EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN.
1). LA RESTAURACIÓN. Tras el fallido intento de instaurar una democracia, se restauró la monarquía borbónica. El nuevo sistema político, ideado por Cánovas, se fundamentó en la alternancia. El Régimen de la Restauración duró casi cincuenta años, desde 1874 hasta 1923, y consolidó un régimen constitucional y parlamentario, dominado por una burguesía oligárquica y agraria.
A). Razones, artífices y apoyos de la Restauración.
Durante el Sexenio Democrático, se impuso el deseo de un gobierno estable que garantizara el orden, la seguridad y el crecimiento económico. El cambio fue propulsado por el partido alfonsino, liderado por Cánovas. El artífice del régimen de la Restauración es Antonio Cánovas del Castillo. Era defensor del compromiso y la negociación. El régimen se apoyaría en un partido liberal conservador y sería un sistema parlamentario basado en la alternancia de los partidos en el poder que defendiera el orden y la propiedad.
B). La Restauración borbónica y la organización del sistema canovista.
Alfonso de Borbón dirige un Manifiesto a la Nación, redactado por Cánovas. El propósito era crear un estado de opinión favorable a la causa alfonsina, pero parte del Ejército prefirió un pronunciamiento. El general Martínez Campos proclama rey a Alfonso XII el 29 de diciembre de 1874. La proclamación de Alfonso ocasionó una rápida transición política. El 30 de diciembre se constituía un Ministerio-Regencia presidido por Cánovas, que duró hasta 1875.
B.1). El fin de los conflictos bélicos.
La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de las guerras carlista y cubana. En 1878 se firmó la Paz de Zanjón, que incluía una amnistía, la abolición de la esclavitud y la promesa de reformas para Cuba.
B.2). La construcción del sistema canovista: la Constitución de 1876.
Cánovas se dedicó a reorganizar la vida política y crear una nueva Constitución. Logró la reconciliación con la Iglesia. Los profesores que no aceptaron la norma crearon la Institución Libre de Enseñanza. También, suspendió los periódicos de la oposición y estableció la censura previa. La reorganización de las Diputaciones Provinciales y los Ayuntamientos tuvo un sentido centralista. Además, los fueros vasco-navarros se abolieron definitivamente, y se creó un sistema de conciertos económicos. Cánovas convocó Cortes Constituyentes mediante sufragio universal masculino, que aprobaron la Constitución de 1876 que es una síntesis de las constituciones de 1845 (moderada) y 1869 (democrática). Establecía la soberanía compartida entre las Cortes y el Rey; reconocía al Rey el derecho de veto y de disolver las Cortes. Las Cortes eran bicamerales. Se estableció la confesionalidad católica del Estado y el presupuesto de culto y clero, aunque reconocía la libertad religiosa. No se reconocían los derechos políticos de las mujeres. La ley electoral de 1878 volvió al sufragio censitario y la de 1890 recuperó el sufragio universal masculino. Los pilares sobre los que se apoyaba el sistema canovista eran la Corona, los partidos dinásticos y el Ejército. La monarquía se considera una institución incuestionable y permanente, cuyo papel es ser árbitro en la vida política y garantizar la alternancia en el poder de los partidos dinásticos. El Ejército es el encargado de pacificar el país. Se establece la supremacía del poder civil sobre el militar. Para evitar los pronunciamientos el Rey actúa como Jefe Supremo del Ejército que asegura la sumisión de los jefes militares.
2). EL FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA.
A). Bipartidismo y turno pacífico.
Los dos grandes partidos de la Restauración fueron el conservador de Cánovas del Castillo y el liberal de Sagasta, que tenían como objetivos comunes un sistema político estable que impulsara el progreso. No eran partidos de masas y su base electoral eran las élites económicas y la clase media acomodada. Entre esas élites existía una red de conexiones. El Partido Conservador reunió a los sectores más conservadores de la sociedad. El Partido Liberal reunió a progresistas, unionistas y algunos demócratas y ex-republicanos, siendo la “izquierda dinástica”. Los conservadores tienden al inmovilismo político y a la defensa de la Iglesia y del orden, mientras los liberales se inclinan por un reformismo progresista y laico.
B). La práctica electoral: manipulación y caciquismo.
El rey se atenía al consenso de los partidos, que pactaban la alternancia en el poder. Alfonso XII y la regente María Cristina respetaron el pacto entre partidos. La alternancia en el gobierno fue posible gracias a un sistema electoral corrupto (caciquismo). El control del proceso electoral lo ejercía el ministro de Gobernación, el cual elaboraba la lista de los candidatos que debían ser elegidos y nombraba los diputados ajenos a la circunscripción, los llamados “cuneros”. Los gobernadores civiles transmitían la lista a los alcaldes y caciques, es lo que se conoce como pucherazo (trampas electorales). Una figura fundamental era el cacique. Los caciques eran miembros de una élite local que ejercían la función de intermediarios de la comunidad ante el Estado. En pueblos y comarcas aisladas con economías cerradas, surgieron estos caciques. La función del cacique era dirigir el voto de la población, se crea un “clientelismo” de adictos. El cacique concede favores individuales o colectivos a la comunidad que domina. Controla el ayuntamiento, siendo el alcalde o nombrándolo.
C). Los gobiernos del turno.
El turno funcionó con regularidad hasta 1898 y a principios del siglo XIX, en algunas grandes ciudades las fuerzas de la oposición se convirtieron en hegemónicas, aunque el turno sobrevivió hasta 1923. Los gobiernos duraban 2 años. Las excepciones las encontramos en el primer gobierno de Cánovas, y en el Gobierno Largo de Sagasta. El temor a una posible desestabilización del sistema político impulsó a conservadores y liberales a llegar a un acuerdo, el llamado Pacto del Pardo, que dio paso a un gobierno liberal que permitió asegurar la continuidad del régimen. Los liberales realizaron reformas con la intención de incorporar el sufragio universal masculinos, la Ley de Imprenta, la Ley de Asociaciones, la Ley del jurado, la abolición de la esclavitud en Cuba, etc.
5). LA CRISIS DE 1898.
A). Repercusiones demográficas, económicas y políticas
Desde el punto de vista demográfico, la guerra supuso unos 120.000 muertos entre cubanos y españoles. Los soldados españoles muertos son unos 55.000, más por enfermedades tropicales que por las batallas. Los grupos afectados eran los campesinos y obreros más pobres. Las repercusiones económicas fueron menores de lo esperado. No hubo una crisis política, y el sistema de la Restauración sobrevivió, aunque los movimientos regionalistas crecieron. También el republicanismo y el movimiento obrero crecen. Finalmente, la derrota supuso un cambio de mentalidad de los militares, favorable al autoritarismo y la intransigencia y así, vuelve la injerencia del Ejército en la política.
3). LA OPOSICIÓN AL SISTEMA CANOVISTA
El carlismo acentuó su carácter regional y minoritario. Desde 1876 se dividen en dos grupos, los Integristas, contrarios a la Restauración, y los Tradicionalistas, partidarios de integrarse en el régimen. El republicanismo se caracteriza por la división. Existían cuatro tendencias: la posibilista de Castelar, la progresista de Ruiz Zorrilla, la centralista de Salmerón y la federal de Pi y Margall. Los regionalismos y nacionalismos surgieron como oposición al centralismo del Estado liberal. El movimiento regionalista fue más vigoroso en Cataluña y País Vasco. Esta burguesía industrial reivindicó el proteccionismo para defender sus intereses. El movimiento obrero. El obrerismo estuvo dividido en dos grandes tendencias: el anarquismo y el socialismo. El primero era contrario a la participación política y se escindió entre los partidarios de los sindicatos reivindicativos y los que apostaron por el terrorismo revolucionario para destruir al Estado. El Partido Socialista Obrero Español optará por la lucha política y parlamentaria a favor de los derechos sociales y políticos
4). LAS GUERRAS COLONIALES Y EL FIN DEL IMPERIO DE ULTRAMAR.
A). El Desastre del 98 y su significado histórico.
El año 1898 fue el momento en que España perdió el resto de su imperio en el Caribe y el Pacífico. La derrota tuvo repercusiones en España y dio lugar a un movimiento regeneracionista. Sin embargo, en 1898 no implicó una crisis del sistema político, ni tampoco una crisis económica.
B). El gobierno de las colonias y las sublevaciones.
Las dos características de la política colonial española fueron la no integración de las elites coloniales en el régimen liberal y el abandono del antiguo modelo de gobierno civil, sustituido por la Capitanía General. España no controlaba ni la producción ni el comercio exterior de los productos coloniales, sino que solo cobraba los impuestos, de modo que los beneficios procedían de los aranceles. Las posesiones de Filipinas, África y Oceanía representaban poco para la economía de España.
B.1). Cuba.
Tras la Paz de Zanjón, poco de lo allí pactado se aplicó, debido al rechazo de los intereses peninsulares. La Unión Constitucional se oponía a la autonomía; el Partido Autonomista defendía la igualdad entre cubanos y peninsulares y la autonomía; y el Partido Revolucionario Cubano defendía la igualdad y la independencia. Los lazos económicos entre España y Cuba se iban perdiendo. A esto se sumó un régimen arancelario favorable a la metrópoli. Los productores cubanos pidieron la libertad de comercio y la igualdad comercial entre Cuba y España. El rechazo a hacer reformas aceleró la insurrección de Cuba. La insurrección se inicia en febrero de 1895, con el llamado Grito de Baire, liderada por Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí, que con una táctica de guerrillas dominan las zonas rurales. Martínez Campos es sustituido por Weyler en 1896. En1897 Cánovas es asesinado y le sustituye Sagasta, que releva a Weyler por Blanco y reconoce la autonomía de Cuba.
B.2). Filipinas.
El gobierno de Filipinas estaba en manos de autoridades militares y un gobernador general con amplios poderes. Las órdenes religiosas tenían una gran influencia. La dureza de la situación hizo que la población se rebelara descontenta por la desigualdad. Defienden la independencia la Liga Filipina y la Katipunán. En 1896 estalla la insurrección. El general Fernando Primo de Rivera acaba con la rebelión y firma el Pacto de Biac-Na-Bató.
C). La guerra hispano-norteamericana y el fin del Imperio.
La intervención de EE.UU. tiene motivos políticos, estratégicos y económicos, ya que desea el control del Caribe y el Pacífico. En 1898, el presidente McKinley tenía decidido declarar la guerra a España para hacerse con Cuba. Una explosión destroza al Maine, que se hunde con gran parte de su tripulación. España fue acusada de causar esa explosión. La situación del Ejército español y la armada era desastrosa por los escasos gastos militares. A nivel diplomático, España tenía escasos apoyos diplomáticos. El 18 de abril, McKinley emite el ultimátum que exige de España la renuncia a su soberanía sobre Cuba. Tras la negativa española, declara guerra a España. Tras varios meses de combates por tierra, el 13 de agosto capituló Manila y el resto del archipiélago. EE.UU propone la compra de Cuba. Mientras, otra escuadra al mando del almirante Cervera, se refugió en Santiago de Cuba. Al mismo tiempo, los norteamericanos ocupan Puerto Rico. En agosto comienzan las negociaciones de paz. El 10 de diciembre de 1898 se firma en París el Tratado de Paz, donde España cedía Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas. Se produce la liquidación del imperio. Por iniciativa de Alemania, España le vende las Marianas, las Carolinas y las Palaos por 15 millones de dólares (Tratado Hispano-alemán de 1899). Y en 1900, en un nuevo tratado vende a EE.UU. el resto de las islas filipinas por 100.000 dólares.
5). LA CRISIS DE 1898.
B). El Regeneracionismo.
La crisis del 98 fue una crisis moral e ideológica. Se produjo una crisis en la conciencia nacional, que trajo una intensa reflexión sobre España. El pesimismo originó la idea del “Desastre”. El pesimismo originado por el 98 impulsó una actitud reformista. A ese movimiento se le llamó Regeneracionismo, sustentado por el descontento de una parte del país con el régimen de la Restauración. El Regeneracionismo, que había nacido con Lucas Mallada y su obra “Los males de la Patria”, continúa después del 98 con Ricardo Macías Picavea y su libro “El problema nacional”, Damián Isern y su obra “Del desastre nacional y sus causas” y, sobre todo, Joaquín Costa y su “Oligarquía y caciquismo”, donde define el programa regeneracionista. Escéptico ante los partidos y las clases populares, planteó la revolución desde arriba, realizada por un cirujano de hierro. Costa intentó poner en práctica sus ideas a través de la Liga Nacional de Productores, con una influencia limitada. Igual espíritu reformista hallamos en personalidades de la Institución Libre de Enseñanza. Además, el “Desastre” dio cohesión a un grupo de intelectuales, conocido como la Generación del 98, preocupados por temas morales y filosóficos. A través de la novela y el ensayo, se proponen estudiar “el problema de España”. Destacan, Unamuno, Azorín, Antonio Machado, etc. A partir del 98, clase política asumió actitudes regeneracionistas. Los conservadores habían defendido el proteccionismo y la intervención del Estado en la reforma social. Silvela, Maura y Canalejas intentan hacer la “revolución desde arriba”, luchando contra el caciquismo y planteando proyectos de descentralización, democratización y modernización económica. Estos proyectos no cuajarán por diversas causas como la dimisión del gobierno de Silvela.