Felipe II empieza a gobernar en 1556 con un ideario muy similar al de su padre: fortalecer el
Catolicismo y engrandecer el poderío hispánico (Monarquía Hispánica).
Política exterior
Uno de los principales problemas fueron los turcos. Ante la amenaza del expansionismo musulmán,
Felipe II se alió con la Santa Sede y Venecia mediante la formación de la Liga Santa. Esta obtuvo un
Rotundo éxito en la batalla de Lepanto (1571), que frenó la expansión otomana, aunque la guerra continuó,
Sobre todo mediante la piratería por el Mediterráneo.
Desde 1566, el problema central de la política exterior de Felipe II fue Flandes. El conflicto de los
Países Bajos era la suma de las aspiraciones de autonomía política de la nobleza flamenca; encabezada por
Guillermo de Nassau (príncipe de Orange) y el conde de Egmont, con la expansión del protestantismo
(calvinistas), que había llegado a organizar revueltas y quemar iglesias católicas. La intransigencia de
Felipe II ante la libertad de cultos fue total y las medidas militares fueron la respuesta, enviando al Duque
De Alba, primero, y Luis de Requesens, más tarde, a sofocar la rebelión por medio de los tercios de
Flandes. Los dirigentes protestantes, Egmont y Horns, fueron ajusticiados. El conflicto se internacionalizó
Por la ayuda que Guillermo de Nassau recibíó de Inglaterra, de los protestantes alemanes y de los hugonotes
(protestantes) franceses. En los Países Bajos se dirimía algo más que un problema regional. Al final, el país
Quedó dividido entre una zona norte (Uníón de Utrecht) de mayoría protestante, y una zona sur (Uníón de
Arrás) mayoritariamente habitada por católicos, que continuaron integrados en la Monarquía Hispánica.
El apoyo dado por los ingleses a los rebeldes flamencos supuso un cambio en las relaciones con
Inglaterra. En el primer periodo de su reinado, Felipe II había mantenido buenas relaciones, pues estaba
Casado con la reina de Inglaterra, María Tudor. La muerte de esta última y la subida al trono inglés de Isabel
I varíó el panorama. La nueva reina ofrecíó su apoyo a los calvinistas flamencos y animó los ataques de los
Corsarios ingleses (John Hawkins y Francis Drake) contra los navíos españoles en el Atlántico. Desde 1585,
Se declaró la guerra abierta y, tres años después, Felipe II decidíó el ataque a las propias islas. Este se llevó
A cabo con la Armada Invencible. Las tempestades y la pericia de la escuadra inglesa hicieron de la
Gigantesca expedición un rotundo fracaso.
Las relaciones de Felipe II con Francia fueron menos conflictivas que en momentos precedentes.
Al inicio de su reinado se inicia una guerra por el apoyo que el rey francés daba a los rebeldes flamencos.
Tras la victoria de San Quintín (1559) y el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois, Francia, con
Graves problemas internos por la expansión en su territorio de las ideas protestantes, no tuvo graves
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Enfrentamientos con Felipe II. El conflicto más grave fue la oposición de Felipe II a la entronización del
Protestante Enrique de Borbón, como rey de Francia. Entre 1595 y 1596, hubo una breve contienda que
Finalizó con el tratado de Vervins y la conversión al catolicismo de Enrique de Borbón (Enrique IV).
Pero, quizá lo más espectacular del reinado de Felipe II fue la uníón con Portugal, que configuró no
Sólo la unidad territorial peninsular, sino la de todos los dominios americanos y africanos de ambas potencias.
La muerte del rey de Portugal, Don Sebastián, convirtió a Felipe II en heredero de la Corona portuguesa, en
1580. La división interna en Portugal se produjo entre unas clases populares recelosas del poderío castellano y
Unas clases dirigentes que aceptaban a Felipe como futuro monarca. Las cortes de Tomar reconocieron a
Felipe como soberano, al tiempo que éste garantizaba, de hecho, la independencia portuguesa. Fue, pues, una
Uníón personal. Dos reinos se reunían bajo un mismo cetro, lo que no impidió que en Portugal siguiera
Manteniéndose una corriente en favor de su separación del hegemónico vecino castellano.
Sin embargo, la brillantez de la anexión de Portugal y de las victorias frente a turcos o franceses no
Podía ocultar la otra cara de la moneda: el alto costo interior que para la economía y clases sociales menos
Favorecidas representaba el Imperio.
Política interior
Felipe II vivíó también casos de conflictividad interna.
Sublevación morisca de las Alpujarras (1568-1571). El origen de este conflicto social se debe,
Por un lado, al progresivo empeoramiento de sus condiciones materiales de vida: fuertes impuestos sobre la
Producción sedera e importantes expropiaciones de sus tierras por parte de la Corona. Por otro, la
Permanente presión de la Corona para anular sus diferencias culturales y religiosas. En 1556, se les prohibía
El uso de su lengua y de su indumentaria (derecho adquirido en las Capitulaciones de Santa Fe con los
Reyes Católicos) al tiempo que se les obligaba a que abandonar en todas sus costumbres. Además, las
Autoridades reales fueron asimismo intransigentes por las sospechas que tenían de acuerdos entre los
Moriscos granadinos y los enemigos turcos. La revuelta finalmente estalló y se mantuvo durante dos años de
Forma cruenta. Tras la victoria de los ejércitos reales dirigidos por Juan de Austria se decretó su expulsión
Del reino de Granada y su deportación a otros territorios.
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La revuelta de Aragón. Los disturbios de Aragón en defensa de sus fueros indican hasta qué punto
Estaba poco unida la Monarquía católica a finales del XVI. Aquí, lo político predominó sobre lo social y,
En realidad, reflejó la desarticulación de la propia Monarquía, la falta de un sentimiento de unidad nacional
Entre sus distintos componentes. La preparación del conflicto venía de tiempo atrás y estaba relacionada con
La tenaz defensa que los aragoneses hacían de sus fueros y con un cierto sentimiento “anticastellano”
Desarrollado entre la población. El motivo concreto fue la figura de Antonio Pérez. Este personaje, antiguo
Secretario de Estado, había sido acusado por Felipe II de traición y delito de «lesa majestad» al haber
Utilizado secretos de Estado y haber participado, supuestamente, en el asesinato de Juan de Escobedo,
Secretario del gobernador español en los Países Bajos, Juan de Austria. Detenido por el rey consiguió
Escapar a Aragón. Amparándose en las leyes aragonesas y en el Justicia Mayor pedíó el amparo de los
Fueros (Derecho de Manifestación). Felipe II reclamó su entrega a través del tribunal de la Inquisición,
único común a toda la Monarquía. Las Cortes y el Justicia Mayor de Aragón, Juan de Lanuza, acusaron al
Rey e contrafuero. Hubo un tumulto y la cárcel de la Inquisición fue asaltada. Antonio Pérez buscó refugio
En Francia. Estos hechos provocaron la reacción del Rey, quién mandó un ejército, que entró en Zaragoza,
En 1591, sin apenas resistencia. Pocos días después, Lanuza y otros implicados eran ajusticiados. Felipe II
Convocó las Cortes aragonesas en Tarazona (1592) y llevó a cabo la modificación de algunos aspectos de
La administración foral.
No lejos de estos conflictos se situaron también los tenues pero evidentes enfrentamientos de
Felipe II con Cataluña, cuestión que se pone de manifiesto tanto en el encarcelamiento de los diputados de
La Generalitat por el tema del excusado (impuesto de origen eclesiástico cedido a la Corona, que los
Catalanes se negaban a pagar), como en las discusiones sobre los límites del poder real y el respeto a las
Leyes propias de Cataluña.
En buena parte, todos estos problemas no hacían más que reflejar la tensión entre autonomismo y
Centralismo, entre los fueros de las antiguas Coronas y el reforzamiento del poder efectivo de la Monarquía.