INTRODUCCIÓN La agricultura era en el Antiguo Régimen y durante bastante tiempo en el Nuevo Régimen la base de la economía; la propiedad de la tierra su elemento principal. El paso del Antiguo al Nuevo Régimen tiene un elemento fundamental en el cambio de la propiedad de la tierra. En el Antiguo Régimen la propiedad de la tierra estaba en su mayor parte amortizada; es decir vinculada a instituciones como la nobleza (a través del mayorazgo), la Iglesia, los Ayuntamientos (bienes propios y bienes comunes) y al propio estado. Al estar vinculada a instituciones estas tierras no se podían vender, partir, etc, es decir; estaban fuera de los mecanismos capitalistas. Los ilustrados consideraron que esta forma de propiedad era poco racional e impedía una explotación y unos rendimientos más intensivos, por ello denominaron a estos beneficiarios «manos muertas». La desamortización va a resultar clave en el cambio del Antiguo al Nuevo Régimen. Para que se produzca una verdadera revolución industrial es necesario una verdadera transformación o revolución agraria. En España el proceso desamortizador tuvo bastantes consecuencias perjudiciales, pero ello hay que contextualizarlo dentro de las dificultades del paso del viejo al nuevo régimen. LAS MANOS MUERTAS Los liberales denominaron así a las instituciones que en el Antiguo Régimen poseían la mayor parte de la propiedad de la tierra. Las principales instituciones eran las órdenes religiosas, los mayorazgos (formula que buscaron las casas nobiliarias para mantener su prestigio y sus propiedades. Estas siempre pasaban al primogénito que podía ampliar, pero no vender), el Estado y los ayuntamientos (los ayuntamientos tenían propiedades en forma de bienes propios y comunes. Estos cumplían una doble función, sufragaban los gastos municipales -bienes propios- y servían de complemento económico para la mayoría de los campesinos-bienes comunes-). Estas propiedades no entraban dentro del mercado capitalista y por ello su producción era bastante ínfima. El estado liberal, en el que uno de sus principios básicos es la prosperidad y la propiedad privada sagrada e inviolable, va a acabar con este tipo de propiedad, a través de la desamortización. ILUSTRACIÓN, LIBERALISMO Y DESAMORTIZACIÓNEl proceso desamortizador es uno de los puntos claves del paso del Antiguo al Nuevo Régimen, relacionado con la revolución industrial y con la llegada de la democracia. Dos de los principios claves de la Ilustración y del liberalismo son la propiedad privada como algo sagrado e inviolable y la vida como un camino para conseguir la felicidad. Esta felicidad, tanto la individual como la del estado, está relacionada y vinculada a la riqueza, al dinero, a la propiedad privada. En el Antiguo Régimen lo más importante era el honor, estando mayoritariamente la propiedad vinculada a instituciones, en el Nuevo Régimen la base es el dinero, la prosperidad y la felicidad que da esta. Por tanto, la propiedad debe ser individual. Este paso de la propiedad institucional a la individual es lo que denominamos desamortización, que en un poco más de un siglo va a afectar al 40% de la superficie del estado español I.- CONCEPTO Y MECANISMO DEL PROCESO DEFINICIÓN La desamortización consistió en la expropiación de los bienes desamortizados y su nacionalización y posterior venta en pública subasta al mejor postor. Los señoríos, los mayorazgos, los bienes propios y comunes pasaron de estar vinculados a instituciones a propiedad individual y absoluta en su capacidad de gestión (paso de la propiedad institucional a la individual). MECANISMO DEL PROCESO En toda desamortización hay dos pasos. Uno; nacionalización de los bienes de las manos muertas (unas veces con indemnización como con Madoz y otras sin ella como en el caso de Mendizábal). En un segundo momento esos bienes se venden a propietarios privados, aunque siempre previa obtención de unos beneficios por parte del estado, pues la motivación principal práctica de ello eran solucionar los problemas de la Hacienda Pública. DEUDA PÚBLICA LA DESAMORTIZACIÓN Y LA IGLESIA ESPAÑOLA El estado suele recurrir a los títulos de Deuda Pública para compensar la diferencia entre gastos e ingresos. Estos títulos son documentos que acreditan que el comprador ha prestado al estado ese dinero y por lo cual el estado no solo debe devolverlo en el plazo fijado, sino además pagar unos intereses por ello. En toda la historia de España el recurso de los títulos de deuda pública ha sido muy utilizado por sus gobernantes. En el siglo XIX las innumerables guerras (independencia, colonial, carlista…) hicieron aumentar considerablemente la deuda pública y poner en graves aprietos al Estado. En este contexto hay que entender el proceso desamortizador del siglo XIX. La iglesia española era la institución que más propiedad vinculada poseía y además fue la más afectada por este proceso desamortizador. Las relaciones de la Iglesia y el Estado pasaron por momentos muy críticos hasta que Narváez firmó con el Vaticano el Concordato, en 1851, por el cual la Iglesia asumía la desamortización, pero el estado dejaba en manos de la Iglesia la educación y sufragaba sus gastos. Este argumento se esgrime en la actualidad todavía para justificar que el Estado, en la práctica, siga manteniendo a la Iglesia católica. No obstante, las relaciones entre un sector de la Iglesia católica española y el liberalismo más radical se irían enturbiando progresivamente, dando lugar a ese anticlericalismo de gran parte de la izquierda española y a ese antiliberalismo de otra parte de la Iglesia católica, que tanto ha marcado la historia de España. II.- OBJETIVOS FISCALES El objetivo principal de todas las medidas desamortizadoras del siglo XIX va a ser recaudar fondos para solucionar los problemas de la Hacienda Pública, bien para hacer frente a los gastos ocasionados por la guerra (Godoy y Mendizábal) o para hacer inversiones públicas (Madoz y el ferrocarril). POLÍTICOS Ampliar la base social del liberalismo: se trataba de crear una masa de propietarios que ligara sus intereses al liberalismo o nuevo régimen. Ello se va a conseguir pero a cambio se enturbiaron las relaciones con la Iglesia católica. ECONÓMICOS Se pensaba que modernizando la estructura de la propiedad se producirían grandes transformaciones agrarias, con lo que se facilitaría el desarrollo económico y la revolución industrial. Este objetivo no se consiguió porque la propiedad se concentró. SOCIALES Se creía que un proceso desamortizador era la ocasión ideal para reformar la estructura de la propiedad, fomentando la mediana propiedad. Al igual que los objetivos económicos los sociales tampoco se consiguieron ya que predominaron los objetivos fiscales. III.- PROCESO CRONOLÓGICO. La desamortización no es un acto aislado, sino un proceso histórico que va a abarcar gran parte del siglo XIX. Por una parte se producían en distintos momentos las medidas legislativas y posteriormente el grueso de las ventas se producía en los decenios siguientes. Por otra parte, hay que constatar que las medidas legislativas desamortizadoras coinciden con gobiernos progresistas, que se caracterizan por sus reformas económicas (Cortes de Cádiz, Trienio Liberal, Mendizabal o Madoz) mientras que los conservadores se caracterizan por sus reformas administrativas y estatales. El precedente. La desamortización de Godoy. Godoy, al frente del gobierno de Carlos IV desamortiza 1/4 de la propiedad eclesiástica cuya motivación principal fue la necesidad de ingresos para costear las guerras. Las Cortes de Cádiz.1811. Uno de los decretos más importantes de las Cortes de Cádiz fue el que eliminaba los señoríos jurisdiccionales y que convertía a los señoríos territoriales en propiedad individual. Gran parte de la nobleza se acogió a esta opción, bien aportando los títulos de propiedad o a través de los tribunales. La desamortización de Mendizábal. 1836 Fue la más importante de todas (no sólo por su volumen y la rapidez con que se llevó a cabo, sino también porque a partir de ese momento la desamortización fue un proceso irreversible) y afectó a las tierras y bienes eclesiásticos. Ésta se plasmó en dos disposiciones; la primera suprimía las órdenes religiosas y nacionalizaba sus bienes; la segunda determinaba el sistema de venta, que se haría en pública subasta y se podía pagar o en efectivo o mediante Deuda Pública. Sus dos grandes motivaciones vienen especificadas en los decretos; la política (atraerse al liberalismo a una masa importante de compradores) y la económica (paliar la crisis de la Hacienda pública, debido a la guerra carlista). La desamortización general de Madoz. 1855 Consistió en la venta forzosa, aunque con indemnización, de la totalidad de los bienes pertenecientes a los municipios, estado y otras instituciones. Su objetivo principal siguió siendo fiscal pero ahora dirigido a hacer inversiones públicas (ferrocarriles). También se da en un periodo progresista. IV.- RESULTADOS Y VALORACIÓN TRANSFORMACIÓN DE LA PROPIEDAD La desamortización produjo una radical transformación de la regulación de la propiedad. A finales del siglo XIX estaba consolidada la propiedad privada e individual en España. Aumentó la concentración de la propiedad (tercera fase de la creación del latifundio) ya que compraron tierras quien tenía dinero (nobleza y burguesía), en este sentido no sólo no se fomentó la mediana propiedad sino que aumentaron los minifundios y los latifundios. BENEFICIADOS Y PERJUDICADOS Los beneficiados fueron la nobleza, que adquirió tierras y que paso las suyas de carácter institucional a individual, y la burguesía comercial y agraria que adquirió gran parte de las tierras en venta. Los perjudicados fueron la Iglesia que perdió su principal base económica (aunque fue compensada), los ayuntamientos y los pequeños campesinos (ya que con la desaparición de los bienes propios y comunales) perdieron una de las bases de su sustento. CONSECUENCIAS POLÍTICAS, SOCIALES Y CULTURALES Políticamente se creó una masa de propietarios adictos al régimen liberal. La separación de la Iglesia-Estado se acentuó y desde Octubre de 1836 se produjo una ruptura entre el Estado y la Iglesia hasta que se firmó el concordato con la Santa Sede en 1851 por la que el estado sufragaba los gastos de la Iglesia. El liberalismo español, sobre todo en sus versiones más radicales adquirió un tono anticlerical. Socialmente aumentó el protagonismo de la burguesía y, sobre todo, apareció una nueva clase social; los jornaleros, que sobre todo en zonas muy latifundistas iban a ser una fuente de problemas durante todo el siglo XIX y parte del XX. Culturalmente la desaparición de instituciones eclesiásticas supuso la destrucción o el deterioro de edificios históricos y la dispersión su patrimonio, aunque parte se recuperó después en archivos y museos. VALORACIÓN La desamortización tuvo como consecuencia final la consolidación del régimen liberal. Pero sus sombras fueron muy importantes. No se produjo un aumento significativo de la producción agraria y la propiedad se concentró más, por lo que el escaso desarrollo agrario impidió una profunda revolución industrial. Se recaudo menos dinero del previsto pues la mayor parte de las compras se hicieron en Deuda Pública y esta se devaluó pronto, hubo bastante corrupción. En definitiva, la desamortización no cumplió las grandes esperanzas de realizar una profunda reforma agraria, ni condujo a la industrialización. Pero la desamortización fue inseparable de las dificultades de consolidación de un Estado liberal amenazado por los partidarios del Antiguo Régimen y con unos ingresos fiscales absolutamente insuficientes para hacer frente a los gastos. LA DESAMORTIZACIÓN Y EL PROBLEMA AGRARIO No se puede decir que el problema agrario español se iniciara con la desamortización, pero si que lo agravó y lo consolidó. La desaparición de los bienes comunes y la aparición de grandes latifundios demandantes de mano de obra barata hizo aparecer a una gran masa de jornaleros. Ello a su vez tuvo dos consecuencias, por un lado, el escaso poder adquisitivo de estos jornaleros ralentizó el proceso de industrialización español, y, por otro, sus malas condiciones de vida dan lugar al inicio de sublevaciones y levantamientos en el campo español. Unas insurrecciones campesinas, más violentas y menos organizadas que las industriales, que van a caracterizar buena parte de nuestra historia contemporánea y que tienen su punto álgido en la segunda república y en los Sucesos de Casas Viejas su ejemplo más conocido.