14.6 Dimension politica e internacional del conflicto
La intervención de las potencias extranjeras condicionó la duración, la evolución y el resultado del conflicto español, que se desarrolló en un contexto internacional de conflictividad entre los países democráticos, los países fascistas y la URSS comunista en el continente europeo.Los dos bandos buscaron pronto suministros y armamento en el exterior. Sin embargo -en septiembre de 1936 y a iniciativa de británicos y franceses- se alcanzó un compromiso internacional para aislar el conflicto español, impedir su expansión al resto del continente y prohibir la venta de material bélico a los bandos en lucha. Para ello, se creó un Comité de No Intervención al que se adhirieron casi todos los países europeos. Pero, este acuerdo se convirtió en una farsa continuamente saboteada por Alemania, Italia y la Unión Soviética, que continuaron con sus envíos a los contendientes.La guerra española se internacionalizó rápidamente. Los sublevados recibieron la ayuda de Alemania, Italia y Portugal. Hitler a la petición de Franco, envió material bélico y aviones Junker 52 que resultaron indispensables para el transporte del ejército de África a la Península. Esta maniobra fue decisiva para la suerte de los sublevados durante las primeras horas del alzamiento. Posteriormente, los alemanes mandaron la Legión Cóndor, formado por unos 4.500 soldados y más de 600 aviones. La Italia fascista de Mussolini también colaboró con 1.000 tanques, 2.000 cañones, 700 aeroplanos, munición, combustible y unos 50.000 hombres que fueron encuadrados en el Corpo di Truppe Volontarie. El gobierno dictatorial portugués facilitó la llegada a España de unos 1.000 combatientes voluntarios derechistas, que fueron conocidos con el nombre de «viriatos».Al terminar la guerra, el bando franquista pagó los envíos alemanes recibidos a crédito con divisas, materias primas y minerales (hierro y wolframio fundamentalmente). Por el contrario, Mussolini perdonó gran parte de la elevada deuda contraída por Franco.Por su parte, el bando republicano solicitó ayuda a Francia y Gran Bretaña, pero estos dos países decidieron mantenerse neutrales. Como el gobierno conservador británico estaba convencido de que en España se enfrentaban los comunistas frente a los contrarrevolucionarios, se negó a exportar armamento al bando republicano por temor al triunfo de una revolución bolchevique en la Península Ibérica y para evitar un aumento de las tensiones con Hitler y Mussolini. Mientras tanto, el gobierno francés, que durante los primeros días de guerra había vendido material aéreo al gobierno de la República, decidió suspenderlas entregas presionado por Gran Bretaña y por temor a provocar un enfrentamiento de consecuencias imprevisibles con alemanes e italianos.Después de que concluyeran sin éxito todos los desesperados esfuerzos por encontrar auxilio entre las potencias democráticas, el gobierno republicano se puso en contacto con el gobierno de Stalin e intentó comprar armas a la URSS, un país con el que ni siquiera mantenía relaciones diplomáticas. Stalin aprobó el envío a España de unos 2.000 asesores militares y de cientos de excelentes aviones, así como de numerosos carros de combate. Los tres motivos principales que le impulsaron a tomar esta decisión fueron: el intento de contrarrestar el apoyo armado de Alemania e Italia al bando antirrepublicano, el esfuerzo por desviar la atención de las potencias fascistas desde el área centro-oriental del continente europeo hacia la región mediterránea y el afán por mantener la credibilidad de la URSS como potencia impulsora de la revolución proletaria a escala mundial, que quedaría probada si los soviéticos iban en auxilio de sus camaradas españoles del PCE.Al mismo tiempo, los soviéticos se encargaron de movilizar a la opinión pública de Europa y América e impulsaron la creación de las Brigadas Internacionales. Este cuerpo militar estaba formado por voluntarios izquierdistas y comunistas que, con el propósito de detener el avance del fascismo, llegaron a España desde diferentes países para combatir en defensa de la República. En total, se calcula que unos 40.000 brigadistas procedentes de todas partes del mundo lucharon contra el bando franquista en la Guerra Civil.El gobierno republicano pagó los suministros enviados por los soviéticos con las reservas de oro y plata depositadas en el Banco de España, que se agotaron pronto. La llegada del material militar soviético tuvo consecuencias trascendentales. En primer lugar, evitó el hundimiento del ejército republicano y en segundo lugar, reforzó la influencia de los comunistas españoles dentro del gobierno republicano. De cualquier manera, a finales de 1938. Los gobiernos de Gran Bretaña y Francia ya habían iniciado una aproximación a Franco, cuyo gobierno terminó por ser reconocido como el único legal en España desde febrero de 1939.Por otra parte, un gran número de conocidos y prestigiosos intelectuales, artistas y literatos extranjeros se solidarizaron con la causa republicana. Entre ellos se encontraban Albert Einstein, Thomas Mann, George Orwell, Aldous Huxley, Ernest Hemingway, William Faulkner, John Dos Passos, Bertolt Brecht, Pablo Neruda, Octavio Paz, y otros muchos.
Las consecuencias de la guerra
A lo largo de la Guerra Civil murieron unos 450.000 españoles de ambos bandos en los frentes de combate, en los bombardeos y en las actividades represivas. Sin embargo, esta no fue la única trágica repercusión demográfica, ya que muchísimas personas se vieron obligadas a huir del país por temor a las represalias franquistas. Durante los tres primeros meses de 1939 casi medio millón de refugiados -170.000 mujeres, niños y ancianos-cruzaron la frontera para entrar en Francia. Allí fueron recibidos con hostilidad por el gobierno francés, que les instaló en inhóspitos campos de internamiento a la intemperie, donde los refugiados se encontraron sin mantas, ni alimentos, ni asistencia médica. A México -cuyas autoridades sólo admitieron la llegada de intelectuales, médicos y profesores- llegaron otros 22.000 exiliados. Por su parte, el gobierno británico se negó a acoger refugiados procedentes de España. Durante la II Guerra Mundial y tras la ocupación de Francia por las tropas alemanas de Hitler en 1940, regresaron a nuestro país más de la mitad de los refugiados, pero 15.000 fueron enviados a los campos nazis de exterminio.En España, los vencedores se dejaron llevar por el ansia de revancha y persiguieron a los “rojos”. Los vencidos fueron silenciados, humillados, marginados, sancionados económicamente, expulsados de sus empleos y encarcelados. Ni siquiera las mujeres se libraron de esta persecución, pues aquellas que fueron identificadas como simpatizantes de izquierdas sufrieron crueles castigos.Las cárceles franquistas se llenaron de personas acusadas por delitos políticos. En 1940, había 18.000 mujeres y 240.000 hombres encarcelados, de los que 7.800 ya habían sido juzgados y condenados a muerte por tribunales militares. Se calcula que 48.000 individuos fueron fusilados durante la posguerra. En 1943, la cifra de prisioneros que se hacinaban hambrientos, maltratados y enfermos en las celdas todavía superaba los 100.000. Mientras que otros 25.000 cumplían penas de trabajos forzados y participaban en la reparación de caminos y canales, o bien en la construcción de edificios públicos y monumentos. En 1946, la cifra de presos políticos descendió hasta los 15.000.El gobierno de Franco también inició en 1939 una exhaustiva depuración del sector público para descubrir y expulsar a cualquier persona que hubiera estado afiliada a algún partido del Frente Popular, que hubiera desempeñado un cargo durante la República o que hubiera combatido dentro del ejército derrotado. Así, miles de excombalientes republicanos, izquierdistas, demócratas, sindicalistas y otros individuos acusados de ateísmo o de pertenencia a la masonería fueron multados, castigados con la expropiación de sus bienes y despedidos de sus empleos en cualquiera de los sectores de la administración pública o del funcionariado. Los puestos que dejaron vacantes pasaron a ser ocupados por adictos al régimen franquista, por excombatientes del bando antirrepublicano y por afiliados a Falange. Pero la depuración alcanzó también a otros grupos profesionales. Más de 300.000 españoles fueron investigados, el 75% de los profesores universitarios fue sancionado y miles de maestros de escuela fueron inhabilitados definitivamente y suspendidos de empleo y sueldo.Los vencidos y sus familiares también sufrieron una severa represión económica, ya que muchos perdieron sus propiedades pisos, tiendas, fincas, que fueron incautadas y subastadas por las autoridades franquistas. De las sanciones y las confiscaciones no se libraron ni los muertos, Manuel Azaña o Blas Infante fueron multados postumamente con elevadas cantidades de dinero que debían pagar sus parientes más próximos.
15.1. La creación del Estado franquista: Fundamentos ideológicos y apoyos sociales. Evolución política y coyuntura exterior. Del aislamiento al reconocimiento internacional. El exilio
La naturaleza del Estado franquista surgido tras el final de la guerra civil ha provocado controversias entre los historiadores. En general, salvo aquellos autores y grupos especialmente partidarios de aquel régimen político, ha habido coincidencia en que nos encontramos ante una dictadura. En efecto, no hubo elecciones libres, ni libertades políticas; hubo, asimismo, presos políticos y represión de toda discrepancia. Más allá de este denominador común, ha habido autores que han definido el franquismo como una dictadura fascista. Se basan en la existencia de símbolos fascistas, de un partido único, de un líder o de un sindicato vertical que agrupaba a empresarios y obreros. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en Alemania o Italia, el partido no tuvo el poder real, pues quedó reducido a ser un organismo que suministraba los miembros de la administración; por otra parte, el líder no se basó en un carisma claro. Otros autores han hablado de una dictadura militar por el peso del Ejército. Este, sin duda, fue el sostén de la dictadura, sus miembros gozaban de prestigio e influencia y de ciertas ventajas económicas . Sin embargo, a diferencia de la dictadura de Primo de Rivera, tampoco fue la institución gobernante. Finalmente, se ha hablado de una dictadura eclesiástica. La Iglesia convirtió la guerra civil en una cruzada y respaldó en todo momento a Franco. Tuvo un gran peso en la vida del régimen, pues controlaba la censura y las costumbres; pero, aun siendo influyente, tampoco monopolizó el poder.De ahí que en los últimos años se prefiera hablar de una dictadura personalista en la que Franco reunió todo el poder y marcó la evolución política, como demuestra que tras su muerte su régimen político no le pudiera sobrevivir.Durante la guerra civil el bando franquista había estado integrado por diversos grupos, lo que marcó una variedad ideológica, con predominio de unos sectores u otros según el momento. En todo caso, predominó una ideología anticomunista, nacionalista y centralista que identificaba España con la tradición y el catolicismo.Los apoyos sociales del régimen se encontraron en las clases altas que había visto peligrar sus propiedades durante la II República. De hecho, una de las primeras medidas del franquismo fue la contrarreforma agraria que anuló lo hecho por la república en el campo, manteniendo el latifundio tradicional. Junto a ellos, la Iglesia y los sectores más católicos y el Ejército también sostuvieron el sistema. Finalmente, el mantenimiento del régimen franquista dependió mucho del conformismo de una población impactada por el trauma de una guerra que no se deseaba repetir y atemorizada por la represión.La evolución política de los años posteriores a la guerra civil se caracterizó por una durísima represión . Coincidiendo con los primeros años de la Segunda Guerra Mundial predominaron los rasgos fascistas. En esa fase tuvo gran influencia el cuñado de Franco Serrano Súñer, que era germanófilo, y existió un predominio de la FET de las JONS y de los militares. Se apoyó a Alemania con el envío de la División Azul a Rusia y con la entrega de suministros. Sin embargo, a medida que Alemania e Italia comenzaron a ser derrotadas desde 1943 se produjo un alejamiento y un giro político. El régimen proclamó su nacional-catolicismo.La propaganda defendió de forma creciente el anticomunismo y buscó dotarse de una apariencia de sistema político con instituciones permanentes, lo que dio lugar a la aprobación de varias leyes fundamentales: así se daba la apariencia de tener una Constitución. Entre esas leyes destacaron: la ley de las Cortes, por la que se creaba una especie de parlamento; el Fuero de los españoles, que concedía algunos derechos, pero no los garantizaba; la Ley de Referéndum que preveía convocarlos para que el pueblo español decidiese en algunos asuntos; la Ley de Sucesión, que creaba una monarquía sin rey, que sería propuesto en un futuro por Franco, quien actuaba como regente.Tras la guerra España quedó aislada internacionalmente porque era el único país superviviente del bando perdedor de la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, fue condenada por la ONU como país fascista y no se benefició de las ayudas económicas del Plan Marshall dado por los EEUU a los demás países europeos. Sin embargo, la situación de Guerra Fría tras la Segunda Guerra Mundial alivió esa soledad. La posición estratégica española animó a Estados Unidos a apoyar a Franco, aunque fuese dictador, para evitar que un cambio político pudiese llevar al país al comunismo. En ese sentido, el anticomunismo del régimen franquista supuso una baza para ser aceptado en el exterior. En ese proceso resultó clave la firma de un Concordato con el Vaticano y de los Acuerdos con Estados Unidos. Por otra parte, y dentro de un contexto general de descolonización España concedió la independencia a Marruecos, aunque ocnservó Guinea y el Sahara OccidentalFinalmente, el exilio fue la salida forzosa para muchos de los derrotados en la guerra. La mayoría se refugió en Francia y de allí algunos acabaron en la URSS o en Latinoamérica; otros lucharon en la resistencia contra los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. En los años 1950-1960 muchos regresaron a España, aunque otros tuvieron que esperar a la muerte de Franco en 1975.