La Quiebra del Sistema Político (1914-1923)
La posición de España en la Primera Guerra Mundial fue de neutralidad, aunque la opinión pública se dividió entre los aliadófilos y los partidarios de las potencias centrales. La neutralidad supuso un crecimiento espectacular de las exportaciones, pero también provocó inflación y escasez de productos de primera necesidad.
La crisis general de 1917 afectó a todos los estamentos, especialmente a los militares, descontentos por la pérdida de poder adquisitivo, la promoción por antigüedad y las pruebas de aptitud para ascender.
La crisis del sistema bipartidista favoreció a la oposición política, representada por la Lliga Regionalista de Cambó, que solicitó la convocatoria de las Cortes para acabar con el sistema político de la Restauración y definir un Estado que diera autonomía a Cataluña.
El 13 de agosto estalló la huelga general convocada en Madrid por la UGT y el PSOE, y en Barcelona por la CNT. La respuesta del gobierno fue muy dura, sacando tropas a la calle. La huelga acabó a finales de agosto con 17 muertos y miles de detenidos.
Continuación de la Quiebra del Sistema Político (1914-1923)
El sistema político estaba en descomposición debido a la división de los partidos, la incapacidad de renovarse y la oposición del rey a la democracia.
La agitación social iba en aumento y, tras la Revolución Bolchevique de 1917, Rusia se convirtió en un mito para las clases obreras. El gobierno adoptó medidas sociales, como la jornada de 8 horas.
En Cataluña, la corriente anarcosindicalista se hizo más violenta y de acción directa. La respuesta de la patronal fue el lock-out, el terrorismo blanco y la ley de fugas.
El triunfo de la Revolución Rusa supuso una nueva división ideológica del movimiento obrero, que llevó a una ruptura dentro del socialismo. En 1919 se fundó la Tercera Internacional, a la que se unió el Partido Comunista de España.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
El 13 de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado. El rey le encargó formar gobierno y decidió convertirse en dictador militar único, aunque se rodeó de un directorio militar.
La dictadura fue la solución autoritaria a un sistema insostenible, cuyas causas fueron la crisis del sistema político y el fracaso de la política de Marruecos.
Sus éxitos iniciales se debieron al restablecimiento del orden público y a la resolución del problema de Marruecos. Suspendió la Constitución y estableció el estado de guerra.
La represión se concretó en la prohibición de reuniones y asociaciones, y la censura de prensa. La persecución de los anarquistas llevó a la desorganización de su organización.
El otro éxito fue conseguir el final de la guerra de Marruecos, gracias a la actuación militar conjunta hispano-francesa en Alhucemas.
Continuación de Primo de Rivera
Para perpetuarse en el poder, Primo de Rivera transformó el directorio en un nuevo directorio civil y creó un partido propio (Unión Patriótica), una asamblea nacional consultiva y una nueva Constitución, pero no obtuvo ningún apoyo.
Finalmente, presentó su dimisión en enero de 1930.
El Bienio Reformista (1931-1933)
El primer gabinete constitucional presidido por Azaña inició un programa reformista que consideraba indispensable para modernizar la sociedad y el Estado:
- Reforma agraria: Redistribución de la propiedad agraria, autorizando la expropiación con indemnización de las fincas no cultivadas o deficientemente cultivadas.
- Reforma educativa: Sistema educativo unificado, laico, público y gratuito en primaria, coeducación, prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas, inversión en escuelas e institutos, becas y Misiones Pedagógicas.
- Reforma militar: Reducción del número de efectivos, derogación de la Ley de Jurisdicciones, supresión de los tribunales de honor, el Consejo Supremo de Guerra y Marina y la Academia Militar de Zaragoza, creación de la Guardia de Asalto.
- Reforma laboral: Leyes de Contratos de Trabajo, Jurados Mixtos y Términos Municipales.
- Cuestión autonómica: Aprobación del Estatuto de Cataluña y del Estatuto Vasco.
La Segunda República (1931-1936)
La Segunda República, proclamada el 14 de abril de 1931, pasó por un periodo reformista (1931-1933) que llegó a su fin con las elecciones de noviembre de 1933, en las que triunfaron la CEDA y el Partido Radical de Lerroux.
Se inicia el Bienio radical-cedista (1933-1936), con Alcalá-Zamora como presidente y Lerroux como jefe de Gobierno, apoyado por la CEDA.
La derecha se organizó en torno a la CEDA, Renovación Española, Falange Española y Comunión Tradicionalista.
La izquierda republicana se reconstruyó en torno a Izquierda Republicana y Unión Republicana.
La tensión entre patronos y trabajadores, la huelga general de campesinos y la presión de la CEDA para entrar en el gobierno crearon una situación explosiva.
El 4 de octubre se formó un nuevo Gobierno con tres miembros de la CEDA, lo que provocó una huelga general revolucionaria que adquirió carácter de insurrección popular en Asturias, Cataluña y País Vasco.
La segunda etapa del Bienio (1934-1936) estuvo marcada por los sucesos de octubre de 1934. El débil Gobierno estuvo en crisis permanente y las nuevas Cortes destituyeron a Alcalá-Zamora como presidente, sustituido por Azaña.
Surgieron diferencias internas, los socialistas no participaron en el Gobierno y la CNT y la UGT se lanzaron a una ofensiva. La derecha conspiraba contra el Gobierno y Mola se erigió en director de la conspiración.
El deterioro del orden público creció, se incrementó el terrorismo y las huelgas. El golpe militar se precipitó a raíz del asesinato del guardia de asalto José Castillo y el asesinato de Calvo Sotelo.
El doble crimen sirvió como argumento para justificar la sublevación militar del 17 de julio de 1936.