En líneas generales el bando franquista llevó siempre la iniciativa estratégica de la guerra
La victoria militar se decantó del lado de los sublevados en función de la combinación de estos 3 factores:
- Unidad de gobierno y mando militar
- Cuantía, continuidad y calidad del apoyo exterior en materia de suministros militares.
- Rapidez relativa en construir una fuerza de combate eficiente y disciplinada.
2.1 Primera fase: la lucha por Madrid (julio 1936-marzo de 1937)
El planteamiento inicial de los rebeldes consistió en lograr la conquista de Madrid de la forma más rápida posible. Para ello, avanzaron sobre la capital desde dos direcciones simultáneas: Mola desde el Norte con los requetés navarros y Franco desde el Sur con el Ejército de África que había cruzado el Estrecho.
En septiembre, las fuerzas procedentes del Norte y las del Sur se encontraban en Gredos. Sin embargo, la conquista de Madrid se demoraba, Mola quedó detenido en el Guadarrama y Franco desvió su línea hacia Toledo, para liberar a los sitiados en el Alcázar, una operación que, si bien perjudicó sus posibilidades de tomar la capital, le ayudó a consolidarse como jefe indiscutible de la sublevación.
En noviembre de 1936, las tropas franquistas intentaron el asalto frontal a Madrid. El Gobierno de la República fue evacuado a Valencia. La llegada de las primeras brigadas Internacionales, del material Soviético y la mejora en la disciplina de los milicianos contribuyeron de forma decisiva al éxito de los defensores.
2.- Las operaciones militares
En los meses siguientes Franco realizaría dos maniobras envolventes sobre la capital, batallas de Jarama y de Guadalajara que también fracasarían. Estas derrotas apenas se vieron compensadas por la toma de Málaga.
2.2 Segunda fase: la campaña del Norte (abril-octubre de 1937)
La defensa de Madrid obligó a Franco adoptar un cambio de estrategia. Las esperanzas de una victoria rápida se habían esfumado. Sería preciso afrontar una guerra de desgaste con la conquista gradual del territorio republicano. La elección obvia para la nueva ofensiva sería la cornisa cantábrica (Vizcaya, Santander y Asturias) que había quedado aislada del resto del territorio republicano. En junio de 1937 caía Bilbao, el 26 de agosto Santander y en octubre Asturias.
Para reducir la presión franquista sobre el Norte, el general Vicente Rojo, el principal estratega republicano, diseñó una serie de ofensivas de distracción. La primera tuvo lugar en Brunete. La segunda en Belchite, en el frente de Aragón. Ambas fracasaron.
La liquidación del Frente Norte fue un gran éxito para Franco que conseguía de esta forma abundantes recursos minerales e industriales.
2.3 La Tercera fase: la decisión de la guerra (diciembre 1937-noviembre de 1938)
Durante el año 1938, los dos bandos se esforzaron por imponer su iniciativa estratégica de la guerra, convertida ya en una prueba de resistencia.
La batalla de Teruel, librada en unas condiciones meteorológicas durísimas, se convirtió en una nueva derrota republicana a pesar del éxito inicial que supuso la toma de la ciudad. Tras una implacable ofensiva, las tropas franquistas alcanzaban el Mediterráneo por Vinaroz. El territorio de la República había quedado partido en dos.
La situación se estaba volviendo desesperada para los republicanos que decidieron retomar la iniciativa y lanzaron la operación probablemente más brillante, desde el punto de vista militar, de toda la guerra. En julio de 1938 el Ejército Popular cruzaba el río Ebro y caía sobre la retaguardia de las tropas franquistas empeñadas en su ofensiva sobre Valencia.
2.4 El fin de la República (noviembre de 1938-abril de 1939)
La derrota en la batalla del Ebro sentenció la suerte de la República. Entre diciembre de 1938 y enero de 1939 se desarrolló la campaña para conquistar Cataluña. Franco tomó Barcelona.
Las tropas republicanas apenas opusieron resistencia. Se produjo entonces una enorme desbandada hacia la frontera francesa.
En el seno del Gobierno de la República surgieron entonces fuertes discrepancias. El jefe del Gobierno, Juan Negrín, y los comunistas eran partidarios de continuar la resistencia, con la esperanza de que un próximo estallido de la II Guerra Mundial permitiera un apoyo decisivo de los aliados. Los anarquistas y el ala moderada de los socialistas con Julián Besteiro al frente consideraban que la guerra estaba perdida y que cualquier resistencia sería inútil, además de criminal, y eran partidarios de buscar un fin negociado.
Casado entabló negociaciones de paz con los franquistas. Pero Franco rechazó cualquier acuerdo e impuso la rendición incondicional. El 28 de marzo sus tropas entraban en Madrid. El 1 de abril las calles de la capital eran testigos del Desfile de la Victoria.