Evolución Política en la Península Ibérica
En 711, un ejército musulmán derrotó al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete, conquistando la Península Ibérica excepto la cornisa cantábrica. La rapidez de la conquista se debió a la fragilidad del reino visigodo. La Península se incorporó al Califato Omeya de Damasco como una provincia con el nombre de Al-Ándalus, convirtiéndose en un Emirato Dependiente (711-756) sometido a la autoridad política y religiosa del califa. Los musulmanes intentaron ocupar los territorios de los Pirineos, pero fueron frenados en la batalla de Poitier (732).
En el año 750, la familia de los Abasíes se hizo con el control del califato al eliminar a los Omeyas. Abd al-Rahmán I logró sobrevivir y llegar a al-Ándalus. En el año 756, se proclamó emir del Emirato independiente del califato Abasí de Bagdad (756-929). Reestructuró la administración, aumentó los impuestos y organizó un ejército de mercenarios.
En 929, Abd al-Rahmán III asumió el liderazgo político y religioso y rompió con la autoridad del califa de Bagdad. Convirtió el califato de Córdoba (929-1031) en la principal potencia islámica. El gobierno pasó a manos del hayib Al Mansur, quien realizó razias contra los reinos cristianos. Tras su muerte en 1002, el califato desapareció en 1031, dividiéndose en taifas, estados pequeños y de existencia efímera. Las taifas alcanzaron un gran desarrollo cultural, pero contaban con inestabilidad política y escasa fuerza militar.
En 1085, la toma de Toledo por el rey Alfonso VI provocó la entrada de los almorávides, un imperio norteafricano con rigor religioso. En 1086, derrotaron a los castellanos en Sagrajas y unificaron las taifas. Los almohades, otro imperio en el norte de África (ortodoxos e intransigentes con la religión), acudieron a la península Ibérica en respuesta al llamamiento de los segundos reinos de taifas y derrotaron a los cristianos en Alarcos (1195), unificando al-Ándalus con capital en Sevilla. Finalmente, fueron derrotados por Alfonso VIII en las Navas de Tolosa (1212).
En 1238, solo quedaba el reino nazarí de Granada, cuyos territorios se extendían por Almería, Málaga y Granada. Este reino sobrevivió por su habilidad diplomática, su cohesión interna y su pago de parias. Alcanzó su época de esplendor cultural en el siglo XIV (destacando la Alhambra). Finalmente, fue conquistado por los Reyes Católicos en 1492.
Resistencia y Reconquista Cristiana
Los primeros núcleos de resistencia cristiana comienzan con Pelayo derrotando a los musulmanes en la batalla de Covadonga (722). La Reconquista se puede dividir en tres etapas:
Primera Etapa (Siglos VIII-X): Formación y Consolidación de los Reinos Cristianos
Pelayo estableció la capital del reino de Asturias en Cangas de Onís. Posteriormente, la capital se trasladó a Oviedo y después a León, convirtiéndose en el reino asturleonés y, posteriormente, en el reino de León.
A mediados del siglo X, en la zona oriental del reino de León, el conde Fernán González unificó el condado de Castilla y comenzó a actuar con autonomía. En la zona pirenaica, surge en el oeste el reino de Pamplona tras la derrota de Carlo Magno en Roncesvalles (778). En el Pirineo central, la independencia de los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza configuraron el núcleo del reino de Aragón. En el Pirineo oriental, Wilfredo el Velloso consiguió unificar varios condados. En 988, Borrell II, consiguió la independencia de los condados catalanes. Durante esta etapa, los cristianos se limitaron a ocupar tierras deshabitadas del valle del Duero, de Galicia y del piedemonte de los Pirineos.
Segunda Etapa (Siglos XI-XIII): Expansión Territorial
A la muerte de Sancho III el Mayor en 1035, Fernando I heredó el Reino de Castilla, que se uniría definitivamente con el Reino de León en 1230 con Fernando III. Su hijo, Ramiro, heredó Aragón. Tras la muerte de Ramiro I, el matrimonio de Petronila (hija de Ramiro II) con Ramon Berenguer IV en 1137 dio lugar a la Corona de Aragón, que incluía el Reino de Aragón y los condados catalanes. Su hijo, García III, heredó el Reino de Pamplona, que se convirtió en el Reino de Navarra. Por último, el Reino de Portugal se independizó con Alfonso Enríquez en 1143.
Durante el siglo XI, el avance cristiano fue inexistente debido a los conflictos internos de los reinos. Sin embargo, la caída del Califato permitió la conquista del valle del Tajo (Toledo en 1085) y del Ebro en el siglo XII. Se firmaron tratados de reparto entre cristianos, como los de Tudilén y Cazorla. En el siglo XIII, se conquistaron Extremadura, el valle del Guadalquivir (Andalucía) y Murcia (tratado de Almizra), y en la zona oriental, Valencia y Baleares.
Tercera Etapa (Siglos XIV-XV): Conquista de Granada
Esta etapa culmina con la Guerra y conquista de Granada en 1492.
Organización Política y Social
La organización política de los reinos cristianos se basó en el feudalismo: el rey tenía la máxima autoridad, pero en la práctica compartía el poder con la nobleza, siendo el primus inter pares (primero entre iguales). Como consecuencia de la relación de dependencia personal, surgió el régimen señorial, donde los habitantes de un territorio quedaban ligados a su propietario, a su señor.
Tras la ocupación de los territorios, era necesario repoblarlos. Se utilizaron diferentes modalidades de repoblación:
- Presura (aprisio): Ocupación de territorio de frontera por hombres libres atraídos por las ventajas jurídicas y económicas en el siglo IX.
- Concejil: Dirigida por los concejos (monarcas que concedían privilegios y exenciones tributarias y penales) al amparo de sus fueros en los siglos XI y XII.
- De órdenes militares: Amplios territorios del sur peninsular dirigidos por órdenes militares en los siglos XII-XIII.
- Repartimiento: Los monarcas otorgaban grandes territorios según la clase social a los conquistadores en el siglo XIII.
El feudalismo originó la sociedad estamental, con grupos cerrados, jerarquizados y desiguales, que se agrupaban en dos grupos: los privilegiados (nobles y clérigos), que no pagaban impuestos, y los no privilegiados (campesinos), que sí los pagaban.
Legado Judío en la Península Ibérica
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Al-Ándalus, territorio ocupado de la península Ibérica por los musulmanes entre 711-1492, se basaba en cultivos procedentes del Oriente (cítricos y algodón). Se perfeccionó el sistema de regadío (norias). Impulsaron la ganadería (ovina y equina). Destacó su actividad artesanal con el trabajo de madera (taracea) y cuero (cordobanes). Los intercambios eran en zocos (mercados). El comercio exterior conoció una etapa de prosperidad con Oriente, gracias a la marina mercante.
La sociedad de al-Ándalus era muy compleja, ya que la existencia de diversos grupos étnicos se añadían las diferencias sociales y las religiosas. Se divide en musulmanes formada por árabes (pocos, pero con mejor nivel económico y ocupaban cargos políticos), bereberes (ocupaban cargos políticos inferiores y eran campesinos) y muladíes (cristianos convertidos al islam y campesinos). Luego estaban los No musulmanes formado por mozárabes (cristianos que vivían en al-Ándalus y eran campesinos y artesanos) y judíos (pocos que vivían en juderías como Hervás en Cáceres y destacaban en el préstamo y la medicina). En general la convivencia fue pacífica.
La cultura en al-Ándalus alcanzó altas cotas de desarrollo cultural. Su mayor esplendor fue con las califas Abd al-Rahmán III y Alhakén II. Florecieron la filosofía (Maimónides), la poesía, la literatura (Ibn Hazm, El collar de la paloma), la historia (Ahmad al-Razi), la música, el derecho o la medicina. Fue muy importante el desarrollo científico y técnico: principios matemáticos de trigonometría y algebra y el uso del cero. Aportaron avances en astronomía y artículos procedentes de Oriente, como la pólvora, el papel y la brújula. El arte refleja el poder político y religioso en sus mezquitas (Mezquita de Córdoba), palacios (Alhambra) y alcazabas (Aljafería de Zaragoza) ; evolución de la conquista de la Península y organización política.
Los primeros núcleos de resistencia cristiana comienzan con Pelayo derrotando a los musulmanes en la batalla de Covadonga (722). La conquista está formada por tres etapas: Primera Etapa (S. VIII-X): Formación y consolidación de los reinos, Pelayo estableció la capital del reino de Asturias en Cangas de Onís. Trasladó la capital a Oviedo y después a León, convirtiéndose en asturleonés y, posteriormente, en reino de León.
A mitades del siglo X, en la zona oriental del reino de León, el conde Fernán González unifica el condado de castilla y comenzó a actuar con autonomía. En la zona pirenaica surge en el oeste el reino de Pamplona tras la derrota de Carlo Magno en Roncesvalles (778). En el Pirineo central la independencia de los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza configuraron el núcleo de Aragón. En el Pirineo oriental, Wilfredo el Velloso consiguió unificar varios condados. En 988, Borrell II, consiguió la independencia de los condados catalanes. se limitaron a ocupar tierras deshabitadas del valle del Duero, de Galicia y del piedemonte de los Pirineos. Segunda Etapa (S. XI-XIII): A la muerte de Sancho III el Mayor en 1135 Fernando I hereda el Reino de Castilla, que se unirá con Fernando III definitivamente con el Reino de León en 1230. Su hijo, Ramiro hereda Aragón. Tras la muerte de Ramiro I y el matrimonio de Petronila (hija de Ramiro II) con Ramon Berenguer IV en 1137 da lugar a la Corona de Aragón, que incluía el Reino de Aragón y los condados catalanes. Su hijo, García III hereda el Reino de Pamplona que se convierte en el Reino de Navarra. Por último, el Reino de Portugal se independiza con Alfonso Enriquez en 1143. Los siglos de expansión: durante el siglo XI el avance cristiano fue inexistente, a causa de los conflictos internos de los reinos, pero la caída del Califato permitirá la conquista del valle del Tajo (Toledo 1085) y del Ebro (S. XII) Tratados de reparto entre cristianos en el S. XII: Tudilén y Cazorla. En el S. XIII conquista de Extremadura, valle del Guadalquivir (Andalucía) y Murcia (tratado de Almizra) y en la zona oriental Valencia y Baleares). Tercera Etapa (S. XIV-XV). Guerra y conquista de Granada (1492) La organización política se basó en el feudalismo: el rey tenía la máxima autoridad, pero en la práctica compartía el poder con la nobleza, era el “primus inter pares” (primero entre iguales). Como consecuencia de la relación de dependencia personal surgió el régimen señorial, los habitantes de un territorio quedaban ligados a su propietario, a su señor.
Organización estamental en los reinos cristianos medievales.
Tras la ocupación de los cristianos era necesario repoblarlo. Se utilizaron diferentes modalidades de repoblación:
– Presura (aprisio). Ocupan territorio de frontera por hombres libres atraídos por las ventajas jurídicas y económicas en el siglo IX.
Concejil. Dirigida por los concejos (monarcas que concedían privilegios y exenciones tributarias penales) al amparo de sus fueros en los S XI y XII.
– De órdenes militares. Amplios territorios del sur peninsular dirigidos por órdenes militares en los S. XII-XIII.
– Repartimiento. Los monarcas otorgaban grandes territorios según la clase social y los conquistadores en el S. XIII.
EL feudalismo originó la sociedad estamental eran grupos cerrados jerarquizados y desiguales, que se agrupan en dos grupos: los privilegiados (nobles u clérigos) que no pagaban impuestos y los no privilegiados (campesinos) que pagaban impuestos.
El «Desastre del 98» generó una gran conmoción social, con más de 50,000 muertos y heridos, afectando principalmente a las clases menos favorecidas. Económicamente, España sufrió la pérdida de materias primas baratas y se implementaron medidas proteccionistas para proteger la industria textil catalana y el cereal castellano. Sin embargo, la repatriación de capitales tuvo un efecto positivo, impulsando la economía con la recuperación de la industria y la fundación de bancos.
Políticamente, hubo un descrédito de los partidos turnistas y del ejército, lo que aceleró la madurez de Alfonso XIII. España perdió peso internacional y se volvió hacia el norte de África. El nacionalismo periférico se fortaleció debido a la crisis nacional. Ideológicamente, se produjo una crisis de conciencia nacional, reflejada en la Generación del 98, que analizaba críticamente la situación de España. Surgió el Regeneracionismo, liderado por Joaquín Costa, que abogaba por reformas estructurales y una educación laica y racionalista promovida por la Institución Libre de Enseñanza