7.3. El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. La crisis de 1898 y sus consecuencias económicas, políticas e ideológicas.
Para entender la Crisis del 98, el proceso de independencia de las colonias españolas debe ser enmarcado en la crisis interna que sufre España y en el contexto internacional del momento marcado por el imperialismo de los países más desarrollados.
El problema en Cuba se remonta a 1868, cuando aparecieron los primeros movimientos autonomistas entre los que destacamos el grito de Yara, de Manuel de Céspedes, que lucha por abolir la esclavitud y por tener autonomía política.
La Guerra de los Diez Años (1868-1878) terminó con la Paz de Zanjón donde Martínez Campos se comprometíó a conceder cierta autonomía a los cubanos, pero, a causa de la oposición de los latifundistas azucareros, solamente se consiguió abolir la esclavitud.
A semejanza del modelo bipartidista español, en Cuba distinguimos: el Partido Autonomista (cubanos que defienden la autonomía y reformas políticas y económicas sin llegar a independizarse) y la Uníón Constitucional (peninsulares que querían mantener privilegios). El Partido Liberal de Sagasta se mostró favorable a introducir reformas, pero solo se abolíó formalmente la esclavitud en 1888.
Antonio Maura presenta un proyecto autonomista en 1893, pero fue rechazado. Más tarde, la ineficacia para introducir las reformas aumentó el deseo de independencia en manos de José Martí en Cuba y de José Rizal en Filipinas. En ese momento, 1895, estalló de nuevo la guerra con el Grito de Baire, Cánovas del Castillo envió a Martínez Campos con un ejército que pretendíó establecer una fuerte acción militar y un esfuerzo político de conciliación, pero dio lugar a un levantamiento generalizado. Weyler, sustituyendo a Martínez Campos, impuso medidas más fuertes, recuperó todo el territorio y comenzó una guerra de desgaste donde los guerrilleros cubanos dominaban el terreno (con ayuda de EEUU). Tras este fracaso, llegó el general Blanco que buscó la conciliación con separatistas, para ello decretó la autonomía cubana, el sufrago universal masculino, la igualdad de derechos con la península y la autonomía arancelaria… pero los independentistas con el apoyo de EEUU se negaron a pactar este acuerdo. En 1897 Cánovas fue asesinado y llegó Mckinley a la presidencia de EEUU con una política de intervención en Cuba.
EEUU buscó un motivo para entrar en guerra con España y provocó un atentado, el hundimiento del Maine (1898), del cual culpabilizaron a España y le declararon la guerra. Así, la flota española con cascos de madera fue derrotada en la batalla naval de Santiago de Cuba mientras la flota norteamericana con cascos acorazados invadía Cuba y Puerto Rico. La derrota española en la batalla de Cavite permitíó la invasión de Filipinas por EEUU, por el interés en tabaco y azúcar. El 12 de Agosto de 1898 se firmó la Paz de París donde Cuba, Puerto Rico y Filipinas pasaron a ser de EEUU y las islas Marianas (excepto Guam, las Carolinas y las Palao a manos alemanas.
La crisis de 1898, ideológica y moral, trajo consecuencias en todos los ámbitos. Como consecuencias demográficas, en la guerra con Cuba hubo 120.000 muertos, la mitad de ellos soldados españoles. En consecuencias sociales encontramos que la mayoría de muertos y heridos pertenecían a las clases bajas ya que no habían podido pagar para evitar tener que participar en la guerra y los que volvían se encontraban mal atendidos, mutilados o tarados. Las consecuencias económicas a corto plazo son la subida de precios de los alimentos de la metrópoli y un impacto en la industria algodonera catalana y en las exportaciones de harinas castellanas; y a largo plazo son la desaparición de mercados coloniales, aunque se produjo una repatriación del capital español en América. A nivel político, la Restauración llega a su limite y los gobernanes aplican las ideas del Regeneracionismo, se produjo un reforzamiento de los nacionalismos en Cataluña y el País Vasco, el avance de los partidos republicanos, el desprestigio del ejército y la pérdida de credibilidad de los dirigentes políticos. El Partido Liberal de Sagasta tuvo que afrontar la derrota, se cede terreno a nuevos líderes políticos, como Francisco Silvela y Antonio Maura del Partido Conservador, o Segismundo Moret y José Canalejas en el Liberal. Por último, hubo una crisis moral e ideológica que causó un importante impacto psicológico entre la población. Surge el Regeneracionismo donde destaca Joaquín Costa. Por un lado, denunciaban la degeneración de lo español, la corrupción política y el atraso económico y social respecto a los países europeos. Mientras que, por el otro lado, defendían la limpieza del sistema electoral, la reforma educativa, la ayuda social y las obras públicas. Los regeneracionistas se quedaron únicamente en la teoría, dado que no quisieron formar partidos políticos. Esta crisis de la conciencia nacional se exprésó a través de la obra crítica de los escritores de la Generación del 98 (Maeztu, Valle Inclán…).
En 1899, Francisco Silvela forma gobierno, pero encontró una fuerte oposición en los grupos oligárquicos. En 1901, Sagasta volvía a formar gobierno, y un año más tarde Alfonso XIII alcanzaba la mayoría de edad y era nombrado rey