1. El nacimiento de una nueva sociedad de clases
1.1 Un nuevo marco de relaciones sociales
La Revolución Industrial y la implantación del liberalismo político y económico trajeron consigo cambios profundos en las relaciones sociales. Estos cambios se manifestaron primero en Europa y luego en el resto del mundo industrializado. En este nuevo contexto, no existían diferencias jurídicas entre los ciudadanos, pero sí en el ámbito económico, lo que dio lugar a la aparición de dos clases sociales principales:
- La burguesía: Esta clase social poseía la propiedad y el control de los medios de producción, convirtiéndose en la nueva clase privilegiada. Establecían las condiciones salariales e influían en las decisiones políticas y económicas.
- El proletariado: Compuesto por trabajadores industriales y agrarios, esta clase asalariada vendía su fuerza de trabajo para subsistir. Dependían de la burguesía para su sustento y debían aceptar las condiciones impuestas.
Esta nueva dinámica social generó un conflicto de clases, en el que los obreros luchaban contra los burgueses para conseguir libertad, igualdad ante la ley y una reducción de las desigualdades sociales y económicas.
1.2 Orígenes del mundo obrero
El mundo obrero estaba formado por antiguos trabajadores artesanales y campesinos que emigraron a las ciudades en busca de trabajo en las fábricas. Las condiciones laborales eran extremadamente duras:
- Largas jornadas de trabajo (14-16 horas diarias).
- Ambientes insalubres con ruido, humo y falta de higiene.
- Falta de medidas de seguridad.
- Salarios muy bajos, apenas suficientes para sobrevivir.
Mujeres y niños también formaban parte de la fuerza laboral, pero recibían salarios aún más bajos que los hombres. Esta nueva realidad supuso un cambio drástico en la vida de los campesinos, que tuvieron que adaptarse a:
- Horarios y ritmos de trabajo marcados por el reloj y la disciplina fabril.
- La pérdida del apoyo familiar tradicional, ya que ancianos y niños pequeños se convertían en una carga económica.
- La desaparición de las costumbres, fiestas y relaciones sociales propias del mundo rural.
Además de las dificultades propias del trabajo en las fábricas, los obreros se enfrentaban a leyes que limitaban sus derechos, como la Combination Acts en Gran Bretaña y la Ley Chapelier en Francia, que prohibían la asociación de trabajadores para defender sus intereses.
1.3 Los primeros conflictos
La nueva organización del trabajo y la introducción de maquinaria en las fábricas deterioraron aún más las condiciones laborales y provocaron la pérdida de puestos de trabajo. A principios del siglo XIX, surgieron numerosas protestas contra el sistema fabril. Estas revueltas, a menudo espontáneas y violentas, eran una respuesta a la prohibición de las asociaciones obreras y, en ocasiones, culpaban a las máquinas, a los dueños de las fábricas y a los gobiernos que los protegían. En este contexto, nació el ludismo, la primera forma de organización y resistencia obrera. Surgido en Inglaterra entre 1811 y 1816, el ludismo se extendió por toda Europa. Los ludistas destruían máquinas para defender sus puestos de trabajo y presionaban a los empresarios en caso de conflicto laboral.
1.4 La cuestión social
En la primera mitad del siglo XIX, se hizo evidente que la nueva sociedad liberal e industrial estaba generando nuevas desigualdades sociales. Intelectuales de la época tomaron conciencia de la miseria y el desamparo de los obreros, así como de la violencia social que generaba su descontento. Así nació la cuestión social, la preocupación por las consecuencias sociales de la industrialización. Dentro de la burguesía liberal, surgieron dos puntos de vista: un sector opinaba que los obreros debían mejorar su vida mediante el trabajo, la disciplina y el sacrificio, mientras que otro sector consideraba necesario un cambio en el sistema económico.
2. La condición de los obreros en el siglo XIX
La situación de los obreros en los inicios de la industrialización era deplorable. Vivían en la precariedad y eran tratados como mera fuerza de trabajo, comprada a bajo precio por los propietarios de fábricas y minas. La abundancia de mano de obra permitía a los empresarios imponer condiciones laborales abusivas sin ningún tipo de regulación o protección legal. Cualquier intento de organización o protesta era perseguido por las autoridades. Pasarían décadas hasta que los obreros comenzaran a beneficiarse de los cambios económicos de la industrialización, a pesar de haber contribuido en gran medida a generar esa riqueza.
3. Las alternativas socialista y anarquista
A principios del siglo XIX, ante la precaria situación de los obreros, surgieron nuevas ideologías políticas: el socialismo y el anarquismo. Ambas denunciaban los abusos del capitalismo liberal y aspiraban a construir una sociedad de hombres libres e iguales.
3.1 Los precursores: el socialismo utópico
Los socialistas utópicos eran pensadores herederos de las ideas de la Ilustración y la acción radical del partido jacobino. Aunque con diferentes enfoques, coincidían en criticar la propiedad privada de los medios de producción, la explotación de los trabajadores y la concentración de la riqueza. Proponían un nuevo modelo social basado en:
- La sustitución de la propiedad privada por la propiedad colectiva.
- La garantía de derechos básicos para todos.
- La creación de sistemas políticos democráticos con sufragio universal y soberanía popular.
Dentro del socialismo utópico, existían diferentes corrientes. Algunos, como François Babeuf y Louis Auguste Blanqui, defendían la vía revolucionaria violenta para alcanzar la igualdad social. Sin embargo, la mayoría creía en una transformación social pacífica a través de la educación, la asociación y la cooperación. Entre los socialistas utópicos más destacados se encontraban:
- Charles Fourier: Propuso la creación de falansterios, comunidades de trabajadores con propiedad colectiva y reparto equitativo de tareas y beneficios.
- Étienne Cabet: Defendía una sociedad igualitaria inspirada en su obra Viaje a Icaria.
- Robert Owen: Industrial británico que abogaba por la organización de trabajadores en cooperativas. Su primer experimento práctico tuvo lugar en su fábrica textil de New Lanark.
3.2 El pensamiento marxista
La primera formulación escrita del marxismo fue El manifiesto del partido comunista (1848), escrito por Karl Marx y Friedrich Engels. Esta obra se convirtió en una crítica radical al capitalismo. El marxismo defendía la necesidad de destruir el sistema capitalista y la sociedad de clases para crear una sociedad igualitaria. Según Marx, esta transformación no se produciría de forma voluntaria o espontánea, sino a través de una revolución protagonizada por el proletariado organizado políticamente. El pensamiento de Marx se basaba en tres ejes principales:
- Análisis del pasado: Entendía la historia de la humanidad como una lucha de clases entre opresores y oprimidos, desde el esclavismo hasta el capitalismo.
- Crítica al presente: Denunciaba la propiedad privada de los medios de producción y la explotación del obrero a través de la plusvalía (el valor del trabajo no remunerado del que se apropia el capitalista).
- Superación del sistema capitalista: Proponía la creación de una sociedad comunista a través de la toma del poder político por parte de los trabajadores, la abolición de la propiedad privada, la socialización de los medios de producción y la desaparición de las clases sociales.
3.3 Las corrientes anarquistas
El anarquismo fue otra ideología que desafió al liberalismo. Todas las corrientes anarquistas coincidían en criticar la sociedad capitalista y proponer un sistema alternativo basado en la ausencia de autoridad. Los anarquistas se involucraron activamente en las organizaciones obreras, promoviendo huelgas y manifestaciones. A diferencia del marxismo, el anarquismo no era un pensamiento homogéneo, sino que se nutría de las propuestas individuales de distintos pensadores, entre ellos:
- Pierre-Joseph Proudhon: Considerado uno de los padres del anarquismo, afirmaba que»la propiedad es un rob» y defendía un sistema social basado en el mutualismo y el cooperativismo. Creía en la posibilidad de acabar con el capitalismo a través de la libre asociación de individuos, sin necesidad de partidos políticos ni del Estado.
- Mijaíl Bakunin: Sostenía que la revolución y la destrucción del capitalismo serían protagonizadas por los sectores oprimidos (campesinos, artesanos y proletarios) a través de la lucha libre y espontánea contra la opresión. Rechazaba la conquista del Estado y abogaba por su destrucción. Su pensamiento se basaba en la crítica a la propiedad privada, la defensa de la propiedad colectiva, la oposición al Estado como instrumento de opresión, la creación de formas comunales de libre asociación, el rechazo de los partidos políticos (apoliticismo), la defensa de la acción espontánea de las masas, el individualismo y la acción directa.
4. Las primeras organizaciones obreras
4.1 El nacimiento de los sindicatos
En la década de 1820-1830, los trabajadores comprendieron que la industrialización era el sistema de producción del futuro y que la destrucción de máquinas no mejoraría sus condiciones laborales. Influenciados por el socialismo, comenzaron a crear organizaciones para defender sus derechos y plantear alternativas al capitalismo. Las primeras organizaciones obreras fueron:
- Las organizaciones de socorros mutuos: A menudo clandestinas, se inspiraban en las antiguas formas de protección de los gremios artesanales. Los miembros pagaban una cuota que les permitía acceder a ayuda mutua en caso de enfermedad, paro, defunción, viudedad u orfandad. Estas organizaciones también organizaban las primeras huelgas y protestas gracias a las»cajas de resistenci».
- Los primeros sindicatos: En Gran Bretaña, a partir de 1825, con la derogación de las leyes anti-asociativas, los obreros comenzaron a agruparse en organizaciones por oficios, conocidas como Trade Unions. Entre los sindicatos más importantes de la época destacan el Gran Sindicato General de Hiladores (1829), liderado por John Doherty, y la Gran Unión Sindical (1834), impulsada por Robert Owen, que llegó a agrupar a más de medio millón de afiliados. En Francia, surgió la Unión Obrera en 1843, y en España, la Asociación de Tejedores de Barcelona en 1840.
4.2 El cartismo, un proyecto político
Durante las revoluciones liberales, los obreros apoyaron las propuestas políticas burguesas más radicales, democráticas y republicanas. Sin embargo, en Gran Bretaña, los obreros decidieron organizarse en un partido político propio: el cartismo. Este movimiento surgió como respuesta a las dificultades legales y la persecución que sufrían los sindicalistas de las Trade Unions. Los obreros comprendieron que la participación política era fundamental para cambiar las leyes y mejorar sus condiciones de vida. En 1842, fundaron la Asociación Nacional de la Carta, el primer partido político de los trabajadores, que elaboró un documento reivindicativo conocido como la Carta del Pueblo. Las principales demandas de los cartistas eran:
- Sufragio universal masculino y secreto.
- División equitativa de los distritos electorales.
- Salario para los diputados, para que los trabajadores pudieran dedicarse a la política.
- Inmunidad parlamentaria, para que los diputados pudieran expresar sus ideas sin temor a represalias.
Aunque el cartismo no logró sus objetivos inmediatos, su lucha contribuyó a concienciar a un gran número de obreros sobre la importancia de la participación política.
4.3 La Primera Internacional
A partir de 1850, el número de trabajadores, organizaciones obreras y pensadores socialistas había aumentado considerablemente. Los obreros habían tomado conciencia de pertenecer a una misma clase social, más allá de las fronteras nacionales. En este contexto, en 1864, se fundó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), conocida como la Primera Internacional. Esta organización estaba formada por delegados británicos y franceses de asociaciones obreras, asociaciones de emigrantes polacos, italianos y alemanes, y posteriormente se unieron cartistas, owenistas y otras personalidades involucradas en la lucha social. La Primera Internacional estaba dirigida por un Consejo General, en el que Karl Marx tuvo un papel destacado. Los principios básicos de la Internacional, plasmados en sus estatutos y en un manifiesto inaugural redactado por Marx, eran:
- La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los propios trabajadores.
- Los trabajadores deben conquistar el poder político.
- Desde el poder político, los trabajadores acabarán con la sociedad burguesa y la sociedad de clases, para implantar el socialismo.
Durante los primeros congresos de la Internacional (Ginebra 1866, Lausana 1867, Bruselas 1868), se establecieron acuerdos para impulsar movilizaciones obreras y se definieron reivindicaciones como la reducción de la jornada laboral, la supresión del trabajo infantil, la desaparición de los ejércitos permanentes y la socialización de los medios de producción. La huelga se consolidó como el instrumento más eficaz para alcanzar estos objetivos. Sin embargo, surgieron discrepancias internas. Mijaíl Bakunin acusó a Marx de intentar controlar la AIT y de imponer las posiciones marxistas. Los países más industrializados apoyaron a Marx, mientras que los menos industrializados se alinearon con Bakunin. Estas diferencias provocaron la ruptura de la Primera Internacional en 1872.
5. La evolución del movimiento obrero (1875-1914)
5.1 Los caminos del anarquismo
Tras la disolución de la Primera Internacional, los anarquistas intentaron mantener viva su experiencia creando la Internacional Antiautoritaria, pero esta organización tuvo una vida efímera (1872-1881). A partir de entonces, el anarquismo se fragmentó en cuanto a las tácticas para acabar con el capitalismo. Surgieron dos corrientes principales:
- El anarcocomunismo: Defendía la acción violenta de pequeños grupos contra la sociedad burguesa como forma de»propaganda por la acció». Sus principales teóricos fueron Piotr Kropotkin y Errico Malatesta. Los anarcocomunistas creían que los atentados contra símbolos del Estado, la Iglesia y los capitalistas servirían para despertar la conciencia de las masas e iniciar la revolución. Esta estrategia provocó una fuerte represión contra el anarquismo.
- El anarcosindicalismo: Rechazaba la violencia y apostaba por la acción sindical para erradicar el capitalismo y crear una sociedad sin clases. Los anarcosindicalistas defendían el apoliticismo, la acción directa de los trabajadores y la huelga general como instrumento revolucionario. Sus ideas quedaron plasmadas en la Carta de Amiens (1906) y dieron lugar a la creación de grandes sindicatos como la Confederación General del Trabajo (CGT) en Francia y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en España.
5.2 Sindicatos y partidos socialistas
El crecimiento del capitalismo a finales del siglo XIX provocó un aumento del número de trabajadores asalariados e industriales, que en algunos países llegaron a superar a la población agraria. La difusión del socialismo y la experiencia en la lucha política y sindical llevaron a la creación de grandes sindicatos centralizados con mayor capacidad de presión sobre empresarios y gobiernos. La huelga se convirtió en un instrumento de negociación entre sindicatos y empresarios, y se exigió la intervención del Estado para arbitrar los conflictos laborales. En este contexto, surgieron los primeros partidos políticos obreros socialistas:
- Partido Socialdemócrata Alemán (SPD): Fundado en 1875, el SPD se convirtió en un referente para el resto de Europa. Prohibido por el gobierno alemán, actuó en la clandestinidad hasta su legalización en 1890. A partir de entonces, experimentó un crecimiento espectacular, obteniendo el 34,8% de los votos y 110 diputados en las elecciones de 1912. El SPD combinaba en su programa y práctica política un objetivo final revolucionario con la lucha por reformas inmediatas (sufragio universal, jornada laboral de 8 horas, enseñanza laica, prohibición del trabajo infantil, etc.).
- Socialismo francés: En Francia, el socialismo se desarrolló más lentamente y de forma fragmentada. En 1905, se unificó en la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO), con figuras destacadas como Jules Guesde y Jean Jaurès.
- Partido Socialista Obrero Español (PSOE): Fundado en 1879 por Pablo Iglesias, el PSOE tuvo que enfrentarse a la competencia del anarquismo en el seno del movimiento obrero español.
- Partido Laborista británico: En Gran Bretaña, el peso del sindicalismo retrasó la formación de partidos socialistas. A principios del siglo XX, se fundó el Partido Laborista, con una práctica más reformista y una estrecha relación con los sindicatos.