Historia del Imperio Chino: desde Qin Shi Huang hasta la República de China

Imperio chino

ElImperio chino (chino tradicional: 中華帝國, pinyin:Zhōnghuá dìguó) se entiende como el extenso periodo de la historia de China que puede calificarse de Imperio, es decir en el que el actual país de China estaba gobernado por un emperador. Dicha etapa de la historia comprende los gobiernos entre la dinastía Qin―221 a. C.― y la dinastía Qing―1912 d. C.―, con breves interrupciones por guerras civiles o fragmentación del territorio en diversos reinos. El primerImperio chino unificado comenzó con el reinado de Qin Shi Huang (chino: 秦始皇, pinyin: Qín Shǐhuáng, Wade-Giles: Ch’in Shih-huang), nacido en Handan (邯鄲).

Historia[editar]

La historia del imperio chino puede dividirse en tres periodos concretos: el imperio temprano, el imperio medio y el imperio tardío.

Imperio temprano[editar]

El imperio temprano inició en la Edad del Hierro con la unificación de China por Qin Shi Huang en el 221 a. C. Este acontecimiento puso fin a cinco siglos de guerras feudales que asolaron la dinastía Zhou y el territorio oriental de la actual China. La corta dinastía fundada por Qin Shi Huang introdujo un gobierno centralizado bajo el sistema de monarquía absoluta, liderado por el emperador de China. Después de abolir el feudalismo junto a su primer ministro, Li Si, dividió su imperio en 36 provincias regidas por 3 gobernadores, uno de los cuales era civil y otro militar. Asimismo, construyó redes de comunicación entre los distintos municipios del imperio. También se produjo una estandarización de unidades de todo tipo, entre las cuales cabe destacar la de masa y la monetaria. La longitud de los ejes de los carros pasó a tener un valor estándar y toda China pasó a regirse por el mismo código de leyes. Pese a todas estas reformas, quizás, la más significativa fue la unificación de la escritura. También se comenzó la colosal obra de ingeniería de la Gran Muralla.

La estructura de gobierno Qin consistía en el sistema denominado Tres Señores y Nueve Ministros, en el cual los tres cargos de los señores eran ocupados por los tres funcionarios de más alto rango en el gobierno imperial, mientras los nueve ministros estaban compuestos por todos los ministros de importancia en el gobierno central.

Los Qin fueron derrocados en el año 206 a. C. y fueron sustituidos por la dinastía Han, que gobernó durante cuatro siglos e hicieron del confucianismo la ideología del Estado. Este período terminó en el año 220 d.C., cuando el imperio fue dividido durante la era de los Tres Reinos (Wei, Shu y Wu) y luego durante la posterior era de Dinastías Meridionales y Septentrionales, comenzado así la era de desunión conocida como las Seis Dinastías, un período de 400 años de continua guerra que duró hasta que la dinastía Sui derrotó a sus rivales en el año 589.

Imperio medio[editar]

El imperio medio inició con la reunificación de China por la corta dinastía Sui en 589. Los Sui reemplazaron el sistema de noveno rango con el sistema de examen imperial chino y se embarcaron en grandes obras públicas, como la conexión de algunos canales acuáticos ya existentes para formar el Gran Canal. También reemplazaron la estructura previa del Estado con la de los Tres Departamentos y Seis Ministerios, un sistema que no sufrió demasiados cambios hasta la aprobación de un gabinete de mayo de 1911 justo antes de la Revolución de Xinhai.

Después del derrocamiento de la dinastía Sui, la dinastía Tang gobernó prósperamente durante tres siglos. Su caída en 907 fue seguida de décadas de agitación conocidas como las Cinco Dinastías y los Diez Reinos. Varias tribus del norte se aprovecharon de la desunión para establecer las Dinastías del Norte. La mayor parte de la China interior fue reunificada por la dinastía Song en el año 960, que vio grandes avances tecnológicos, económicos y culturales y el surgimiento del neoconfucianismo. China fue conquistada por el Imperio mongol en 1279. El período que abarca las dinastías Tang y Song también se le conoce como la Edad de Oro de China.

El desarrollo cultural alcanzado hacia el siglo IV a.C, fundó las bases para el nacimiento del imperio chino.

Imperio tardío[editar]

El Imperio tardío se refiere al período entre el final del dominio mongol en 1368 y el establecimiento de la República de China en 1912 e incluye las dinastías Ming y Qing. A veces se incluye también la dinastía Yuan.

El uso de los términos China Imperial temprana, media y tardía es el preferido por muchos historiadores económicos, culturales y sociales sobre la periodización estándar dinástica en que se hace hincapié en las continuidades sociales y económicas entre dinastías. En particular, existe un consenso entre los historiadores que a diferencia de la dinastía Yuan, la invasión manchú no marca una discontinuidad relativamente fuerte en la historia de China y que la mayoría de las tendencias culturales y sociales de la época cruzaron la división entre los Ming y los Qing.

Al mismo tiempo, algunos historiadores señalan que esta periodización tiende a considerar que los períodos de aquellas dinastías estables y unidas como ‘normales’ y ‘estándar’ y los períodos en el medio como ‘anormales’.

Historia de China

La historia de China, como cronología de una de las civilizaciones más antiguas del mundo con continuidad hasta la actualidad, tiene sus orígenes en la cuenca del río Amarillo, donde surgieron las primeras dinastías Xia, Shang y Zhou. La existencia de documentos escritos hace cerca de 3500 años han permitido el desarrollo en China de una tradición historiográfica muy precisa, que ofrece una narración continua desde las primeras dinastías hasta la edad contemporánea. La cultura china, según el mito, se inaugura con los tres emperadores originarios: Fuxi, Shennong y finalmente el Emperador Amarillo Huang, este último considerado como el verdadero creador de la cultura. Sin embargo, no existen registros históricos que demuestren la existencia real de estas personalidades, las que de acuerdo con la transmisión oral de generación en generación, habrían vivido hace unos 5000 a 6000 años.

La enorme extensión geográfica del estado actual de la República Popular China hace que inevitablemente la historia de todo este territorio abarque, en sentido amplio, a un gran número de pueblos y civilizaciones. Sin embargo, el hilo conductor de la narración tradicional de la historia china se centra, en un sentido más restringido, en el grupo étnico de los chinos, y está íntimamente asociada a la evolución de la lengua china y su sistema de escritura basado en los caracteres. Esta continuidad cultural y lingüística es la que permite establecer una línea expositiva de la historia de la civilización china, que, tanto desde los textos más antiguos del I milenio a. C., como desde los clásicos confucianos, pasando por las grandes historias dinásticas promovidas por los emperadores, ha continuado hasta el presente. Los descubrimientos arqueológicos del siglo XX, muy en especial los de los huesos oraculares, que recogen las primeras manifestaciones escritas en lengua china, han contribuido en las últimas décadas a un conocimiento mucho más detallado de los orígenes de la civilización china.

La narración tradicional china de la historia se basa en el llamado ciclo dinástico, mediante el cual los acontecimientos históricos se explican como el resultado de sucesivas dinastías de reyes y emperadores que pasan por etapas alternas de auge y declive. Este modelo del ciclo dinástico ha sido criticado por muchos autores1 por dos razones fundamentales: En primer lugar, por su simplismo, ya que el modelo adopta un patrón recurrente según el cual los primeros emperadores son heroicos y virtuosos, mientras que los últimos son débiles y corruptos. Esta visión está sin duda influida por la interpretación de las propias dinastías reinantes, que encontraban en la degradación de la dinastía precedente una legitimación de su propio ascenso al poder. En segundo lugar, el modelo dinástico ha sido también criticado por presentar una visión nacionalista artificial, pues lo que en una interpretación alternativa podría verse como una sucesión de diferentes estados y civilizaciones en un mismo territorio, aparece como una mera alternancia de regímenes de gobierno en el marco imperturbable de una entidad nacional única.

A pesar de estas críticas el modelo del ciclo dinástico permite ver los acontecimientos históricos que han llevado a la formación de la China actual como una estructura lineal de fácil comprensión, lo cual ha mantenido su vigencia entre los historiadores hasta la actualidad. Otra razón principal por la que el estudio de las dinastías y sus emperadores ha sido fundamental entre los chinos en el análisis de su propia historia es el sistema tradicional de datación de fechas, según el cual cada emperador establecía sus periodos de reinado como marco para contabilizar los años. Así, el año cristiano de 1700 se corresponde según el sistema tradicional chino con el año 38 de la era Kangxi, mientras que el año 1750 sería el año 15 de la era Qianlong. Incluso hoy en día, en Taiwán el año 2007 se designa en contextos formales como año 96 de la República. Este uso de las dinastías y sus emperadores para la propia datación de los años ha hecho imprescindible el dominio de la cronología dinástica en la tradición cultural china para adentrarse en el estudio de la historia.

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