La Guerra Civil española (1936-1939) no se entiende sin el componente ideológico que marcó la radicalización de ambos bandos, (las izquierdas inconformes y críticas entre sí y la derecha que aglutinaba a carlistas, tradicionalistas, monárquicos y falangistas). El caldo de cultivo para esta fue un contexto de crisis permanente, palpable en la problemática social, el fuerte anticlericalismo y en el debate de la Unidad de España ante la persistencia del conflicto territorial, el cual había desatado un fuerte nacionalismo patrio. Las elecciones de Febrero del 36 evidenciaron esta conflictividad, la cual fue en aumento durante el gobierno del Frente Popular. Tiempo
en el que los “paseos” de uno y otro bando eran frecuentes. Así, el asesinato del teniente Castillo el día
12 de Julio desencadenó el de Calvo Sotelo el día trece, como venganza del anterior. Hecho que puso en marcha la sublevación el día 17 de Julio con el pronunciamiento de Melilla, Ceuta y Tetuán. Entre los que destacaban Emilio Mola, artífice y estratega del golpe, junto con el General Sanjurjo quién fue la cabeza dirigente. Pero su muerte repentina el día 20 de Julio truncó los planes. Francisco Franco, comandante militar de Canarias, pasaría a liderar la sublevación.
Franco se había unido al golpe el día 18, aglutinándose al ejército de África el día 19. El triunfo de la sublevación resultó parcial, algunas zonas se adhirieron al alzamiento, otras regiones se mantuvieron fieles a la República y en otras el enfrentamiento dio lugar a un vacío de poder. España había quedado dividida en dos.
El presidente del Gobierno Casares Quiroga se vio desbordado por ella sobre todo ante la exigencia de las organizaciones obreras de que les fueran entregadas armas para combatir a los sublevados, dimitiendo al día siguiente el 19 de Julio. Fue sucedido por Martínez Barrio quién intentó negociar con Mola, resultando inútil y ante el fracaso fue sustituido ese mismo día por José Giral, quien entregó las armas a obreros y sindicalistas, quienes formaron milicias armadas, germen del futuro ejército popular. En Madrid, cabe destacar el sitio del Cuartel de la Montaña (19-20 Julio) que cayó siendo detenido General Fanjul. En Barcelona Lluis Companys se puso al frente de la Generalidad.
El 21 de Julio, día que se inició el sitio del Alcázar en Toledo, quedaba evidenciada la
fragmentación de España. El lado republicano controlaba la minería, la industria textil y pesada y los principales puertos y las reservas económicas. El lado sublevado, llamado nacional controlaba la España agrícola.
El estallido de la Guerra Civil española se circunscribe en un período de máxima tensión política en Europa. Una Europa que desde 1918 se hallaba dividida, ya que con la firma del Tratado de Versalles y la creación de la Sociedad de Naciones (1919) desembocó en el surgimiento de los totalitarismos (italiano de Benito Mussolini (1922) y del alemán de Adolf Hitler (1933) enfrentados con el comunismo desde 1922 de Iósif Stalin).
Cuando el 18 de Julio triunfó el Alzamiento Nacional y se desencadenó la Guerra, la SN impulsada por Francia y secundada por Gran Bretaña convocó un Comité en Londres, celebrado a finales de Agosto de 1936. En el que se decidíó NO intervenir en el conflicto español para evitar el desencadenamiento de un conflicto mayor. Para ello se optó por promover una política de apaciguamiento. Sin embargo, Alemania, Italia y Portugal pronto rompieron el acuerdo enviando suministros, municiones y refuerzos a los sublevados. Siendo, la ayuda de la Luftwaffe alemana y la Legionaria italiana esenciales para burlar el bloqueo de la escuadra republicana que impedía el paso por el Estrecho de Gibraltar al ejército de África.
La ayuda alemana constó del envió de un armamento vanguardista, así como el envío de unos 6000 hombres. Italia por su parte, no sólo envío a su aviación, sino que reforzó los suministros alemanes de armas, municiones y hombres, destacando la CTV (Corpo di Truppe Volontaire). El líder portugués Salazar envió la Legión Viriato y colaboró en la entrega de suministros a través de la frontera.
Por su parte, la Uníón Soviética se erigíó como protectora de la República iniciando su colaboración en Septiembre. La ayuda bolchevique se tradujo en el envío de armas de fabricación soviética, así como, diversos suministros, técnicos, asesores militares y agentes de la NKVD (como Mijail Koltsov o Alexander Orlov). La República la costeó con el oro y divisas del Banco de España, el bando nacional recurríó al crédito con sus aliados.
A la ayuda soviética hay que sumar la mejicana de Lázaro Cárdenas y los contingentes de las Brigadas Internacionales (unidades militares reclutadas por la Internacional Comunista en Octubre de 1936. Compuestas por voluntarios de diferentes países). Sus principales actuaciones se librarían en la defensa de Madrid (batallas del Jarama y Guadalajara) y en las ofensivas de Belchite y Teruel. Estas se retiraron en 1938 por imposición de la SN. Es importante destacar que las potencias foráneas utilizaron nuestro país como campo de maniobras de la II Guerra Mundial.