Etapas:
- Década moderada (1844-1854)
En las elecciones de 1844, los moderados consiguieron una amplia mayoría y el general Narváez formó nuevo gobierno.
Su objetivo era clausurar la etapa revolucionaria e implantar un nuevo régimen basado en la autoridad, el orden y la represión. Se trataba de crear un sistema liberal moderado que garantizase el dominio de la gran burguésía terrateniente y financiera y algunos sectores profesionales liberales y del ejército.
Para ello elaboraron la Constitución de 1845, que asentaba los principios del moderantismo:
- Se establece el principio de Soberanía Compartida, con un poder legislativo en manos de las Cortes y el Rey.
- Las Cortes se compónían de dos cámaras, el Senado y el Congreso de los diputados:
- El Senado estaba compuesto por miembros vitalicios elegidos directamente por la Corona entre las élites de la nobleza, el clero, el ejército y la administración.
- Los diputados del Congreso eran elegidos mediante sufragio censitario. La reina se reservaba la posibilidad de poder disolver esta cámara a voluntad, sin otro límite que convocar elecciones para la formación de una nueva cámara.
- Incluía una declaración de derechos, aunque podían ser limitados mediante un desarrollo legislativo posterior. De hecho, fueron sistemáticamente limitados mediante leyes ordinarias posteriores.
- Se declara la exclusividad de la religión católica y se obliga al estado a mantener a la Iglesia.
- Se suprime la Milicia Nacional.
- El rey podía nombrar alcaldes en determinados pueblos, así como a los presidentes de las diputaciones provinciales
Los moderados configuraron un régimen político basado en el centralismo político- administrativo:
- Se llevó a cabo una reforma fiscal, que establecía la contribución directa sobre la propiedad y creaba el impopular impuesto sobre el consumo, que gravaba algunos productos de primera necesidad.
- Se aprobó el Código Penal y el Código Civil.
- Se procedíó a la reforma de la Administración pública con un sistema jerárquico de control.
- Se establecíó un sistema nacional de instrucción pública, que regulaba los diferentes niveles de enseñanza y elaboraba los planes de estudios.
- Se creó la Guardia Civil.
- Se impuso el Servicio Militar obligatorio.
- Se adoptó un único sistema de pesos y medidas, el sistema métrico decimal.
- Para mejorar las relaciones del Estado con la Iglesia, deteriorada por las desamortizaciones, se firmó un Concordato con la Santa Sede en 1851, por el que el papado reconocía a Isabel II y aceptaba el proceso desamortizador que, desde aquel momento, quedaba en suspenso. El Estado se comprometía al sostenimiento de la Iglesia, le otorgaba competencias en educación y se reconocía el catolicismo como religión oficial del Estado.
Los gobiernos moderados no consiguieron dar estabilidad política al Estado. Tuvieron que hacer frente a diversos conflictos: protestas contra las quintas, motines de campesinos, huelgas obreras… y a las acciones de demócratas y republicanos, sobre todo durante el contexto revolucionario europeo de 1848.
Los carlistas protagonizaron un nuevo levantamiento en Cataluña (1846-1849) en apoyo a la candidatura al trono del segundo pretendiente carlista, hijo mayor de Carlos Mª Isidro y conocido entre sus seguidores como Carlos VI. El régimen reprimíó el levantamiento con la intervención del ejército y de la Guardia Civil.
Por otra parte, las divisiones internas del moderantismo y las luchas entre tendencias propiciaron la inestabilidad de los gobiernos. La vida política no se desarrollaba en las Cortes, sino alrededor de la corte y a partir de la influencia de las distintas camarillas que buscaban el favor real al margen de la vida parlamentaria.
La deriva autoritaria, con la reforma de 1852, por el que el gobierno de Bravo Murillo establecíó un sufragio más restringido, podía suspender las Cortes y gobernar por decreto, precipitó el levantamiento de progresistas, demócratas y republicanos. La acción se inició en Vicálvaro (Madrid) en 1854, con el pronunciamiento del general O’Donnell, un moderado descontento. La incorporación de los progresistas al movimiento que publicaron el Manifiesto de Manzanares, de contenido reformista, desencadenó la revuelta popular en las ciudades.
El cambio se hizo irreversible e Isabel II se vio obligada a aceptar un gobierno presidido por Espartero y con O’Donnell al frente del ministerio de Guerra.
La alianza entre progresistas tibios y moderados avanzados condujo a la formación de la Uníón Liberal, reflejo del acuerdo entre Espartero y O’Donnell.
- Bienio Progresista (1854-1856)
El gobierno progresista impulsó importantes reformas que dieron lugar a una etapa de desarrollo y expansión económica.
Las Cortes aprobaron una nueva ley de Desamortización civil en 1855, obra del Madoz, que afectó a los bienes sobre todo de los ayuntamientos (bienes de propios y de comunes). Con su venta y privatización se consiguieron recursos para la Hacienda y se desarrolló la agricultura de mercado en beneficio de la nueva burguésía agraria y en detrimento de los pequeños campesinos que perdieron el derecho de uso de las tierras comunales.
También se aprobó la Ley General de Ferrocarriles (1855) que regulaba e incentivaba la construcción de las líneas ferroviarias.
El nuevo gobierno tuvo que afrontar graves problemas sociales:
- Una crisis de subsistencia que, unida a una epidemia de cólera, afectó especialmente a las clases populares y acentuó el malestar social. En consecuencia, se produjeron levantamientos en Castilla, con asaltos e incendios de fincas y fábricas.
- En Cataluña se produjo una importante conflictividad obrera. Los trabajadores pedían la reducción de los impuestos de consumos, la mejora de los salarios y la reducción de la jornada laboral. Los métodos represivos del General de Cataluña provocaron importantes huelgas obreras.
Ante la conflictividad social, algunos jefes militares promovieron duras medidas represivas que provocaron el enfrentamiento con el gobierno de Espartero.
El general O’Donnell protagonizó un Golpe de Estado, cerró las Cortes y anuló la libertad de prensa.
- La desintegración de la monarquía isabelina (1857-1868)
Tras el golpe militar de 1856, O’Donnell restablecíó la Constitución de 1845, un acta adicional de carácter más liberal. Pero perdíó la confianza de la reina que nombró nuevo presidente del ejecutivo a Narváez.
Narváez intentó volver a la situación anterior a 1854, con una serie de reformas.
Para disminuir el analfabetismo, se aprobó la Ley de Instrucción Pública del ministro Moyano (1857), la primera gran ley de educación en España, que dividía la enseñanza en tres grados (primaria, secundaria y universitaria)
Narváez fue destituido por la reina debido a cuestiones internas de palacio. Se abríó un periodo de inestabilidad, la reina Isabel II volvíó a nombrar a O’Donnell (1858) como jefe del ejecutivo. Este consolidó a su alrededor el nuevo partido, Uníón Liberal.
Hasta 1866 fueron años de expansión económica y de incremento de los recursos de Hacienda que, en buena medida se gastaron en una activa política exterior. España participó en operaciones militares tan costosas como inútiles, que pretendían rehacer su imagen como potencia y estimular el patriotismo. Se llevaron a cabo tres campañas (expedición a la Conchinchina junto a Francia; una intervención en Méjico para exigir el pago de una deuda atrasada; de Marruecos, con el pretexto de un ataque rifeño a Ceuta, que otorgó gran prestigio al militar progresista Prim) que contaron con el apoyo de los grupos políticos y de la alta burguésía.
Estos éxitos no pudieron esconder el desgaste del gobierno, a causa del descontento del sector más progresista y O’Donnell se vio obligado a dimitir.
La radicalización del autoritarismo desde 1863 y el fuerte intervencionismo de la reina, refrendado por la creciente influencia de su camarilla, acabaron por desnaturalizar el sistema liberal y provocar una gran inestabilidad gubernamental.
En 1866, la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil se convirtió en una revuelta popular en Madrid y fue duramente reprimida. El gobierno de Narváez cerró las Cortes e implantó una especie de dictadura.
La situación del gobierno empeoró a raíz de la crisis de subsistencia de 1866, que provocó el aumento de los precios y el descontento popular. Los progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende para acabar con la monarquía de Isabel II, formar un gobierno provisional y convocar Cortes Constituyentes por medio del sufragio universal masculino.
A partir de 1866, las crisis económicas y políticas propiciaron el fin de la época de prosperidad:
- Una crisis financiera puso en evidencia que las inversiones ferroviarias no eran rentables por el escaso volumen de tráfico. El valor de las acciones en Bolsa cayó estrepitosamente
- Una crisis industrial provocada por el encarecimiento del precio del algodón, a raíz de la Guerra de Secesión de Estados Unidos, había interrumpido las exportaciones algodoneras.
- Una crisis de subsistencia desencadenada por una sucesión de malas cosechas derivó en una escasez de trigo y un aumento de su precio. Cuando este alimento es el alimento básico de la población.
Hacia 1868, una gran parte de la población tenía motivos para oponerse al sistema isabelino.
El deterioro político se hizo evidente cuando el Partido Moderado, en el poder, reacciónó reprimiendo las protestas, cerrando las Cortes y gobernando por decreto. La iniciativa de la oposición, materializada en el Pacto de Ostende, desembocó en un levantamiento no solo contra el gobierno, sino también contra la propia monarquía.
El 18 de Septiembre de 1868, la escuadra concentrada en Cádiz al mando del brigadier Topete, inició la revuelta con el apoyo de los generales Prim y Serrano. Un manifiesto bajo el lema “Viva España con honra” denunciaba la corrupción de la monarquía, pedía la participación de los ciudadanos para defender la libertad y se anunciaba la formación de un gobierno provisional y la convocatoria de Cortes constituyentes por sufragio universal. La sublevación, llamadaRevolución Gloriosa,se extendíó de forma inmediata por Andalucía y, progresivamente, por todo el país.
La reacción de los gobernantes fue agrupar el ejército en Madrid para acabar con la sublevación. El 28 de Septiembre, la derrota en la batalla de Alcolea de las fuerzas gubernamentales llevó a la dimisión del Gobierno y provocó el exilio de la reina Isabel II.
Durante el reinado de Isabel II no hubo normalidad constitucional debido a que el nuevo Estado liberal se vio mediatizado desde su comienzo por una serie de factores que dificultaron la estabilidad del sistema:
- La constante injerencia del ejército: procedía del prestigio alcanzado durante las guerras (de independencia y carlistas) y de su estrecha asociación con los partidos políticos. Así, los militares, tanto moderados como progresistas, recurrieron sistemáticamente al pronunciamiento para derribar a los gobiernos.
- La intromisión de la Corona en los asuntos políticos: el acceso al poder ejecutivo se conseguía por mandato de la Corona.
- La influencia de las camarillas políticas que se formaron alrededor de la reina y luchaban entre sí para influir en la soberana sobre los asuntos políticos del momento y que llegaron a tener mucho poder.
- La frecuente suspensión de las garantías constitucionales: ante los conflictos, el gobierno recurría a la suspensión de las garantías constitucionales y a la proclamación de estados de excepción o de guerra, ya que les permitía actuar sin contemplaciones contra los grupos disidentes. Esta suspensión limitaba o prohibía el ejercicio de los derechos.