Consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial y la recuperación en los años veinte

Consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial

El escenario económico internacional había cambiado sustancialmente: Se agotaron las reservas de oro, fue necesario abandonar el patrón oro. La guerra había producido una gran destrucción y las infraestructuras y el tejido industrial devastados. Los gastos de la guerra habían provocado una inmediata crisis monetaria, los estados estaban totalmente endeudados. La euforia había sido sustituida por una crisis que se prolongó hasta 1923, los primeros síntomas aparecieron en Estados Unidos y posteriormente en Europa, Canadá y Japón. En el Reino Unido, el gobierno pretendía restablecer el liderazgo financiero, lo que condenaba al sector industrial por la pérdida de competitividad exterior. Francia se enfrentaba a problemas diferentes a los británicos, como destrucciones de sus redes de comunicaciones e industriales y esperaban reconstruir su economía con las reparaciones de guerra alemanas, pero al no pagar Alemania, el déficit se disparó. La situación fue más complicada en los estados surgidos de la desmembración del Imperio Austrohúngaro, surgieron nuevas identidades nacionales que tuvieron que organizar sus aparatos administrativos. La destrucción de sus espacios económicos y de sus redes de transporte dificultaba aún más el despegue de su economía, definitivamente la crisis se vio agravada por un proceso de hiperinflación. Si hubo un país que se vio afectado por la crisis económica de posguerra, ese fue Alemania debido a una serie de factores: La ocupación franco-belga de la cuenca del Ruhr. La hiperinflación, el gobierno emitió de manera descontrolada papel moneda, lo que aceleró la inflación y provocó la pérdida de valor del marco, el caos resultante condujo a una economía de trueque, el colapso del marco puso fin a la resistencia en la cuenca del Ruhr, la destrucción de los ahorros y rentas generó la desconfianza de amplios sectores sociales. Una de las principales consecuencias de la guerra y de la crisis de posguerra fue la pérdida de importancia de Europa en el concierto mundial: Las economías exportadoras europeas tuvieron que retirarse del mercado mundial durante la guerra. La guerra fracturó la relación triangular entre el Reino Unido, Francia y Alemania y Estados Unidos desplazó al Reino Unido en el mercado mundial.

La recuperación económica. Los felices años veinte

La crisis económica de posguerra llevó a los gobiernos a tratar de recuperar las políticas monetarias y económicas anteriores a la guerra mediante: la progresiva renuncia a políticas proteccionistas y la recuperación parcial del patrón oro. Tras superar los efectos más negativos de la crisis de posguerra se inició la recuperación económica, en primer lugar en Estados Unidos gracias a una serie de factores: avances tecnológicos y científicos de la segunda revolución industrial, la mejora en los transportes y en las comunicaciones, el cambio en el ciclo demográfico y las mejoras en el sector agrícola. La incapacidad de Alemania para hacer frente a las reparaciones de la guerra repercutió de forma muy negativa en las economías de sus acreedores. Fue precisamente la revisión de esas condiciones lo que permitió la recuperación económica europea, facilitada por el informe redactado por Charles Dawes, del que se extrajo el Plan Dawes cuyas principales medidas fueron: La reestructuración del Reichmark, La reconsideración de las condiciones impuestas en Versalles y La concesión de créditos. La recuperación económica de esta época trajo consigo un periodo de esplendor conocido como los felices años veinte, que se caracterizó por un optimismo desbordado que impulsó la aparición de una sociedad orientada al consumo masivo. Los motivos que explican este cambio en los hábitos son los siguientes: La aplicación de las innovaciones tecnológicas a la producción industrial produjo un abaratamiento en los costes y como consecuencia una mayor accesibilidad social de los productos. Las reivindicaciones de la clase obrera habían posibilitado un aumento de sus ingresos. Los nuevos sistemas de comercialización y venta facilitaron la llegada de nuevos productos y la publicidad por último jugó un papel trascendental en la expansión de los nuevos modelos de consumo. Debido al consumo, las calles de las grandes ciudades se llenaron de automóviles, comercios y centros de esparcimiento y ocio. Se iluminaron las principales avenidas mientras los nuevos aparatos hacían más llevadera la vida en los hogares.

La recuperación de la paz

Lejos de resolver los conflictos que la habían provocado, la Primera Guerra Mundial pareció incluso agravarlos, todo ello acrecentado por una serie de factores: Los perdedores, sobre todo Alemania, sometidos a una gran humillación con los tratados de paz. Italia reinaba el descontento. La difícil situación económica contribuía a complicar más la situación política. La decepción y el revanchismo se hicieron más evidentes en algunos países como en Italia que rubricó su incorporación a la Entente en el que se le garantizó la anexión de la región adriática de Istria. En Hungría había visto reducido su territorio a un tercio respecto a su extensión previa a la guerra. En Estados Unidos, el Senado se había negado a suscribir el Tratado de Versalles, lo que evidenció su creciente aislacionismo respecto a Europa. Y en Japón había reforzado su papel internacional tras la guerra, lo que suscitó los recelos de las demás potencias. Alemania había acabado la guerra aislada y la situación económica se agravaba. En 1922 se firmó el Tratado de Rapallo, este acuerdo fue un intento de la República de Weimar por rebajar las exigencias francesas. Ese cambio en la política internacional vino propiciado por la proclamación como canciller alemán de Stresemann, quien decidió suspender la oposición pasiva a la ocupación del Ruhr y mostró su intención de asumir el pago de reparaciones. La consecuencia directa fue la aplicación en Alemania del Plan Dawes, en este pacto se tomaron una serie de medidas fundamentales para la estabilización política de Europa: Alemania reconoció las fronteras que le habían impuesto en el Tratado de Versalles. A cambio se aceptó la revisión de las reparaciones de guerra y se garantizó su acceso a la Sociedad de Naciones. Los acuerdos de Locarno abrieron un nuevo periodo en las relaciones internacionales marcado por el entendimiento y la concordia que estuvieron representados por una serie de acuerdos: en 1926 Alemania y en 1934 la Unión Soviética admitidas en la Sociedad de Naciones, en 1928 se firmó el Pacto Briand-Kellogg. En 1929 se aprobó el Plan Young y en 1930 se celebró la Conferencia de Desarme en Londres. La crisis bursátil de 1929 y la consiguiente depresión económica de los años treinta acabaron con el espíritu conciliador surgido en Locarno y dieron paso a una nueva fase en las relaciones internacionales, cuyo resultado fue el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

La crisis de 1929 y la Gran Depresión

La prosperidad de los años veinte ocultaba problemas estructurales de algunos sectores económicos, de modo que la economía estadounidense comenzó a dar muestras de agotamiento: Aparecieron dificultades del sector agrario, la industria tradicional entró en crisis, la especulación adquirió un excesivo protagonismo y el excesivo peso del dólar había provocado la depreciación de otras monedas y la aparición de un proceso inflacionista generalizado. A pesar de estos síntomas, la euforia seguía presente en los instantes previos a la crisis. En la primavera de 1929 la economía comenzó a mostrar síntomas de agotamiento. Ante esta delicada situación, la institución reguladora del sistema financiero se debatía entre distintas soluciones: Alertar de los riesgos de una caída de la bolsa podía desatar el pánico. Subir los tipos de interés para frenar la espiral crediticia arruinaría a los pequeños inversores endeudados. Permanecer a la expectativa, lo que definitivamente hizo en espera de que la situación no empeorase. Pero empeoró. El jueves 24 de octubre las ventas de acciones se dispararon y los grandes inversores compraron para frenar la caída de una bolsa presa del pánico, la caída fue frenada al final de la mañana gracias a la inversión masiva de los bancos. Fue el Jueves Negro. Lo peor estaba por llegar. Tras una efímera recuperación el martes 29 de octubre el crack de la bolsa de Nueva York estalló sin remedio. Las órdenes de ventas se multiplicaron, los valores bursátiles se desplomaron. El dinero desapareció repentinamente. Fue el Martes Negro. El crack de la bolsa en Nueva York provocó un efecto en cadena que hizo que todos los sectores económicos se vieran damnificados: La crisis afectó inicialmente al sistema financiero. La ruina de los consumidores provocó un inmediato descenso de la demanda. La caída en la producción disparó el desempleo. El sector agrícola entró en quiebra debido al descenso de los precios y de la demanda. Se había iniciado la Gran Depresión, que casi llevó al colapso al sistema capitalista. De forma casi inmediata la crisis económica de Estados Unidos afectó al continente europeo. Los motivos que explican estas circunstancias son los siguientes: Estados Unidos redujo drásticamente sus importaciones y exportaciones. Paralizó sus inversiones exteriores y repatrió los capitales, que habían sido la base sobre la que se había fundamentado la recuperación. El carácter mundializado de la economía capitalista provocó que todos los países se vieran afectados por la crisis a lo largo de los años 30.

Las soluciones a la crisis

A comienzos de los años 30 había en Estados Unidos 14 millones de desempleados en un ambiente de sobreproducción y de caída de precios. En 1933 venció las elecciones el demócrata Roosevelt que proyectó un programa para salir de la crisis. Este Nuevo Trato daba una nueva orientación económica denunciada por los liberales como intervencionistas y pro socialistas: Devaluó el dólar. Para recuperar los ingresos de los campesinos limitó la producción, subió los precios y subvencionó las importaciones agrícolas. En la industria favoreció la innovación tecnológica. Emprendió la reforma en el sector bancario. Puso en marcha un programa de ayuda y subsidios para desempleados. Diseñó un vasto programa de obras públicas. Y promulgó la ley de relaciones laborales. Dos fueron los aspectos más significativos, uno fue que rompió con la inhibición del gobierno y otro sirvió para paliar los efectos sociales más graves de la crisis. Para afrontar la crisis se reunió en Londres la Conferencia Económica Internacional, pero esta iniciativa fracasó ya que cada país buscó una salida propia a la situación: las potencias coloniales trataron de salir de la crisis mediante el proteccionismo y en las potencias industriales sin colonias el nacionalismo económico fue la pauta. En el norte de Europa, la democracia capitalista también supo adaptarse a los nuevos tiempos dando lugar a medidas que sin alterar la esencia capitalista garantizaban una protección suficiente para las clases populares. En esta política, las sociedades del norte de Europa, principalmente de la mano de los partidos socialdemócratas, fueron pioneras en el periodo de entreguerras. El modelo socialdemócrata escandinavo fue utilizado en el resto de países europeos. Las periódicas y frecuentes crisis que experimentaba la economía capitalista, con su secuela de descontentos y tensiones sociales, contribuyeron en algunas naciones avanzadas a ir progresivamente adoptando una legislación social. Fue en estos años cuando se sentaron las bases de estas medidas de prevención social que configuran el denominado Estado del Bienestar y que implica determinadas políticas del estado para garantizar las necesidades elementales de la población.

La crisis de las democracias liberales

A pesar de que al término de la Gran Guerra el parlamentarismo y la democracia parecían difundirse sin problemas, en pocos años se produjo un retroceso de los regímenes parlamentarios frente a los movimientos antidemocráticos. Los motivos de la debilidad de los sistemas liberales fueron varios: Las transformaciones sociales: el reconocimiento de la igualdad de derechos políticos de las masas encontró la oposición de las oligarquías. Las consecuencias sociales de la guerra: la exaltación del espíritu nacionalista y el desarraigo de amplios sectores sociales. El descontento por los tratados de paz. La inestabilidad de los nuevos estados. La imposibilidad para configurar mayorías parlamentarias estables y la crisis económica de 1929. En aquellos países donde la implantación de la democracia era un fenómeno reciente, la acumulación de problemas y factores desestabilizadores fue determinante para que se impusieran regímenes autoritarios: En Italia, los numerosos problemas políticos, económicos y sociales de posguerra incrementaron la tensión social, esto favoreció la actuación de los fascistas de Mussolini. En Alemania, tras la guerra se proclamó la República de Weimar que inmediatamente se vio amenazada tanto por la extrema izquierda como la extrema derecha, que intentó un golpe de estado en 1923. Y en otros países, principalmente del sur y este de Europa, los regímenes parlamentarios fueron también arrollados por el totalitarismo.

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