Factores económicos y demográficos
El imperialismo fue, en parte, una consecuencia de la industrialización. Los países europeos necesitaban espacios en los que invertir sus capitales a un interés más elevado que en la metrópoli, obtener materias primas baratas y vender sus productos industriales. Estos lugares los encontraron en las nuevas colonias.
Las colonias eran también el territorio en el que podía asentarse parte de la creciente población europea con pocas posibilidades de trabajo en sus lugares de origen. La Revolución Industrial facilitó estos desplazamientos, pues se desarrollaron medios de transporte más rápidos y eficaces.
Factores religiosos
El imperialismo se justificó en muchos casos por el deseo de cristianizar a pueblos que conservaban religiones primitivas. La labor misionera de la Iglesia católica y protestante tuvo gran importancia. Se fundaron centenares de misiones en Asía, África y Oceanía.
Factores políticos
La expansión imperialista obedecíó también a exigencias estratégicas de las grandes potencias; por ejemplo, el Reino Unido procuró dominar enclaves situados en las principales rutas marítimas, mientras que Rusia trató de encontrar una salida a mares libres de hielos.
En otros casos, las potencias deseaban aumentar su prestigio internacional, hacer que la opinión pública olvidara derrotas y humillaciones ante otros países o consolidar el sentimiento nacional.
Además, una vez que se inició el proceso colonizador, todas las grandes potencias quisieron sumarse al mismo, bien por miedo al aumento de poder de una de ellas, bien para no quedar al margen de los beneficios que se podían obtener en las colonias.
Factores ideológicos y científicos
En Occidente, en el Siglo XIX, las ideologías racistas tenían mucha fuerza. Los occidentales estaban convencidos de que la raza blanca era superior y que esto les daba derecho a dominar a otros pueblos, a los que consideraban atrasados e inferiores. Por eso pensaban que tenían la misión de civilizar a esos otros pueblos.
La curiosidad científica también contribuyó al impulso de las conquistas. En el Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Alemania se crearon sociedades geográficas que realizaron expediciones científicas por todo el planeta. Una vez explorado un territorio, el país que había organizado la expedición tenía el derecho de conquistarlo y explotarlo.
La explotación económica y sus consecuencias
Las metrópolis explotaron los recursos naturales de las colonias en su propio beneficio. Se impuso una economía basada en la agricultura de plantación y en la explotación de la riqueza mineral de su subsuelo (oro, diamantes, carbón…). Las poblaciones nativas fueron desposeídas de sus tierras por compañías privadas de las metrópolis, que crearon grandes
plantaciones de caucho, café, té, etc.
Las metrópolis no tenían interés en desarrollar la industria de las colonias y los artesanos locales no resistieron la competencia de los productos industriales europeos, por lo que se empobrecieron. Los indígenas se convirtieron en mano de obra barata que trabajaba en las plantaciones y en las minas en condiciones similares a la esclavitud.
Los colonizadores construyeron infraestructuras de transporte, como puertos y vías férreas, para desarrollar sus actividades, pero estas no beneficiaron al conjunto de las colonias, que siguieron mal comunicadas.
Los efectos sociales y culturales
La introducción de las prácticas sanitarias occidentales permitíó reducir la mortalidad de las poblaciones indígenas. Sin embargo, la natalidad siguió siendo elevada, lo que ocasiónó un notable incremento de la población, que se tradujo en frecuentes hambrunas.
La colonización provocó la ruptura de la sociedad tradicional. Los colonizadores ocuparon los niveles más altos de la sociedad colonial: controlaban la economía y ocupaban los altos cargos. Los indígenas, considerados inferiores, fueron marginados: se les obligó a vivir en barrios separados, se les prohibíó la entrada en ciertos lugares, etc. En algunas regiones, como Australia y Nueva Zelanda, incluso fueron sistemáticamente exterminados.
La difusión de las formas de vida occidentales en las colonias originó una profunda crisis de las culturas autóctonas, dando lugar a un fenómeno de aculturación, es decir, de pérdida de la propia cultura por la imposición de otra. Las élites indígenas estudiaron
en universidades europeas y se occidentalizaron.
Las crisis prebélicas
Las cuestiones coloniales fueron una fuente continua de problemas. Las potencias tradicionales (Reino Unido y Francia) habían ignorado a los nuevos Estados (Alemania e Italia), manteniéndoles en un segundo plano en la expansión imperialista.
pero estos deseaban formar un Imperio colonial propio y amplio.
En Marruecos tuvieron lugar varios conflictos protagonizados por Guillermo II. En 1905, el emperador alemán se manifestó a favor de la independencia de Marruecos. Para evitar una guerra, se celebró la Conferencia de Algeciras (1906), en la que se reforzó la presencia francesa en este territorio. Posteriormente, se creó un protectorado hispano-francés
en Marruecos. A cambio de reconocerlo, Alemania obtuvo parte del Camerún francés, pero la alianza entre el Reino Unido y Francia salíó reforzada, lo contrario de lo que deseaba el emperador alemán.
El segundo foco de tensión fue la Cuestión de Oriente. El Imperio otomano se desmoronaba y
Austria y Rusia pretendían aprovechar esta situación para aumentar su poder en la zona. Rusia, además, apoyaba a los Estados eslavos (Serbia y Bulgaria) para que no cayeran bajo poder austriaco. Por su parte, Austria deseaba expandirse en la costa del mar Adriático. Entre 1908 y 1913 se produjeron tres crisis que se saldaron con la anexión de Bosnia-Herzegovina al Imperio austro-húngaro y el reparto de gran parte de Bulgaria entre los países vecinos.
La crisis del verano de 1914
El 28 de Junio de 1914, el heredero del Imperio austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando y su esposa fueron asesinados durante una visita oficial a Sarajevo (Bosnia). El asesino fue un bosnio proserbio que formaba parte de la organización llamada Mano Negra, cuyo objetivo era crear una Gran Serbia, libre del dominio austriaco.
El 23 de Julio, Austria, con el respaldo de Alemania, planteó un ultimátum a Serbia amenazándola con la guerra si no permitía investigar el asesinato. Serbia, que estaba apoyada por Rusia, rechazó el ultimátum el 25 de Julio. Tres días más tarde el Imperio
austro-húngaro declaró la guerra a Serbia.
Rusia inició la movilización general en apoyo de Serbia. Alemania le exigíó que detuviera las operaciones. Al no recibir respuesta, Alemania declaró la guerra a Rusia, y después a Francia. El Reino Unido declaró la guerra a Alemania. Italia no apoyó a Austria ni a Alemania, lo que rompía la Triple Alianza. Había estallado la Primera Guerra Mundial.
La guerra de movimientos (1914)
Los alemanes pretendían obtener una rápida victoria sobre Francia para atacar después a Rusia (plan Schlieffen). Sin embargo, fueron detenidos por los franceses en la batalla del Marne.
Rusia, atendiendo a las peticiones de Francia, lanzó una ofensiva sobre Alemania. Los rusos fueron derrotados en Tannenberg y los lagos Masurianos, pero consiguieron forzar a los alemanes a desviar tropas hacia el este, lo que salvó a Francia.
La guerra de posiciones (1914-1917)
Las tácticas defensivas de los ejércitos (trincheras, ametralladoras, etc.) superaban sus capacidades ofensivas, por lo que los frentes se estabilizaron. Se construyeron kilómetros de trincheras, donde los soldados pasaron meses en condiciones durísimas.
Los alemanes intentaron romper el frente occidental en la batalla de Verdún y los británicos en la batalla del Somme, ambas en 1916, pero produjeron resultados escasos y cientos de miles de muertos.
Ante la estabilidad de los frentes principales, los aliados atacaron zonas secundarias:
En el Mediterráneo, los británicos intentaron tomar el Bósforo y los Dardanelos para aislar a Turquía, pero fracasaron en Galípoli (1915-1916).
Las colonias alemanas en África -excepto África Oriental- fueron conquistadas por los británicos y las de Asía, por Japón.
En Oriente Próximo los aliados ocuparon varias posesiones otomanas con ayuda de los nacionalistas árabes.
En paralelo, se desarrolló el conflicto naval. La flota británica bloqueó Alemania, que contraatacó con la guerra submarina.
El año decisivo: 1917
El año 1917 fue crucial. El frente ruso se derrumbó por el estallido de la Revolución bolchevique, que supuso la retirada de Rusia del conflicto.
Sin embargo, el hecho decisivo fue la entrada de Estados Unidos en la guerra a favor de los aliados, lo que proporciónó importantes recursos materiales y humanos, y decantó el conflicto a favor de este bando.
La ofensiva de 1918 y el final de la guerra
Los alemanes firmaron en 1918 la paz con Rusia mediante el Tratado de Brest-Litovsk. Esto les permitíó trasladar sus tropas al oeste y lanzar una ofensiva. En respuesta, Francia atacó en todos los frentes utilizando carros de combate y la aviación. Los Imperios centrales no pudieron resistir y se rindieron: primero Turquía, después Austria y finalmente Alemania, tras la abdicación del káiser Guillermo II.
El 11 de Noviembre de 1918 se firmó el armisticio entre Alemania y
los aliados. La guerra había terminado.
La Revolución de 1905
En 1905, el ejército zarista fue derrotado por las tropas japonesas en una guerra motivada por los intentos rusos de expansión en Asía. Inmediatamente, se produjeron disturbios, provocados tanto por el descontento que causó la derrota como por la crisis
económica que se vivía en ese momento.
La Revolución de 1905 se desencadenó el 9 de Enero, cuando las masas populares se dirigieron al Palacio de Invierno en San Petersburgo, residencia del zar en la capital del país, para hacerle llegar sus peticiones. Los manifestantes no pretendían destruir el zarismo, sino tan solo mejorar sus condiciones de vida y forzar el inicio de reformas políticas. La respuesta de las autoridades fue una violenta represión, que se saldó con numerosos muertos y heridos. Por eso, se conoce este día como Domingo Sangriento.
La oleada de protestas y huelgas duró varios meses. Los campesinos y obreros se agruparon en sóviets (consejos o asambleas populares), creando así un modelo de organización que tendría gran importancia en el futuro.
El zar se vio obligado a hacer algunas concesiones, que se recogieron en el Manifiesto Imperial emitido en Octubre de 1905. La principal fue la elección por sufragio universal masculino de una Duma. Rusia parecía convertirse en una monarquía parlamentaria. Pero, el zar incumplíó pronto sus compromisos y volvíó a gobernar sin contar con la Duma.
La Revolución de Febrero de 1917
En 1914 Rusia entró en la Primera Guerra Mundial. Las derrotas en el frente y el desabastecimiento en la retaguardia crearon un gran malestar que provocó
huelgas y manifestaciones, reprimidas con gran dureza, lo que favorecíó la uníón de la oposición al zar.
La Revolución de 1917 comenzó tras la manifestación del 23 de Febrero (8 de Marzo en el calendario occiden-tal) en Petrogrado (antiguo San Petersburgo). Su lema era «paz y pan». El 25 estalló una huelga general. El día 26 se produjeron motines en los cuarteles y las tropas se negaron a disparar contra los huelguistas. El 27 de Febrero se creó un Gobierno provisional, en el que el socialista moderado Kerensky era la figura más destacada. El Gobierno pretendía instaurar un sistema político liberal y el zar abdicó.
Obreros, campesinos y soldados formaron sóviets por todo el país, que incluso llegaron a tener sus propias milicias armadas (Guardia Roja). Pronto los sóviets fueron controlados por los bolcheviques, que pedían la salida de Rusia de la Primera Guerra Mundial, la mejora de las condiciones de vida de los obreros, el reparto de tierras entre los campesinos y el
reconocimiento de las minorías nacionales.
El fracaso del Gobierno provisional
La existencia de un doble poder (Gobierno provisional y sóviets) creó una gran inestabilidad política. El Gobierno decidíó que Rusia siguiera en la guerra, pero las derrotas continuaron.
El protagonismo de los sóviets crecíó. Lenin, líder de los bolcheviques, regresó de su exilio y planteó un programa plasmado en las Tesis de Abril. Sus puntos principales eran la retirada de Rusia de la guerra con la firma inmediata de la paz, la redistribución de
la tierra, el control de las fábricas por los comités de obreros, la autonomía para las nacionalidades y la entrega del poder a los sóviets.
Las derrotas en la guerra y el descontento de la población civil provocaron una insurrección popular en Julio en Petrogrado. El Gobierno acusó a los bolcheviques de haberla organizado y Lenin tuvo que exiliarse.
En Septiembre, el Gobierno provisional se enfrentó a un Golpe de Estado del sector más conservador del Ejército, liderado por el general Kornilov, que fracasó gracias a la colaboración de los bolcheviques.