5.3 EL REINADO DE Fernando VII: LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO. EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS AMERICANAS
En Diciembre de 1813, se firmó el Tratado de Valençay, por el que Fernando VII recuperó la corona de España y el Dais sallo de la coalición antifrancesa. En Marzo de 1814, Fernando VII regresó a España, donde fue recibido con el Manifiesto de los Persas, firmado por diputados absolutistas. Con él, se justificaba la vuelta del absolutismo, se desacreditaba la labor de las Cortes de Cádiz y se pedía al rey que no firmara la Constitución. También se solicitaba una monarquía moderada. Como respuesta, Fernando VII firmó en Valencia el Decreto de 4 de Mayo, por el que declaró nula la obra jurídica de las Cortes y la Constitución. Con esto, se inició el primer periodo del reinado de Fernando VII, el Sexenio absolutista (1814-1820). Se volvíó al Antiguo Régimen y se llevaron a cabo medidas como el restablecimiento de los Consejos, de la Inquisición y de los derechos feudales y se suprimíó la desamortización. Además de por el retroceso económico provocado por el regreso del Antiguo Régimen y la ruina causada por la Guerra de Independencia, la situación se agravó debido a las luchas de las colonias americanas por su independencia. Estos hechos condujeron a una crisis económica, agraria y de la Hacienda. El malestar se generalizó, lo que favorecíó los pronunciamientos militares de liberales apoyados por el ejército, aunque todos fracasaron. El país se dividíó en dos grandes grupos: las fuerzas progresistas (liberales, defienden la monarquía parlamentaria y son una minoría) y las tradicionalistas defienden el absolutismo, son gran parte de la nobleza y el clero junto a los sectores conservadores del pueblo) El 1 de Enero de 1820, el militar Rafael del Riego, realizó un pronunciamiento en Cabezas de San Juan (Sevilla) con tropas que iban a ser enviadas a América. A esta, le siguieron otras sublevaciones por España. Esto provocó que, en Marzo de 1820, Fernando VIl jurara la Constitución de 1812, iniciándose así el Trienio Liberal (1820-1823). Durante esta etapa, se decretó restaurar las reformas de Cádiz y se acabó definitivamente con el Antiguo Régimen. Los liberales se dividieron en dos grupos: los moderados o «doceañistas», que eran partidarios de pactar con los absolutistas, y los exaltados o «veinteañistas», que preferían radicalizar las reformas y acabar con los realistas Además, existía una gran oposición campesina y realista, respaldada por Fernando VII y las grandes potencias absolutistas europeas. En 1823, Francia envió a España los Cien Mil Hijos de San Luis, un ejército contra los liberales que consiguió restaurar el absolutismo, iniciando la Década Ominosa (1823-1833). En esta etapa no se volvíó al Antiguo Régimen, pues era insostenible, pero se llevaron a cabo algunas reformas económicas y administrativas. El absolutismo se dividíó en dos sectores: el reformista, que apoyaba a la Corona, y el ultrarrealista, del lado de Carlos María Isidro (hermano de Fernando VII). En 1829, Fernando VII aprobó la Pragmática Samción, que anulaba la Ley Sálica para que su hija, Isabel II, pudiera reinar. Esto provocó la oposición de los ultrarrealistas, que desembocó en una guerra civil entre los partidarios de Carlos María Isidro y los de Isabel, la Primera Guerra Carlista. Por otro lado, en 1808 se inició el proceso de independencia de las colonias americanas. Este proceso fue protagonizado por minorías criollas y blancas.
Algunos de los factores que lo hicieron posible fueron la nefasta política colonial de los Borbones, el ejemplo de la independencia de Estados Unidos, la extensión de las ideas liberales europeas o la ayuda de Reino Unido y Estados Unidos. El desencadenante fue el vacío de poder provocado por la invasión francesa de la Península. El proceso de independencia se divide en dos fases. La primera etapa (1810-1814) se caracteriza por la aparición de movimientos revolucionarios que llevan a la creación de nuevos gobiernos americanos siguiendo un modelo común (primero se convoca un cabildo y luego un Congreso, que elabora una Constitución, que proclama la independencia y un régimen republicano). En la segunda fase (1815-1824), las tropas enviadas por Fernando VII restablecieron en 1815 la autoridad española en toda América. Entre 1816 y 1824, las campañas militares de San Martín y Simón Bolívar, iniciadas en Río de la Plata y Nueva Granada, independizaron en pocos años todos los territorios americanos excepto Cuba y Puerto Rico. El proceso de independencia generó grandes consecuencias económicas para España debido a la pérdida del control del mercado americano y la reducción del comercio con América. Además, también permitíó el pronunciamiento de Riego y provocó la pérdida definitiva del rango de potencia.
6.1 EL REINADO DE Isabel II (1833-1868): LA PRIMERA GUERRA CARLISTA. EVOLUCIÓN POLÍTICA, PARTIDOS Y CONFLICTOS. EL ESTATUTO REAL DE 1834 Y LAS CONSTITUCIONES DE 1837 Y 1845
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, su hija Isabel, de solo tres años de edad, fue nombrada reina. Su madre, María Cristina. Asumíó la regencia. Dos días después. Carlos María Isidro. Hermano de Fernando VII. Se autoproclamó Carlos V mediante el Manifiesto de Abrantes. Este hecho dió comienzo a una Guerra Civil entre carlistas e isabelinos. El bando isabelino comprendía desde absolutistas fernandinos hasta liberales que veían en Isabel y su madre la oportunidad perfecta para implantar el liberalismo. Los isabelinos recibieron el apoyo de Gran Bretaña, Francia y Portugal. El carlismo, por otro lado, se basó en el apoyo de los partidarios del absolutismo y de la defensa de los fueros. También negaba la soberanía nacional y su lema era «Dios. Patria, fueros y rey». Los levantamientos carlistas únicamente triunfaron en el norte (País Vasco, Navarra, El Maestrazgo y Cataluña). Este bando recibíó una ayuda limitada de potencias absolutistas como Rusia, Prusia y Austria. El conflicto, denominado como Primera Guerra Carlista (1833-1839), se dividíó en tres etapas. En la primera (1833-1835), los carlistas, dirigidos por el general Zumalacárregui, derrotaron a los isabelinos en el norte. Con la muerte de este, la guerra cambió de dirección. En la segunda etapa (1835-1837), los carlistas son derrotados en la Batalla de Luchana y fracasan con la Expedición Real y la de Gómez. En la tercera etapa (1837-1839/40), la división interna del carlismo condujo a la firma del Convenio de Vergara (1839) entre el carlista moderado Maroto y el liberal
Espartero. Con esto terminó la guerra en el País Vasco y Navarra, aunque continuó en Cataluña y El Maestrazgo al mando de genera Cabrera quien en 1840 tuvo que huir de aspaña Así terminó la guerra aunque el carlismo quedó aun vivo. La guerra tuvo varias consecuencias como una notable pérdida demográfica. La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo, la adquisición de protagonismo militar en la política, la desamortización y el retraso de la industrialización. En cuanto al reinado de Isabel II, inicialmente su madre ejercíó como regente. La regencia de María Cristina (1833-1840) comenzó con un acuerdo con los liberales para poder enfrentarse a los carlistas. En Enero de 1834, María Cristina llamó al frente de gobierno al liberal moderado Martínez de la Rosa, quien se encargó de la promulgación del Estatuto Real de 1834, que era una concesión de la Corona a sus súbditos. En esta carta otorgada se reafirmaba el poder de la Corona v se establecía que las Cortes. Por primera vez bicamerales con dos estamentos: de Próceres y de Procuradores), poseían únicamente poder consultivo. Entre 1835 y 1836, tuvieron lugar una serie de revueltas ciudadanas impulsadas por los progresistas. Tras esto, María Cristina mandó formar gobierno al liberal progresista Juan Álvarez Mendizábal, quien llevó a cabo la desamortización de los bienes del clero. Debido a la presión por parte de los privilegiados, María Cristina le destituyó. Esto provocó revueltas populares, siendo el motín en La Granja de San Ildefonso (Agosto de 1836) el más grave. En él, se obligó a María Cristina a firmar la Constitución de 1812 mientras se redactaba otra nueva, la de 1837, cuya elaboración fue dirigida por el progresista Calatrava. Con este texto constitucional se inauguró la soberanía compartida entre las Cortes y el Rey, se introdujo el bicameralismo parlamentario, se establecíó una nueva ley electoral (sufragio masculino censitario) y se afirmó la libertad religiosa, junto con otros derechos individuales y libertades.
En 1840, tras intentar aprobar una Ley de Ayuntamientos, María Cristina se vió obligada a huir de España y nombró presidente al general progresista Espartero, quien sumíó la regencia de Isabel II (1840-1843). Su gobierno se caracterizó por un fuerte autoritarismo, motivo por el que en 1843 se creó una «coalición antiesparterista». En ese mismo año. Un pronunciamiento liderado por el militar moderado Narvaez contra Espartero, termino con la huida del mismo. El 10 de Noviembre de 1843, las Cortes coronaron como mayor de edad a Isabel II a sus trece años, dando comienzo a su reinado. Que se dividió en tres etapas. En la Década Moderada 1844-1854). Encabezada por Narváez, se promulgó la Constitución de 1845, una revisión conservadora de la de 1837. En ella, quedó establecida la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes y se mantuvieron las Cortes bicamerales pero también se introdujeron reformas conservadoras como la confesionalidad católica del Estado y la limitación de libertades. Además, se elaboraron leyes para reorganizar el Estado (creación de la Guardia Civil, aprobación de un nuevo Código Penal y reforma del sistema fiscal, entre otras). Durante esta etapa también se produjo la boda de Isabel II y Carlos IV, que sirvió como excusa para iniciar la Segunda Guerra Carlista (1646-1649), la cual Narváez supo reprimir. En 1854, el general O’Donnell encabezó un levantamiento (La Vicalvarada) que fracasó. Tras su huida, O’Donell firmó el Manifiesto en Manzanares, con el que logró una generalización de la sublevación. La reina Isabel II nombró a Espartero como jefe de gobierno y a O’Donnell como ministro de Guerra, quien creó la Uníón Liberal. Así comenzó el Bienio Progresista (1854-1856), durante el cual se llevaron a cabo la desamortización de Madoz y La Ley General de Ferrocarriles (ambas en 1855) y se redactó la Constitución «non nata de 1856. En 1856, debido a la conflictividad social y la división de la coalición, Isabel II mandó formar gobierno a O’Donell y cerró las Cortes, finalizando así el Bienio Progresista. En este momento, y hasta 1868, se produjo una alternancia entre los moderados y la Uníón Liberal en el gobierno. O’Donnell gobernó brevemente en 1856, volviendo a las instituciones de la Década Moderada y reimplantando la Constitución de 1845. Ese mismo año, fue sustituido por Narváez (1856-1858), quien restablecíó completamente el régimen moderado. En 1858, Isabel II pidió a O’Donnell que volviera al gobierno, comenzando así el gobierno «largo» de la Uníón Liberal (1858-1863), que dotó al país de mayor estabilidad política y desarrollo económico. Tras la dimisión de O’Donnell en 1863, Narváez volvíó al poder. Tras numerosos problemas (crisis política, económica, desprestigio de la reina, sublevaciones como la del Cuartel de San Gil y la de Prim, etc.), se reunieron en el verano de 1866 en Bélgica las principales figuras progresistas y demócratas para firmar el Pacto de Ostende comprometíéndose a derrocar a Isabel II. La muerte de O’Donnell y, posteriormente, la de Narváez dejó a la reina sin sus últimos apoyos, estallando la revolución «La Gloriosa», que acabó con e reinado de Isabel II.
6.3 SEXENIO DEMOCRÁTICO: CONSTITUCIÓN DE 1869. GOBIERNO PROVISIONAL, REINADO DE AMADO DE Saboyá Y PRIMERA REPÚBLICA
Los últimos años del reinado de Isabel II está marcados por gobiernos autoritarios e inestables, graves crisis, el desprestigio de la reina y el deterioro del sistema político. Con el fin de derrocar a la reina e imponer consignas como el sufragio universal masculino o la soberanía nacional, progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende. Tras varias sublevaciones, las tropas isabelinas fueron derrotadas en la batalla de Alcolea (28 de Septiembre de 1868), por lo que Isabel II huyó de España. Esto hecho llevó a la formación de un gobierno provisional (1868-1870), iniciándose as el Sexenio Democrático (1868-1874). Este gobierno estuvo constituido por los principales líderes (Prim, Sagasta, Figuerola, Ruíz Zorrilla y Topete) y liderado por Serrano. Algunas de las primeras medidas adoptadas fueron la disolución de las Juntas y la Milicia Nacional, la instauración de algunas libertades (de enseñanza, de imprenta), el establecimiento del sufragio universal masculino para los mayores de 25 años y la implantación de medidas librecambistas. En Enero de 1869 se celebraron las primeras elecciones a Cortes constituyentes con sufragio universal masculino en las que ganó la coalición monárquico-demócrata (progresistas, unionistas y demócratas). También aparecen dos minorías importantes: carlistas y republicanos. La primera tarea de las Cortes fue la redacción del primer texto democrático de España. La Constitución de 1869. Esta constitución definía el Estado como una monarquía democrática y establecía el sufragio universal masculino directo. Además, garantizaba numerosos derechos y libertades ciudadanas (de culto, de manifestación) y proclamaba la soberanía nacional y una estricta división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). Tras la proclamación de la Constitución, las Cortes nombraron regente a Serrano mientras que Prim era el jefe de gobierno. España era una monarquía sin rey, por lo que se propusieron varios candidatos para reinar. Finalmente, el elegido fue Amadeo de Saboyá, quien el 2 de Enero de 1971 firmó la Constitución de 1869 y se convirtió en rey de España. Cuando Ilegó, Prim, quien le había propuesto, había sido asesinado. Su reinado estuvo marcado por una gran instabilidad política. Tuvo que hacer frente a problemas como la oposición de los republicanos y de quienes le consideraban un rey extranjero y la división interna de los partidos que le habían votado (progresistas y unionistas) en dos partidos: el Constitucionalista y el Radical. Además, tuvo que lidiar con dos guerras: la guerra de independencia de Cuba (1868-1878) y la Tercera Guerra Carlista (1872-1876). EI 10 de Febrero de 1873, Amadeo I abdicó. El mismo día de la abdicación de Amadeo de Saboyá, las Cortes sometieron a votación la proclamación de la una república, que fue proclamada el 11 de Febrero de 1873 con Figuras de presidente. La Primera República española no recibíó prácticamente apoyos y se enfrentaron dos corrientes republicanas: los partidarios de una república centralista y los federales, que a su vez se dividieron en transigentes e intransigentes. Se trató de un periodo muy inestable: hubo cuatro gobiernos, seis presidentes, dos guerras (la cubana y la carlista), frecuentes movimientos de protesta social. Durante el gobierno de Pi y Margall, se redactó una Constitución, pero no fue aprobada, y tuvo lugar la sublevación cantonal. Salmerón acabó con el cantonalismo. EI último presidente, Castelar, dio un vuelco conservador a la república y gobernó autoritariamente. Por ello, en Enero de 1874, se preparó una moción de censura. Sin embargo, el general Pavía dio un Golpe de Estado para evitar la formación del nuevo gobierno y disolvíó las Cortes. Se instauró la conocida como república unitaria o dictadura del general Serrano, en la que se suspendíó la Constitución de 1869. EI objetivo de se gobierno era estabilizar n régimen republicano de carácter conservador, pero quienes podrían haber apoyado este proyecto, se decantaron por la vuelta del hijo de Isabel II. En Diciembre de 1874, el príncipe Alfonso firmó el Manifestó de Sandhurst. Más tarde en ese mismo mes, el pronunciamento militar
del general Martínez Campos en Sagunto proclamó rey de España a Alfonso XII, iniciándose la Restauración Borbónica.
7.1 RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): CÁNOVAS DEL CASTILLO Y TURNO DE PARTIDOS. CONSTITUCIÓN DE 1876
Durante el Sexenio Democrático, Cánovas del Castillo creó un partido monárquico a favor de la vuelta de los Borbones con Alfonso, el hijo de Isabel II. En 1870, logró que la anterior reina abdicara en su hijo y, en 1874, hizo que Alfonso firmara el Manifiesto de Sandhurst, por el que se comprometía a implantar en España una monarquía parlamentaria y que convencíó a la mayoría de los españoles. Cánovas intentó que Serrano dimitiera y que unas nuevas Cortes proclamaran a Alfonso como rey. Sin embargo, el general Martínez Campos se le adelantó y en Diciembre, dio un Golpe de Estado en Sagunto. En él, proclamó como rey de España a Alfonso XII. Esto inició la Restauración Borbónica (1874-1931). Con el fin de lograr una estabilidad y una recuperación económica para el país, Cánovas llevó a cabo una paz militar. Dio fin a la Tercera Guerra Carlista (1876) y a la Guerra de los Diez Años cubana (Paz de Zanjón, 1878). El sistema canovista estuvo respaldado por las clases altas y amplios sectores de las clases medias urbanas. Cánovas también consiguió la paz política, que debía basarse en un sistema donde las dos grandes tendencias del liberalismo tuvieran la seguridad de su presencia en el poder más pronto o más temprano. Había que evitar el monopolio del poder de los conservadores y los pronunciamientos militares de los progresistas y demócratas. Esto se consiguió mediante una alternancia pacífica del poder. Se buscaba crear dos partidos conocidos como dinásticos que aceptaran la Constitución de 1876 y la monarquía, la centralización del Estado y una legislación que defendiera la propiedad y a la burguésía. Además, también debían aceptar el fraude electoral como mecanismo de recambio en el gobierno y no podían destruir la tarea legislativa del contrario. Tras descartarse muchos partidos contrarios a estas ideas y algunas alianzas, los dos partidos dinásticos que se alternaron el poder fueron el Partido Liberal-Conservador y el Partido Liberal-Fusionista. El Partido Liberal-Conservador o Conservador, estuvo liderado por Cánovas hasta que fue asesinado en 1897. Su origen se encuentra en los antiguos moderados, unionistas, alguna facción del progresismo y el catolicismo. Su ideología se basaba en el liberalismo conservador y entre sus bases sociales se encontraban los grandes propietarios agrarios y la alta burguésía industrial y financiera con intereses coloniales. El Partido Liberal-Fusionista o Liberal, estuvo encabezado por Sagasta hasta su muerte en 1903. Este partido estaba formado por progresistas, algún unionista, políticos descontentos con Cánovas del Castillo y algunos republicanos moderados que decidieron colaborar con el sistema. Entre sus bases sociales se encontraban las clases medias. Su ideología se basaba en un progresismo, pero de orden, es decir, contrario a todo lo que pusiese en peligro las bases socioeconómicas del régimen burgués. Eran partidarios del sufragio universal masculino y de unas libertades amplias. El sistema de rotación del poder funcionaba de la siguiente manera: cuando los líderes políticos consideraban necesario un relevo, se sugería al Rey el nombramiento de un nuevo gobierno, que sería siempre de la oposición Las Cortes se disolvían y se convocaban elecciones, que serían manipuladas mediante el caciquismo y el fraude electoral, con el fin de conseguir el resultado acordado entre los dos partidos. Se llevaban a cabo métodos como el «encasillado» y el «pucherazo», y la labor del «cacique» era muy útil, pues mediante la manipulación, la coacción o la violencia, lograba los resultados electorales previamente acordados en Madrid. Entre 1876 y 1898, el turno de partidos funciónó con regularidad, aunque la alternancia pasó por momentos críticos. En 1885, tras la muerte del rey Alfonso XII, se firmó un acuerdo más firme entre conservadores y liberales, el Pacto del Pardo. Con él se pretendía apoyar la regencia de María Cristina de Habsburgo y garantizar la continuidad de la monarquía y la alternancia en el poder ante las presiones de carlistas y republicanos. En 1885, los liberales subieron al poder iniciándose el llamado «gobierno largo», durante el cual se emprendieron reformas legislativas de carácter liberal para modernizar el Estado:
Código de Comercio (1885), código Civil (1889), Ley de Jurados (1887), Ley de Asociaciones (1887) y Ley de sufragio (1890). La Constitución de 1876 fue el texto legislativo que rigió durante toda la Restauración. Estuvo vigente hasta 1923, siendo la más duradera de la historia de España. Fue redactada por Cánovas y otros juristas y debatida en las Cortes de 1876. Tiene únicamente 89 artículos y presenta una ambigüedad premeditada para que fuera válida para los dos partidos alternantes. Los aspectos esenciales de esta Constitución son: la declaración del régimen monárquico, de una soberanía compartida y de un carácter centralista del sistema político, el establecimiento de las Cortes bicamerales, la instauración de la confesionalidad Católica del Estado pero también de la tolerancia religiosa y la recogida de amplios derechos y libertades individuales (aunque luego debían ser reguladas por el poder ejecutivo). Sin embargo, el modo de sufragio para elegir el Congreso. En 1878 se promulgó el sufragio censitario y en 1890, los liberales introdujeron el sufragio universal masculino.
9.1 Alfonso XIII Y LA CRISIS DEL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN: LOS PARTIDOS Dinásticos. LAS FUERZAS POLÍTICAS DE OPOSICIÓN: REPUBLICANOS, NACIONALISTAS, SOCIALISTAS Y ANARCOSINDICALISTAS
El 17 de Mayo de 1902, Alfonso XIII accedíó al trono a los dieciséis años de edad. Hasta 1923 se mantuvieron el sistema canovista, el turno de partidos y la Constitución de 1876. Sin embargo, existíó un gran deterioro debido a diversas causas. Entre ellas encontramos el impacto del Desastre del 98 que condujo a la aparición del regeneracionismo, el debilitamiento del caciquismo, la crisis de liderazgo dentro de los partidos turnantes tras la muerte de Cánovas y Sagasta, la mala gestión del propio Rey, las crisis sociales y laborales, las tensiones religiosas y el fortalecimiento del nacionalismo. Entre 1902 y 1914 se registraron numerosos intentos de modernización del sistema de la Restauración por parte de los partidos del turno. Entre 1903 y 1904 hubo varios gobiernos conservadores, destacando el de Maura. Este llevó a cabo diversas reformas hasta que en Diciembre de 1904, el rey Alfonso XIII tuvo su primera gran intervención política que hizo que Maura tuviera que dimitir. El Partido Liberal gobernó entre 1905 y 1907 con una gran inestabilidad debida a la división interna del partido tras la muerte de Sagasta. Entre esos años hubo cinco gobiernos. En 1905, la publicación de una viñeta enfrentó a los militares y al catalanismo. El rey se puso del lado del ejército y en 1906, se aprobó la Ley de Jurisdicciones, por la que las ofensas contra la patria y el ejército serían juzgadas por tribunales militares. En 1907, Alfonso XIII Ilamó a Maura a formar gobierno. El líder de los conservadores consideraba necesaria una «revolución desde arriba», es decir, reformas políticas pero manteniendo el sistema del Régimen. Su objetivo era conseguir el apoyo popular para la monarquía de Alfonso XIII. Algunas de las medidas que llevó a cabo entre 1907 y 1909 fueron la promulgación de una nueva ley electoral (1907) que pretendía acabar con el fraude electoral e hizo obligatorio el voto, la preparación de un proyecto de Ley de Administración Local (1907) y la aprobación de reformas sociales (regulaciones laborales, ley de represión del terrorismo y creación del INP) y económicas (plan de reconstrucción naval y política proteccionista). El gobierno de Maura cayó por dos acontecimientos relacionados entre sí: la guerra de Marruecos y la Semana Trágica de Barcelona con la represión que le siguió. Tras la Conferencia de Algeciras (1906), España logró obligaciones para ejercer un protectorado sobre el Rif (Marruecos). En 1909 Maura publicó un decreto de movilización que provocó una gran oposición. Se iniciaron protestas en contra de la guerra y en algunas localidades se vivieron momentos de tensión con motivo de la salida de las tropas. El 18 de Julio las tropas embarcaron y la tensión fue aumentando. Las organizaciones obreras convocaron en Barcelona una Huelga General y el desastre del barranco del Lobo produjo un enorme malestar que derivó en una huelga general con tintes revolucionarios y anticlericales. Entre el 26 de Julio y el 2 de Agosto
Barcelona se llenó de barricadas. Ante esto, el gobierno llevó a cabo una dura represión, el Proceso de Montjuic, que tuvo una gran repercusión. Fue especialmente denunciada (nacional e internacionalmente) la ejecución de Ferrer I Guardia. Las protestas acabaron con la dimisión de Maura, que llevaron a la liquidación del turnismo. Tras las elecciones de 1910 los liberales subieron al poder con José Canalejas, quien gobernó entre 1910 y 1912. Canalejas propónía la modernización política e intentaba atraer a republicanos y socialistas (entre otros) y limitar el poder de la Iglesia. Las principales medidas de este gobierno fueron la promulgación de algunas leyes laborales, la aprobación de la Ley del Candado (1910) que prohibía la instalación de nuevas órdenes religiosas, la reforma de la ley de reclutamiento (1912) y la aprobación de la Ley de Mancomunidades (1912).
Tras el asesinato de Canalejas, Alfonso XIII mandó formar gobierno al conservador Eduardo Dato. El espíritu regeneracionista desaparecíó y los partidos turnantes abrieron un profundo período de lucha por el poder e inestabilidad política, lo que hizo que la intervención del Rey se multiplicara y que se inclinara hacia el ejército. Al mismo tiempo que los partidos dinásticos se dividen y se enfrentan, otros grupos políticos crecen: Los republicanos lograron atraer amplios sectores sociales entre las clases medias urbanas y los trabajadores asalariados. Aún así, su presencia en el Parlamento durante el reinado de Alfonso XIII fue muy reducida. El republicanismo se dividíó en dos partidos: el Partido Radical (con carácter populista y anticlerical y alejado del nacionalismo catalán, con gran arraigo entre la juventud) y el Partido Reformista (más moderado y basado en la democratización política pero dispuesto a colaborar con la monarquía). En cuanto al nacionalismo catalán, La Liga Regionalista terminó con la hegemonía de los partidos dinásticos en Cataluña y, entre 1914 y 1923, controló la Mancomunidad. El catalanismo se implicó en el sistema político de la Restauración y logró una presencia activa en el Parlamento y la entrada en varios gobiernos. Su líder, Francesc Cambó, defendíó una serie de propuestas basadas en la reivindicación de la autonomía para Cataluña y en la reforma conservadora y elitista, pero eficaz, de la administración del Estado. El nacionalismo vasco vivíó con el PNV una etapa de continua expansión y éxitos electorales municipales. Existieron dos tendencias en el partido (una moderada y autonomista y otra independentista). En 1911 el PNV creó su propio sindicato. En 1930 se creó un partido nacionalista republicano, Acción Nacionalista Vasca. Los otros nacionalismos no destacaron. El carlismo (‘jaimismo» ahora) cavó en declive aunque siempre mantuvo representación en el Congreso. Los anarcosindicalistas regenaron de las prácticas terroristas y estaban convencidos de que solo la huelga general podría derrocar al Estado y el capitalismo. Tras la Semana Trágica, este grupo sufríó una fuerte represión. En 1910 se creó la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), que se convertiría en la principal organización obrera del país y que se caracterizaba por su apoliticismo y su carácter directo. Entre 1918 y 1923 tuvo lugar el pistolerismo Por último, el socialismo también experimentó una enorme expansión, incrementándose el número de afiliados tanto de la UGT como del PSOE (especialmente en Madrid, Vizcaya y Asturias). En 1910 su líder Pablo Iglesias entró en el Parlamento dentro de la coalición con los republicanos.
9.3 LA DICTADURA DE Primo de Rivera. EL FINAL DEL REINADO DE Alfonso XIII
El 13 de Septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera dio un Golpe de Estado con el que contó con el inmediato apoyo de Alfonso XIII, que le mandó formar gobierno. Así se inició la dictadura. Entre las causas del Golpe de Estado se encontraban: la crisis y degeneración del sistema político de la Restauración (los partidos dinásticos estaban fragmentados y no fueron capaces de acabar con el caciquismo, hubo muchos gobiernos inestables), el descontento del ejército por la guerra de Marruecos (impedir las consecuencias del expediente Picasso fue un factor clave para el golpe), la agudización de los conflictos sociales, el auge y la radicalización de los nacionalismos periféricos (sobre todo del catalán) y el triunfo del facismo en Italia y otros países europeos. Además, la personalidad campechana de Primo de Rivera, quien mezclaba ideas regeneracionistas con influencias del facismo de Mussolini, sirvió de ayuda. Los objetivos del golpe eran acabar con el sistema parlamentario («inmoral y corrupto» según Primo de Rivera), garantizar el orden público, modernizar la economía y crear empleos, terminar con el separatismo y solucionar el problema marroquí. Primo de Rivera prometíó una estancia breve en el poder, arreglaría el país y se marcharía, lo que convencíó a muchos. Sus apoyos sociales se encontraban desde la oligarquía de terratenientes y el ejército hasta el mundo obrero. Los socialistas colaboraron con el régimen (al menos al principio). El nacionalismo conservador catalán lo recibíó inicialmente con buenos ojos. Los únicos que se opusieron fueron anarquistas y comunistas, convocando manifestaciones y huelgas que el dictador utilizó como justificación para su eliminación y prohibición. La dictadura se dividíó en dos etapas: el Directorio Militar (1923-25) y el Directorio Civil (1925-30). Durante el Directorio Militar se disolvieron las Cortes y se suspendieron la Constitución de 1876 y los derechos constitucionales. Todos los poderes quedaron concentrados en el dictador y se sustituyó a los gobernadores civiles por militares. Además, se detuvo el proceso de búsqueda de culpables del expediente Picasso. En cuanto al orden público, se ilegalizaron los partidos políticos, los sindicatos, las huelgas y las manifestaciones y se adoptaron medidas represivas contra la CNT y PCE. Se prohibieron los símbolos catalanistas y se disolvíó la Mancomunidad (la represión condujo a la creación de un nuevo partido más radical, Estat Catalá). En 1924 se creó la Uníón Patriótica (UP), el único partido legal, que seguía el modelo fascista y tenía un programa regeneracionista. También se creó el Somatén (fuerza armada ciudadana). Se dio fin al problema de Marruecos en el desembarco de Alhucemas (1925) gracias a la colaboración con Francia contra Abd-el-Krim. Por último, se llevaron a cabo reformas como la regulación del trabajo de la mujer o la construcción de obras públicas (carreteras, colegios, etc.). Tras la popularidad adquirida por el desembarco de Alhucemas, Primo de Rivera inició la fase del Directorio Civil, integrado por civiles y militares. Entre estos civiles destacaron algunos como Calvo Sotelo (Hacienda) o Eduardo Aunós (Trabajo). En 1927 se convocó la Asamblea Nacional Consultiva aunque no resultó satisfactoria. Aprovechando la favorable coyuntura económica (los «Felices Años Veinte»), se consolidó el capitalismo en España y se produjo un notable crecimiento económico. Hubo un fuerte intervencionismo del Estado, aumentaron las inversiones públicas en infraestructuras (carreteras y obras hidráulicas) y se crearon monopolios (Telefónica o CAMPSA). En 1924 nacíó el Consejo de Economía Nacional. Sin embargo, a pesar del crecimiento económico y del progreso industrial, en 1930 la agricultura era aún el sector principal de la economía española. Durante la dictadura nacíó la Generación del 27. En política social se crearon los Comités Paritarios, organismos oficiales formados por representantes patronos y obreros y un representante del gobierno. Tenían influencia fascista y resolvían conflictos laborales. Fueron criticados por comunistas y anarquistas y en ellos participaron socialistas de UGT con una política reformista.
También colaboraron los Sindicatos Libres (próximos a la extrema derecha). En 1926 se fundó la Organización Corporativa Nacional, que incluía obligatoriamente la representación de obreros y empresarios en los Comités paritarios. La UGT participó solo al principio, sin embargo, la CNT no lo hizo por lo que fue perseguida y encarcelada. También en 1926 se promulgó el Código de Trabajo. Desde 1928 se hizo patente la decadencia de la dictadura y el régimen se debilitó por distintos factores: su incapacidad de darse una salida constitucional, el crecimiento de la oposición (se crean la Alianza Republicana y la Federación Universitaria Española), el distanciamiento de sectores sociales que habían apoyado al régimen, la pérdida de relación entre el rey y el dictador, las dificultades presupuestarias del Estado, los efectos del Crack del 29 y la enfermedad de Primo de Rivera. Primo de Rivera presentó su dimisión al Rey en Enero de 1930 y se exilió en París. Alfonso XIII nombró jefe de gobierno al general Berenguer (1930-1931), quien mantuvo un régimen dictatorial suavizado, la Dictablanda. Berenguer tuvo problemas para formar su gobierno porque los partidos dinásticos habían desaparecido y quienes pertenecían a ellos se negaron a colaborar, al igual que la UP. El nuevo gobierno llevó a cabo medidas liberalizadoras como la amnistía a los presos políticos o el restablecimiento parcial de las libertades públicas.
Debido a la lentitud de las reformas, se empezó a cuestionar si era posible la vuelta a «normalidad constitucional». Al darse cuenta de que no lo era, el republicanismo sufríó un auge. En Agosto de 1930, se firmó el Pacto de San Sebastián entre los opositores republicanos, socialistas, radicales y catalanistas de izquierdas. Allí acordaron la estrategia para proclamar la II República Española con un golpe militar y una candidatura conjunta, entre otras medidas. También se creó un comité revolucionario presidido por Alcalá-Zamora. El golpe tuvo lugar en Diciembre de 1930 en Jaca, pero fracasó. Tras la dimisión de Berenguer en 1931, el almirante Aznar le sustituyó. Este convocó elecciones municipales el 12 de Abril. Los resultados mostraron que la mayoría de la población rechazaba la monarquía y se opónían a la continuidad de Alfonso XIII en el trono, por lo que el Rey renunció a la Corona y abandonó el país. El 14 de Abril de 1931 se proclamó la II República Española y el Comité Revolucionario, presidido por Alcalá-Zamora, se convirtió en el Gobierno provisional.
10.1 LA PROCLAMACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA CONSTITUCIÓN DE 1931. EL BIENIO REFORMISTA (1931-1933)
La II República se proclamó el 14 de Abril de 1931 tras las elecciones municipales del 12 de Abril. En estas elecciones, las candidaturas republicanas a los ayuntamientos triunfaron en la mayoría de las ciudades grandes, lo que demostró que la mayor parte de los ciudadanos rechazaba la monarquía. Por ello, Alfonso XIII se exilió. Por otro lado, la situación internacional en el momento en el que se instauró la República estuvo marcada por el Crac del 29 y sus consecuencias y el ascenso en Europa de fascismos y comunismos. Hubo una inestabilidad política Tras proclamarse la II República se establecíó un Gobierno Provisional, surgido de entre los firmantes del Pacto de Sebastián, que debía empezar a modernizar el país. Este gobierno estuvo en el poder hasta que se aprobó la Constitución de 1931 (9 de Diciembre). El Gobierno Provisional estaba formado por miembros con ideologías y aspiraciones políticas muy distintas. Algunos ejemplos fueron: Alcalá-Zamora (Derecha Liberal Republicana), Lerroux (Partido Republicano Radical), Álvaro de Albornoz (Partido Radical Republicano Socialista), Azaña (Acción Republicana), Casares Quiroga (grupos autonomistas) y Largo Caballero (PSOE). Este gobierno enfrentó graves problemas como la proclamación de la «República Catalana» por Macià el 14 de Abril (se llegó a un acuerdo en el que se renunció a ella) y la urgente necesidad de acabar con la situación de miseria de los jornaleros (se aprobaron decretos agrarios como la jornada de 8 horas). Además, se sospechaba de la posibilidad de un Golpe de Estado del ejército (en Julio de 1931 se cerró temporalmente la Academia General Militar y luego, se derogó la «Ley de Jurisdicciones» y se creó la Guardia de Asalto). También fue un problema la relación con la Iglesia pues en Mayo del 31, el Cardenal Segura hizo pública una pastoral elogiando a la monarquía tras la que, como respuesta, un grupo anticlerical quemó más de 100 conventos e iglesias de España. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes el 28 de Junio (las más libres hasta el momento) y se modificó parte de la Ley electoral de 1907, con el fin de beneficiar la coalición favorable a la República. La conjunción republicano-socialista ganó, representando un 90% de la cámara. El 14 de Julio, se eligió al socialista Julián Besteiro como Presidente de la Cámara. La primera tarea de las Cortes fue la elaboración de una nueva Constitución. También se encargaron labores como la preparación de los estatutos de autonomía o de la reforma agraria. La Constitución, que constaba de 125 artículos, se aprobó el 9 de Diciembre de 1931. Tenía carácter democrático y progresista y definía a España como una República democrática de trabajadores. En ella se establecíó la soberanía popular y el sufragio universal (con derecho al voto de la mujer) y se reconocieron amplios derechos y libertades. También se establecíó una nueva división de poderes con un sistema unicameral de iniciativa legislativa, y en el que aparecíó la figura del Jefe de Estado (elegido indirectamente por el parlamento y que nombraba al Presidente del Gobierno). Además, en el poder judicial se creó el Tribunal de Garantías Constitucionales. También se afirmó el Estado Laico, se aprobó la libertad de cultos, el matrimonio civil, el divorcio y la separación Iglesia-Estado. Se realizó una nueva ordenación territorial que permitíó la elaboración de estatutos de autonomía. Por último. Se reconocíó el derecho a la propiedad privada pero también la posibilidad del gobierno de expropiar bienes por utilidad social. En Octubre del 31, Azaña accedíó a la presidencia del gobierno tras la dimisión de Alcalá-Zamora y Miguel Maura por cuestiones religiosas. A pesar de ser inicialmente un cargo temporal, Azaña fue presidente de varios gobiernos hasta Septiembre de 1933 (Bienio Reformista, 1931-1933). Estos gobiernos, los más estables de la República, estuvieron formados por republicanos de izquierda y socialistas.
El Partido Radical de Lerroux pasó a la oposición. Durante el Bienio Progresista se llevaron a cabo distintas reformas. La política educativa y cultural adoptó un modelo de escuela mixta, laica, obligatoria y gratuita, creó las Misiones Pedagógicas (1933) para divulgar la cultura en el ámbito rural y propulsó la expansión universitaria. En Agosto de 1932, el general Sanjurjo intentó en Sevilla un Golpe de Estado contra la República como respuesta a la Ley Azaña, pero fracasó. Azaña aprobó la cadena perpetua y se aceleraron otras reformas. La Diputación Provisional de Barcelona, dirigida por Macià (Esquerra Republicana), redactó el anteproyecto de Estatuto de Autonomía, que fue aprobado en Septiembre de 1932. Con él, Cataluña se convirtió en regíón autónoma con gobierno propio (la Generalitat) presidido por Macià y un parlamento. En el País Vasco se elaboró el Estatuto de Estrella (carlistas y nacionalistas, 1931), que no se aprobó hasta 1936 ya iniciada la guerra. El proyecto autonómico gallego no llegó a aplicarse debido a la llegada de la guerra y a la ocupación golpista. También en Septiembre se promulgó la Ley de Reforma Agraria, por la que se pretendía una mejor distribución de la tierra mediante la expropiación sin indemnización de las tierras de los participantes en la Saniuriada y la expropiación a cambio de una compensación de terrenos considerados mal explotados. El Instituto de Reforma Agraria (IRA) se encargó del reparto. Los grandes propietarios se opusieron a la reforma. Por otro lado, los pobres resultados (debidos a problemas legislativos y de presupuesto) condujeron al malestar de miles de jornaleros hambrientos. Esto provocó una gran tensión social y varios conflictos, destacando el de Casas Viejas (1933). En 1933, Calvo Sotelo creó Renovación Española y buscó aliados para eliminar la República. Gil Robles fundó Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que aspiraba a ganar las elecciones y transformar desde dentro la República. En Abril, se convocaron elecciones municipales en las que la derecha ganó protagonismo. Ese año se aprobó la Ley de Congregaciones Religiosas y se produjo una crisis en la coalición del gobierno por las reformas. En Septiembre de 1933, Alcalá-Zamora retiró su apoyo al Gobierno y Azaña dimitíó. Dado que los radicales fueron incapaces de formar gobierno, Alcalá-Zamora disolvíó la Cámara y convocó elecciones generales anticipadas en Noviembre. En Octubre, José Antonio Primo de Rivera crea la Falange Española, inspirada en el Partido Fascista italiano de Mussolini. En estas elecciones las mujeres votaron por primera vez y triunfó la derecha, que se presentó unida (no como la izquierda), finalizando así el Bienio Reformista.
10.2 EL GOBIERNO RADICAL-CEDISTA (1933-1935). LA REVOLUCIÓN DE Asturias. EL FRENTE POPULAR, LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL NUEVO GOBIERNO
Las elecciones generales de Noviembre de 1933 cambiaron el panorama político. La Ley Electoral permitíó el voto femenino por primera vez en la historia y hacía necesaria las alianzas o coaliciones entre partidos. EI PSOE y Esquerra Republicana redujeron a la mitad sus escaños desde 1931 y los partidos republicanos de izquierda próximos a Azaña apenas lograron representación parlamentaria. El Partido Radical de Lerroux aumentó su representación (80 escaños). Los partidos de derechas fueron los más exitosos, convirtiéndose la CEDA el partido mayoritario en las Cortes con 113 escaños. El nuevo mapa político tuvo diversas consecuencias. Los partidos a favor de la II República ya no eran la mayoría de la cámara y la polarización política y social aumentó. Hubo una inestabilidad de gobiernos constante (se formaron nueve gobiernos radical-cedistas entre 1933 y 1936 ). En Febrero de 1934 se creó la Falange Española de las JONS fundada por José Antonio Primo de Rivera, Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma. Los primeros gobiernos en este segundo bienio estuvieron presididos por radicales como Lerroux o Samper que tenían el apoyo de la CEDA. En estos dos años, se realizó un programa político que rectificaba y suspendía reformas de Azaña. Las decisiones más importantes fueron las siguientes: una modificación de la política religiosa, la inversión y bloqueo de la reforma agraria, la concesión de una amplia amnistía a los partícipes en la Sanjuriada (1932), la paralización de la construcción de escuelas públicas y la destitución de socialistas y republicanos de izquierda en los ayuntamientos y su sustitución por integrantes del Partido Radical o la CEDA. Estas medidas tuvieron consecuencias. Hubo enfrentamientos con el gobierno de la Generalitat y se paralizó el estatuto de autonomía vasco, lo que también provocó conflictos. Se produjo una división del Gobierno: por una parte, el Partido Radical se dividíó en dos y por otra, la CEDA consideraba escasas las reformas. Crecíó la conflictividad social y las huelgas (en las que participó la UGT) y se produjo la huelga campesina en Andalucía y Extremadura (1934) y la radicalización de los socialistas. En 1934, Lerroux concedíó tres ministerios (Justicia, Agricultura y Trabajo) a miembros de la CEDA para lograr aprobar los presupuestos. En Octubre de 1934, socialistas, comunistas y anarquistas se unieron para acabar con el gobierno y evitar la amenaza del fascismo. El 5 de Octubre se inició una huelga general con distintos resultados. En Madrid, País Vasco y Andalucía la incidencia de la huelga fue escasa. En Asturias (donde UGT y CNT actuaron unidas) hubo una gran insurrección armada. Allí se proclamó una República socialista que intentó llevar a cabo una revolución. Esta fue brutalmente sofocada por tropas de la Legión trasladadas desde África y dirigidas por el general Franco. En Cataluña se produjo una rebelión y el gobierno proclamó el Estado catalán independiente. El Estatuto de Autonomía quedó suspendido y el presidente Companys fue encarcelado junto a su gobierno. Tras Octubre del 34, se recompensó a generales contrarios a la República (Franco, Mola), Azaña fue encarcelado injustamente, aumentó la polarización política y además de numerosos muertos, hubo muchos detenidos. La CEDA se vio beneficiada de los escándalos del Partido Radical. Tras la dimisión de Lerroux y la incapacidad de formar un nuevo gobierno, se adelantaron las elecciones generales. Los partidos republicanos de izquierda se agruparon en dos grandes grupos, Izquierda Republicana (IR, Azaña) y Uníón Republicana (UR, Martínez Barrio). La IR, la UR y los socialistas formaron una alianza electoral, el Frente Popular, en el que también participaron otros partidos obreros y regionalistas.
Los artífices del acuerdo frentepopulista fueron Azaña e Indalecio Prieto. El Frente Popular quedó constituido en Enero de 1936. Su programa defendía amnistía para los encarcelados en 1934 y la recuperación y aceleración de las reformas del gobierno de Azaña entre 1921 y 1933 Los grupos de derechas formaron el «frente de la contrarrevolución», que estaba bastante desunido y cuyo objetivo era reformar la Constitución. Las elecciones se celebraron en Febrero de 1936 y tuvieron una participación electoral del 70%. El Frente Popular obtuvo la victoria y en Marzo,
Azaña fue nombrado jefe de gobierno. Este formó un Gobierno formado sólo por los partidos republicanos, sin presencia socialista. Se tomaron medidas como: la liberación de los presos de Octubre del 34, el restablecimiento de las instituciones autonómicas catalanas y la reanudación de la reforma agraria y se empezaron a tramitar los estatutos de autonomía vasco y gallego UGT y CNT propiciaron la movilización obrera, huelgas y enfrentamientos callejeros. La economía se vio afectada. La Falange fue ilegalizada por Azaña y se detuvo a sus dirigentes. En Mayo de 1936, las nuevas Cortes destituyeron a Alcalá-Zamora como presidente de la República. Azaña le sustituyó y Casares Quiroga, que fue incapaz de controlar el orden público, fue nombrado presidente del gobierno. En 1935 Sanjurjo (desde Lisboa) y Mola (en España) empezaron a preparar un nuevo Golpe de Estado. Los asesinatos en Julio del militar socialista Castillo y del líder ultraderechista Calvo Sotelo, aceleraron la sublevación militar, que se inició el 17 de Julio de 1936 en Marruecos y que dio comienzo a una Guerra Civil (1936-1939).