La Guerra Civil
La Violencia y los Enfrentamientos
La violencia y los enfrentamientos entre izquierdas y derechas anunciaban el conflicto: se sucedían acciones revolucionarias protagonizadas por obreros y campesinos. La derecha conspiraba y buscaba el apoyo del ejército para frenar la revolución social. El asesinato el 12 de julio del teniente José del Castillo fue el pretexto para la rebelión militar. El lanzamiento se inició el 17 de julio en Ceuta y Melilla, bajo la dirección del general Franco. La sublevación había triunfado en dos franjas: una al norte (desde Galicia hasta Navarra sin la cornisa cantábrica) y otra al sur (la Andalucía occidental con extensión a Marruecos y Canarias).
Desarrollo de la Guerra Civil
El desarrollo de la Guerra Civil se divide en 3 etapas:
De julio de 1936 a marzo de 1937
El ejército de África, bajo el mando de Franco, cruzó el estrecho de Gibraltar, lo que permitió la ocupación de gran parte de Andalucía y Extremadura. El general Mola se apoderó del Norte, desde Navarra hasta Galicia por Castilla y León. El objetivo de Franco era conquistar Madrid. Antes liberó el Alcázar de Toledo en la decisión de Maqueda, que al mando del general Moscardó había resistido el asedio republicano. Esto impidió a Franco tomar Madrid, pero no renunció a la toma de la capital. Ideó un nuevo plan, rodear y aislar la capital. Sin embargo, las victorias republicanas de Jarama y Guadalajara impidieron también el éxito de esta nueva estrategia franquista.
De abril de 1937 a noviembre de 1938
Ante la imposibilidad de tomar la capital, Franco inició la campaña del Norte, encomendada a Mola. Tras la muerte de este en un accidente de aviación, le sustituye el general Dávila Arrondo que tras conquistar Bilbao, continúa por Santander (en abril de 1937 se bombardeó Guernica). Asturias resistió hasta que cayó Gijón. Conquistado el norte, Franco inició la ofensiva del Bajo Aragón. Dos grandes batallas: la de Teruel (triunfo nacional). Entre ambas batallas las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo a la altura de Vinaroz, con lo que la República quedó dividida en dos: Cataluña al norte y Madrid y Levante al sur. La segunda batalla fue la del Ebro: fue la más sangrienta y supuso la derrota casi definitiva de los republicanos.
De diciembre de 1938 a marzo de 1939
Ante el desánimo de los republicanos, la ofensiva franquista en Cataluña fue rápida: Barcelona cayó en enero de 1939 y días después el gobierno republicano se exiliaba a Francia. Madrid era el último objetivo importante. En la capital, a principios de marzo, el coronel Casado, apoyado por socialistas y anarquistas, se rebeló contra el gobierno de Juan Negrín y los comunistas (partidarios de resistir hasta el final) y asumió el mando de un Consejo Nacional de Defensa. Negrín marcha a Francia mientras los comunistas inician una ofensiva contra Casado. El triunfo fue de los socialistas y anarquistas, que intentaron negociar con Franco, aunque este solo aceptaba la rendición incondicional. El 28 de marzo Franco entró sin dificultad a Madrid y el 1 de abril de 1939 se declaraba oficialmente terminada la contienda.
Evolución Política Durante la Guerra Civil
En la Zona Republicana
Tras el gobierno de Casares Quiroga sucedió el gobierno del socialista Largo Caballero, en el que además de socialistas había republicanos y comunistas y algunos ministros anarquistas. Se quiso someter los dos focos de poder revolucionario que quedaban en Cataluña y Aragón: la Generalitat (comunistas) y las Milicias Antifascistas. Los intentos de la Generalitat de restablecer su autoridad liquidando el poder paralelo de las milicias antifascistas provocaron la insurrección en mayo de 1937 de grupos anarquistas. Largo Caballero se vio obligado a dimitir por su negativa a ilegalizar el POUM como le exigían los comunistas, que acusaban a ese partido de ser un instrumento al servicio del fascismo. Juan Negrín subió al poder y concedió la máxima prioridad a la guerra.
En la Zona Nacional
En la zona nacional necesitaban alguna forma de organización política y crearon la Junta de Defensa Nacional. Los jefes militares eligieron a Franco para dirigirlos. Falange era el único grupo civil que apoyaba al bando nacional que tenía un cargo importante. Franco promulgó el decreto de unificación del 19 de abril de 1937, por el cual se fusionaban todas las organizaciones políticas en FET y de las JONS (Falange Española Tradicionalista de las Juntas Ofensivas Nacionales Sindicalistas).
La Intervención Extranjera
La intervención extranjera tuvo una gran importancia en la guerra. A los militares sublevados les ayudaron países con regímenes fascistas: Hitler (Alemania) con la Legión Condor, soldados oficiales, aviones y ayuda económica; Mussolini (Italia) ayudó con hombres y dinero; Salazar (Portugal) con el envío de voluntarios. Los únicos países que ayudaron a la República fueron la Unión Soviética (con hombres y armas) y México, presidido por Lázaro Cárdenas con armas, alimento y apoyo diplomático. Cabe destacar a las Brigadas Internacionales, más de 60.000 voluntarios que se dirigieron a España para ayudar a la República. Se creó el Comité de No Intervención con sede en Londres para que el problema no se internacionalizase. Dentro de la ambigüedad, Francia se inclinó por la República pues gobernaba en ella un Frente Popular. Gran Bretaña y EEUU apoyaron indirectamente al bando franquista. EEUU interpretaba la guerra como un avance del comunismo. Llevó a cabo abastecimientos de grandes empresas americanas como Ford, General Motors o el petróleo de Texaco.
Consecuencias de la Guerra Civil
Los acontecimientos del conflicto bélico trajeron consecuencias económicas y demográficas: destrucciones materiales (carreteras, ferrocarriles, puentes y edificios). La producción agraria disminuyó en un 20% y la industrial en un 30%. La renta per cápita cayó y no se recuperó hasta 1952. Resulta difícil calcular las pérdidas humanas. El número total de muertos con la posguerra podría superar los 500.000. Habría que añadir los no nacidos, la pérdida de población joven. Otro elemento clave fue el exilio republicano (unos 450.000), que supuso una importante pérdida demográfica: población joven y activa, que incluía a gran parte de los sectores más preparados del país: élites científicas, literarias y artísticas.
El resultado de la guerra trajo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera.