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La segunda República

Al dejar el poder el general Primo de Rivera, el Rey confió la presidencia al general Dámaso Berenguer y Fusté, el cual tropezó con grandes dificultades, provocadas por la intensa campaña de agitación a cargo de la conjunción republicano socialista. Se atacaba sin rebozo al Rey y al régimen, como lo hizo José Sánchez Guerra en el discurso pronunciado el 27 de Febrero de 1930 en el teatro de la Zarzuela de Madrid, en el que demostró su hostilidad a Alfonso XIII.

Los antialfonsinos agruparon sus fuerzas en el Pacto de San Sebastián el 12 de Agosto de 1930.
Estallaron varios pronunciamientos republicanos, siendo el más grave el de la sublevación de la guarnición de Jaca (12 de Diciembre de 1930)
cuyos jefes, Fermín Galán Rodríguez y García Hernández, fueron pasados por las armas.



Impotente Dámaso Berenguer para dominar la situación, fue llamado a Palacio el liberal Sánchez Guerra, que intentó en vano formar Gobierno hasta con encausados políticos enemigos del régimen. Ante la negativa de republicanos y socialistas a cooperar, Alfonso XIII encargó la formación de un nuevo Gobierno al almirante Juan Bautista Aznar Cabañas (18 de Febrero de 1931).
Reuníó a un grupo de prohombres del antiguo régimen –
Berenguer, Romanones, el duque de Maura, García Prieto, La Cierva
Y anunció un programa de elecciones. Las primeras serían municipales. Celebradas el 12 de Abril de 1931, dieron el triunfo a las izquierdas en las grandes ciudades, aunque en números absolutos obtuvieron mayoría los concejales monárquicos. El Rey, comprendiendo que había perdido el amor de su pueblo, se dirigíó en automóvil a Cartagena y embarcó con rumbo a Marsella, trasladándose luego a París, fijando posteriormente su residencia en Roma, donde fallecíó el 28 de Febrero de 1941, en el Gran Hotel de Roma.
Así se derrumbó una milenaria monarquía que, salvo una breve interrupción (11 de Febrero de 1873 a 3 de Enero de 1874)
, había venido rigiendo los destinos de España desde hacía 1.500 años.


La República fue proclamada el 14 de Abril de 1931.
Ese mismo día se formó un Gobierno provisional bajo la presidencia de Niceto Alcalá-Zamora, que dio la cartera de Estado a Alejandro Lerroux García, la de Gobernación a Miguel Maura
Gamazo, la de Guerra a Manuel Azaña Díaz, la de Marina a Santiago Casares Quiroga, la de Instrucción Pública y Bellas Artes a Marcelino Domingo Sanjuán, la de Fomento a Álvaro de Albornoz y Liminiana, la de Justicia a Fernando de los Ríos Urruti, la de Hacienda a Indalecio Prieto Tuero, la de Trabajo-Previsión Social a Francisco Largo Caballero, la de Comunicaciones a Diego Martínez Barrio y la de Economía a Luis Nicolau dOlwer, grupo heterogéneo en que predominaba el elemento socialista. El Gobierno proclamó una amnistía general, sustituyó la tradicional enseña roja y gualda por la bandera federal -roja, amarilla y morada-, modificó la Ley Electoral, abolíó el uso de títulos nobiliarios y, con el fin de conjurar el peligro de una dictadura militar, redujo los efectivos del Ejército. Acometía la tarea de buscar solución a multitud de problemas económicos, sociales y políticos. No era menos grave el presentado por Cataluña, que bajo la presidencia de Francesc Macià había proclamado la República Catalana.

El 26 de Abril de 1931 el presidente Alcalá-Zamora pactó en Barcelona con los dirigentes catalanes la constitución de un organismo, la Generalidad de Cataluña, con la promesa de que las Cortes constituyentes elaborarían para esta regíón un Estatuto autónomo.



Las elecciones legislativas confirmaron el triunfo de la República.
De los 25 partidos que acudieron a ella, la conjunción republicano-socialista obtuvo una abrumadora mayoría de 462 diputados. Las Cortes constituyentes, que inauguraron sus sesiones el 14 de Julio bajo la presidencia del socialista moderado Julián Besteiro, elaboraron una

Constitución


El 10 de Diciembre de 1931 fue elegido presidente de la República
Niceto Alcalá-Zamora, con Manuel Azaña como primer ministro. Los lerrouxistas (radicales), pasaron a la oposición.
Cataluña se conformó con la autonomía. Las provincias vascas luchaban por conseguir un Estatuto semejante al de Cataluña.
La política azañista de triturar el Ejército provocó la sublevación en Sevilla de Sanjurjo (10 de Agosto de 1932)
, que, condenado a muerte, fue luego indultado.


En Septiembre de 1932 se aprobó la Ley de Reforma Agraria, que autorizaba el reparto de los grandes dominios. En Enero de 1933 estalló en Casas Viejas un levantamiento anarcosindicalista, que el Gobierno hubo de reprimir con mano dura. La persecución sistemática de la Iglesia, expresada sobre todo en la disolución de la Compañía de Jesús y en la confiscación de sus bienes, arrebató a la República el apoyo de un gran sector del pueblo, que, contra lo que Azaña había proclamado públicamente, no había dejado de ser católico. El 24 de Marzo de 1933, las Cortes votaron la nacionalización de los bienes de la Iglesia y dos meses más tarde prohibieron la enseñanza a las órdenes religiosas.
Azaña dimitíó en Septiembre de 1933 para ceder paso a un gobierno de concentración republicana presidido por Alejandro Lerroux García y por Diego Martínez Barrio.
Las elecciones de Noviembre de 1933, dieron el triunfo a los radicales de Lerroux y, especialmente, a la coalición de derechas acaudillada por José Mª Gil Robles, jefe de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas)
, que obtuvo mayoría en la Cámara.
Lerroux, llamado inexplicablemente a formar Gobierno en lugar de Gil Robles, contó, sin embargo, con el apoyo de la CEDA y logró la adhesión del partido agrario; ordenó el desarme general de la población para acabar con los atentados, que estaban a la orden del día, y mantuvo una posición indecisa amenazando a las izquierdas para contentar a las derechas y molestando a éstas para congraciarse con aquéllas. El Gobierno dejó en suspenso las leyes anticlericales y agrarias, limitó la autonomía de Cataluña y redujo el poder de los sindicatos. Todo ello, unido a la participación en un nuevo gabinete Lerroux de miembros pertenecientes a la CEDA, exasperó a los elementos revolucionarios (Octubre de 1934).
El Gobierno dominó fácilmente la situación en Madrid, no así en Cataluña, donde la Generalidad, dirigida ahora por Luis Companys, proclamaba el Estat Català dentro de la República Federal española.


En Asturias se habían sublevado 30.000 mineros que se unieron a todos los sectores de izquierda formando el frente unido, la Alianza Obrera.
El movimiento tuvo que ser sofocado por el Ejército, durante dos semanas, con gran número de bajas por ambas partes.
La poca armónía de los partidos que integraban el Gobierno condujo a nuevas crisis. En el transcurso de un año se sucedieron no menos de seis gabinetes. El turbio negocio del straperlo dio el golpe de gracia al lerrouxismo. La CEDA reclamó el Gobierno, pero le fue negado por Alcalá-Zamora con la excusa de que su jefe no había hecho todavía profesión de republicanismo. Un gabinete Portela de transición, presionado por el Parlamento, decretó el 7 de Enero de 1936 la disolución de las Cortes cedistas. El fracaso de este grupo mayoritario sólo puede atribuirse al de sus circunstanciales aliados, los radicales, y a la misma división de las derechas. De no haberse mantenido su jefe en el marco de la más estricta constitucionalidad, hubiera podido incluso derribar la República, cuando, ministro de la Guerra en Abril de 1935, tenía las riendas del Ejército, que no pecaba precisamente de republicano.


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