1. La crisis del Antiguo Régimen
A finales del siglo XVII, la sociedad, la política y la economía españolas presentaban carácteristicas del Antiguo Régimen. Las reformas ilustradas iniciadas por el rey Carlos Ill impulsaron un cierto desarrollo de la agricultura y la industria manufacturera, pero la modernización del país quedaba aún lejana,
1.1. El reinado de Carlos IV
Carlos IV accedíó al trono en 1788 e intentó mantener la pólítica reformista que había llevado a cabo Carlos Ill. Pero el inicio de la Revolución francesa hizo temer a la aristocracia y a la Corona por sus privilegios, y se inició una fuerte política represiva: se cerraron las fronteras, se rompieron las relaciones con Francia y se frenaron las reformas. Además, España participó en la lucha del absolutismo europeo contra la Francia revolucionaria (1793-1795). Por otra parte, se dieron una serie de epidemias y de malas cosechas que desembocaron en una fuerte crisis económica.
En 1796 el primer ministro de Carlos IV, Manuel de Godoy, dio un giro a la política exterior española y se alió con Francia. Al año siguiente, participó al lado de Francia en su guerra contra el Reino Unido (1797-1801). Los gastos de las guerras y el bloqueo del comercio colonial ejercido por los británicos no hicieron más que agravar la crisis.
1.2. La guerra de la Independencia
En 1807, Godoy firmó el Tratado de Fontainebleau, por el que permitía el paso del ejército francés por España para atacar a Portugal, aliada del Reino Unido. La presencia de las tropas francesas y el descontento con el rey y Godoy provocaron el estallido del motín de Aranjuez (ocurrido entre el 17 y el 19 de Marzo de 1808), por el que Carlos IV se vio obligado a abdicar en su hijo Fernando.
Napoleón aprovechó la rivalidad entre ambos monarcas para reunirlos en Bayona (Francia), donde los obligó a renunciar al trono en favor de su hermano José Bonaparte. El 2 de Mayo de 1808, ante las noticias inciertas sobre la situación de los reyes, el pueblo de Madrid se alzó contra las tropas francesas y la lucha pronto se extendíó por todo el territorio español. Se organizaron Juntas Provinciales de Defensa, coordinadas por la Junta Suprema Central. Por otro lado, el Reino Unido y Portugal prestaron ayuda militar para combatir a Francia.
La marcha de parte de las tropas francesas hacia el frente ruso en 1812 y el éxito de la ofensiva británica al mando del duque de Wellington marcaron el inicio del retroceso francés, Parte de la población también participó activamente en la defensa mediante la guerra de guerrillas. Finalmente, el ejército napoleónico se vio obligado a abandonar la Península en 1814.
1.3. Las Cortes de Cádiz
José Bonaparte no fue aceptado como rey por los sublevados. La Junta Central, refugiada en Cádiz, decidíó la convocatoria de Cortes en 1810. Sus objetivos eran reso!Ver el vacío de poder debido a la ocupación francesa, tener representantes legítimos e iniciar un proceso de reformas.
Las Cortes de Cádiz estaban formadas por miembros de la nobleza, el clero y la burguésía. Los diputados no configuraban un grupo homogéneo, sino que había distintos intereses e ideologías:
— Liberales: intelectuales y miembros de la burguésía que, influidos por las ideas de la Revolución francesa, querían impulsar reformas que liquidasen el Antiguo Régimen e instaurasen un régimen liberal.
— llustrados: intelectuales que pretendían hacer reformas moderadas manteniendo
A pesar de las diferencias ideológicas y de la guerra, las l Cortes intentaron aplicar un programa reformador. Su obra más importante fue la redacción de una Constitución, que Í establecíó por primera vez en España los principios básicos de un régimen liberal: y
— Se basaba en la soberanía nacional, aunque el sufragio ( era indirecto y censitario, y en la división de poderes. |
— Reconocía la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Garantizaba las libertades, excepto la de culto, al | mantener el catolicismo como religión única del Estado.
— Propónía como sistema de gobierno una monarquía constitucional y consideraba a Fernando VI como único rey legítimo. La Constitución de Cádiz fue una de las más avanzadas de su época, aunque apenas tuvo vigencia. Se promulgó el día de San José; de ahí la expresión popular «¡Viva la Pepa!», que se convirtió en grito de batalla de los liberales.
2. El retorno al absolutismo (1814-1843)
Finalizada la guerra de la Independencia, el rey Fernando VII regresó a España en 1814 con la voluntad de reinstaurar el sistema del Antiguo Régimen, lo que supuso el inicio de una serie de luchas entre liberales y defensores del absolutismo,
2.1. El reinado de Fernando VII (1814-1833)
El rey abolíó la Constitución de 1812 y reinstauró la monarquía absoluta. Esto provocó numerosos pronunciamientos, sublevaciones de militares liberales que intentaron volver el sistema liberal. Tras el pronunciamiento del general Rafael del Riego, los liberales gobernaron durante tres años: trienio liberal (1820-1823), en los que se instauró una monarquía constitucional, y Fernando VII tuvo que jurar la Constitución de 1812. Sin embargo, la intervención de un ejército de la Santa Alianza en ayuda de Fernando VII permitíó el inicio de un nuevo período absolutista: la década ominosa (1823-1833). No obstante, durante esta etapa hubo intentos de moderación del absolutismo, lo que provocó el acercamiento de los absolutistas al hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro, al que propusieron como su sucesor.
La independencia de las colonias americanas
Entre 1816 y 1825 España perdíó todas las colonias que tenía en América, menos Cuba y Puerto Rico. La política llevada a cabo desde España, que marginó a los criollos de la participación en cargos políticos y que solo permitía a las colonias comerciar con la metrópoli, junto con la extensión de las ideas liberales y el ejemplo de la independencia de Estados Unidos, influyó en las élites criollas y provocó un movimiento de liberación.
El proceso de independencia se dividíó en dos etapas:
— 1810-1814: las Juntas de Defensa de las colonias, constituidas durante la guerra de la Independencia, se declararon independientes. Cuando Fernando VI! Recuperó el trono, envió tropas españolas que acabaron con las insurrecciones.
— 1815-1825: se extendíó de nuevo el movimiento de emancipación en las colonias y se produjeron las grandes campañas de líderes militares (José de San Martín, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre). La mayoría de los territorios americanos lograron la independencia. Las nuevas repúblicas americanas nacieron condicionadas por la profunda división entre las élites criollas y la población indígena y mestiza: los criollos se hicieron con el poder político y mantuvieron el económico, y los indígenas siguieron viviendo en condiciones de marginación social, económica y política. La independencia de las co!Onias tuvo una gran importancia para España, pues supuso que dejara de ser una potencia internacional. Las consecuencias inmediatas fueron la crisis del comercio y de la Hacienda, ya que se perdíó un gran mercado, un proveedor de materias primas baratas y una fuente de ingresos fiscales para el Estado.
2.2. Las regencias (1833-1843)
A la muerte de Fernando VII, heredó la Corona su hija Isabel, de solo tres años; y su madre, la reina María Cristina, asumíó el trono como regente. Para que Isabel fuera coronada, Fernando VI! Había promulgado en 1830 la Pragmática Sanción, que anulaba la ley sálica (promulgada por Felipe V en 1713) por la que las mujeres no podían reinar, Los liberales lo apoyaron, pero los absolutistas proclamaron rey a Carlos María Isidro, lo que provocó una Guerra Civil, la primera guerra carlista (1833-1839), que enfrentó a los partidarios de Isabel (isabelinos) y a los del príncipe Carlos (carlistas).
La regencia de María Cristina (1833-1840)
En un intento por contentar a los liberales, la reina regente hizo promulgar el Estatuto Real (1834). No obstante, la Corona conservaba muchos poderes y el derecho al voto se restringía a unos pocos privilegiados. La promulgación del Estatuto Real provocó la división de los liberales en dos grupos:
— Los moderados aceptaron la soberanía compartida entre la Corona y las Cortes, y un sufragio censitario muy limitado.
— Los progresistas defendieron que la soberanía debía residir solo en las Cortes y propusieron un sufragio más amplio.
A lo largo de la regencia, la Corona siempre apoyó a los moderados, por lo que los progresistas protagonizaron diversos pronunciamientos militares para acceder al poder.
En 1835, debido a las presiones populares, la reina nombró un gobierno progresista presidido por Juan Álvarez Mendizábal, que aplicó varias medidas reformistas, como la desamortización o expropiación de las tierras eclesiásticas (1836). Estas reformas culminaron en la Constitución de 1837.
La regencia de Espartero (1840-1843)
Tras ganar las elecciones de 1837, los moderados intentaron limitar el Poder de los progresistas en los ayuntamientos; pero en 1840 la reina regente tuvo que abdicar a causa de las sublevaciones populares, y el general progresista Espartero asumíó la regencia. Sin embargo, pronto Suscitó la oposición de políticos moderados y progresistas. Una sublevación liderada por el general Narváez obligó a Espartero a dimitir y entregar el poder a los moderados.
3. La consolidación del Estado liberal (1843-1874)
El período delimitado por el ascenso al trono de Isabel Il, en 1843, y el de su hijo Alfonso XII, en 1875, estuvo marcado por la consolidación en España del Estado liberal. Aunque la implantación de las ideas liberales no estuvo exenta de inestabilidad y constantes cambios en el Gobierno.
3.1. El reinado de Isabel II (1843-1868)
La etapa isabelina estuvo marcada por las agitaciones sociales, los numerosos escándalos de la Corte y la inestabilidad institucional de los más de cincuenta gobiernos que se sucedieron en el poder. Durante el reinado de Isabel II, los liberales progresistas y moderados se alternaron en el gobierno, aunque la intervención de los militares en la política también fue una constante de ese período.
Sin embargo, esta época también se conoce como la de la revolución liberal en España, por la importancia de los cambios que se produjeron.
Los gobiernos de Isabel II
Década moderada (1843-1854)
La Constitución de 1845 recogía las principales ideas del liberalismo moderado: establecíó la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, redujo la participación electoral elevando la renta necesaria para ser candidato y para poder votar, y limitó las libertades de expresión y de reuníón.
Además, los moderados iniciaron la reorganización administrativa del Estado: crearon la figura del gobernador civil en cada provincia, centralizaron y unificaron la enseñanza para todos los territorios, elaboraron un nuevo Código Penal para unificar y racionalizar las leyes, crearon la Guardia Civil como cuerpo encargado del orden en el medio rural e iniciaron una reforma fiscal para sanear la Hacienda.
Bienio progresista (1854-1856)
Un nuevo pronunciamiento militar llevó al poder a los progresistas en coalición eón la Uníón Liberal.
Se restauró la Constitución reformista-de 1837 y se redactó una nueva que, sin embargo, no llegó a aplicarse.
En este breve período se iniciaron importantes reformas económicas, como:
— La Ley de Ferrocarriles (1855), que posibilitó que en pocos años se desarrollara una modesta red de vías férreas.
— La nueva Ley de Desamortización (1855), realizada por el ministro Pascual Madoz, que afectó a tierras de uso y propiedades comunales.
Últimos años del reinado (1856-1868)
Durante la última etapa del reinado de Isabel ll se sucedieron en el poder los moderados y los unionistas. Se reinstauró la Constitución de 1845, y fue un período de estabilidad política y de un cierto crecimiento económico.
El autoritarismo con que gobernaban moderados y unionistas, la muerte de sus líderes políticos (Narváez y O’Donnell), la crisis financiera y de subsistencia iniciada en 1866 y la pérdida de popularidad de la reina facilitaron el entendimiento entre progresistas y demócratas, quienes, en el Pacto de Ostende, acordaron el derrocamiento de Isabel Il. Un pronunciamiento militar en 1868 provocó el cambio político y supuso el exilio de la reina a Francia.
3.2. El sexenio democrático (1868-1874)
El pronunciamiento de 1868, denominado Revolución Gloriosa, estuvo liderado por el almirante Topete, y contó con el apoyO de sectores políticos hasta entonces marginados del poder, como progresistas y republicanos.
Las Cortes constituyentes, elegidas por sufragio universal masculino, aprobaron la Constitución de 1869, mucho más democrática que las anteriores: la Corona dejó de tener poderes políticos y se reconocíó un gran número de libertades públicas.
Las Cortes eligieron como nuevo rey de España a Amadeo de Saboyá. Durante su breve reinado (1871-1873), Amadeo | respetó la Constitución, pero los escasos apoyos que consiguió, el aumento de la agitación republicana y el nuevo levantamiento carlista lo llevaron a abdicar el 11 de Febrero de 1873. Ese mismo día las Cortes proclamaron la República.
La Primera República (1873-1874)
A lo largo de su existencia, la Primera República intentó, sin éxito, consolidar el sistema democrático iniciado en 1868. Pero el nuevo régimen tuvo que enfrentarse a graves problemas, como la división interna de los republicanos entre federalistas y unitarios, una nueva guerra carlista, la guerra de Cuba o el cantonalismo. Todo ello provocó su inestabilidad y finalmente su fracaso. Tuvo cuatro presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nícolás Salmerón y Emilio Castelar.
En Enero de 1874, el general Manuel Pavía dio un Golpe de Estado y disolvíó las Cortes. El general Serrano, antiguo unionista, asumíó la presidencia de un gobierno dictatorial con el objetivo de restablecer el orden público y ganar la guerra contra los carlistas y la de Cuba. En Diciembre se produjo la sublevación del general Martínez Campos y se restauró la monarquía en la figura de Alfonso XIl, hijo de Isabel ll.
4. La Restauración (1875-1898)
En Enero de 1875 se restauró la monarquía en la figura de Alfonso XIl, que accedíó al trono a los 17 años de edad.
4.1. El sistema político de la Restauración
Con el retorno de la monarquía se instauró un nuevo sistema político de carácter liberal diseñado por Cánovas del Castillo, que restringía el acceso al gobierno solo a dos partidos:
— Partido Conservador, dirigido por el propio Cánovas del Castillo, fruto de la uníón de liberales moderados y progresistas.
— Partido Liberal, dirigido por Práxedes Mateo Sagasta, formado por demócratas y republicanos. Ambos partidos coincidían en lo esencial: defensa de la monarquía, de la Constitución, del Estado liberal y centralista… Pactaron un turno pacífico y se alternaron en el gobierno durante más de cuarenta años (bipartidismo). Para garantizar el turno se recurría al fraude electoral: los caciques locales aseguraban la obtención de la mayoría en las elecciones con la compra de votos o la coacción.
La estabilidad gubernamental
El reinado de Alfonso XIl (1875-1885) se caracterizó por la no injerencia del monarca en política, lo que contribuyó a la estabilidad gubernamental. Los conservadores gobernaron la mayor parte del período y llevaron a cabo la pacificación militar y la redacción de la Constitución de 1876. En los años que gobernó el Partido Liberal se tomaron algunas medidas reformistas, como la abolición de la esclavitud en Cuba, la ley de asociaciones o la implantación del sufragio universal masculino. A la muerte de Alfonso XIl asumíó la regencia su segunda esposa, María Cristina de Habsburgo (1885-1902).
4.2. La crisis de 1898
Los años ochenta del Siglo XIX fueron una década de grandes dificultades para la sociedad y la economía españolas. El mayor problema de España fue la guerra colonial en Cuba (1895-1898) y Filipinas (1896-1898). Su origen se encuentra en la política de bloqueo a las reformas administrativas y económicas que llevaron a cabo los partidos dinásticos y en los intereses expansionistas de Estados Unidos.
La intervención de Estados Unidos
España explotaba los recursos de la isla de Cuba (azúcar, café y tabaco), sin tener en cuenta a los hacendados locales. Por su parte, Estados Unidos tenía intereses económicos en la isla y ofrecíó ayuda a los insurrectos cubanos. Las autoridades españolas reprimieron duramente las reivindicaciones cubanas, lo que favorecíó el estallido de insurrecciones. En 1895 José Martí líderó la guerra de independencia de Cuba. Casi simultáneamente comenzó una revolución en Filipinas, un archipiélago casi olvidado por España. Estados Unidos declaró la guerra a España e intervino, demostrando la superioridad de su flota. *
El Tratado de París (1898) puso fin al conflicto: Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam fueron cedidas a Estados Unidos, y Cuba, formalmente independiente, quedó bajo control norteamericano.
Las consecuencias del conflicto
Las pérdidas económicas alteraron las finanzas y los precios aumentaron. Todo ello afectó a las clases más humildes, que, además, padecieron las pérdidas humanas, ya que las clases altas evitaron la movilización mediante el pago de ciertas tasas.
El desastre colonial agravó la crisis del régimen de la Restauración, pues aumentaron las voces que exigían una reforma de la Administración. Finalmente, la pérdida del Imperio provocó una crisis cultural y de identidad, con la aparición de una conciencia crítica que exigía una regeneración profunda de la sociedad española.
5. La reforma agraria
A lo largo del Siglo XIX, la propiedad de la tierra se mantuvo como la principal fuente de riqueza de España, por lo que la economía española estuvo condicionada por la evolución de la agricultura.
5.1. Las reformas
Durante la primera mitad del siglo, los gobiernos liberales aplicaron algunas reformas modernizadoras de la agricultura para promover el crecimiento económico del país.
Las reformas más importantes fueron:
— Disolución del régimen señorial, por lo que la nobleza dejó de administrar justicia y de cobrar ciertos impuestos como hacía desde la época medieval.
— Desamortización de los bienes eclesiásticos y comunales. La desamortización consistía en la expropiación por parte del Estado de las propiedades de los nobles y de la Iglesia, así como de las tierras comunales, y su posterior venta en subasta pública. Las tierras puestas a subasta fueron compradas mayoritariamente por los nobles y los burgueses, que aumentaron sus propiedades agrarias.
Los campesinos fueron los grandes perjudicados de estas reformas, pues carecían de medios para acceder a la compra de tierras. Muchos de ellos pasaron a ser jornaleros, con duras condiciones de trabajo y unos salarios muy bajos. Otra parte del campesinado optó por emigrar a las ciudades, donde la industria incipiente precisaba mano de obra, o al extranjero, especialmente al continente americano.
La propiedad de la tierra sufríó un proceso de concentración y se aumentó la extensión de las tierras cultivadas. Pero la mayoría de los propietarios prefirió seguir viviendo de las rentas y no realizó las inversiones necesarias para modernizar el campo y obtener así una mayor productividad. A pesar de las reformas aplicadas, la agricultura española del Siglo XX se caracterizó por su estancamiento, ya que pervivíó una explotación agraria tradicional que frenó el desarrollo de una verdadera economía industrial similar a la de otros países europeos.
6. La industrialización
La industrialización se inició en España hacia la década de 1830, pero la lentitud en su ritmo de crecimiento provocó que, a finales de siglo, los niveles de renta y producción fuesen muy inferiores a los de los países europeos más industrializados. La agricultura seguía siendo la actividad esencial.
6.1. Una industrialización desigual
El proceso de industrialización fue muy desequilibrado sectorial y regionalmente. Solo consiguieron despegar la industria textil catalana y la siderurgia vasca. En cambio, otros sectores, como la minería o la construcción del ferrocarril, experimentaron un desarrollo importante, pero con resultados irregulares.
Los principales factores que dificultaron la extensión de la. Industrialización fueron:
— La falta de capital para invertir debido a la escasa rentabilidad de la agricultura.
— La inexistencia de un mercado interior que permitiese absorber la producción industrial.
— La escasez de recursos energéticos.
— La falta de una red de transportes y comunicaciones que facilitara los intercambios.
— Las pocas inversiones por parte de la burguésía terrateniente.
Entre 1830 y 1850 se produjo en Cataluña la mecanización de la industria algodonera. La repatriación de capitales americanos y las medidas proteccionistas adoptadas por los gobiernos permitieron la introducción de nuevas fuentes de energía (primero la hidráulica y después la del vapor) y la importación de máquinas británicas, como las llamadas selfactinas. Todo ello permitíó un rápido aumento de la producción entre 1850 y 1860.
La mecanización del sector textil impulsó el desarrollo de la minería española y de la industria siderúrgica, que tuvo lugar en las décadas de 1860 y 1870 en Asturias, Málaga y Almería, gracias a sus recursos carbóníferos. A partir de 1880 la siderurgia se concentró en Vizcaya, donde se desarrolló una potente industria siderúrgica, favorecida por la abundancia de hierro de calidad.
7. Cambio y continuidad en la sociedad española
Los cambios económicos y políticos que se produjeron en Europa a lo largo del Siglo XIX configuraron una nueva sociedad de clases propia del capitalismo. En España, la evolución de la sociedad fue mucho más lenta a causa del escaso desarrollo industrial y la pervivencia de la agricultura como principal sector económico.
7.1. El mundo rural
Los campesinos constituían el grupo social mayoritario en la España del Siglo XIX y una gran parte de ellos vivía en una situación miserable.
La pervivencia del latifundio y el paro estacionario (a veces de cinco meses) provocaban que los campesinos apenas alcanzaran niveles de subsistencia; incluso en ocasiones muchos de ellos recibían una parte o la totalidad de su salario en especie. Todo ello explica que las revueltas campesinas fueran habituales durante todo el siglo.
7.2. Las transformaciones sociales
La nobleza mantuvo su preeminencia social y económica, a pesar de que las distintas reformas liberales abolieran los privilegios estamentales y permitieran que una burguésía terrateniente accediera a la propiedad de la tierra. En Cataluña y el País Vasco, aparecíó una dinámica burguésía industrial que impulsó el desarrollo económico del país, pero tuvo difícil acceso a la vida política.
Por otra parte, en las clases populares, mayoritariamente campesinas, crecíó el proletariado industrial, que se concentró en ciudades como Barcelona, Bilbao o Málaga. Los obreros industriales sufrieron largas jornadas de trabajo en las fábricas (de entre 12 y 14 horas) a cambio de salarios muy bajos.
Entre estos dos grupos se fue configurando una clase media formada por comerciantes y profesionales liberales (médicos, abogados…).
7.3. El movimiento obrero
El movimiento obrero nacíó como respuesta a las duras condiciones de trabajo y las desigualdades sociales que se dieron desde fos inicios de la industrialización. A partir de 1840, los obreros empezaron a organizarse en asociaciones formadas por trabajadores del mismo oficio y localidad. Estas asociaciones nacieron con fines de ayuda mutua para socorrer a sus miembros en caso de enfermedad o huelga, además de defender el derecho de asociación y las mejoras laborales.
Durante el sexenio democrático, hubo un apogeo del movimiento obrero, que se identificó ideológicamente con el republicanismo. La legalización de las organizaciones obreras permitíó, además, la creación en 1870 de la sección española de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), principal difusora del anarquismo y el marxismo en España.
El anarquismo
El anarquismo arraigó sobre todo entre el proletariado industrial de Cataluña y el campesinado andaluz. Tuvo dos tendencias:
— Anarcosindicalista: que defendía la lucha sindical para conseguir el objetivo de la revolución social. De esta corriente surgíó en 1910 la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
— Anarcocomunista: partidaria de la acción directa, que derivaría en actos violentos contra la burguésía y el poder político. Entre 1880 y 1900 fueron numerosos los actos terroristas, como el que acabó con la vida de Cánovas en 1897. La represión gubernamental fue muy dura e indiscriminada.
El marxismo
El marxismo tuvo más influencia entre los obreros de Madrid, Astutias y Vizcaya. Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879 y el sindicato Uníón General de Trabaladores (UGT) en 1888. Los marxistas impulsaban la participación en las elecciones para llevar al Parlamento a diputados obreros que defendiesen los intereses de la clase trabajadora, como paso preVo para conseguir el poder político.