Al-Ándalus
Al-Ándalus
A finales del siglo VII, la monarquía visigoda había entrado en crisis. Se disputaban el trono, y los últimos años del reino transcurrieron en medio de conspiraciones y muertes violentas de reyes y miembros de la familia real.
En Arabia había surgido un nuevo movimiento religioso encabezado por Mahoma: el Islam. La nueva religión se fundamentaba en la existencia de una comunidad de creyentes en un único dios –Alá- que convirtió el vínculo religioso en un vínculo político. En virtud de lo establecido en El Corán, libro que contiene la revelación de Alá a Mahoma, los musulmanes están obligados a creer en Alá y considerar a Mahoma su profeta, orar 5 veces al día, dar limosna, ayunar en el mes del Ramadán y peregrinar a La Meca una vez en la vida. Mahoma predicó la guerra santa o yihad contra los infieles. Los musulmanes iniciaron una rápida expansión que les llevó a principios del siglo VIII a las puertas del reino visigodo.
El nacimiento de Al-Ándalus
Aprovechando las disputas internas entre los visigodos, en el año 711 un ejército musulmán compuesto por bereberes y árabes al mando de Tarik desembarcó en la Península y derrotó al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete. Esta victoria supuso el derrumbe del reino visigodo. Dirigidos por Muza los musulmanes tomaron Toledo y en menos de un lustro casi la totalidad de la Península. Los francos detuvieron su avance en Poitiers en el año 732.
La invasión y ocupación de la Hispania visigoda supuso la islamización, de forma gradual, del territorio y de la población. La Península se incorporó a la comunidad política musulmana con el nombre de Al-Ándalus.
Al-Ándalus se convirtió en un emirato independiente del imperio islámico gobernado desde Damasco. Los musulmanes fijaron su capital en Córdoba que pasó a ser el centro político musulmán de la península.
A mediados del siglo VIII, la familia Omeya que gobernaba el imperio islámico fue aniquilada por la dinastía abasí que la reemplazó en el poder. Un miembro de los Omeya, Abd al-Rahmán I, consiguió escapar y dominar Al-Ándalus. En el año 756 proclamó el emirato independiente que suponía la desvinculación política del Imperio islámico, aunque siguió reconociendo la primacía religiosa del califato abasí. Este nuevo periodo supuso el apogeo de Al-Ándalus desde mediados del siglo VIII y durante el siglo IX se produjeron importantes avances económicos.
El esplendor del califato
Abd al-Rahman III accedió al emirato en medio de nuevas revueltas internas y del hostigamiento exterior de los cristianos y de otros estados musulmanes. Para reforzar su autoridad decidió proclamar, en el año 929, el califato de Córdoba, que suponía la ruptura religiosa con el imperio abasí de Bagdad. Puso término a las rebeliones, sometió a los reinos cristianos al pago de tributos. Al Ándalus alcanzó un significativo desarrollo económico, basado en una próspera agricultura y un buen comercio.
A finales del siglo X, destacó la figura de Almanzor, visir y caudillo militar que pasó a convertirse en el verdadero gobernante de Al Ándalus. El ejército musulmán dirigido por él consiguió numerosas victorias y las razias contra los reinos cristianos fueron constantes y provechosas. Tras la muerte de Almanzor, en Al Ándalus se recrudecieron las tensiones entre las distintas etnias y territorios y finalmente el califato se disgregó en diversas taifas en el año 1031.
Los reinos taifas y los imperios norteafricanos.
La división del territorio musulmán en taifas supuso su debilidad política y militar frente a los cristianos, a los que debieron de pagar parias para evitar sus ataques. El avance cristiano no paró y en el año 1085, Toledo cayó en sus manos. Alarmó a los andalusíes que llamaron en su ayuda a los almorávides, una tribu guerrera bereber que había formado un gran imperio en Marruecos. Los almorávides lograron derrotar a los cristianos en Sagrajas e incorporaron Al Ándalus a su imperio. No consiguieron retomar Toledo y fueron derrotados por el Cid Campeador. A mediados del siglo XII, el imperio almorávide sufrió un colapso que hizo resurgir las taifas en Al Ándalus. Los reinos cristianos aprovecharon para ampliar sus territorios a costa del Islam. Los andalusíes solicitaron ayuda al nuevo imperio constituido en el norte de África el fundado por los almohades. Estos iniciaron la invasión de la península en el año 1146 y veinte años más tarde, la unión de los ejércitos cristianos logró la victoria decisiva de Navas de Tolosa en 1212. Supuso el derrumbe del dominio almohade.
Los reinos cristianos
La conquista musulmana significó la desaparición del reino visigodo, pero la ocupación musulmana no alcanzó todo el territorio peninsular, En las montañas cántabras se formaron núcleos de resistencia. Los Pirineos pasaron pronto a convertirse en otro importante núcleo de resistencia cristiano. Con el paso del tiempo, los reinos cristianos establecidos en esas montañas iniciaron la denominada Reconquista.
Los primeros núcleos de resistencia (s.VIII-IX)
Tras la derrota, algunos nobles visigodos buscaron refugio en las montañas del norte. Un noble godo llamado Pelayo derrotó a los musulmanes en la batalla de Covadonga. La victoria le valió para ser coronado como rey de Asturias. Con el paso del tiempo, reyes como Alfonso I y Alfonso III ocuparon los territorios de la cordillera cantábrica y de Galicia, mientras que la cuenca del Duero pasó a convertirse en una especie de tierra de nadie ya que eran frecuentes las razias de los dos bandos.
Los reyes astures trasladaron su capital a la Meseta, a León. Durante los siglos IX y X, los leoneses fueron ganando terreno, al tiempo que en la parte oriental del reino se estableció un poderoso condado: Castilla.
Los vascones de la ciudad y comarca de Pamplona que nunca habían sido dominados de forma efectiva por los musulmanes constituyeron un nuevo núcleo cristiano que cristalizaría en el siglo X en el reino de Navarra. En 1035 se terminaría por constituir el reino de Aragón.
A finales del siglo VIII los francos intervinieron en la Península y las comarcas del Pirineo catalán quedaron bajo su control, el Imperio carolingio convirtió esta zona en la llamada Marca Hispánica. Los francos organizaron el territorio en condados uno de ellos el condado de Barcelona.
La consolidación de los reinos cristianos (s. X-XII)
Alrededor del año 1000, Sancho III hizo que Navarra fuese el centro político de la España cristiana y dependiente de él, a Castilla y Aragón. Su hijo Fernando I fue proclamado rey de Castilla y consiguió en 1037 la unidad con León. Los repartos de herencias de Fernando I debilitaron a los reinos cristianos hasta que Alfonso VI volvió a unificar la herencia de su padre Fernando I, e inició una nueva ofensiva contra Al Ándalus que le llevó a la conquista de Toledo, la antigua capital visigoda en el año 1085. Los almorávides consiguieron detener la ofensiva cristiana, pero Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid, consiguió recuperar de forma pasajera, Valencia para el reino castellano. A la muerte de Alfonso VI el reino castellano y leonés se dividió.
La hegemonía cristiana en la Península (siglo XIII)
En el año 1212 las tropas cristianas de Castilla, Aragón y Navarra derrotaron decisivamente a los almohades en las Navas de Tolosa. Fernando III consiguió la unión definitiva de Castilla y León e inició la conquista del valle del Guadalquivir mientras que su hijo Alfonso X incorporó el reino de Murcia.