Decreto de Desamortización de Mendizábal (1836)
Análisis del Decreto
Nos encontramos frente a un texto de naturaleza jurídica y carácter público. Además, proviene de una fuente primaria, ya que es una ley contemporánea a los hechos, el 21 de febrero de 1836, periodo de construcción y consolidación de la España liberal bajo la regencia de Mª Cristina. Fue publicado en la “Gaceta de Madrid”, y su autoría reside en Juan Álvarez Mendizábal, político liberal y hombre de negocios español de origen humilde que mediante este decreto hizo una petición a la regente para llevar a cabo la desamortización de los bienes eclesiásticos y su posterior venta, convirtiéndose en el principal protagonista de la Revolución Industrial.
Las ideas más importantes están recogidas en el segundo párrafo, donde Mendizábal fija los objetivos de dicha reforma. Destaca que la desamortización y la posterior venta de los bienes eclesiásticos supondría una gran reducción de la deuda pública. Por otro lado, justifica que el nuevo Estado liberal ganaría un apoyo incondicional por parte de los nuevos propietarios. En cambio, en el primer párrafo, se detallan los beneficios que se lograrían con la venta de dichos bienes por la administración. Además de los ya mencionados, Mendizábal incide en el impulso que implicaría para el desarrollo de otros sectores económicos como la industria y el comercio.
Al mismo tiempo recalca las repercusiones positivas que supondría para la monarquía que una mayor cantidad de tierra fuera explotada. Hay que tener presente que esto ocurrió durante el inicio de la consolidación del Estado liberal.
Contexto Histórico
El contexto histórico de la construcción y consolidación del Estado liberal se caracterizó por la creación de nuevas instituciones liberales enfrentadas abiertamente en una guerra (1ª Guerra Carlista) a quienes aún se resisten a aceptar el final del viejo orden absolutista (liberales y absolutistas).
La guerra ocurrió durante la regencia de Mª Cristina, madre de Isabel II, quien se vio en la necesidad de negociar y pactar con los liberales para así poder mantenerse en el poder. Los escenarios principales de este conflicto fueron el País Vasco y Navarra. Como no es de extrañar, los militares fueron los grandes protagonistas del conflicto, destacando a Espartero en el bando liberal y a Zumalacárregui y Maroto en el carlista.
El Carlismo
El carlismo, cuyo lema era “Dios, Patria, Rey y Fueros”, contaba con el apoyo de los campesinos, que tenían miedo a la subida de impuestos y a la pérdida del uso de las tierras comunales. La pequeña nobleza y el bajo clero también se identificaron con la causa carlista.
El Liberalismo
Por otro lado, la burguesía, el proletariado y la nobleza ilustrada abrazaban la causa liberal. El liberalismo se basaba en la Constitución, la Igualdad Jurídica y el Laicismo, entre otros.
Fin de la Guerra y Triunfo Liberal
Al igual que todas las futuras guerras carlistas, la primera concluyó con la derrota carlista (1839), con la firma de paz, también conocido como Abrazo de Vergara, que incluía la admisión de los militares carlistas en el ejército español y el mantenimiento de los fueros en los territorios vascos.
El triunfo del liberalismo se tradujo en el ámbito económico como la redefinición del nuevo derecho a la propiedad: la propiedad privada es sagrada e inviolable, de titularidad individual y de disposición libre e ilimitada; y el Estado debe garantizar la inviolabilidad del derecho a la propiedad y la libertad de su ejercicio.
La Desamortización
Con el objetivo de convertir en libre la propiedad inmueble del Antiguo Régimen, las Cortes de Cádiz dieron comienzo a la desamortización, que consistió en la desvinculación de los bienes de la nobleza (supresión de los mayorazgos y abolición de los señoríos) y en la desamortización de los bienes de la iglesia y comunales, con el objetivo de aumentar el número de propietarios defensores del nuevo régimen liberal, y a su vez, del régimen foral. La desamortización sí implicaba un cambio de titularidad porque el Estado incautaba y ponía a la venta los bienes en subasta pública. Esta fue una de las medidas más importantes adoptadas por los liberales (progresistas), y afectó fundamentalmente a los bienes de la Iglesia y a las tierras comunales.
Lo que se conoce por bienes de “manos muertas” eran aquellos patrimonios que procedían del Antiguo Régimen y que no podían ser ni vendidos ni divididos. El primer proceso de desamortización se produjo en tiempos de Carlos IV (1789) con Godoy, y más adelante, las Cortes de Cádiz iniciaron el proceso de desamortización de las tierras de los monasterios durante el Trienio Liberal (1820-1823).
Desamortización de Mendizábal
La desamortización de Mendizábal (1836), desamortización por excelencia, consistió en la incautación y posterior venta en subasta pública de bienes eclesiásticos, en concreto del clero regular (monjes y frailes). Como bien hemos mencionado antes, el objetivo principal con el que Mendoza pretende justificar la desamortización es que ésta reduciría la Deuda Pública pagando a los acreedores. Pero a su vez, también tenía como objetivo recaudar dinero para poder hacer frente a la Guerra Carlista (1833-1839). Además, logró atraer a un sector de propietarios defensores del régimen liberal. Por otro lado, la Iglesia fue reformada pero el Estado se comprometió a mantenerla..
Desamortización de Madoz
En 1855, durante el Bienio Progresista, se aprobó otra ley muy importante de contenido económico: la Desamortización de Madoz, impulsada por los progresistas. Esta afectó también fundamentalmente a los bienes de la Iglesia y las tierras comunales. Su objetivo principal era obtener dinero para impulsar la industrialización y en concreto para financiar el ferrocarril.
Conclusión
A modo de conclusión, me gustaría destacar la relevancia de este texto, ya que a pesar de que no cambió la estructura de la propiedad de la tierra en líneas generales e incluso llegó a reforzar los latifundios en el centro y sur peninsular, aumentó el proletariado agrícola (jornaleros) y la producción porque se amplió la superficie cultivada. Además, apareció un nuevo sector social, la burguesía terrateniente. No se trató de una reforma agraria, pero fue uno de los procesos más importantes encabezados por los progresistas durante la construcción y consolidación del Estado Liberal.