El presente texto corresponde al Manifiesto de Manzanares que pretendíó mediante un pronunciamiento acabar con la década moderada.
Es una fuente histórica primaria, de naturaleza histórico – circunstancial, dado que un Manifiesto es una declaración de intenciones de los sublevados, por su contenido es un documento político al ser un manifiesto que exhorta a una revolución política y a unas propuestas políticas.
Los autores son el general O’Donnell que lo firma, pero lo redacto Cánovas del Castillo, entonces joven abogado del partido moderado, pero del sector “puritano” más liberal de ese partido. O’Donnell, era un prestigioso militar que también desde el sector más liberal del partido moderado era contrario a los desmanes autoritarios que políticos como Bravo Murillo habían desarrollado, y en los que había caído el partido moderado. O´Donnell liderará el movimiento revolucionario de 1854 pero se verá apartado por los sectores más progresistas lo que provoca que se haga con el poder Espartero, O’Donnell volverá al poder en 1856 fundando un nuevo partido, la Uníón Liberal de carácter liberal conservador. Cánovas del Castillo será con el tiempo el gran líder del partido conservador y artífice de la Restauración de Alfonso XII en 1874.
Destinatario:
público la nacíón española en general y los sectores del partido progresista en particular.
CONTEXTO HISTÓRICO
Fin de la década moderada
El contexto histórico de este Manifiesto de Manzanares hay que situarlo desde la caída de Bravo Murillo en Diciembre de 1852 a causa de la política autoritaria de sus gobiernos y la llegada al poder de los progresistas con Espartero en Julio de 1854.
Tras la caída de Bravo Murillo se produjo un periodo de crisis de los distintos gobiernos hasta Julio de 1854 marcados por la corrupción, debilidad política, enfrentamiento con el sector militar y los liberales en general. Esta situación va a provocar una doble conspiración, una militar encabezada por O’Donnell y los sectores más liberales del partido moderado, y otra política de los progresistas y demócratas.
Revolución de 1854 (Vicalvarada, Manifiesto de Manzanares y rebelión popular
)
- El 28 de Junio de 1854 se subleva O’Donnell en Alcalá de Henares, a las afueras de Madrid, y la reacción de gobierno llevará al enfrentamiento o batalla de Vicálvaro, de resultado indeciso y pocas víctimas, que provocó un momento de indecisión en el movimiento revolucionario.
- Por eso reunidos los conspiradores en Manzanares Cánovas del Castillo redacta este manifiesto para atraerse a esta rebelión a los sectores progresistas, que, por otro lado, estaban preparando también una insurrección.
- A la vez, un movimiento insurreccional de carácter más social y popular estalla entre el 17 y 19 de Julio de 1854 por las barriadas más populares de Madrid, con motivaciones de carácter social, alentadas por el partido demócrata.
Nombramiento de Espartero como jefe de gobierno
El Manifiesto pretendíó que los progresistas se rebelaran, y pese a lo poco progresista del programa del manifiesto, poco a poco en diversas ciudades: Madrid, Barcelona, se fueron produciendo levantamientos populares, de sectores progresistas del ejército, que llevaron a la reina Isabel II a convocar al General Espartero para ofrecerle gobernar. Así un levantamiento que empezó protagonizado por los políticos y militares moderados acabó siendo protagonizado en las calles y en las ciudades por las clases populares, con el respaldo de los progresistas que acabaron obteniendo el poder ejercíéndolo durante dos años: Bienio Progresista, (1854-1856), hasta que el propio O’Donnell consiga presionar a la reina para que destituya a Espartero y hacerse él con el poder. Acontecimientos estos que demuestran la excesiva presencia del elemento militar en las cuestiones políticas a lo largo del Siglo XIX y será Cánovas del Castillo, quien aleje en 1874 a los militares del ejercicio del poder político.
Aspectos fundamentales del Bieno Progresista (1854-56)
Durante este bienio se dio un impulso al desarrollo económico e industrial de España: Ley de Ferrocarriles, Ley Bancaria, Ley Desamortizadora de Madoz. Constitución progresista “non nata” de 1856.
Fin de Bienio y Vuelta al moderantismo
Las reformas que querían afianzar la economía industrial tuvieron la oposición de los sectores obreros que empezaban a tener protagonismo en la vida social española, sobre todo en Cataluña y el norte, provocando motines y huelgas que eran duramente reprimidas. A estas protestas sociales se unen protestas agrarias por épocas de malas cosechas y carestías, que aumentó el clima de crisis política y social.
En Diciembre de 1856 O’Donnell se alía con Narvaez y los moderados, provocando la caída de Espartero. Se restauró la Constitución de 1845, poniendo fin al gobierno progresista
IDEAS PRINCIPALES:
-Los dos primeros párrafos constituyen esa llamada a toda la nacíón para sumarse a la sublevación que O’Donnell ha iniciado el 28 de Junio, y que tuvo en la “batalla” de Vicálvaro su momento glorioso y heroico
-El tercer párrafo constituye un ambiguo programa político que constituye el ideario de los sublevados: mantenimiento del trono, no se pretende derrocar ni el sistema monárquico ni a la reina
El presente texto corresponde al Manifiesto de Manzanares que pretendíó mediante un pronunciamiento acabar con la década moderada.
Es una fuente histórica primaria, de naturaleza histórico – circunstancial, dado que un Manifiesto es una declaración de intenciones de los sublevados, por su contenido es un documento político al ser un manifiesto que exhorta a una revolución política y a unas propuestas políticas.
Los autores son el general O’Donnell que lo firma, pero lo redacto Cánovas del Castillo, entonces joven abogado del partido moderado, pero del sector “puritano” más liberal de ese partido. O’Donnell, era un prestigioso militar que también desde el sector más liberal del partido moderado era contrario a los desmanes autoritarios que políticos como Bravo Murillo habían desarrollado, y en los que había caído el partido moderado. O´Donnell liderará el movimiento revolucionario de 1854 pero se verá apartado por los sectores más progresistas lo que provoca que se haga con el poder Espartero, O’Donnell volverá al poder en 1856 fundando un nuevo partido, la Uníón Liberal de carácter liberal conservador. Cánovas del Castillo será con el tiempo el gran líder del partido conservador y artífice de la Restauración de Alfonso XII en 1874.
Destinatario:
público la nacíón española en general y los sectores del partido progresista en particular.
CONTEXTO HISTÓRICO
Fin de la década moderada
El contexto histórico de este Manifiesto de Manzanares hay que situarlo desde la caída de Bravo Murillo en Diciembre de 1852 a causa de la política autoritaria de sus gobiernos y la llegada al poder de los progresistas con Espartero en Julio de 1854.
Tras la caída de Bravo Murillo se produjo un periodo de crisis de los distintos gobiernos hasta Julio de 1854 marcados por la corrupción, debilidad política, enfrentamiento con el sector militar y los liberales en general. Esta situación va a provocar una doble conspiración, una militar encabezada por O’Donnell y los sectores más liberales del partido moderado, y otra política de los progresistas y demócratas.
Revolución de 1854 (Vicalvarada, Manifiesto de Manzanares y rebelión popular
)
- El 28 de Junio de 1854 se subleva O’Donnell en Alcalá de Henares, a las afueras de Madrid, y la reacción de gobierno llevará al enfrentamiento o batalla de Vicálvaro, de resultado indeciso y pocas víctimas, que provocó un momento de indecisión en el movimiento revolucionario.
- Por eso reunidos los conspiradores en Manzanares Cánovas del Castillo redacta este manifiesto para atraerse a esta rebelión a los sectores progresistas, que, por otro lado, estaban preparando también una insurrección.
- A la vez, un movimiento insurreccional de carácter más social y popular estalla entre el 17 y 19 de Julio de 1854 por las barriadas más populares de Madrid, con motivaciones de carácter social, alentadas por el partido demócrata.
Nombramiento de Espartero como jefe de gobierno
El Manifiesto pretendíó que los progresistas se rebelaran, y pese a lo poco progresista del programa del manifiesto, poco a poco en diversas ciudades: Madrid, Barcelona, se fueron produciendo levantamientos populares, de sectores progresistas del ejército, que llevaron a la reina Isabel II a convocar al General Espartero para ofrecerle gobernar. Así un levantamiento que empezó protagonizado por los políticos y militares moderados acabó siendo protagonizado en las calles y en las ciudades por las clases populares, con el respaldo de los progresistas que acabaron obteniendo el poder ejercíéndolo durante dos años: Bienio Progresista, (1854-1856), hasta que el propio O’Donnell consiga presionar a la reina para que destituya a Espartero y hacerse él con el poder. Acontecimientos estos que demuestran la excesiva presencia del elemento militar en las cuestiones políticas a lo largo del Siglo XIX y será Cánovas del Castillo, quien aleje en 1874 a los militares del ejercicio del poder político.
Aspectos fundamentales del Bieno Progresista (1854-56)
Durante este bienio se dio un impulso al desarrollo económico e industrial de España: Ley de Ferrocarriles, Ley Bancaria, Ley Desamortizadora de Madoz. Constitución progresista “non nata” de 1856.
Fin de Bienio y Vuelta al moderantismo
Las reformas que querían afianzar la economía industrial tuvieron la oposición de los sectores obreros que empezaban a tener protagonismo en la vida social española, sobre todo en Cataluña y el norte, provocando motines y huelgas que eran duramente reprimidas. A estas protestas sociales se unen protestas agrarias por épocas de malas cosechas y carestías, que aumentó el clima de crisis política y social.
En Diciembre de 1856 O’Donnell se alía con Narvaez y los moderados, provocando la caída de Espartero. Se restauró la Constitución de 1845, poniendo fin al gobierno progresista
IDEAS PRINCIPALES:
-Los dos primeros párrafos constituyen esa llamada a toda la nacíón para sumarse a la sublevación que O’Donnell ha iniciado el 28 de Junio, y que tuvo en la “batalla” de Vicálvaro su momento glorioso y heroico
-El tercer párrafo constituye un ambiguo programa político que constituye el ideario de los sublevados: mantenimiento del trono, no se pretende derrocar ni el sistema monárquico ni a la reina
La regente no era liberal, pero la guerra y la necesidad de recabar apoyos a favor de su hija, tanto en España como en el extranjero, le obligaron a introducir reformas. Los ministros Cea Bermúdez y Javier de Burgos inician estos cambios, como la reorganización de la administración provincial, dividiendo el país en 49 provincias, y la introducción de libertades comerciales, pero los liberales querían reformas más profundas. La regente confió el gobierno a un liberal doceañista, Martínez de la Rosa, quien promulgó el Estatuto Real de 1834, especie de carta otorgada que no reconocía la soberanía nacional, ni la división de poderes. Las Cortes eran una asamblea consultiva, muy conservadora y elitista; no aprobaba leyes, tan solo podía hacer peticiones a la reina. Se compónía de dos cámaras: una con miembros designados por la Corona con carácter vitalicio, y otra con procuradores elegidos por sufragio muy restringido. El monarca conservaba importantes atribuciones: convocar y suspender Cortes, veto sobre leyes, amplia capacidad legislativa, etc. El Estatuto Real era una vía intermedia entre el absolutismo y el liberalismo. La división entre los liberales se hizo cada vez más evidente, dando lugar a la formación de dos grandes tendencias dentro del liberalismo, que dominarán la vida política española durante el Siglo XX: los moderados y los progresistas. Los moderados eran liberales conservadores y entre sus principios ideológicos destacan: conciliación de intereses de antiguas clase dirigentes con el liberalismo, seguridad de las personas y sus propiedades, recorte de derechos individuales, Estado centralista, soberanía compartida entre rey y las Cortes, y sufragio censitario muy restringido. 2 Los progresistas o exaltados, por su parte, defendían las siguientes ideas: sufragio censitario más amplio que abarcase a las clases medias, soberanía nacional, libertad de conciencia y expresión, elección de cargos municipales, oposición al impuesto de consumos (gravaba los alimentos y productos de primera necesidad), y separación entre la Iglesia y el Estado. Los progresistas protagonizaron, a través de Juntas y Milicias, numerosas revueltas urbanas en 1835 en Andalucía, Barcelona (incendio de la fábrica de vapor Bonaplata) y Madrid, donde los amotinados enviaron una petición a la regente con sus propuestas (reuníón de las Cortes, libertad de prensa, nueva ley electoral, etc.). Ante esta situación, María Cristina llamó a formar gobierno al progresista Juan Álvarez Mendizábal. Inició un programa de reformas entre las que destacaba la desamortización de los bienes del clero, medida que llevó a la nobleza y al clero a pedir su destitución a la regente; será apartado de su cargo en 1836. Este intento de volver al moderantismo desencadenó una nueva insurrección progresista, que culmina con la sublevación de la Guardia Real en el Palacio de la Granja, que demanda un régimen constitucional; la regente introduce a los progresistas en el gobierno y restablece la Constitución de 1812. Con Mendizábal de nuevo como jefe de gobierno (1836-37) y luego como ministro de Hacienda, los progresistas inician una serie de reformas encaminadas a establecer un sistema económico liberal.
La regente no era liberal, pero la guerra y la necesidad de recabar apoyos a favor de su hija, tanto en España como en el extranjero, le obligaron a introducir reformas. Los ministros Cea Bermúdez y Javier de Burgos inician estos cambios, como la reorganización de la administración provincial, dividiendo el país en 49 provincias, y la introducción de libertades comerciales, pero los liberales querían reformas más profundas. La regente confió el gobierno a un liberal doceañista, Martínez de la Rosa, quien promulgó el Estatuto Real de 1834, especie de carta otorgada que no reconocía la soberanía nacional, ni la división de poderes. Las Cortes eran una asamblea consultiva, muy conservadora y elitista; no aprobaba leyes, tan solo podía hacer peticiones a la reina. Se compónía de dos cámaras: una con miembros designados por la Corona con carácter vitalicio, y otra con procuradores elegidos por sufragio muy restringido. El monarca conservaba importantes atribuciones: convocar y suspender Cortes, veto sobre leyes, amplia capacidad legislativa, etc. El Estatuto Real era una vía intermedia entre el absolutismo y el liberalismo. La división entre los liberales se hizo cada vez más evidente, dando lugar a la formación de dos grandes tendencias dentro del liberalismo, que dominarán la vida política española durante el Siglo XX: los moderados y los progresistas. Los moderados eran liberales conservadores y entre sus principios ideológicos destacan: conciliación de intereses de antiguas clase dirigentes con el liberalismo, seguridad de las personas y sus propiedades, recorte de derechos individuales, Estado centralista, soberanía compartida entre rey y las Cortes, y sufragio censitario muy restringido. 2 Los progresistas o exaltados, por su parte, defendían las siguientes ideas: sufragio censitario más amplio que abarcase a las clases medias, soberanía nacional, libertad de conciencia y expresión, elección de cargos municipales, oposición al impuesto de consumos (gravaba los alimentos y productos de primera necesidad), y separación entre la Iglesia y el Estado. Los progresistas protagonizaron, a través de Juntas y Milicias, numerosas revueltas urbanas en 1835 en Andalucía, Barcelona (incendio de la fábrica de vapor Bonaplata) y Madrid, donde los amotinados enviaron una petición a la regente con sus propuestas (reuníón de las Cortes, libertad de prensa, nueva ley electoral, etc.). Ante esta situación, María Cristina llamó a formar gobierno al progresista Juan Álvarez Mendizábal. Inició un programa de reformas entre las que destacaba la desamortización de los bienes del clero, medida que llevó a la nobleza y al clero a pedir su destitución a la regente; será apartado de su cargo en 1836. Este intento de volver al moderantismo desencadenó una nueva insurrección progresista, que culmina con la sublevación de la Guardia Real en el Palacio de la Granja, que demanda un régimen constitucional; la regente introduce a los progresistas en el gobierno y restablece la Constitución de 1812. Con Mendizábal de nuevo como jefe de gobierno (1836-37) y luego como ministro de Hacienda, los progresistas inician una serie de reformas encaminadas a establecer un sistema económico liberal.