El Sistema Canovista y la Restauración Borbónica en España

El Establecimiento de Alfonso XII como Rey, y el Funcionamiento del Sistema Canovista

a) La Vuelta de la Dinastía de los Borbones

Antonio Cánovas del Castillo fue el artífice de la Restauración, encabezó el movimiento encaminado para proclamar al príncipe Alfonso como rey de España. Éste, que estudiaba en la Academia militar de Sandhurst (Inglaterra), dirigió un Manifiesto a la nación, redactado por Cánovas, en el que afirmaba que la única solución para los problemas del país era el restablecimiento de la monarquía parlamentaria. Aunque Cánovas no era partidario de nuevos pronunciamientos, el 29 de diciembre de 1874 el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII como rey, obteniendo la adhesión de la mayor parte del ejército.

Los grupos conservadores recibieron con satisfacción la Restauración de los Borbones porque esperaban que la nueva monarquía devolviera la estabilidad política y pusiera fin a todo intento de revolución democrática y social en España. Cánovas pretendía acabar con los enfrentamientos entre los diferentes grupos liberales durante el reinado isabelino, y el intervencionismo de los militares en la política. Para ello intentó conciliar a todos los monárquicos -desde los moderados y unionistas hasta los progresistas- y los militares. El nuevo rey entró en Madrid el 14 de enero de 1875.

b) La Constitución de 1876

La primera medida política importante fue la convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes, que se llevaron a cabo por sufragio universal de acuerdo a las disposiciones vigentes desde 1872. Hubo una gran abstención, triunfando los conservadores. La Constitución de 1876 se basaba en los principios del liberalismo doctrinario, y ha sido la que ha tenido mayor vigencia en España. Se caracterizaba por:

  • Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. El Rey ejercía un papel moderador del sistema político; podía cerrar, suspender y convocar las Cortes; además tenía el derecho de veto.
  • Las Cortes eran bicamerales: el Congreso de los Diputados y el Senado (éste último la mitad de carácter vitalicio).
  • El sufragio quedaba fijado a partir de 1878 como censitario, limitado a los mayores contribuyentes; pero a partir de 1890 se aprobó el sufragio universal
  • En materia religiosa declaraba la confesionalidad católica del Estado, aunque toleraba otras creencias siempre que el culto fuera privado. Se restableció también el presupuesto del culto y clero para financiar a la Iglesia.
  • Si bien se contemplaba una declaración de derechos, leyes posteriores tendieron a restringirlos, especialmente los de imprenta, expresión, asociación y reunión.

c) Bipartidismo y Turno Pacífico

Cánovas del Castillo introdujo un sistema de gobierno basado en el modelo inglés del bipartidismo y en la alternancia en el poder de dos grandes partidos dinásticos: conservador y liberal. Ambos se fueron alternando pacíficamente entre 1876 y 1898, asegurando la estabilidad institucional y el fin de los pronunciamientos militares.

El Partido Liberal-Conservador (Partido Conservador), tenía como líder a Cánovas, y aglutinó a los antiguos moderados y parte de los unionistas; recibió el apoyo de la aristocracia, terratenientes y alta burguesía. El Partido Liberal Fusionista (Partido Liberal), fue liderado por Sagasta; se formó a partir de los antiguos progresistas y unionistas; su apoyo provenía de la burguesía industrial, y parte de la población urbana.

Coincidiendo con la muerte del rey Alfonso XII en 1885, Cánovas impulsó un acuerdo entre conservadores y liberales mediante la firma del llamado «Pacto del Pardo», cuya finalidad fue dar apoyo a la regencia de María Cristina (madre de Alfonso XIII).

Durante el gobierno largo de Sagasta entre 1885 y 1890, los liberales realizaron una importante obra reformista: Ley de Asociaciones (1887), que permitía que otros partidos políticos que se legalizaran; abolición de la esclavitud (1888); nuevo Código Civil (1889); y la implantación del sufragio universal masculino (1890) para varones mayores de 25 años.

Cánovas asumió la presidencia del gobierno hasta 1897 en que fue asesinado por un anarquista italiano. A continuación, Sagasta tomó nuevamente el poder hasta 1899 y finalmente los conservadores, con Francisco Silvela como nuevo líder, que constituyeron el último turno del período de la regencia en marzo de 1901. Un año más tarde Alfonso XIII asumía la mayoría de edad (1902).

d) Falseamiento Electoral y Caciquismo

La alternancia en el gobierno fue posible gracias a un sistema electoral corrupto y manipulador que se valía de la influencia y del poder económico de determinados individuos sobre la sociedad, es lo que se conocía como “caciquismo”. Cuando el partido del gobierno sufría un desgaste político y perdía la confianza de las Cortes, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición a formar gobierno; entonces, el nuevo jefe de gobierno convocaba elecciones con el objetivo de conseguir el número suficiente de diputados que le permitiese gobernar. El proceso de control electoral entraba en funcionamiento: el ministro de Gobernación elaboraba la lista de los candidatos que deberían ser elegidos (encasillados); los gobernadores civiles transmitían la lista de los candidatos «ministeriales» a los alcaldes y caciques y todo el aparato administrativo se ponía a su servicio para garantizar su elección.

Comenzaba la sistemática adulteración de los resultados electorales, es lo que se conoce como el “pucherazo”. Para conseguir la elección del candidato gubernamental, no se dudaba en falsificar el censo, manipular las actas electorales, la compra de votos, o la amenaza al electorado con coacciones de todo tipo.

En todo el proceso era fundamental la figura del “cacique” (jefe de indios en América). Los caciques eran individuos o familias que, por su poder económico o por sus influencias políticas, controlaban una determinada circunscripción electoral. El caciquismo era más evidente en las zonas rurales, donde una buena parte de la población estaba supeditada a los intereses de los caciques, quienes, gracias al control de los ayuntamientos, hacían informes y certificados personales, controlaban el sorteo de las quintas, y proporcionaban puestos de trabajo. De esta forma los caciques, con sus «favores», agradecían la fidelidad electoral. Estas prácticas fraudulentas se apoyaban en la abstención de una buena parte de la población (20%).

Oposición Política al Régimen de la Restauración

a) El Carlismo

Tras la derrota de 1876 el carlismo entró en una grave crisis después que algunos antiguos héroes carlistas como Cabrera reconocieran a Alfonso XII como rey. Mantuvieron su fuerza en Navarra, el País Vasco y Cataluña, siendo escasa su influencia en el resto de España. El carlismo sufrió una escisión en 1888 al fundar Ramón Nocedal el Partido Católico Nacional, que dejó de reconocer a Carlos VII como rey, y caracterizado por su ultracatolicismo. Hubo algunos intentos insurreccionales en 1899 y 1900 que fracasaron, también fundaron una milicia, el Requeté, que adquirió importancia en la década de 1930.

b) El Surgimiento de los Nacionalismos

En el último cuarto del siglo XIX aparecen en España intelectuales y políticos que tratan de diferenciar las particularidades de las regiones periféricas con respecto a la concepción del Estado tradicional unitario.

→ El Nacionalismo Catalán

Tiene sus precedentes en la primera mitad del siglo XIX, en torno al desarrollo de una burguesía industrial y al movimiento cultural de la «Renaixença», que reivindicaba la lengua y las señas de identidad catalanas.

Durante la Restauración se desarrolló el catalanismo político, basado en la tradición (el obispo Torras y Bages), o en los principios federalistas alentados por Valentí Almirall, considerado el padre del catalanismo. Almirall fundó en 1882 el Centre Catalá, que empezó a defender la autonomía de Cataluña. Otros sectores burgueses formaron la «Lliga de Catalunya» para defender el régimen político anterior a los

Decretos de Nueva Planta promulgados por Felipe V. El Centre y la LLiga se fusionaron formando la Unió Catalanista que elaboró las «Bases de Manresa», documento que consideraba a Cataluña como una entidad autónoma dentro de España. El regionalismo pasó a convertirse entonces en nacionalismo.

En 1901, se creó la «Lliga regionalista», un nuevo partido en el que se fundían las diferentes iniciativas catalanas y que aspiraba a tener representantes en las instituciones que defendieran los intereses catalanes. Destacaron en este partido Prat de la Riba y Cambó.

→ El nacionalismo vasco

Con la derrota el carlismo en 1876, el País Vasco perdió una parte sustancial de sus fueros, lo que supuso como reacción el desarrollo de una corriente cultural en defensa de la lengua vasca, el euskera, y la recuperación de los fueros. Su gran impulsor fue Sabino Arana.

Arana basó su teoría en la afirmación de la raza, la defensa de las costumbres, el catolicismo, el antiespañolismo, y la proclamación de la independencia de Euskalerria (territorios donde se habla euskera). Él fue quien acuñó el término Euskadi para designar la patria común de todos los vascos, creando una bandera propia. El pensamiento de Arana se ha criticado por su «antimaketismo».

La afluencia de trabajadores inmigrantes durante el proceso de la Restauración provocó la reacción contraria de un sector de la población vasca. Ellos fueron presentados como pobres y racialmente inferiores, obligados por la miseria a buscar su sustento en zonas más ricas. El inmigrante (maketo) fue considerado el causante de todos los males de la

sociedad vasca. Las propuestas de Arana prendieron en diversos sectores, sobre todo la burguesía, y en 1895 se creó el Partido Nacionalista Vasco.


→ Otros nacionalismos:

Tanto en Galicia (Rexurdimento, Rosalía de Castro), Valencia (Valencia Nova, Llorente) y Andalucía (Blas Infante) se desarrollan otros movimientos nacionalistas.

c) El movimiento obrero durante la Restauración

→ Los anarquistas:

En 1881, la sección española de la Internacional (FRE), de tendencia bakunista, cambió su nombre por el de Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Tuvo su mayor implantación entre los jornaleros de Andalucía y los obreros de Cataluña. La dura represión que se ejercía sobre ellos favoreció la acción sindical mediante la huelga, y la acción directa atentando contra los pilares del capitalismo: el Estado, la burguesía y la Iglesia. En los años noventa se produjeron atentados contra personajes destacados de la vida política (Cánovas), y símbolos de la burguesía (bombas en el Liceo de Barcelona) o de la Iglesia (contra la procesión del Corpus). En 1883 la policía anunció el descubrimiento de una sociedad secreta, la Mano Negra, que supuestamente había tramado un plan para exterminar a los terratenientes; sin embargo los grupos anarquistas desmintieron cualquier relación con este grupo. Los atentados o las revueltas anarquistas fueron seguidos de una gran represión, a veces discriminada (sucesos de Montjuic en 1897 con la ejecución de cinco anarquistas).

Los anarquistas españoles se dividieron entre los que eran partidarios de continuar con la acción directa, y los que contrarios al terrorismo propugnaban la creación de organizaciones sindicales; en este sentido se creó Solidaridad Obrera (1907) y la CNT (1910).

→ Los socialistas:

Siguiendo las ideas marxistas de participar en la acción política, un grupo de obreros madrileños fundaron clandestinamente el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879, entre ellos se encontraba Pablo Iglesias. En 1886 publicaron su primer semanario, El Socialista.

El partido creció lentamente por toda España, especialmente en Madrid, País Vasco, Asturias y Málaga. En 1889 el PSOE se adhirió a la Segunda Internacional, contribuyendo a introducir en España la Fiesta del Trabajo (a partir del 1 de mayo de 1890).

En 1888 el gobierno legalizó los sindicatos, y entonces se fundó en Barcelona la Unión General de Trabajadores (UGT), que se organizó en el sindicato de oficios de cada localidad.


7.1. LA PRIMERA PARTE DEL REINADO DE ALFONSO XIII Y LOS PROYECTOS DE REGENERACIONISMO POLÍTICO (1902-1914)

a) Las primeras respuestas regeneracionistas

La derrota de 1898 no provocó grandes cambios en el panorama político español continuando Sagasta en el poder. Las críticas al sistema vinieron especialmente por parte de los regeneracionistas, cuyo principal exponente era Joaquín Costa. Los regeneracionistas pensaban que el sistema político había fracasado y que había que buscar nuevas alternativas: mejorar la situación del campo español, elevar el nivel educativo y fomentar la construcción de obras públicas. Costa resumía su propuesta en el lema “despensa y escuela”, destacamos su obra Oligarquía y caciquismo.

En 1809, la reina regente María Cristina designó al líder conservador a F. Silvela, como presidente del Gobierno. Fue el primer intento regeneracionista dando entrada a nuevas figuras como el general Polavieja. Este gobierno combatió el caciquismo y puso en práctica las primeras disposiciones de reforma social llevadas a cabo por Eduardo Dato.

En marzo de 1901 subió al poder de nuevo el partido liberal con Sagasta. Posteriormente, en 1902, la regente encomendó a Silvela un segundo gobierno que resulto ineficaz, dimitiendo éste en 1903.

b) El acceso al trono de Alfonso XIII (1902)

Alfonso XIII accedió al trono con dieciséis años en 1902. Su reinado vino caracterizado por una serie de rasgos:

→ La estrecha relación directa entre la Corona y los mandos militares, dejando en segundo término al poder civil en temas fundamentales.

→ La división existente en los partidos dinásticos por ausencia de liderazgo tras la muerte de Sagasta en 1903 (partido liberal) y de Cánovas en 1897 (partido conservador), que favoreció la inestabilidad gubernamental y facilitó la intervención del monarca en la vida política diaria: “las crisis orientales” (alusión al Palacio de Oriente).

→ La situación de crisis en el ejército tras el desastre de 1898: muy mal pertrechado, excesivo número de oficiales como producto de las guerras coloniales, críticas de la sociedad por su derrota en la guerra contra los Estados Unidos.

c) Los partidos políticos en el reinado de Alfonso XIII

PARTIDOS DINÁSTICOS:

→ Partido conservador: mauristas (A. Maura) e idóneos (E. Duato).

→ Partido liberal (J. Canalejas, García Prieto, S. Alba, Conde de Romanones)

PARTIDOS Y FUERZAS DE IZQUIERDA:

→ Republicanos: P. Radical (A. Lerroux), Unión republicana (N. Salmerón), P. Reformista (M. Álvarez)

→ Socialistas: PSOE (P. Iglesias), UGT

→ Anarquistas: Solidaridad obrera, CNT

PARTIDOS CARLISTAS: Tradicionalista ( Vázquez de Mella), Integrista (Nocedal).

NACIONALISTAS: Catalanes (Lliga Regionalista, Centre Nacionalista Republicá). Vascos (PNV)


d) Las reformas de Maura y Canalejas

En 1903, tras la muerte de Sagasta, Antonio Maura lideró el partido conservador. Fue presidente del gobierno durante algunos meses en 1904, el llamado “gobierno corto”. Defendió la llamada revolución desde arriba mediante la incorporación de nuevas capas sociales a la acción política, las “masas neutras”, llevando el protagonismo desde arriba, para que no surgieran movimientos sociales desde el pueblo (revolución social).

Trató de revitalizar la vida política durante el llamado “gobierno largo”, entre los años 1907 y 1909: elaboró la Ley electoral de 1907, desarrolló una Ley de Administración Local que buscaba ofrecer autonomía a los municipios, y en el terreno social aprobó la Ley del Descanso Dominical, y creó el Instituto Nacional de Previsión.

La crisis de 1909, con la Semana Trágica de Barcelona y la represión posterior, motivó la caída de Maura, siendo sustituido por el liberal Moret.

En 1910, José Canalejas formó un nuevo gobierno liberal. Frente a la posición autoritaria de Maura, sus actuaciones políticas estuvieron encaminadas a llevar a cabo un programa regeneracionista para ganarse el apoyo de la clase obrera demasiado volcada en el

socialismo. Para ello favoreció la intervención activa del Estado en materia social y laboral

sobre convenios de trabajo, duración de la jornada laboral, el trabajo de mujeres y niños, y la prestación de seguridad social por parte del Estado. También llevó a cabo una política de secularización de la vida política, mediante la efectiva separación entre la Iglesia y el Estado. Logró aprobar la “Ley del candado” (1910), que pretendía limitar la presencia de órdenes religiosas en España, aunque su aplicación tuvo escasos resultados.

e) La Semana Trágica de Barcelona

Con la Conferencia de Algeciras (1906) y el Tratado Hispano-francés (1912) se estableció el protectorado franco-español en Marruecos, correspondiendo a España el territorio de El Rif. Por entonces, el sistema de quintas eximía del servicio militar a los hijos de los ricos por medio de un pago o redención en metálico. Los ataques de las cabilas rifeñas contra las obras del ferrocarril que debía enlazar la sierra con el puerto minero de Melilla motivó que el gobierno aumentara el número de soldados en la zona, por lo que dispuso que partieran algunos regimientos desde Barcelona, haciendo un llamamiento a los reservistas (10 julio 1809), muchos casados y con hijos, lo que provocó protestas y una huelga general.

Las autoridades ordenaron la salida de las tropas a la calle la tarde del 26 de julio, quedando Barcelona aislada durante varios días y sometida a la acción de anarquistas y republicanos radicales (barricadas, destrucción de edificios religiosos e iglesias). Las autoridades declararon el Estado de Guerra. El gobierno propagó por el resto de la nación que los sucesos de Barcelona tenían un carácter separatista. Coincidiendo con esta movilización se produjo la derrota de las tropas españolas en el Barranco del Lobo (27 julio 1809). 

Durante el día 29 se inició el declive de la revolución. La represión posterior fue muy dura, hubo también detenciones y procedimientos sumarios contra los presuntos culpables, entre ellos Ferrer Guardia, maestro libertario que había creado la Escuela Moderna. Se le acusó de haber intervenido en los hechos de la Semana Trágica instigando a la sedición, siendo condenado a muerte; su ejecución desató una fuerte oposición internacional. Maura tuvo que dimitir tras estos sucesos ante las protestas expresadas en la calle con el grito de “~Maura no!”.

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