1. LA CULTURA DE TARTESSOS Y LAS COLONIZACIONES GRIEGA Y FENICIA. 17 líneas
Tartessos. Se dio en la Andalucía occidental y el sur de Extremadura. Esta cultura entró en contacto con los fenicios en el siglo VIII a.C. Y de esto se derivó un gran desarrollo económico y cultural con escritura, urbanismo y enterramientos bastante avanzados. Alcanzó su esplendor en el siglo VII a.C., y tras este periodo de auge entró en decadencia y desaparecíó a fines del siglo VI a.C. De esta cultura destacan los tesoros de La Aliseda en Cáceres y del Carambolo en Sevilla; y los yacimientos de Cancho Roano (Zalamea de la Serena) y El Turuñuelo (Guareña).
Los fenicios. Procedían de las actuales Siria y Líbano. Desarrollaron una intensa actividad comercial por el Mediterráneo. En torno al siglo VIII a.C. Se produjo la mayor expansión fundando colonias en Cartago, Cádiz, Málaga, y Sexi (Almuñécar). En ellas establecieron factorías para comerciar con los pueblos autóctonos. Entre sus aportaciones destaca el alfabeto, la salazón del pescado, el vidrio y el perfume. Entraron en decadencia tras la caída de Tiro en el 573 a. C.
Los Griegos. Fundaron la actual Marsella en Francia y la presencia en nuestra península se debíó a la necesidad de conseguir minerales para esa colonia. Aquí fundaron Rosas y Ampurias. A partir del siglo VII a.C. Los griegos fueron ocupando las zonas que habían controlado los fenicios, pero evitaron entrar en conflicto con los cartagineses. Se dedicaron al comercio de metales, esparto, aceite de oliva y sal. Después de la Segunda Guerra Púnica, las colonias griegas pasaron a poder de Roma.
2. LA ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. 16 líneas
Por Romanización se entiende la asimilación de la cultura y formas de vida romanas por parte de los pueblos indígenas conquistados. La conquista y la romanización de la Península Ibérica es un proceso histórico trascendental, de siete siglos de duración. Fue relativamente rápido entre los pueblos ibéricos del sureste, sin embargo fue muy lento y superficial entre los pueblos del Norte de la Península (astures, cántabros y vascones).
La Romanización fue un proceso de transformación gradual de todos los habitantes de los pueblos peninsulares que se convirtieron en ciudadanos del Imperio romano. Esta Romanización ha influido profunda y definitivamente en la historia hispana: casi todas las lenguas que hoy se hablan, las formas de vida, las bases del Derecho y de la organización social, la red de comunicaciones (calzadas, acueductos, puentes), etc., se deben directamente a la influencia del mundo romano.
Con respecto a la religión, Roma implantó sus cultos politeístas, pero supieron identificar muchos de ellos con las divinidades ibéricas preexistentes, por lo que esta transición resultó más fácil. Desde el S. IV d.C. El Imperio Romano adoptó como religión oficial el cristianismo.
En Hispania nacieron emperadores como Trajano, Adriano o Teodosio, filósofos como Séneca, o poetas como Quintiliano.
3. LA MONARQUÍA VISIGODA: LEOVIGILDO Y RECAREDO. 16 líneas
La monarquía visigoda era de tipo electivo, lo que hacía que los monarcas fueran débiles y dependientes de la nobleza, por ello los principales reyes lucharon por hacer la monarquía hereditaria. Las dos instituciones más importantes de gobierno fueron el Aula Regia, que tenía funciones consultivas, y los Concilios que, aunque eran asambleas eclesiásticas, estaban presididos por el rey.
Como pueblo invasor, los visigodos entraron en pequeño número en la Península, y se integraron mal con la población hispanorromana. Tuvieron que conseguir tres metas:
La unificación política.
Leovigildo acabó con el reino suevo en el año 586. En el siglo VII Suintila conquistó las últimas posesiones del Imperio bizantino.
La unificación religiosa. Los hispanorromanos eran cristianos católicos, mientras que los visigodos eran cristianos arrianos. El rey Recaredo decidíó en el año 589 aceptar el catolicismo oficialmente en el III Concilio de Toledo, donde presentó un escrito con su propia conversión y la de todos los obispos y del pueblo godo.
La unificación legal. El último paso fue la unificación jurídica entre la población hispanorromana y visigoda. Hubo un primer intento con el Breviario de Alarico II, pero se alcanzó definitivamente con el rey Recesvinto que promulgó el Fuero Juzgo o libro de los jueces.
4. MODELOS DE REPOBLACIÓN Y SU INFLUENCIA EN LA ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD. 20 líneas
Entendemos por repoblación el paso siguiente a la reconquista de los reinos cristianos consistente en poblar los nuevos territorios con población del norte, en explotarlos económicamente, así como gobernarlos. Los diferentes tipos de repoblación dieron lugar a una diferente estructura de la propiedad de la tierra que aún persiste parcialmente:
Siglos VIII-X: Pressura: Se trata de la simple ocupación de la tierra por la que quien la cultiva se convierte en propietario. Fue una repoblación espontánea y lenta de nobles, monasterios y hombres libres sobre territorios vacíos. Se dio en Castilla-León al norte del Duero, La Rioja, somontano Aragónés, Cataluña Vieja. Dominio de la pequeña propiedad.
Siglos XI-XII: Repoblación Concejil: Repoblación por iniciativa de los reyes sobre territorios con población musulmana preexistente. Los reyes dieron importantes concesiones a las villas (fueros o cartas pueblas), con amplísimos alfoces (comunidades de villa y tierra). Se dio en Castilla-León al sur del Duero, Toledo, Valle del Ebro, Cataluña Nueva. Dominio de la mediana propiedad y de la actividad ganadera.
Siglos XII-XIII: Repoblación de las Órdenes Militares: Las órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara terminaron controlando grandes extensiones de tierras. Se dio en Extremadura, Castilla-La Mancha, y el Maestrazgo. Dominio de la encomienda, propiedad de gran tamaño con una dedicación preferentemente ganadera.
Siglo XIII: Repartimientos: Los reyes concedieron a los nobles participantes en la reconquista los latifundios de los antiguos propietarios musulmanes. Se dio en Andalucía, Murcia, Valencia, Mallorca. Dominio del latifundio con dedicación agrícola preferentemente.
5. LA CORONA DE Castilla EN EL Siglo XIII: ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y EXPANSIÓN TERRITORIAL. 16 líneas
Los reinos de Castilla y León se unieron y separaron en varias ocasiones hasta la uníón definitiva con Fernando III. Su hijo Alfonso X el Sabio fue un monarca muy brillante en el aspecto cultural. Dictó el primer código de leyes castellanas, las Siete Partidas. Sus sucesores tuvieron que hacer frente a las aspiraciones de la nobleza castellana por aumentar su poder a costa del de la Corona.
La organización política: En Castilla se impuso un modelo autoritario de monarquía en el que el rey tenía todo el poder. Las instituciones –Consejo Real y Cortes- vieron reducidas sus funciones a tareas consultivas, la resolución de conflictos y el voto de impuestos. La monarquía mejoró la recaudación de impuestos y aumentó su control sobre los municipios.
La expansión territorial: A principios del Siglo XIII el rey de Castilla Alfonso VIII (1158-1214) dirigíó una cruzada de los principales reyes cristianos contra los almohades y les vencíó en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa (1212). Se abríó definitivamente a los cristianos las puertas de lo que quedaba de al-Ándalus. El rey de León Alfonso IX (1188-1230), incorporó a sus dominios Cáceres (1227), Mérida y Badajoz (1230). En 1230 Fernando III (1230-1252) recuperó la unidad de Castilla y León, y conquistó el Valle del Guadalquivir: Córdoba (1236), Sevilla (1248), y el reino de Murcia. En 1248 Muhammad I, rey de Granada se declaró como vasallo suyo.
6. CALIFATO DE CÓRDOBA: ABDERRAMÁN III Y ALMANZOR. 15 líneas
El Califato de Córdoba (929-1031). En el año 929 Abd –al-Rahman III, emir de Córdoba, se convirtió en Califa, es decir, se hizo independiente en lo religioso del Califato de Bagdad. Tras pacificar el territorio, se dedicó a someter las marcas fronterizas: Badajoz (930) y Toledo (932). Su exitosa política le ayudó a fortalecer la estructura del estado andalusí. Reorganizó los impuestos, lo que le permitíó obtener grandes ingresos. Detuvo el avance de los reinos cristianos del norte y los convirtió en tributarios y vasallos (Sancho I rey de León).
Se trata del período máximo de Al-Ándalus como potencia política y económica del Mediterráneo Occidental. Durante el Califato de Al-Hakam II Córdoba se convirtió además en el centro cultural más importante de Europa Occidental, se culminó la Gran Mezquita de Córdoba y se construyó el Palacio de Medina Azahara.
Almanzor (972-1002). Los Califas posteriores fueron más débiles y el Primer Visir Almanzor dominó el Califato con una dictadura militar. Este carácter militarista se manifestó en una serie de campañas de castigo (razzias) contra los núcleos cristianos del norte (Santiago de Compostela, Barcelona, etc.). Muerto Almanzor, el Califato entró en un proceso de decadencia y disgregación política que se conoce como los Reinos de Taifas (1002-1031).
7. ALMORÁVIDES Y ALMOHADES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. 15 líneas
La Unificación Almorávide (1090-1145): La conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085 propició la llegada del emir almorávide Yusuf ibn Tasfin desde el norte de África al ser llamado por los reinos de Taifas. Los almorávides frenaron la expansión cristiana en la batalla de Sagrajas (1086) y volvieron a unificar Al-Ándalus. Sin embargo, la dominación almorávide no duró mucho pues fueron incapaces de recuperar Toledo o Zaragoza, además de que la intolerancia religiosa de los almorávides les hizo muy impopulares entre los propios musulmanes andalusíes. El Imperio Almorávide cayó en 1145 desintegrándose nuevamente Al-Ándalus en los segundos reinos de taifas.
La Unificación Almohade (1172-1232): Otro Imperio norteafricano, los almohades, unificaron nuevamente Al-Ándalus hacia 1172 y situaron su capital en Sevilla (allí construyeron su mezquita de la que nos queda la Giralda). Los almohades mantuvieron esta situación de predominio militar sobre los cristianos hasta fines del Siglo XII (Batalla de Alarcos, 1195), sin embargo fueron derrotados por una coalición de los reinos cristianos en la decisiva Batalla de las Navas de Tolosa (1212). Tras esta batalla, el Imperio Almohade se fue descomponiendo y las taifas andalusíes fueron cayendo en manos de los cristianos.
13. DECRETOS DE NUEVA PLANTA Y CENTRALISMO BORBÓNICO. 17 líneas
La dinastía Borbón trajo una nueva organización de la monarquía que se acercaba a los modelos franceses: una uniformidad legal, las intendencias como organización territorial y la sustitución de los consejos por las secretarías de despacho.
Uniformidad legal. Los reinos de la Corona de Aragón se rebelaron contra Felipe V durante la Guerra de Sucesión. El rey suprimíó los privilegios, fueros e instituciones a Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares, mediante los Decretos de Nueva Planta, que significaban el establecimiento de la uniformidad política y legal para todos los territorios de España. En general, las medidas provocaron un gran resentimiento en estos reinos, pese a los evidentes efectos positivos en la modernización de la administración y el desarrollo económico.
Las Intendencias, creadas por Felipe V, pretendían racionalizar la administración territorial, dividiendo España en veintiuna demarcaciones. Al frente de cada una se nombró a un intendente, que velaba por los intereses de la monarquía.
Las Secretarías del Despacho Universal son el origen de los futuros ministerios. Sustituían al anterior sistema de Consejos del reinado de los Austrias. Cada Secretaría estaba dirigida por un Secretario, que asesoraba al rey en un aspecto del funcionamiento del Estado. A finales del Siglo XVIII se constituyó la Junta de Estado, origen del futuro Consejo de Ministros, que se reunía una vez por semana para coordinar la acción de gobierno.
14. Carlos III Y EL DESPOTISMO ILUSTRADO. 16 líneas
El reinado de Carlos III (1759-1788), supone la instauración en España del despotismo ilustrado. El monarca se apoyó en secretarios como Esquilache, Campomanes y Floridablanca. El pueblo se levantó contra el italiano en el llamado Motín de Esquilache (1766) por haber liberalizado los precios del trigo e incrementado los impuestos. Las consecuencias fueron la sustitución de Esquilache por el conde de Aranda y después por Floridablanca; y la expulsión de los jesuitas (1767). Pero continuaron los privilegios de la nobleza y los derechos señoriales.
En política económica, Olavide, Jovellanos y Campomanes abordaron la Ley Agraria. Se limitaron los poderes de la Mesta. Se elaboró el plan de colonización de Sierra Morena. Se fomentó la construcción de obras públicas como el Canal de Castilla y el Imperial de Aragón. Se creó el Banco Nacional de San Carlos.
Más positiva fue la reforma de la administración y del ejército, pero España contrajo importantes compromisos bélicos (Pactos de Familia) que pronto pasarían factura.
Las reformas en la cultura y la ciencia buscaron mejorar la situación de atraso: fomento de la educación popular de carácter profesional y laico; desarrollo de enseñanzas e instituciones científicas (academias, expediciones, Observatorio Astronómico, Jardín Botánico, etc.); reforma de las universidades y sus planes de estudio.
8. LOS REYES CATÓLICOS: UníÓN DINÁSTICA E INTEGRACIÓN DE LOS REINOS PENINSULARES.
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UníÓN DINÁSTICA. La uníón dinástica de los Reyes Católicos se inició con el matrimonio secreto de Isabel y Fernando en 1469. Esto rompía el Tratado de los Toros de Guisando (1468), de manera que el rey Enrique IV nombró como sucesora a su hija Juana la Beltraneja. A la muerte del monarca estalló la Guerra de Sucesión en Castilla (1474-1479) entre Isabel y Juana. Tras la Batalla de Toro (1476), el bando de Isabel se impuso. Fernando e Isabel decidieron gobernar indistintamente los dos reinos. Pero el matrimonio no supuso la formación de un estado unificado, al contrario, cada reino mantuvo sus propios fueros e instituciones.
INTEGRACIÓN DE LOS REINOS PENINSULARES. La uníón matrimonial fortalecíó a ambas coronas que iniciaron una política expansiva con el objetivo de unificar los demás reinos peninsulares. Entre 1482 y 1492 se produjo la Guerra de Granada. Conquistada Granada, este reino quedó integrado en el Reino de Castilla.
Navarra fue conquistada en 1512 por Fernando el Católico, quien aprovechó la división interna de los navarros entre los partidarios de Francia y de Castilla. Navarra se uníó a Castilla aunque mantuvo sus cortes y fueros como reino aparte.
Los Reyes Católicos no pudieron incorporar Portugal, a pesar de que lo intentaron por vía de matrimonios múltiples. Sin embargo, estas alianzas matrimoniales darían su fruto en 1580 cuando Felipe II heredó el reino portugués.
9. EXPULSIÓN DE JUDÍOS (1492) Y EXPULSIÓN DE MORISCOS (1609). 19 líneas
EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS. La expulsión de los judíos de España se conecta con el contexto europeo, después de haber sido expulsados de Inglaterra en 1290 y de Francia en 1394, entre otros muchos lugares. Los Reyes Católicos decretaron en 1492 la expulsión de todos los que no se convirtieran al cristianismo. Buscaban la unidad religiosa de los reinos hispánicos tras la implantación de la Inquisición en 1478. Abandonaron España en torno a 100.000 judíos, que marcharon a Portugal, Países Bajos, norte de África e Imperio Otomano.
EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS. Las capitulaciones con el Reino de Granada de 1492 prometían respetar a los musulmanes, sin embargo fueron acosados hasta que se rebelaron en 1499. En 1502 se expulsó a los mudéjares (musulmanes), a quienes se les ofrecíó una alternativa similar a la presentada a los judíos: la conversión o el destierro. Carlos V en 1526 y Felipe II en 1567 obligaron a los moriscos a que dejasen su modo de vida y costumbres islámicas para convertirse de forma real al catolicismo. La resistencia a esta última ley desencadenó la Rebelión de las Alpujarras de 1568-1571 y tuvo como consecuencia la dispersión de los moriscos granadinos por otras tierras de Castilla.
La expulsión de los moriscos en 1609 tuvo sus causas en la desconfianza hacia los moriscos por su contacto con los enemigos turcos, en que no se comportaban como auténticos cristianos, y en esconder el desprestigio que supónía para Felipe III aceptar la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas (Holanda). Las consecuencias demográficas y económicas fueron especialmente graves en Valencia y Aragón, donde los moriscos manténían una fértil agricultura.
10. CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DE AMÉRICA: LEYES DE INDIAS. 17 líneas
La reina Isabel la Católica en su testamento de 1504 mandó a su marido Fernando, a su hija Juana y a su yerno Felipe que no consintiesen que los indios sufrieran agravio alguno en sus personas y bienes, y fueran bien y justamente tratados.
Los abusos de los españoles provocaron las protestas de los misioneros, sobre todo de Fray Antonio de Montesinos en 1511, por el maltrato que recibían los indios y la mortandad que se estaba produciendo. La reacción oficial fue la promulgación de las Leyes de Burgos (1512), que son el primer intento de protección legal a los indios, pues, aunque reafirmaban el derecho a someterlos por la fuerza, también reglamentaban y suavizaban el trabajo indígena y obligaban a los españoles a instruirlos y evangelizarlos.
El fraile dominico Bartolomé de las Casas avivó el debate en torno al maltrato a los indígenas, por lo que el Emperador Carlos V convocó a una junta de juristas a fin de resolver la controversia. De esta junta surgieron las llamadas Leyes Nuevas (1542), que suprimían las encomiendas, ponían a los indígenas bajo la protección de la Corona y se les afirmaba su derecho a ser libres y gozar de propiedades.
Sin embargo, la lejanía de América impidió que estas leyes se aplicaran de una forma efectiva. Las Leyes de Indias, que, aunque en la práctica muchas veces no se cumplieron, fueron la legislación más humanitaria de la época.
11. POLÍTICA EXTERIOR DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE Felipe II. 16 líneas
Guerra contra Francia. En la Batalla de San Quintín de 1557 Felipe II derrotó a los franceses.
Esta batalla forzó una paz duradera entre los dos países (Paz de Cateau-Cambresis, 1559).
Guerra contra los turcos en el Mediterráneo. Venecia, España y el Papado formaron la Liga Santa comandada por Don Juan de Austria. La victoria de Lepanto (1571) frenó el avance turco, aunque no consiguió terminar con los piratas berberiscos en el Norte de África.
Países Bajos. El conflicto tuvo causas económicas y políticas, pero las más graves fueron las religiosas: el norte calvinista (Holanda) se enfrentó al sur católico (Flandes). La guerra estalló en 1568 con la rebelión de las Provincias Unidas de Holanda. Felipe II envió al Duque de Alba quien ejecutó a los principales cabecillas. La Guerra de Flandes (1568-1648) supuso una auténtica sangría para los tercios y la hacienda española.
Inglaterra desafiaba el poder marítimo de España en el Atlántico y el monopolio del comercio con América. Además, había un problema religioso, Inglaterra era una potencia protestante y ayudaba a los rebeldes holandeses contra los tercios españoles. La respuesta militar de Felipe II fue la Armada Invencible (1588), que fracasó en su intento de invadir Inglaterra.
Tras la anexión de Portugal en 1581, los años finales de Felipe II estuvieron marcados por su intervención en las Guerras de Religión en Francia entre católicos y protestantes.
12. CONDE DUQUE DE OLIVARES, REBELIÓN DE CATALUÑA E INDEPENDENCIA DE Portugal.
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LA REBELIÓN DE CATALUÑA (1640-1652). El Conde Duque de Olivares fracasó en su proyecto de la Uníón de Armas de 1626, que consistía en crear un ejército permanente (140.000 hombres) mantenido por las aportaciones monetarias de todos los reinos de la monarquía y no solo por Castilla. En 1640 Cataluña se encontraba en plena línea del frente en la guerra contra Francia. El ejército castellano defendíó Cataluña y la población catalana sufríó los abusos de los soldados. Esta tensión derivó en la rebelión de los segadores que asesinaron al Virrey en el Corpus de Sangre de 1640. Cataluña entregó el principado al rey de Francia en 1641. Felipe IV convirtió la recuperación de Cataluña en el objetivo fundamental de su política y lo consiguió tras un acuerdo con Francia en 1652.
REBELIÓN E INDEPENDENCIA DE Portugal (1640-1668). La uníón con España no había sido nunca muy popular entre los portugueses. En 1640 el Duque de Braganza se proclamó rey con el nombre de Juan IV y apoyado por Francia e Inglaterra se rebeló contra España, aprovechando que las tropas castellanas se encontraban ocupadas en la rebelión de Cataluña. La monarquía hispánica tuvo que reconocer la independencia portuguesa en 1668.
OTRAS REBELIONES. En la década de los 40 hubo otros intentos de separarse de la Monarquía hispánica que fracasaron. El duque de Medina Sidonia y el Marqués de Ayamonte quisieron en 1641 separar a Andalucía del resto de Castilla. En 1647 lo pretendieron Nápoles y Sicilia. En 1648 lo intentó el duque de Híjar en Aragón.