La aparición de regímenes autoritarios
En los países donde el sistema liberal-parlamentario se establecieron sistemas políticos autoritarios. Eran dictaduras que prometían establecer el orden, exaltaban el nacionalismo y se apoyaban en los grandes propietarios, el ejército o la iglesia con el objetivo de combatir el avance de las ideas socialistas. En Hungría se convirtió en una dictadura, Polonia, Lituania y Portugal lo hicieron un tiempo después. Hacia 1933, el canciller Dolfus se hizo con el poder de Austria y se instalaron regímenes autoritarios en Letonia y Estonia. Las dictaduras se extendieron a lo largo de la década en Grecia, Rumania y Bulgaria. En España, el general Primo de Rivera protagonizó un golpe de estado e instauró una dictadura que daría paso a una República Democrática. Esta experiencia democrática fue abortada a raíz del levantamiento militar dirigido por el general Franco que desembocó en una larga dictadura.
El fascismo
El fascismo hace referencia al modelo político que tuvo su primera expresión en Italia y Alemania de entreguerras. Con el tiempo ha adquirido un sentido más amplio que designa una reacción violenta y autoritaria contra la expansión del principio de igualdad entre los ciudadanos. El nacionalismo exacerbado defiende la preservación y exaltación de la raza, se justifica la eliminación de otros grupos o pueblos y el derecho a expandirse territorialmente mediante una política militarista e imperialista. La exaltación del Estado por encima de los derechos y libertades de los individuos, que están subordinados a los intereses del Estado. El rechazo al liberalismo y a la democracia, niega el principio de igualdad entre todos los ciudadanos, la soberanía popular y el sufragio. No tolera la separación de poderes, rechaza el parlamentarismo y anula cualquier oposición. Defiende una concepción antiigualitaria. El culto al líder, el fascismo exalta la figura de un líder carismático que concentra en su persona todos los poderes, el jefe del partido único. El fascismo se opone a la tradición racionalista y materialista, adopta posiciones de desconfianza en la razón y exalta los elementos irracionales de la conducta humana. Igualmente, elogia los valores de la fuerza, al tiempo que rechaza el pacifismo y defiende la legitimidad de la violencia.
La Italia fascista: la crisis de la posguerra
Durante la Primera Guerra Mundial, el costo de la vida en Italia había subido mucho y el nivel de vida de la clase trabajadora había bajado. Los salarios reales eran un tercio inferiores a los de 1913. Al acabar el conflicto, las organizaciones obreras intentaron recuperar esas pérdidas del poder adquisitivo. Este fue el origen de un momento huelguístico que alcanzó una gran virulencia y que a menudo presentó objetivos revolucionarios. En 1919 se produjeron huelgas, y en 1920 los obreros ocuparon numerosas fábricas en el norte de Italia. En el campo, se desarrolló un movimiento de ocupación de tierras de los grandes propietarios. Todos estos movimientos fueron reprimidos, pero el temor a la bolchevización y al estallido de una revolución social se extendió entre la burguesía, que reclamó la necesidad de soluciones más estrictas. La monarquía constitucional atravesaba una situación de fuerte inestabilidad y ningún partido conseguía obtener mayorías estables y gobiernos duraderos. Así, entre 1919 y 1922, se sucedieron cinco gobiernos diferentes. El régimen constitucional se apoyaba en una coalición de partidos liberales de centro, que empezó a verse fuertemente contestada tanto por el Partido Socialista en 1921, el Partido Comunista Italiano, el Partido Popular. A todo lo anterior hay que sumar el nacionalismo exaltado, derivado de la frustración de la Primera Guerra Mundial.
La formación del Partido Fascista
En 1919, Mussolini fundó los llamados Fasci di Combattimento, un movimiento que agrupaba antiguos combatientes y que tenía un programa populista y nacionalista. En noviembre de 1921, Mussolini transformó los Fasci en el Partido Nacional Fascista, que se presentó como un instrumento eficaz frente a la amenaza del comunismo y la bolchevización de Italia. Además, Mussolini dotó a su partido de un programa nuevo que mezclaba un discurso populista en lo social, con un fuerte nacionalismo y un proyecto expansionista y militarista en la política exterior. Los fascistas adoptaron la camisa negra como uniforme y el saludo a la romana con el brazo en alto. Las bases se nutrieron de sectores obreros descontentos con la situación política y social. El partido pronto fue bien visto entre los industriales, los grandes propietarios de tierras y sectores del ejército. Además, recibió ayuda financiera de la Confindustria, la mayor organización patronal italiana. Las escuadras fascistas consistían en expediciones de castigo contra políticos, ayuntamientos y periódicos de izquierda. Pretendían acallar toda forma de oposición atemorizando a la población a golpes de porra y con acciones vejatorias.
La marcha sobre Roma y la llegada al poder
El golpe definitivo llegó con la marcha sobre Roma en octubre de 1922. Los fascistas anunciaron que si el gobierno era incapaz de restablecer el orden y la autoridad, ellos marcharían hacia la capital y reclamarían el poder. Miles de «camisas negras» ocuparon los edificios públicos de la capital y empezaron a controlar las instituciones y las comunicaciones del norte de Italia. Víctor Manuel III pidió a Mussolini el 30 de octubre que constituyese un nuevo ejecutivo. En el proceso de entrega del poder al fascismo, dos instituciones desarrollaron un papel decisivo: la monarquía y el ejército. El monarca, por su decisión de entregar el gobierno a Mussolini, y los militares porque aconsejaron al rey que no pusiera al ejército en la situación de tener que reprimir a los fascistas, ya que probablemente una parte de los mandos militares les eran afines. El viraje definitivo hacia la dictadura tuvo lugar en 1924, a raíz del asesinato del diputado socialista Matteotti, quien había denunciado los crímenes perpetrados por las escuadras fascistas y el fraude con el que el Partido Nacional Fascista había conseguido ganar las elecciones. Los fascistas implicados en el asesinato y para las críticas del Parlamento, Mussolini asumió plenos poderes y silenció a toda la oposición.
La dictadura fascista
En 1926, la Ley Rocco prohibió todos los partidos y sindicatos, a excepción de los fascistas. En 1934, los sindicatos en 1929, el Parlamento fue sustituido por un órgano consultivo formado por los dirigentes de las corporaciones fascistas, la Cámara de los Fasci y de las Corporaciones. El régimen de Mussolini y la Iglesia católica firmaron los Pactos de Letrán (1929), que supusieron el reinicio de las relaciones entre la Iglesia romana y el Estado, después de la ruptura que se había producido en 1870. Se reconoció el Reino de Italia y Roma como su capital, mientras el Estado italiano se comprometía a conceder al Vaticano una renta anual. El apoyo del papado al fascismo constituyó uno de sus puntales más sólidos. También contribuyó a la popularidad del fascismo su política nacionalista y expansionista. Se promovió la remilitarización y se inició una campaña para recuperar los territorios irredentos. La política expansionista fascista implicaba la posesión de territorios coloniales en Europa y en África.
Un fuerte dirigismo económico
En el terreno económico, el fascismo se caracterizó por un fuerte intervencionismo estatal. En 1934, el Estado adoptó políticas proteccionistas y estableció un estricto control de los intercambios, autorizando solamente aquellas importaciones consideradas indispensables. El fascismo invirtió en las obras públicas, poniendo en marcha proyectos destinados a frenar el desempleo, y diseñó un programa agrario para fomentar la producción y un plan de incentivación de la natalidad.
Un estricto control social
Para difundir y asegurar el futuro del régimen, se creó la Opera Nazionale Balilla, en la que era obligatorio matricular a todos los niños hasta la edad adulta. También se creó la Opera Nazionale Dopolavoro, que organizaba el tiempo libre fuera del trabajo. En la educación, en primaria, los maestros debían vestir la camisa negra, mientras que en la Universidad, los profesores debían prestar juramento de fidelidad al régimen. El catolicismo fue declarado religión oficial y se prohibió el divorcio. El régimen favoreció los nuevos medios de comunicación como la radio y el cine.