
En el otro lado estaban los republicanos, para los que había que defender la república democrática y sus logros frente al fascismo, que se extendía por Europa. Fueron ganando posiciones los sectores radicales, anarquistas y comunistas
LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DE LA Guerra Civil
La intervención extranjera la convirtió en un conflicto internacional de enorme re-percusión en la opinión pública. A pesar de la firma de acuerdos internacionales para no intervenir, ambos bandos recibieron ayuda exterior. El apoyo internacional a los dos bandos fue decisivo tanto en la duración como en el curso y desenlace de la contienda.
Estalló en un momento sumamente crítico en las relaciones internacionales. La tensión entre las grandes democracias europeas (Francia y Reino Unido) y los regíMenes totalitarios fascista y nazi alcanzó un punto tal, que cualquier crisis hacía temer el desenlace de una nueva Guerra Mundial.
Los sectores conservadores y los católicos la percibieron como una contienda entre la civilización occidental y el comunismo ateo; mientras que para los sectores progresistas de la izquierda era una lucha crucial por la libertad y contra el fascismo totalitario.
La reacción inicial del gobierno francés del Frente Popular de prestar ayuda a la república no se puso en práctica, tanto por la división que suscitó en la opinión pública de ese país por la actitud neutralista del gobierno conservador del Reino Unido. Este país temía que cualquier intervención en el conflicto español pusiera en peligro la política de apaciguamiento con la Alemania nazi.
Veintisiete países, incluidos Alemania, Italia y la URSS, suscribieron el Acuerdo de No Intervención en España, por el que se prohibía la exportación a España de armas, municiones y de todo tipo de material de guerra
Pero en la práctica, una farsa, dejó al gobierno legítimo de la república en clara desventaja frente a los militares sublevados, que recibieron abiertamente apoyo oficial de Alemania e Italia.
El gobierno republicano de Giral y el bando sublevado solicitaron ayuda militar de las potencias europeas