El Carlismo en España
1. Ideología y Apoyos Sociales
Tras la muerte de Fernando VII, su hija ascendió al trono con el nombre de Isabel II. Sin embargo, Don Carlos, hermano del difunto rey, no aceptó la situación, dando origen a un conflicto bélico que se extendió a lo largo de todo el reinado de Isabel II.
El Partido Apostólico, conocido como los carlistas, logró sumar combatientes atraídos por:
- La defensa de la religión: Los carlistas eran firmes defensores de la Iglesia Católica y sus privilegios.
- El foralismo: Defendían los fueros y privilegios tradicionales de las regiones, frente a la centralización del Estado.
- El mantenimiento de las diferencias fiscales, honoríficas y de grupos sociales: Se oponían a la igualdad jurídica y social que promovían los liberales, buscando preservar los privilegios de la nobleza y el clero.
Los carlistas pretendían restaurar la legitimidad dinástica ateniéndose a la Ley Sálica, la cual impedía reinar a las mujeres. Según esta ley, promulgada en 1830 mediante la Pragmática Sanción, Carlos sería el legítimo heredero al trono. Los últimos años del reinado de Fernando VII estuvieron marcados por la indecisión del monarca respecto a la Pragmática Sanción, influenciado por su camarilla. La sucesión de Fernando VII, además de ser un problema dinástico, también evidenció la división ideológica en el país, agudizada por el acercamiento del monarca a los liberales a partir de 1826.
2. Las Guerras Carlistas
Las guerras carlistas se dividen en varias etapas:
2.1 Primera Guerra Carlista (1833-1840)
- Primera etapa (1833-1835): El 1 de octubre de 1833, Carlos se autoproclamó rey de España, iniciando el enfrentamiento armado. En noviembre, la guerra civil era un hecho y se delimitaron las zonas de influencia. Los carlistas se expandieron por Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra y Cataluña. Además de estas zonas, contaban con grupos guerrilleros en Aragón, Galicia y Asturias. Esta fase termina con la muerte del general carlista Zumalacárregui en 1835.
- Segunda etapa (1835-1837): La guerra se extendió del ámbito regional al nacional. El general Espartero, al frente de las tropas liberales, rompió el sitio de Bilbao. Los carlistas obtuvieron una victoria en el Maestrazgo. El general Cabrera dominó Aragón, que se convirtió en la tercera zona de importancia para los carlistas. La población, aunque no se opuso a la entrada de las tropas carlistas, mostró temor.
- Tercera etapa (1837-1839): La contienda se inclinó a favor de los gubernamentales. En 1837, Don Carlos se replegó al norte del Ebro, donde organizó un gobierno con ministros y embajadores de países que no habían reconocido a Isabel II. En el bando carlista surgieron rivalidades internas. Las diferencias eran evidentes entre los partidarios del pacto, representados por Maroto, y los apostólicos del general Cabrera. El sector pactista del carlismo firmó el Convenio de Vergara con Espartero, que reconocía los empleos y grados del ejército carlista y recomendaba al gobierno la devolución de los fueros, armonizándolos con la Constitución.
- Cuarta etapa (1839-1840): Más de la mitad del ejército carlista aceptó el Convenio de Vergara. Espartero derrotó a los que seguían en guerra en Álava y Navarra. A partir de 1839, la resistencia carlista se prolongó en focos de Aragón y Cataluña. El conde de España fue asesinado en 1839. Cabrera, como jefe supremo, se enfrentó al ejército liberal hasta la pérdida de Morella en 1840. Los últimos leales carlistas se vieron obligados a cruzar la frontera en 1840.