predominio de la razón como instrumento de obtención de la verdad frente a otras formas de conocimiento como la revelación, la tradición; de ello se deduce la utilización de la crítica para denunciar todo aquello que se opone a la razón.
tolerancia religiosa como manifestación de la libertad y pluralidad humana;
interés por las actividades productivas y mejora de las condiciones de vida de las personas, como medio para conseguir la felicidad
importancia de la educación tanto para lograr felicidad como para difundir el uso de la razón; la educación debería estar dirigida por el Estado.
La Ilustración no era esencialmente revolucionaria; se opónía a los privilegios y a las desigualdades legales, pero admitía las desigualdades económicas y la existencia de una aristocracia de mérito; los ilustrados se van a apoyar en la monarquía absoluta para realizar sus reformas en una 1ª etapa, solo cuando las reformas sean insuficientes pasará del reformismo a la revolución.
En cuanto al despotismo ilustrado, se trata de una forma de gobierno absolutista de la segunda mitad del Siglo XVIII inspirada en las ideas de la Ilustración, en la que se intenta aunar la racionalidad y la modernidad y el inmovilismo y autoritarismo. Además, se pretende enriquecer el país, realizar cambios económicos, sin tocar el orden social ni el absolutismo político. El gobierno del rey debe procurar el beneficio del pueblo pero sin contar con él. Su lema fue “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
Compara la revolución industrial en España con la de los países más avanzados de Europa
A lo largo del Siglo XIX, en toda Europa se van asentando las estructuras del modelo de desarrollo económico surgido de la Revolución Industrial que se había iniciado en Gran Bretaña, y, por lo tanto, se produce la expansión, desarrollo y consolidación del sistema económico capitalista que sería la vertiente económica de las revoluciones burguesas triunfantes en Europa.
Sin embargo, la industrialización española en el Siglo XIX presenta un retraso importante con respecto al resto de los países occidentales de su entorno, es incompleta desequilibrada tanto sectorial como regionalmente. Este retraso se prolonga hasta bien entrado el Siglo XX. Sólo en Cataluña, País Vasco, y en la minería asturiana, se puede hablar de un auténtico proceso industrializador.
El retraso de la revolución industrial en España se debe a varios motivos:
1.- Los factores políticos: la inestabilidad; la pérdida de las colonias americanas; y las continuas guerras.
2.- Escasez de algunas materias primas.
3.- Deficiente red de comunicaciones. No existe un mercado interior nacional integrado, al no disponer de una red de transportes que facilite los intercambios y permita la especialización regional. Hacia 1855 las líneas de diligencias eran el único sistema de transporte regular que había en la pobre red de carreteras del país, en una época en que otros países como Francia, Inglaterra o Bélgica tenían ya una importante red ferroviaria.
4.- Atraso tecnológico y falta de capitales y, por lo tanto, dependencia del exterior en los aspectos técnicos y financieros.
5.- Debilidad del mercado interior español .
6.- La falta de competitividad que impulsaba a los industriales a exigir medidas proteccionistas, lo que, a su vez agravaba el atraso de las fábricas españolas.
7.- El estancamiento de la agricultura y los negativos resultados de la desamortización que no consiguieron crear una masa de pequeños propietarios que estimulara el mercado y distrajo gran cantidad de capitales de la industria.
8.- La falta de mentalidad empresarial por la inexistencia de una burguésía financiera. Los que pueden, compran tierras desamortizadas o especulan en la Bolsa. Por tanto el capital extranjero será quien financie la modernización
En la industria siderúrgica y la construcción del ferrocarril. Estos capitales extranjeros vienen atraídos por la política proteccionista del Estado.
9.- La escasa preparación técnica de los trabajadores debido al extendido analfabetismo.
Compara el Estatuto Real con las Constituciones de 1837 y 1845 El Estatuto Real de 1834 resume esta vía intermedia entre liberalismo y absolutismo que impondrán los monárquicos reformistas del reinado de Fernando VII y liberales moderados del Trienio Liberal , partidarios de combinar Antiguo Régimen y principios liberales. No es una constitución aprobada por las Cortes, sino una concesión de la monarquía, lo que se denomina una Carta Otorgada. Por ello no admite la soberanía nacional y la monarquía tiene amplios poderes. Pero esta vía intermedia entre el liberalismo y el absolutismo fracasa, ya que no satisface a los liberales ni a los carlistas.