La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo y el Turno de Partidos. La Constitución de 1876
La inestabilidad del Sexenio Revolucionario (1868-74) provocó un viraje de la burguesía y el ejército a posiciones conservadoras; y el fracaso de la I República despertó el deseo de una restauración monárquica. Cánovas del Castillo fue el promotor de la vuelta de los Borbones con el Manifiesto de Sandhurst, en el que Alfonso de Borbón exponía sus ideales religiosos y sus propósitos conciliadores. La llegada de Alfonso XII se precipitó, en contra de su opinión, con el pronunciamiento de Martínez Campos. El régimen político de la Restauración o sistema canovista, pues fue Cánovas su creador, consistía en una monarquía parlamentaria en la que dos partidos se turnarían pacíficamente en el poder. Sin embargo, fue un falso régimen parlamentario, ya que los dos partidos (liberales y conservadores), solo representaban los intereses de la burguesía; y practicaron el fraude electoral. El resto de los partidos (republicanos, socialistas y nacionalistas) formaban la oposición al sistema.
El Partido Conservador, creado por Cánovas, integraba a los miembros del antiguo partido moderado y de la Unión Liberal. Era partidario de un sufragio restringido, libertades limitadas, apoyo a la Iglesia y proteccionismo económico. El Partido Liberal lo formaría Sagasta, formado por los progresistas y radicales. Defendían la soberanía nacional, el sufragio universal, libertades más amplias, eran anticlericales y apoyaban el librecambismo. Los dos partidos se alternarían en el poder.
El fraude electoral funcionaba así: se convocaban elecciones y se amañaban mediante la práctica del caciquismo. Cuando se consideraba necesario un cambio de partido acordaban con el rey la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones. Desde Madrid, los oligarcas transmitían instrucciones a los gobernadores civiles de cada provincia, que elaboraban la lista de candidatos que habían de salir elegidos en cada localidad (los encasillados) y se lo comunicaban a los caciques locales. Estos se encargaban de la manipulación directa de los resultados electorales (mediante amenazas, extorsiones, el cambio de urnas). Estas prácticas antidemocráticas eran conocidas como “pucherazo”.
Esta etapa fue regulada por la Constitución de 1876, que mantiene el carácter de la constitución moderada de 1845, incluyendo algunos avances de la de 1869. Pero lo más característico de ella es su carácter ambiguo, pues deja la regulación de muchas cuestiones a decretos posteriores (para evitar el cambio de constitución con cada gobierno). El régimen político era una monarquía parlamentaria con soberanía compartida (rey y Cortes). Aparece la figura del “rey-soldado”, para evitar el tradicional intervencionismo militar en la política española.
El poder ejecutivo quedaba en manos del rey y el legislativo, de unas cortes bicamerales. El Senado se formaba con miembros designados por el Rey. El Congreso se formaba con diputados elegidos por sufragio, que en los primeros años es censitario, pero que en 1890 se convierte en universal masculino, gracias a la ley electoral de Sagasta. El judicial queda en manos de los tribunales.
La declaración de derechos es ambigua. Los derechos sociales no se reconocen hasta que Sagasta elabora la ley de asociaciones (1883), permitiendo la organización del movimiento sindical. Las libertades de expresión, opinión, imprenta o cátedra, se van a mantener con más o menos limitaciones según los momentos. La religión oficial era la católica pero se permitía el culto privado de las demás religiones.
El reinado de Alfonso XII (1875-85) representa la fase de consolidación del sistema canovista que construyó una democracia falsa, basada en la práctica del turnismo, en la que los resultados electorales eran falseados y obedecían a los intereses políticos. Durante el periodo:
- Se acabó con el tradicional protagonismo de los militares y con la práctica del pronunciamiento.
- Se liquidaron las dos guerras heredadas del periodo anterior (Carlista y de Cuba)
En 1885 muere Alfonso XII, iniciándose la regencia de Mª Cristina (1885-1902), con el Pacto de El Pardo, respetando el turno de partidos y garantizando el sistema canovista, pero aumentando la corrupción política.
La Restauración Borbónica (1874-1902): los Nacionalismos Catalán y Vasco y el Regionalismo Gallego. El Movimiento Obrero y Campesino
En España surgieron a partir de la segunda mitad del siglo XIX y a raíz de las ideas románticas, nacionalismos periféricos, en Galicia, País Vasco y Cataluña. Defendían una nueva organización del Estado español, compatible con el autogobierno integrado en España o la independencia total. Estos movimientos se originaron debido a la diversidad cultural y lingüística, la imposición del Estado centralizador, la emigración a las zonas industriales y el desarrollo del movimiento obrero (Cataluña y País Vasco), y el descontento por la marcha general del país.
Nacionalismo Catalán
En los años treinta se inicia en Cataluña la Renaixença (movimiento cultural y literario). Surge la conciencia de un pasado histórico glorioso, del que proceden los símbolos catalanes. El catalanismo político se inicia en el Sexenio entorno a dos vertientes, una republicana y federal, y otra conservadora y tradicional.
El Centre Catalá (1882) fue fundado por Valentí Almirall (republicano federalista), que en su obra Lo Catalanisme defiende la autonomía política. Se gestó el Memorial de agravios con propuestas para modificar la estructura centralizada del Estado y defender los intereses de Cataluña.
Un grupo más conservador fundó la Unió Catalanista (1891) que promovió las Bases de Manresa, que reivindica la cooficialidad del catalán, la autonomía política y la ocupación de cargos políticos por catalanes. De esta corriente conservadora surgió la Lliga Regionalista Catalana (1901), partido político que defiende los intereses de la burguesía industrial, liderada por Prat de la Riba y Francesc Cambó.
Nacionalismo Vasco
La aparición del nacionalismo vasco en el último cuarto de siglo se debió a la rápida industrialización de Vizcaya y a la abolición de sus fueros tras la última guerra carlista.
El nacionalismo vasco rechazaría la españolización traída por los trabajadores foráneos, reivindicando un estado propio. También reivindicaba los fueros perdidos. Sabino Arana fundaría el Partido Nacionalista Vasco (PNV) (1895), de raíces antiliberales y católicas, con un apoyo inicial escaso por su radicalismo, y por eso en el siglo XX evolucionó a posiciones más moderadas.
Regionalismo Gallego
El nacionalismo gallego tuvo un desarrollo más lento y un menor arraigo social debido al escaso desarrollo económico y ausencia de una burguesía fuerte. A mediados de siglo surge el Rexurdimento (movimiento cultural) que reforzó la idea de un territorio con costumbres y lengua propias, y un pasado glorioso. A finales del siglo, Manuel Murguía fue el primer defensor de la nacionalidad gallega y reivindicó el derecho a la autonomía política. Fundó la Asociación Regionalista Galega.
El Movimiento Obrero y Campesino
Con la localizada industrialización española surge el movimiento obrero (reacción a las desigualdades sociales y a la ausencia de legislación laboral). Surgirá especialmente a partir del Sexenio, siendo duramente reprimido por Cánovas. Sagasta legalizó las organizaciones obreras, permitiendo que se configuraran las organizaciones socialistas y anarquistas, que evolucionan por separado.
El anarquismo fue la corriente mayoritaria dentro del movimiento obrero español. Lo introdujo en España Fanelli. Sus principales focos estaban en el campo andaluz y en el proletariado urbano catalán.
A finales del siglo XIX las federaciones locales anarquistas se mantenían muy activas pero fueron incapaces de integrarse en una única organización, hasta inicios del siglo XX que se fundará la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue fundado en 1879 en la clandestinidad por Pablo Iglesias, que intentaba compatibilizar el ideario marxista con el pragmatismo de la acción política. El socialismo aspiraba a la abolición de las clases, la transformación de la propiedad individual en propiedad social y la posesión del poder político por la clase trabajadora. Se creará la Unión General de Trabajadores (UGT) como sindicato del partido. PSOE y UGT fueron grupos minoritarios, en comparación con los anarquistas, hasta comienzos del siglo XX. Sus ideas se transmitieron a través de las Casas del Pueblo y el periódico El Socialista.
El movimiento obrero conformará la oposición al régimen de la Restauración, junto con otros movimientos como el republicanismo, el carlismo y nacionalismo.
El Problema de Cuba y la Guerra entre España y Estados Unidos. La Crisis de 1898 y sus Consecuencias Económicas, Políticas e Ideológicas
La política exterior española durante la Restauración se basó en la política del recogimiento, que consistía en mantenerse al margen de las grandes alianzas diplomáticas internacionales, adoptando una posición de neutralidad frente a las potencias germanas y anglosajonas. A finales del siglo XIX, Cuba, Filipinas y Puerto Rico eran los restos del antiguo imperio colonial español. El deseo de independencia de los líderes cubanos estalló en la Guerra de los Diez Años (1868-78) y acabó con la Paz de Zanjón (1878). Este tratado prometía unas nuevas condiciones políticas y administrativas, el fin de la esclavitud y una amnistía, pero estos cambios llegaron demasiado tarde. En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, partidario de la independencia y encontró el apoyo de Estados Unidos. Comenzaron una nueva insurrección en 1895, el grito de Baire. Optaron por una táctica de guerrillas, evitando el enfrentamiento con el ejército español, muy superior. El gobierno español respondió enviando un numeroso ejército, al mando primero de Martínez Campos y luego Weyler, iniciando una dura represión contra la población civil, pero no pudo derrotar a los independentistas.
La explosión fortuita del acorazado norteamericano Maine (1898) fue el pretexto de Washington para la declaración de guerra (Guerra Hispano-norteamericana). El gobierno español consideraba que no se podía entregar la isla sin luchar, pero la flota española fue rápidamente aniquilada por la muy superior estadounidense. Por el Tratado de París (1898), España perdía Cuba, que pasaba a ser dependiente de EEUU; y Puerto Rico y Filipinas, convertidas en colonias norteamericanas.
La pérdida de las últimas colonias, derivó en la crisis de 1898 que tuvo consecuencias económicas, políticas e ideológicas, además de demográficas.
- Desde el punto de vista económico, la derrota supuso la pérdida del mercado colonial, iniciándose una política proteccionista. Sin embargo, esto supuso la recuperación de la industria nacional y un desarrollo de la banca española con la repatriación a España de los capitales situados en América.
- Desde el punto de vista político, se produjo un desgaste de los partidos turnistas (sobre todo del liberal de Sagasta). Se demostró que el ejército español no estaba preparado para un conflicto internacional y se terminó de perder el escaso peso internacional de España, creando un sentimiento de inferioridad e impotencia entre la población. El colonialismo español se centró en el norte de África. Además, se debe mencionar el impacto social y demográfico sobre todo entre las clases más desfavorecidas. Además de las bajas, hay que tener en cuenta los enfermos, heridos y mutilados que regresan a España, lo que producirá que el antimilitarismo se extendiera entre los sectores sociales más humildes.
- Desde el punto de vista ideológico, la crisis de la conciencia nacional se manifestó en la actitud pesimista de los escritores de la Generación del 98 (Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Valle-Inclán), comenzando la edad de plata de la cultura española. Surgió el regeneracionismo, movimiento a favor de la regeneración de España que defendía una reforma política y administrativa. Su máximo representante Joaquín Costa, criticaba el caciquismo y la corrupción, y apostaba por mirar hacia Europa, para emprender la modernización del país, sin perder las peculiaridades de España. Joaquín Costa estaba muy ligado a la Institución Libre de Enseñanza que proponía reformar la educación. Los movimientos soberanistas como el de Cataluña, apoyarán también las demandas del regeneracionismo.
Alfonso XIII y la Crisis del Sistema Político de la Restauración: los Partidos Dinásticos. Las Fuerzas Políticas de Oposición: Republicanos, Nacionalistas, Socialistas y Anarcosindicalistas
Alfonso XIII es nombrado rey en 1902. Hasta esa fecha, el sistema canovista había permitido cierta estabilidad. Sin embargo, durante el reinado de Alfonso XIII (1902-31), España vive una crisis política cuyas causas fueron muy diversas: las injerencias del rey en decisiones políticas, que se rodeó de un sector muy conservador. La lucha interna por el liderazgo en los partidos del sistema debilitó su posición y facilitó la entrada de los nuevos partidos (socialistas, republicanos y nacionalistas), ajenos al sistema turnista. El caciquismo dejó de tener peso al crecer la población de las ciudades, teniendo mayor peso el voto obrero. Además, hay un clima de violencia social provocado por la lucha entre los sindicatos y la patronal, y por el creciente protagonismo del ejército con el apoyo del monarca. Esto llevó al agotamiento del sistema canovista.
Desde la Regencia de Mª Cristina el regeneracionismo había llegado a la vida política, produciéndose los primeros intentos de revisionismo del sistema canovista. Las reformas fueron emprendidas por el sucesor de Cánovas, Francisco Silvela. Maura, conservador, ideó la “revolución desde arriba”, con el objetivo de modernizar España evitando una revolución popular. Durante el “gobierno largo” de Maura (1907-09) se aprobaron medidas de carácter social y laboral: promovió leyes laborales sobre accidentes de trabajo, el descanso dominical, se creó el Instituto Nacional de Previsión, futuro sistema de Seguridad Social, y se aprobó la Ley de Huelga. Se promulgó una Ley Electoral que intentaba dificultar el fraude electoral. Incluso intentó llegar a un acuerdo con el nacionalismo más moderado, dando más autonomía a diputaciones y ayuntamientos. Sus medidas no llegaron a tener el resultado esperado por varias razones, su talante autoritario se ganó la oposición de los liberales y de los demás partidos fuera del sistema; la falta de confianza del monarca y el rechazo del ejército.
La Semana Trágica de Barcelona (1909) precipitó su caída: la protesta por el llamamiento de los reservistas para combatir en Marruecos provocó un estallido revolucionario. Las autoridades declaran el estado de guerra, y el ejército termina con la revuelta. La represión fue dura, con ejecuciones como la de Ferrer i Guardia, que provocaron una oleada de protestas, y Maura se vio obligado a dimitir y traspasar el poder a los liberales.
Tras la caída de Maura, se formó un gobierno liberal presidido por José Canalejas (1910-12), con un programa de modernización política, propuestas de mayor compromiso social, distanciamiento del clericalismo, una apuesta por la descentralización y fortalecimiento del ejército. Aprobó la Ley del Candado, que prohibía el establecimiento de nuevas órdenes religiosas; la Ley de Reclutamiento, que acabó con la redención de reclutamiento en metálico; y tramitó la Ley de Mancomunidades, posibilitando la descentralización administrativa. Canalejas fue asesinado en Madrid por un anarquista (1912), acabando con la posibilidad de reestablecer el turno de partidos. Esto causó que Alfonso XIII asumiera el protagonismo político, y entregó el gobierno al conservador Eduardo Dato.
Al margen de los partidos dinásticos, las fuerzas políticas de oposición se fueron reforzando:
- El republicanismo defendía el progreso y la justicia social. Surgen dos nuevos partidos: Partido Radical, fundado por Lerroux, anticatalanista, anticlerical y populista; y el Partido Reformista fundado por Melquiades Álvarez, más moderado.
- Los nacionalismos adquieren más peso tras el desastre del 98. En 1901 los diferentes grupos catalanistas se unen en la Lliga Regionalista, partido conservador presidido por Prat de la Riba y Francesc Cambó, que defiende los intereses de la burguesía industrial. Un poco más tarde se fundó Solidaritat Catalana. En 1931 se funda Esquerra Republicana, partido independentista liderado por Macià y Companys.
- El Partido Nacionalista Vasco, tras la muerte de Sabino Arana, evoluciona del independentismo antiliberal hacia el autonomismo, aumentando su apoyo social. Existieron otros nacionalismos como el nacionalismo gallego, promovido por escritores como Castelao. El nacionalismo andaluz con su ideólogo Blas Infante.
- Los socialistas continuaban su lento crecimiento en su rama política (PSOE) y sindical (UGT). Cada vez participaban más en la vida parlamentaria. En 1910 Pablo Iglesias se convirtió en el primer socialista en acceder a las Cortes. En 1921 un grupo de disidentes del PSOE, fundaron el Partido Comunista de España (PCE), disconformes con la decisión del congreso socialista de no unirse a la Tercera Internacional.
- Los anarcosindicalistas. En 1910 nace la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT). Era revolucionaria y defendía la huelga y la abstención en las elecciones, rechazando la vía parlamentaria. Los socialistas y anarquistas mostraron interés en educar y asesorar a los trabajadores. Destacó la Escuela Moderna de Barcelona dirigida por el anarquista Ferrer i Guardia.
La Intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España. La Crisis de 1917 y el Trienio Bolchevique
La intervención en Marruecos fue la que puso fin al sistema de la Restauración. La Conferencia de Algeciras (1906), repartió la tutela de Marruecos entre España y Francia, para establecer después un protectorado. La zona norte correspondió a España. Políticos y militares vieron en ello la oportunidad de recuperar el prestigio perdido en el 98. La derrota en el Barranco del Lobo llevó a Maura a reclutar reservistas, decisión que desembocó en una guerra impopular (Semana Trágica de Barcelona) de extrema dureza.
La situación se complicó cuando en 1921, el general Fernández Silvestre inició una ofensiva tratando de ocupar el Rif, dando lugar al desastre de Annual, donde los españoles fueron derrotados por las tropas de Abd-el-Krim, siendo especialmente sangriento el sitio del monte Arruit. La parte oriental del protectorado se perdió y la derrota produjo una gran conmoción en el gobierno y en la opinión pública.
La principal consecuencia política fue la búsqueda de responsabilidades. La izquierda, los republicanos y los sindicatos culparon al Rey, a los militares africanistas y al gobierno. Las Cortes encargaron una investigación (Expediente Picasso) que despertó la indignación popular al revelar la corrupción e ineficacia del ejército. El odio del pueblo contra el sistema dio gran popularidad al PSOE y a los republicanos. Los militares reaccionaron con el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.
La Primera Guerra Mundial (1914-18) constituyó un punto de inflexión en el régimen de la Restauración. España, bajo el gobierno conservador de Eduardo Dato, se declaró neutral, aunque la opinión pública se dividió en aliadófilos y germanófilos. La guerra estimuló la economía, ya que potenció la industria y multiplicó las exportaciones. Sin embargo, también hubo consecuencias económicas y sociales negativas pues provocó un proceso inflacionista e incluso la escasez de algunos productos básicos en el mercado interno. Los beneficios generados durante la guerra no se invirtieron para el desarrollo del país, sino para el enriquecimiento de unas pocas grandes fortunas, mientras que la clase obrera se empobrecía por la subida de los precios por encima de lo que lo hacían los salarios. Esta situación generó un gran descontento social que desembocó en varios movimientos de protesta y en huelgas convocadas por UGT y CNT, que culminaron en la triple crisis de 1917. En
Crisis Militar
El descontento entre los oficiales «peninsulares» ante los rápidos ascensos de los africanistas, y la escasez de medios, llevó a la creación de las Juntas de Defensa, cuyos objetivos fueron la subida de sueldo y el rechazo al ascenso por méritos de guerra. El gobierno conservador de Dato admitió sus peticiones y reconoció las Juntas de Defensa, volviendo el ejército a ser uno de los pilares de la monarquía.
Crisis Parlamentaria
El gobierno de
Crisis Social
La huelga general de 1917 fue convocada en agosto por UGT y respaldada por la CNT. Reclamaban un gobierno provisional y elecciones libres a Cortes Constituyentes. Tuvo gran seguimiento en las principales ciudades y en zonas mineras, y se saldó con un centenar de muertos y miles de detenidos, entre ellos, los componentes del Comité de Huelga.
La crisis de 1917 debilitó al régimen de la Restauración que en los años siguientes entrará en su crisis definitiva. Alfonso XIII recurrirá a los gobiernos de concentración aportando menos estabilidad. La inestabilidad social, tras la Primera Guerra Mundial, provocó un fuerte crecimiento del sindicalismo y de sus acciones, influenciado por el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia (1917). En Barcelona, estalló la llamada guerra social entre la CNT que promovió actos de terrorismo contra empresarios, burgueses y autoridades; y la patronal que usó el pistolerismo para asesinar a líderes sindicales y obreros. Las autoridades militares reprimieron duramente a los sindicatos, aplicaron la “ley de fugas” e implantaron el estado de excepción. En Andalucía entre 1918 y 1920 se vivió “el trienio bolchevique”, periodo de levantamientos anarquistas provocados por la miseria de los jornaleros agrícolas, la carestía de la vida y la influencia de la revolución rusa. Dirigidos por UGT y CNT, hubo huelgas, ocupación de campos, reparto de tierras y toma de ayuntamientos. Con la declaración del estado de guerra y la fuerte represión, se acabó con la revuelta social en 1920. Entre 1917 y 1923 el régimen de la Restauración agonizaba en una crisis que propició el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera en 1923, imponiéndose una dictadura militar.
La Dictadura de Primo de Rivera. El Final del Reinado de Alfonso XIII
El malestar del ejército a principios de la década de 1920 se concretó el 13 de septiembre de 1923 con el golpe de Estado de Primo de Rivera, imponiéndose un nuevo régimen dictatorial dando por finalizado el Régimen de la Restauración. El golpe de Estado recibió el apoyo del ejército, la iglesia, la burguesía y el rey, y Primo de Rivera acusaría en su manifiesto a los políticos liberales de todos los males del país. El gobierno dimitió y Alfonso XIII entregó el poder a los sublevados, ligando así su destino al de la dictadura. Como primera medida, se declaró el
Acabar con la guerra de Marruecos fue una de las prioridades del Directorio. Se preparó la retirada del protectorado, pero Abd-el-Krim atacó las posiciones francesas. Esto provocó la acción conjunta franco-española. Desembarcaron en la bahía de Alhucemas, y tras semanas de batallas, Abd-el-Krim se entregó. Este fue el mayor éxito de la dictadura, prolongando su existencia.
Consolidado el régimen, el Directorio Militar fue sustituido por un Directorio Civil (1925-30), formado por militares y civiles, aprobado por el pueblo mediante un plebiscito. El objetivo era institucionalizar la dictadura. En 1927, copiando el Consejo Fascista Italiano, se convocó una Asamblea Nacional Consultiva, formada por miembros de la Unión Patriótica, que debería presentar al gobierno una especie de constitución autoritaria que regulara el Estado (sin soberanía nacional, ni división de poderes) y dar así salida legal a la dictadura. No hubo acuerdo político, llevando a la dictadura a su fin.
La dictadura se benefició de la favorable coyuntura económica internacional de los “felices años 20”. El estado puso en marcha una política económica de carácter paternalista, de revolución desde arriba, caracterizada por la puesta en marcha de ambiciosos proyectos de obras públicas, la nacionalización de la industria y la regulación de mercado. Aunque a corto plazo fue una política positiva que favoreció el desarrollo industrial, eliminó el paro y ayudó a la estabilidad social; a la larga, generó una enorme deuda pública que heredó la II República.
La principal oposición política al régimen la protagonizaron los partidos nacionalistas y republicanos. El PSOE justificándose en el carácter provisional de la dictadura, mantuvo una postura colaboracionista con el Régimen que impulsó algunas medidas favorables a los obreros (derecho de jubilación). Los anarquistas y el Partido Comunista se enfrentaron de forma más activa al régimen. La principal movilización la protagonizaron los intelectuales y el mundo universitario, que firmaron un manifiesto y convocaron numerosas manifestaciones contra la dictadura. Desde 1928 el PSOE empezó a pensar en una solución republicana, y lo mismo proponían CNT y PCE. A ello se unía la FAI y la crisis de 1929.
El 30 de enero de 1930 Primo de Rivera presenta la dimisión a Alfonso XIII, que nombró Jefe de Gobierno al general Dámaso Berenguer, que anunció una vuelta al régimen constitucional del 76 y convocó elecciones generales. Calificado de dictablanda, el gobierno y la monarquía perdieron credibilidad, al limitarse a ofrecer una vuelta al caduco sistema anterior. La oposición antimonárquica se reunió en San Sebastián y firmó un pacto (agosto de 1930), apoyado por republicanos, nacionalistas y PSOE. Se constituyó un comité revolucionario, presidido por Alcalá Zamora, para preparar la proclamación de la república. La CNT respaldó la conspiración, pero no se unió al pacto.
En diciembre fracasó un pronunciamiento en Jaca, primer intento de proclamar la república. Los miembros del comité revolucionario fueron encarcelados. Hubo una ola de protestas, huelgas y manifestaciones, y Berenguer presentó su dimisión en febrero de 1931. Alfonso XIII encargó formar gobierno al almirante Aznar, que convocó elecciones municipales el 12 de abril. Los republicanos ganarían en la mayoría de las ciudades (donde las elecciones eran más limpias). El cambio de régimen se realizó sin violencia el 14 de abril de 1931 tras la proclamación de la República en Madrid, Barcelona y otras capitales españolas. Alfonso XIII abandona España este mismo día, partiendo
La Proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El Bienio Reformista (1931-1933)
La II República fue proclamada tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 convocadas por Aznar. Ganó la coalición republicano socialista, provocando la salida de Alfonso XIII al exilio y la proclamación de la II República en Éibar el 14 de abril y poco después en Barcelona y Madrid. El gobierno provisional, presidido por Alcalá Zamora estaba formado por un gobierno de concentración compuesto por republicanos conservadores, de izquierda y radicales; estaban representados los socialistas del PSOE, y los nacionalistas catalanes y gallegos.
La II República nace con numerosos problemas internos: una pésima situación socioeconómica; pretensiones nacionalistas; y el enfrentamiento con los sectores más reaccionarios de la Iglesia que desembocó en acciones de vandalismo anticlerical. Alcalá Zamora inició un programa reformista.
En junio de 1931 se celebraban elecciones a Cortes Constituyentes. Obtuvieron la mayoría la coalición de republicanos y socialistas, encargados de elaborar la Constitución de 1931, de carácter democrático. Define a España como una república laica, descentralizada, igualitaria y democrática de trabajadores. Establecía una
La Declaración de Derechos era muy completa. Libertad de expresión y de asociación; derecho al trabajo y educación; se establecía el matrimonio civil y el divorcio. Se impuso un Estado aconfesional, que reconocía la libertad de culto. Esto hará que los católicos retiren el apoyo a la República. La
Reforma Laboral
Dirigida por Largo Caballero, líder de UGT, que elaboró la Ley de Contrato de Trabajo con medidas como la jornada de ocho horas o el salario mínimo. La reforma no fue suficiente para la CNT que retiró su apoyo.
Reforma Agraria
No se abordó a fondo por temor a que la oposición de los terratenientes acabara con la República. El Instituto de Reforma Agraria solo expropió algunas fincas, a cambio de una indemnización. La reforma fue lenta y no solucionó los graves problemas del campo y empeoró el clima social.
Reforma Militar
De Azaña pretendía reducir el número de oficiales y garantizar su lealtad al nuevo régimen. Se creó la Guardia de Asalto para el control del orden público.
Secularizar la Sociedad
Para limitar la influencia de la Iglesia fue una de las intenciones de la Constitución del 31. Se prohibió la enseñanza religiosa y se disolvió la Compañía de Jesús.
Reforma del Centralismo
del Estado comenzó con el reconocimiento de las autonomías y la formalización del Estatuto de Autonomía de Cataluña. El estatuto Vasco, fue rechazado por ser en exceso confesional. La Estas reformas encontraron la oposición de poderosas fuerzas políticas y sociales: A los partidos políticos de la derecha lideradas por la CEDA de Gil Robles, se le sumaron partidos monárquicos como Renovación Española liderada por Calvo Sotelo, la extrema derecha totalitaria encarnada en la Falange Española fundada por José Antonio Primo de Rivera, y el carlismo (Comunión Tradicionalista). Hubo oposición popular con huelgas de obreros y campesinos, que consideraban demasiado lentas las reformas. Hubo agitaciones anarquistas como la de Casas Viejas (Cádiz, 1933), a las que el gobierno respondió con dureza. La oposición militar fue continua con conspiraciones como el fallido golpe de Estado liderado por Sanjurjo (Sanjurjada, 1932). En septiembre de 1933 la coalición entró en crisis: Azaña dimite y Alcalá Zamora disuelve las Cortes y convoca elecciones. La victoria de la CEDA y el Partido Radical de Lerroux, dio inicio al Bienio radical-cedista.
10.2 El gobierno radical cedista (1933-1935). La Revolución de Asturias. El Frente Popular, las elecciones de 1936 y el nuevo gobierno. En El programa político del gobierno de Lerroux consistió en rectificar o suspender las reformas del período de Azaña: Se modificó la política religiosa, logrando un acercamiento al Vaticano. Se paralizó la reforma agraria, devolviendo las tierras a los antiguos propietarios, y expulsando a los campesinos que ya se habían asentado. Se concedió amnistía a los condenados por el fallido golpe de estado (Sanjurjada). Se presentó un proyecto de reforma constitucional (1935) modificando las cuestiones que más rechazo habían provocado en las capas más conservadoras de la sociedad (matrimonio civil, educación, autonomías, …), pero no se llegó a concluir. En octubre del 34, el gobierno de Lerroux da entrada a tres miembros de la CEDA, lo que levanta las sospechas de los partidos de izquierda de que la República estaba en peligro. Los partidos de izquierda quieren crear una república de los trabajadores por medio de la revolución, lo que se materializaría en la revolución de octubre de 1934. Largo Caballero impulsaría la alianza obrera y la creación de un comité para la organización del golpe revolucionario. El detonante de esta revolución, planteada desde el comienzo del bienio radical cedista, fue la incorporación de tres ministros de la CEDA al gobierno. Como movimiento nacional, la revolución de 1934 fue un fracaso, triunfando solo en Asturias, único lugar donde los trabajadores estaban unidos y preparados para la lucha armada. Allí, las organizaciones proletarias asaltaron las casas cuartel de la Guardia Civil, ocuparon las fábricas de armas y constituyeron comunas obreras. La dura intervención del ejército de Marruecos y la Legión al mando del general Franco provocaría un levantamiento en la región de dimensiones de guerra civil. En Barcelona, Lluís Companys declaró el Estado catalán dentro de la federación Española, lo que culminó con una dura represión por parte del ejército y la suspensión temporal de la autonomía catalana. Aunque la revolución se sofocó, el país se dividió y los ánimos quedaron encendidos. El panorama político resultante será complicado. Calvo Sotelo fundaría el Bloque Nacional (tradicionalista y monárquico). Aunque de forma minoritaria, el Partido Carlista (Comunión Tradicionalista) y la extrema derecha encarnada en la Falange Española, estarían también presentes. A finales de 1935, estallarán varios escándalos financieros en el entorno de Lerroux (estraperlo) que rompieron la alianza entre los radicales y la CEDA. Lerroux dimitió y Alcalá Zamora convocará nuevas elecciones para 1936. La izquierda y los nacionalistas, conscientes de la importancia de su unión para poder ganar, se presentarán unidos bajo el Frente Popular. La derecha, sin embargo, llegaría dividida a las urnas. El Frente Popular obtendrá la mayoría en las elecciones, ganando en las grandes ciudades industriales, en las provincias donde abundaban los jornaleros y en las regiones partidarias de la Autonomía. Azaña pasará a sustituir a Alcalá Zamora y Casares Quiroga será el jefe del gobierno. Se retomaron las reformas del bienio reformista. En la calle fue subiendo la tensión y los estallidos de violencia se hicieron frecuentes por parte de ambos bandos. Parte del ejército consideraría que la revolución era inminente y que el gobierno sería incapaz de controlarla, con lo que iniciará una conspiración, dirigida por Mola, para acabar con la República. El Gobierno conocía la situación, pero su reacción fue lenta y tímida. El asesinato de Calvo Sotelo por la Guardia de Asalto en contestación al asesinato de su teniente Castillo, será el pretexto para el alzamiento militar dirigido por los generales Mola, Sanjurjo, Franco y Goded apoyados por gran parte de la derecha. El 17dejuliose inicia la sublevación en el Protectorado de Marruecos. Al día siguiente, varias regiones peninsulares se suman al alzamiento, mientras otras permanecen fieles al gobierno de la República. La Guerra Civil ha comenzado (1936-39).
10.3 La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. La dimensión internacional del conflicto. Desde finales de 1935, un grupo de oficiales monárquicos y conservadores (Sanjurjo, Goded, Mola, Franco…), estuvo conspirando contra la República. El golpe de Estado debía ejecutarse con rapidez para evitar la resistencia del Gobierno. El golpe buscaba la implantación de un régimen autoritario bajo el gobierno de una Junta Militar presidida por el general Sanjurjo (exiliado en Portugal). Ante las sospechas, el gobierno del Frente Popular cambió de destino a los generales más antigubernamentales, Mola trasladado a Pamplona, Goded a Baleares y Franco a Canarias. Sin embargo, los preparativos de la sublevación continuaron bajo la coordinación del general Mola (“El Director”). El golpe de Estado se fijó para el 18 de julio, pero la tensión creada por los asesinatos del teniente de izquierdas Castillo y del diputado ultraconservador Calvo Sotelo, provocó que el coronel Yagüe se alzara en armas el 17 de julio de 1936 en Melilla. El 19 de julio el general Franco voló de Canarias a Marruecos y desde allí la sublevación se extendió al resto de la Península, ante la inacción del Gobierno. El golpe de Estado fracasa y se inicia el enfrentamiento entre los dos ejércitos en una guerra civil que durará tres años, donde se va a combatir no solo por imponer una dictadura militar o defender la república democrática si no que también están presentes la lucha de clases, contienda religiosa y choque entre nacionalismos. España quedará dividida en dos zonas. En Canarias y Marruecos, triunfó el alzamiento. En la Península, se les unieron Navarra, Castilla y León, Sevilla, Córdoba, Cádiz y Granada, Galicia, Álava, y parte de Baleares y de Aragón. Apoyando al gobierno quedaron Vizcaya y Guipúzcoa, Asturias, Cantabria, Cataluña, Valencia, Castilla-La Mancha y Madrid. El bando republicano contaba con los núcleos industriales y urbanos, además del oro del Banco de España. La República tenía menos efectivos del ejército, pero contaba con la lealtad de la Aviación y la Marina, y la Guardia de Asalto, pero su organización militar quedó prácticamente desmantelada. Su poder fue reemplazado por el de las milicias populares. El bando sublevado contaba con la principal zona cerealística, la mayoría de los generales, la mitad de los miembros del ejército y las tropas africanas. Tenía además el apoyo de Alfonso XIII, de grandes empresarios como Juan March y capital extranjero. Desde el primer momento, La Guerra Civil española tuvo una gran repercusión internacional. En España se estaba produciendo el enfrentamiento entre comunismo y fascismo que muchos temían se extendiese al resto de Europa. La intervención extranjera en el conflicto influiría decisivamente en su evolución y determinaría la victoria de los sublevados. Francia y Gran Bretaña, por medio de la Sociedad de Naciones, crearon un Comité de no Intervención para evitar la intervención extranjera en la guerra. Pero fue un fracaso, Italia y Alemania no tardaron en saltárselo. Francia pretendía ayudar a la República, en un primer momento, pero cedería a la presión británica, y su papel acabaría siendo el de país de acogida. El gobierno conservador de Gran Bretaña oficialmente apoyó la neutralidad, pero firmaría un acuerdo con Italia en el que admitía la presencia de tropas italianas en España. EEUU interpretó la guerra como un avance del comunismo en Europa, adoptando una política de no intervención y prohibiendo la venta de armas en España. Los países que ayudaron a los militares sublevados fueron la Italia fascista y la Alemania nazi. La Alemania de Hitler ofreció ayuda militar, destacando la Legión Condor, responsable del bombardeo de Guernica; y una importante ayuda financiera. La Italia de Mussolini proporcionó un importante contingente militar, equipos y apoyo financiero. Portugal envió voluntarios (los “viriatos”), además de ceder el territorio para operaciones militares e introducir armamento. El Vaticano reconoció el régimen en 1937. La República, como régimen democrático y legítimo, esperaba disponer de la ayuda de las democracias occidentales (Francia, Gran Bretaña), pero los únicos países que la apoyaron con decisión fueron La Unión Soviética y Méjico. La Unión Soviética ayudó con aportaciones de hombres y material, lo que la II República pagó con el oro del Banco de España. Méjico, además de enviar ayuda, acogerá a los exiliados españoles. Las Brigadas Internacionales eran tropas formadas por voluntarios extranjeros de más de 50 países que deciden luchar en España a favor de la República y contra el fascismo.
10.4 Fases militares de la Guerra Civil. La evolución política y económica en las dos zonas. Consecuencias económicas y sociales de la guerra. Los costes humanos. Podemos distinguir las siguientes fases en la Guerra Civil: En la primera fase (julio 1936 – marzo 37): El ejército de África al mando de Franco cruza el Estrecho (con la ayuda de Hitler y Mussolini) y ocupa gran parte de Andalucía y Extremadura. Toman Badajoz y Toledo, liberando el Alcázar. Mola se apodera del Norte (Navarra, Galicia, Castilla y León), pero no logra dominar la franja cantábrica.
En noviembre comienza la batalla de Madrid, que resiste bajo el grito de “no pasarán”, gracias a la defensa del ejército leal, las Brigadas Internacionales y la milicia. Los sublevados intentaron rodear Madrid, pero fracasaron en las batallas del Jarama y Guadalajara. En la En la tercera fase (diciembre 37- noviembre 38) comienza el avance hacia el Mediterráneo. Los republicanos emprenden la campaña de Aragón, reconquistando Teruel, pero esta fracasa. El territorio republicano queda partido en dos. A la desesperada los republicanos cruzan el Ebro, produciéndose la mayor batalla de la guerra, la Batalla del Ebro (julio- noviembre 38). El ejército republicano, aunque venció, quedó muy debilitado. En la cuarta fase (diciembre 38-abril 39) Franco lanzó la ofensiva sobre Cataluña, provocando el éxodo de republicanos hacia Francia, entre ellos Azaña con el gobierno republicano. En febrero cayó Barcelona. Negrín pretendió alargar la guerra; pero anarquistas y socialistas pretendían un final negociado, lo que provocó el Golpe de Estado del coronel Casado. Inició negociaciones de paz, pero Franco solo aceptaba la rendición incondicional. El 28 de marzo los sublevados entraban en Madrid. El 1 de abril de 1939 la Guerra Civil Española había acabado.
La evolución política en la zona republicana, se inició con la dimisión de Casares Quiroga, sustituido por Martínez Barrio y José Giral (quien decidió armar a las milicias populares). En septiembre 1936 es nombrado Largo Caballero, que trasladó el gobierno a Valencia. Era un gobierno de concentración, centrado en crear un Ejército Popular bajo el mando del general Rojo, y militarizar las milicias. Los enfrentamientos en Barcelona entre los anarquistas y los miembros del POUM (querían una revolución social), contra el PCE dejaron en evidencia la división ideológica del bando republicano. El nuevo gobierno de Juan Negrín, apoyado por los comunistas, defendió la política de resistencia hasta el final. Pero anarquistas y socialistas preferían negociar la paz, provocando el Golpe de Estado liderado por Casado y Besteiro. Al final Negrín intentó negociar (los Trece puntos de Negrín) pero fue rechazado por Franco. La caída de Barcelona y Madrid provocó el hundimiento republicano. conómicamente controlaba las zonas industriales.
Tuvieron dificultades para abastecer a las ciudades. Nacionalizaron industrias y compañías ferroviarias, controlaron bancos, y colectivizaron empresas y tierras. Se financió la guerra emitiendo deuda pública y depositando en Moscú las reservas de oro del Banco de España. a Económicamente, disponían de la mayor parte de las tierras de cultivo. Sus carencias industriales explican el interés por ocupar el norte peninsular (recursos mineros y siderúrgicos). El control de la producción fue estricto y anularon las actuaciones del Instituto de Reforma Agraria. La financiación vino de la ayuda de los regímenes fascistas de Alemania e Italia La Guerra Civil trajo importantes consecuencias económicas, sociales y humanas. Económicamente, la guerra supuso la reducción de la producción agraria e industrial. También hay que añadir el coste económico de la ayuda militar prestada a ambos bandos. Esto produjo un retroceso del nivel de vida y un estancamiento económico que obligó al racionamiento de productos básicos y favoreció la ruralización. En relación a las consecuencias sociales, la represión se centró en los derrotados, haciendo imposible la reconciliación entre las dos Españas. Se produjo un retroceso cultural y científico debido a que muchos de los intelectuales de la generación del 27, científicos y artistas murieron o se exiliaron (Lorca, Alberti…). En cuanto a pérdidas humanas hubo unos 500.000 muertos, y unos 500.000 exiliados (Francia, México y Argentina). La URSS recibió exiliados comunistas y a unos 5.000 niños republicanos. Se produjo un descenso de la natalidad y aumento de la mortalidad.