La etapa de la paz armada y las tensiones prebélicas en Europa
En el último tercio del siglo XX, el Imperio Alemán se convirtió en la primera potencia europea por su población, economía y poderío militar. Con el káiser Guillermo y su canciller Bismarck, su política exterior siguió una línea de prudencia dirigida a mantener aislada a Francia y evitar su revancha por la anexión alemana de Alsacia y Lorena tras la derrota en la guerra franco-prusiana. Firmó diversas alianzas con Austria-Hungría y su política de expansión a costa del Imperio Otomano, y con Rusia, respetando su posición en Polonia y el Báltico. Pero la política bismarckiana tropezó con el problema del enfrentamiento entre los imperios austro-húngaro y ruso en los Balcanes: Austria-Hungría buscaba la integración de los territorios que iban desgajándose del Imperio Otomano, como Bosnia-Herzegovina. Rusia, por su parte, trataba de crear nuevos Estados independientes, como Serbia, Montenegro o Bulgaria. De este modo, la zona de los Balcanes se convirtió en un foco de tensión.
La Triple Entente y las crisis prebélicas
El temor a Alemania hizo que Francia y Rusia, a pesar de sus profundas diferencias sociopolíticas, convergieran en una alianza de apoyo mutuo firmada en 1891. Además, Francia renunció a Sudán en beneficio de Reino Unido, propiciando la Entente Cordiale firmada en 1904 entre ambos países, lo que favorecía los repartos coloniales y preservaba el equilibrio en Europa, amenazado por el creciente poder alemán. Rusia, tras su derrota en la guerra ruso-japonesa en 1905, se aproximó al Reino Unido. Como colofón, en 1907 Rusia, Francia y Reino Unido formaron una Triple Entente, unidos por su temor al expansionismo alemán.
La respuesta alemana fue reforzar su alianza con Austria-Hungría y con Italia. Alemania también trató de socavar el frente común de los países de la Triple Entente, propiciando cuatro crisis, que pueden considerarse el preludio de la Gran Guerra: la primera crisis marroquí (1905), la crisis de Bosnia (1908), la segunda crisis marroquí (1911) y las crisis balcánicas (1912-1913).
Las causas de la guerra
Dentro de ese contexto de tensiones, cinco factores propiciaron el enfrentamiento bélico. En primer lugar, la gran rivalidad franco-alemana en el corazón de Europa, derivada de la guerra de 1870. En segundo lugar, la creciente oposición del Imperio Austro-Húngaro y del Imperio Ruso en la zona del Danubio y de los Balcanes al compás de la desmembración del Imperio Otomano. En tercer lugar, la progresiva confrontación entre Reino Unido y Alemania, tanto por su rivalidad como principales potencias industriales y financieras del continente, como por la oposición de sus respectivas políticas coloniales, sobre todo en África. En cuarto lugar, la Revolución Rusa y la entrada de Estados Unidos en la guerra en 1917. Y por último, la crisis de los Balcanes y la rivalidad entre Serbia y Austria-Hungría.
La guerra de movimientos y su extensión mundial
Entre 1914 y 1916 se produjo la guerra de movimientos, con grandes desplazamientos de tropas y la creencia de que la contienda podría resolverse rápidamente. Sin embargo, la guerra se estancó y se convirtió en una guerra de posiciones, con frentes en toda Europa. En el frente occidental, las batallas de Verdún y del Somme fueron especialmente sangrientas. En el frente oriental, las ofensivas rusas fueron seguidas por contraofensivas alemanas. La guerra se extendió a otras partes del mundo, involucrando a países como Italia, Grecia, Rumanía, Portugal y el Imperio Otomano.
La Revolución Rusa y la entrada de Estados Unidos
En 1917, la guerra se había estancado y producía graves consecuencias en Europa. En ese contexto, dos acontecimientos marcaron un punto de inflexión: la Revolución Rusa y la entrada de Estados Unidos en la guerra. La Revolución Rusa, que comenzó en febrero de 1917, llevó al derrocamiento del régimen zarista y al ascenso de los bolcheviques al poder. Por su parte, Estados Unidos entró en la guerra en abril de 1917, lo que supuso un importante refuerzo para los países aliados.
Los tratados de paz y el reajuste territorial
Tras el fin de la guerra, se llevó a cabo una reestructuración política y territorial en Europa. El Tratado de Versalles impuso duras condiciones a Alemania, que perdió territorios y tuvo que asumir la responsabilidad por el estallido de la guerra. Además, se crearon nuevas naciones en Europa y se establecieron repúblicas y democracias parlamentarias. La Conferencia de Paz de París en 1919 fue clave en este proceso de reajuste territorial.
La Revolución de Octubre y el poder personal de Stalin
En octubre de 1917, los bolcheviques liderados por Lenin tomaron el poder en Rusia, dando inicio a la Revolución de Octubre. Lenin se convirtió en el líder del nuevo Estado soviético y llevó a cabo una serie de reformas para consolidar el poder comunista. Sin embargo, tras la muerte de Lenin, Stalin ascendió al poder y estableció un régimen totalitario en el que concentró todo el poder político en sus manos. Durante su gobierno, Stalin llevó a cabo purgas y represiones para eliminar a sus opositores y consolidar su control sobre el país.
La industrialización y colectivización en la URSS
Bajo el gobierno de Stalin, se llevó a cabo un proceso de industrialización y colectivización en la Unión Soviética. Se implementó una planificación central de la economía y se sometió a la agricultura a un proceso forzado de colectivización. Además, se privilegió la industria pesada en los planes estatales. Estas políticas tuvieron un impacto significativo en la economía y la sociedad soviética, pero también generaron resistencia y sufrimiento para la población.
El año decisivo: el fin de la guerra
El último año de la guerra, 1918, fue decisivo. Alemania intentó ayudar a sus aliados austro-húngaros y otomanos, pero la situación se volvió caótica y el káiser abdicó. Finalmente, Alemania solicitó un armisticio que entró en vigor el 11 de noviembre de 1918, poniendo fin a la Gran Guerra.
Conclusiones
La etapa de la paz armada en Europa estuvo marcada por tensiones prebélicas que finalmente desembocaron en la Primera Guerra Mundial. Las rivalidades entre las potencias europeas, los conflictos en los Balcanes y la Revolución Rusa fueron algunos de los factores que propiciaron el conflicto. La guerra se desarrolló en distintas fases, desde una guerra de movimientos hasta una guerra de posiciones. Tras el fin de la guerra, se llevaron a cabo tratados de paz y se produjo un reajuste territorial en Europa. La Revolución Rusa y el ascenso de Stalin al poder marcaron un cambio significativo en la historia de Rusia y la Unión Soviética.