10.1. La crisis de 1808. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la revolución liberal.
Situación entorno a 1800: Demográficamente, en la España de en torno a 1800 se produjo un tránsito de un modelo de tipo antiguo a uno de tipo moderno. A nivel social, pasamos de una sociedad estamental a una de notables, con una nueva élite: la burguésía. Respecto a la hacienda, hay un modelo fiscal deficiente.
Reinado de Carlos IV: Carlos IV subíó al trono español en 1789 y mantuvo al conde de Floridablanca al frente del gobierno. Al poco tiempo, estalló la Revolución francesa (1789), por lo que Floridablanca decidíó cerrar la frontera con Francia, siendo sustituido por el conde de Aranda. El principal cometido de Aranda fue procurar que Luis XVI siguiera en el trono francés, pero este fue guillotinado en 1792, rompiendo España sus relaciones con Francia y uníéndose a los aliados en la guerra de la Convencíón. En dicha contienda, los franceses ocuparon Irún y San Sebastián, teniendo lugar la paz de Basilea (1795), en la que España cedíó parte de Santo Domingo a cambio de recuperar los territorios perdidos. Paralelamente, Aranda fue sustituido por Manuel Godoy, que, en 1796, se alió con Francia en el Tratado de San Ildefonso. Inmediatamente, Inglaterra atacó Francia, entrando España. Al año, Francia firmó la paz por separado, quedando España sola. La consecuencia de esto fue la destitución de Godoy, colocándose a Saavedra y aUrquijo en su lugar. Estos firmaron la paz con Inglaterra e intentaron la alianza con este país. Sin embargo, en 1799, Napoleón Bonaparte dio el Golpe de Estado de Brumario y, entendiendo que necesitaba el apoyo de España, presiónó a Carlos IV para que restituyese a Godoy (Generalísimo de los Ejércitos y Príncipe de la Paz). A continuación, Francia e Inglaterra volvieron a entrar en guerra, atacando España a Portugal, aliado inglés. Esta fue la Guerra de la Naranjas (1801), en la que España logró la zona de Olivenza en el Tratado de Badajoz. En 1802, Francia firmó la Paz de Amiens con Inglaterra, aprovechando Godoy para buscar nuevos aliados. Trató de formar una liga de neutrales con Portugal, Rusia y Suecia, pero, al poco tiempo, un buque inglés aprésó un cargamento español, comprendiendo Godoy la necesidad de aliarse con Francia.
En 1805, Napoleón decidíó librarse de Inglaterra enviando una flota hispano-francesa al mando de Villeneuve, que debía emular dirigirse a Canadá, dando la vuelta para atacar el canal de la Mancha. El inglés Nelson se percató de la estrategia. Ante esto, Villeneuve, desobedeciendo a Napoleón, marchó a Cádiz, presentando posteriormente batalla a los ingleses (batalla de Trafalgar de 1805) y siendo derrotado. A partir de este momento, la uníón de las flotas española y francesa no fue suficiente contra la inglesa, no pudiendo garantizarse el comercio español con América. Tras este fracaso, Napoleón trazó un nuevo plan: impuso un bloqueo comercial europeo sobre Gran Bretaña. Sin embargo, Portugal no lo respetó, considerando Napoleón la conquista de este país. Para invadir Portugal, era necesario pasar por España, por lo que Godoy firmó el Tratado de Fontainebleau (1807), según el cual España concedía a las tropas francesas permiso de tránsito. Paralelamente, en el interior de España, se produjo una crisis en la Corte en la que se enfrentaron Godoy y sus partidarios contra una serie de aristócratas liderados por Fernando, hijo del rey.
Así, tras extender Fernando una serie de rumores, se produjo el proceso de El Escorial (Octubre de 1807), en el que Godoy le acusó de conspirar contra su persona y contra el rey. Al mismo tiempo, Napoleón dio la orden de tomar las principales plazas en el norte español y escribíó una carta a Godoy para que la frontera descendiera al Ebro. Así, Godoy entendíó que Napoleón quería España e ideó la huida de la familia real a Cádiz. Ante esto, en Marzo de 1808, el pueblo de Aranjuez, animado por Fernando, atacó el palacio, producíéndose el Motín de Aranjuez. Carlos IV fue obligado a abdicar en su hijo, por lo que escribíó a Napoleón para que intercediera en su favor. Napoleón invitó a Fernando a ir a Bayona, producíéndose, el 1 de Mayo de 1808, las renuncias de Bayona, en las que Fernando cedíó el trono a Carlos, este a Napoleón y este a su hermano José Bonaparte. Al día siguiente, cuando el resto de la familia real se dispónía a partir del Palacio de Oriente, se produjeron los acontecimientos del 2 de Mayo de 1808, cuando el pueblo de Madrid se sublevó contra las tropas francesas, dando Murat la orden de que fuera reprimido. Al mismo tiempo, se produjeron sublevaciones en otras ciudades españolas, comenzando así la Guerra de la Independencia.
Así, tras extender Fernando una serie de rumores, se produjo el proceso de El Escorial (Octubre de 1807), en el que Godoy le acusó de conspirar contra su persona y contra el rey. Al mismo tiempo, Napoleón dio la orden de tomar las principales plazas en el norte español y escribíó una carta a Godoy para que la frontera descendiera al Ebro. Así, Godoy entendíó que Napoleón quería España e ideó la huida de la familia real a Cádiz. Ante esto, en Marzo de 1808, el pueblo de Aranjuez, animado por Fernando, atacó el palacio, producíéndose el Motín de Aranjuez. Carlos IV fue obligado a abdicar en su hijo, por lo que escribíó a Napoleón para que intercediera en su favor. Napoleón invitó a Fernando a ir a Bayona, producíéndose, el 1 de Mayo de 1808, las renuncias de Bayona, en las que Fernando cedíó el trono a Carlos, este a Napoleón y este a su hermano José Bonaparte. Al día siguiente, cuando el resto de la familia real se dispónía a partir del Palacio de Oriente, se produjeron los acontecimientos del 2 de Mayo de 1808, cuando el pueblo de Madrid se sublevó contra las tropas francesas, dando Murat la orden de que fuera reprimido. Al mismo tiempo, se produjeron sublevaciones en otras ciudades españolas, comenzando así la Guerra de la Independencia.
Guerra de la Independencia: Dicha guerra tuvo tres dimensiones: internacional (lucharon ingleses, franceses, portugueses y españoles), nacional (los españoles combatieron contra la ocupación francesa) y civil (lucharon los afrancesados, partidarios de José I, contra los patriotas, partidarios de Fernando VII). En cuanto a las razones de la contienda, son diversas: el malestar de los españoles ante el abuso francés o la influencia del clero. La Iglesia Católica elaboró un catecismo político y un trilema: Dios, patria y rey. Los españoles combatían por Dios por considerar a los franceses enemigos de la religión. Con respecto a la patria, diremos que en este momento se cambió el concepto que se tenía de esta palabra, nombrando con ella el conjunto del reino. Los absolutistas entendían por patria el conjunto de los territorios históricos y los liberales la suma del pueblo. Así, en el Siglo XIX dejó de ser la religión el elemento que unía el país y comenzó a ser la patria. Finalmente, los españoles lucharon por el rey Fernando VII, preso en Bayona.
En este momento existían tres centros de poder. En primer lugar, la monarquía de Fernando VII, que finalizó en Bayona. En segundo lugar, la monarquía de José I, que se apoyaba en el Estatuto de Bayona, siendo así un sistema de Carta Otorgada (la Constitución fue dada por el rey en lugar de ser aprobada en las Cortes). Según este estatuto, el poder se dividía en: legislativo (rey y Cortes), ejecutivo (rey) y judicial (jueces elegidos por el rey), presentándose José I como un rey reformista. Por último estaban las juntas, coordinadas en la Junta Central, responsable de firmar una alianza con Gran Bretaña y que más tarde fue sustituida por una Regencia, responsable de convocar las Cortes que elaboraron la Constitución de 1812.
En la Guerra de la Independencia, destacaron tres etapas. En la primera (Mayo de 1808-Julio de 1808), el intento de establecer una monarquía bonapartista pacíficamente fracasó. La idea de Napoleón pasaba por: asegurar el abastecimiento hasta Madrid; controlar Cataluña para invadir Aragón y Valencia; y, por último, controlar el resto de España. En un principio, los franceses lograron victorias en el Norte, pero luego fracasaron en el intento de tomar Gerona, Zaragoza y Valencia, siendo derrotados en la batalla de Bailén (Julio de 1808) ante las tropas del general Castaño y empezando así la segunda etapa (Julio de 1808-Julio 1812), en la que José I evacuó la Corte de Madrid a Vitoria, instalándose la Junta General en Aranjuez. En 1809, dicha Junta firmó una alianza con Gran Bretaña. Todos estos éxitos aumentaron la moralidad española. Sin embargo, Napoleón regresó victorioso de sus campañas contra Rusia y Austria y se dirigíó con la Grande Armée (200.000 hombres) a la Península Ibérica, que logrará controlar militarmente (excepto Cádiz). Además, consiguió atraer el apoyo de liberales españoles mediante los decretos de Chamartín, en los que se abolíó la Inquisición, el sistema señorial y las aduanas internas, además de reformar el clero regular. Sin embargo, el dominio de las tropas francesas, hostigadas por grupos de guerrillas, fue precario. Finalmente, en Julio de 1812, Wellington, general inglés, vencíó a los franceses en Arapiles. Comenzó así la tercera etapa (Julio de 1812-Diciembre de 1813), en la que la retirada francesa fue continua. José I volvíó a trasladar la Corte de Madrid a Valencia, abandonando España en 1813. A este hecho se añadió el levantamiento del sitio de Cádiz. Las últimas batallas fueron las de Vitoria y San Marcel, siendo las tropas galas derrotadas también en Levante. Así, en Diciembre de 1813, Napoleón firmó con Fernando VII el Tratado de Valençay, reconocíéndole como rey de España.
Las consecuencias de esta contienda fueron diversas. Demográficamente, la guerra impactó notablemente en la población, causando también una pérdida del potencial de crecimiento demográfico. Económicamente, se produjo un aumento del estado de depresión: se frenó la producción artesanal, la industria textil desaparecíó, tuvieron que reconstruirse ciudades, se cortó el comercio y aumentaron los gastos del Estado, siendo incrementados los impuestos. Finalmente, decir que en 1814 Fernando VII regresó a España, dio un Golpe de Estado, suprimíó la Constitución de 1812 e instauró una monarquía absolutista.