La Segunda Republica: Reformas del bienio republicano-socialista:
Entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933 Azaña acometió unas profundas reformas:
Reforma militar:
Tenía como objetivo modernizar al ejército y hacerlo fiel a la República. Se publicó la “ley de retiro de la oficialidad”, según la cual todos los militares se podrían retirar con el sueldo íntegro y los que se quedaran tendrían que prometer fidelidad a la República, desaparecen cargos, se cerraron academias militares, se suprimieron todos los tribunales militares y se creó la Guardia de Asalto.
Reforma religiosa:
Tenía como objetivo conseguir un Estado laico y limitar la influencia de la Iglesia. Se establece la libertad religiosa y de culto, se permite el matrimonio civil, el divorcio y los cementerios civiles, se suprimen las ayudas del Estado a la Iglesia y se prohibió la enseñanza en todas las órdenes religiosas.
Reforma agraria
El objetivo era eliminar los latifundios para instalar campesinos en esas tierras. Se aprobó la Ley de la Reforma agraria según la cual se expropiaron con indemnización a sus propietarios las tierras cultivadas deficientemente. Se expropiaron grandes extensiones de tierras de una parte de la nobleza y pasaron a formar parte de la propiedad del Instituto para la Reforma Agraria, quién se las entregaba a unas Juntas provinciales que las repartía en parcelas a los campesinos.
Reforma regional
Tenía como objetivo solucionar el tema de la diversidad territorial. En 1932 se aprueba en las Cortes el Estatuto de Cataluña, que creaba un gobierno y un parlamento propios con competencias en materia económica, social, educativa y cultural. Los vascos y navarros deseaban un reconocimiento similar y el PNV y los carlistas presentaron el proyecto de Estatuto de Estella, basado en el restablecimiento de los fueros vascos. Pero su concepción federalista y tradicionalista chocó con la oposición del republicanismo de izquierda y de los socialistas.
Reformas sociales:
Tenían como objetivo mejorar las relaciones laborales. Se aprobó la Ley de laboreo forzosa, que obligaba a los propietarios a realizar trabajos en las tierras que ayudaran a mejorar los cultivos y a disminuir el paro, Ley de términos municipales, que obligaba a los patronos a contratar obreros de la localidad, Ley de Jurados Mixtos, encargados de intervenir para resolver los conflictos entre trabajadores y propietarios. El aumento de salarios en las fábricas y en el campo se redujo la jornada laboral y se crearon seguros sociales.
Reforma educativa:
El objetivo era garantizar el derecho a la educación gratuita, obligatoria, laica y de carácter público. Se aprobó la Ley de construcciones escolares, se crearon escuelas y plazas de maestros, mejorando su sueldo y se eliminó la religión como asignatura obligatoria.
Pero las reformas emprendidas polarizaron la vida política española al ser rechazadas por los sectores más afectados. En la derecha unos participaron en conspiraciones monárquicas, mientras que otros fueron reorganizándose desde 1933: la derecha monárquica constituyendo la CEDA de Gil Robles y Renovación Española, en ejército en la Unión Militar Española y los sectores más afines al fascismo italiano o nacionalsocialismo alemán en torno a José Primo de Rivera o en las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista de Redondo y Ledesma, que se unificarán. En la izquierda, obreros y campesinos, protagonizaron movilizaciones y ocupación de tierras promovidos por los sindicatos anarquistas.
Durante 1933 se fue haciendo evidente la crisis de la coalición republicano-socialista y el desgaste del gobierno, que se vio desacreditado como consecuencia de las duras medidas adoptadas para controlar el orden público y mantener la legalidad vigente. Azaña dimitió y Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones.
Bienio de centro-derecha:
Las elecciones de noviembre de 1933 dieron la victoria a los partidos de centro-derecha debido a la abstención promovida por los anarquistas y al voto femenino. La CEDA necesitaba del Partido Radical para llevar adelante su programa rectificador y una reforma de las reformas azañistas. Por lo que cuando se nombra presidente del gobierno a Lerroux, Gil Robles decidió apoyarlo a cambio del compromiso de desactivación de las grandes reformas del primer bienio y a la espera de obtener todo el poder. Los socialistas lo interpretaron como una amenaza de golpe de Estado y advirtieron que de entrar algún miembro de la CEDA en el gobierno responderían con una revolución.
La labor del nuevo gobierno consistió en:
+Frenar la reforma agraria fijando la devolución de las tierras a la nobleza, anular la cesión temporal de tierras mal cultivadas a los campesinos y se concedió la libertad de contratación. +Contrarrestar la reforma religiosa dotando de un presupuesto para culto y clero e intentando firmar un concordato con la Santa Sede. +Enfrentarse con la Generalitat a raíz de la promulgación de la Ley de Contratos de cultivos, por la que los campesinos arrendatarios de las viñas podían acceder a la propiedad de las tierras. +Enfrentarse con los nacionalistas vascos al paralizar la discusión en el Parlamento del proyecto Estatuto impulsado por el PNV. +En materia educativa siguió vigente la ley de Azaña, pero se redujo el presupuesto.
El viraje conservador, la política contrarreformista y el autoritarismo del gobierno provocaron una radicalización en el PSOE y UGT, cuya ala izquierda, liderada por Caballero proponía no colaborar con las fuerzas burguesas y propiciaba la revolución social. El sector radical del PSOE y los anarquistas declararon una guerra abierta contra el gobierno y ante esta situación la CEDA endureció su posición. Lerroux accedió y en octubre del 1934 le otorgó tres ministerios: Justicia, Agricultura y Trabajo.
La entrada de la CEDA en el gobierno fue interpretada por la izquierda como un camino abierto hacia el fascismo, lo que llevó a la Revolución de octubre de 1934. Se produjeron huelgas graves en Asturias y Cataluña.