El estallido se produjo como consecuencia de un proceso y a causa de la situación de Rusia en el siglo XIX, junto con factores que agravaron las condiciones de vida de la población. Aumentó la agitación social y se reforzó la oposición política. Hasta 1905, el Imperio Ruso, dirigido por la dinastía Romanov, con una política autocrática contraria a cualquier tipo de sistema parlamentario e incapaz de abordar graves problemas económicos y sociales. Las tímidas reformas del Gobierno ruso, como la abolición de la servidumbre, fueron insuficientes. El zar Nicolás II (1894-1917), anclado en los valores del antiguo régimen y ajeno a la realidad del país, se negaba a introducir reformas sociales y políticas; como resultado, la oposición al régimen zarista se incrementó.
Por otra parte, el sistema político ruso (apoyado por la Iglesia ortodoxa y la nobleza) contrastaba con los modelos parlamentarios, burgueses y capitalistas de Europa continental. Terreno abonado para la revolución. Las causas fueron el problema de las nacionalidades, la crisis económica y las desigualdades sociales, las derrotas militares y la participación en la Gran Guerra, y la oposición política.
La dinastía Romanov gobernó Rusia desde el siglo XVII hasta la Revolución Rusa de 1917. En 1881, Alejandro II murió en un atentado, Alejandro III tomó medidas más represivas y Nicolás II fue el último zar, siendo prisionero y fusilado en 1917 y 1918.
Rusia es un país extenso, con 22 millones de kilómetros cuadrados y 125 millones de habitantes en el siglo XIX, pertenecientes a pueblos y regiones diferentes.
La política zarista privilegiaba a los grandes rusos, asentados en Moscú y San Petersburgo, con mayoría de cargos en el Ejército, el Gobierno y la Administración, mientras que otros pueblos como los ucranianos, eslavos y polacos tenían una libertad limitada. Además, se implantó una política de rusificación que prohibía cualquier tipo de autodeterminación al resto de nacionalidades existentes.
La religión predominante era el cristianismo ortodoxo, aunque también había zonas en Asia con musulmanes y una minoría judía que sufrió persecuciones.
Rusia no había llevado a cabo un proceso de modernización agraria, industrialización y desarrollo capitalista.
Agricultura: Tras la abolición de la servidumbre, los campos estaban vinculados a comunidades rurales (mir) sin libertad real. La entrega de tierras hizo que aumentaran las diferencias entre los kulaks y el resto de los campesinos. Industria: La industrialización llegó tarde en Rusia, pero se incrementó rápidamente desde 1896 gracias a la inversión de capital extranjero y la liberación de los campesinos. El ferrocarril, junto con la extracción de hierro y carbón, fueron los motores del desarrollo. Sin embargo, había un desequilibrio entre las zonas industrializadas y el resto del país, que se basaba en la economía agraria. La sociedad rusa estaba marcada por las desigualdades entre la mayoría de los campesinos, un incipiente grupo de obreros y una minoría dominante con condiciones de vida superiores. Los campesinos y los obreros tenían salarios ínfimos y pésimas condiciones de trabajo y vivienda, y la inflación agravó la situación. Las clases dominantes estaban formadas por la nobleza terrateniente, los kulaks y una escasa burguesía que no se había desarrollado debido a la participación extranjera en la industria nacional.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, Rusia participó en conflictos bélicos:
– Guerra de Crimea (1853-1856): Contra Francia y Reino Unido. Evidenció las carencias armamentísticas del Ejército ruso.
– Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905): El interés por controlar zonas estratégicas del Pacífico provocó tensiones entre ambos países. Japón inició una ofensiva para hacerse con Port Arthur, controlado por Rusia. La diferencia en armamento y preparación de los ejércitos hizo que Japón saliera victorioso. El desarrollo del conflicto y la derrota rusa evidenciaron la ineptitud del zar y sus consejeros, y se firmó la Paz de Portsmouth en 1905. Un país asiático humilló a una potencia occidental, lo que aumentó el descontento de la población.
– Primera Guerra Mundial: En 1914, Rusia entró en la Gran Guerra. Fue un problema constante para la sufrida población rusa y para los diferentes gobiernos. La guerra fue un factor clave para el estallido de la Revolución en 1917. Rusia se unió a la Triple Entente, pero las diferencias en armamentos y la falta de infraestructuras ferroviarias dificultaron las necesidades bélicas. La Primera Guerra Mundial tuvo un alto coste humano para Rusia, con 15 millones de soldados reclutados, 4 millones de muertos y muchos mutilados, y un alto coste económico debido a que la mano de obra necesaria para las fábricas fue enviada al frente y el aislamiento de la guerra paralizó el comercio, provocando desabastecimiento y hambre. El descontento entre las tropas aumentó debido a la dureza del conflicto, que se prolongó más de lo esperado, y se produjeron deserciones. Los oficiales tomaron medidas extremas, como la pena de muerte, lo que abrió una brecha entre los soldados y los mandos del Ejército.
En Rusia, a finales del siglo XIX, el sistema político era autocrático, con algunas reformas pero leves, como la creación de asambleas locales elegidas por sufragio censitario y la reducción del control sobre la prensa y las universidades. La actitud reaccionaria de los zares, unida a los fracasos en la actuación económica y bélica, contribuyó al crecimiento de la oposición política, formada por grupos de diferentes ideologías.
Los grupos políticos en la Rusia zarista eran los siguientes:
– Liberales: Miembros de la nobleza y alta burguesía. Aspiraban a un régimen parlamentario que asegurase los intereses de los propietarios e impulsara el desarrollo capitalista. En 1905, se organizaron en dos formaciones políticas: los Octubristas y el Partido Democrático Constitucional (kadetes).
– Partido Social Revolucionario: Apoyado por los campesinos, abogaba por el colectivismo agrario, es decir, que las tierras fueran gestionadas y trabajadas por los propios campesinos. Sus miembros eran los socialrevolucionarios. Destacó la figura de Kerenski.
– Partido Obrero Socialdemócrata: Tenía una ideología marxista y se apoyaba en el proletariado. Se unió a ellos Lenin. Con el tiempo, las diferencias ideológicas dentro del partido dieron lugar a dos corrientes: los Mencheviques, más moderados, que creían que antes de implantarse el socialismo en Rusia tenía que desarrollarse la burguesía capitalista, y los Bolcheviques, que consideraban que no era necesaria una fase burguesa y capitalista porque al no existir una clase obrera más numerosa, los campesinos apoyarían la Revolución y triunfaría la dictadura del proletariado. Siguiendo las ideas de Lenin, los bolcheviques defendían la necesidad de un partido compuesto por revolucionarios profesionales que lideraran el movimiento con disciplina férrea.
Desde los primeros años del siglo XX, la situación de miseria en los campos y las fábricas provocó un aumento de los movimientos de contestación. Los campesinos protagonizaron revueltas en las que se apropiaban de tierras por la fuerza, mientras que en las fábricas se producían huelgas. En 1904, hubo atentados que causaron un clima de represión. Ese mismo año, la asamblea zemstvo solicitó medidas para incrementar las libertades civiles y la representación política, pero el zar las rechazó. Además, la derrota ante Japón aumentó el descontento y se produjo el Domingo Sangriento: el 9 de enero de 1905, un sacerdote ortodoxo lideró una marcha popular en San Petersburgo hacia el Palacio de Invierno, residencia del zar y su familia. Los manifestantes, que sumaban 200.000 personas, solicitaban reformas, como la aprobación de una Constitución y mejoras en las condiciones de trabajo de los campesinos y obreros. Llevaban imágenes religiosas y retratos del zar Nicolás II. Las tropas zaristas dispararon, causando la muerte de 200 personas y dejando 1.500 heridos. Esta agresión cambió la imagen del zar y extendió las reivindicaciones políticas. Se produjeron oleadas de huelgas y revueltas a las que se sumaron miembros del Ejército. En Odesa, la flota del acorazado Potemkin se negó a reprimir la huelga general.
La Revolución de 1905 obligó al zar a ceder a las peticiones de los trabajadores: se publicó el Manifiesto de Octubre, un documento en el que se concedían libertades de expresión y derecho de asociación, y se establecía una Duma o parlamento elegido por sufragio universal masculino. Sin embargo, la Duma estaba a merced del zar, y el sufragio universal se sustituyó por un sufragio censitario en 1907. Hubo 4 dumas (dos de ellas disueltas por el zar), lo que demostró que este órgano parlamentario era débil frente al zar. La tercera duma, que estuvo en funcionamiento de 1907 a 1912, logró una mayoría conservadora y se mantuvo durante los 5 años. La cuarta duma fue disuelta en 1917.