Introducción
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, comienza la construcción del Estado liberal en España, un periodo que se extendería hasta 1868. La Regente, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, tuvo que apoyarse en el ejército para garantizar el acceso al trono de su hija Isabel, de tan solo tres años. Los partidos políticos de la época eran débiles y estaban dirigidos por militares que intervenían activamente en la vida política. El acceso al poder se lograba por favor real o por pronunciamientos militares, lo que reflejaba la inestabilidad del sistema. Las Constituciones se convertían más en programas políticos de un partido que en leyes que permitieran la alternancia en el gobierno de las diferentes opciones liberales.
Regencia de María Cristina (1833-1840): Las Guerras Carlistas
Las Guerras Carlistas
El hermano del fallecido rey, Carlos María Isidro de Borbón, se erigió como cabeza del partido apostólico, partidarios de la monarquía absoluta, y se negó a reconocer a su sobrina Isabel como reina legítima. Este conflicto sucesorio se debía a la derogación de la Ley Sálica por Carlos IV en 1789 mediante la Pragmática Sanción, posteriormente publicada en 1830 por Fernando VII. Esta ley volvía al orden sucesorio de las Partidas de Alfonso X el Sabio, que permitía a las mujeres reinar si no tenían hermanos varones.
El ideario político carlista se basaba en:
- La alianza del trono y el altar.
- La defensa de la tradición del absolutismo monárquico.
- La recuperación del poder eclesiástico.
- La defensa de las instituciones y los fueros tradicionales de vascos, navarros y catalanes.
- La idealización del mundo rural y la aversión por el mundo moderno, urbano e industrializado.
Socialmente, el carlismo se apoyó en el clero, pequeños notables rurales, burócratas, militares y algunos intelectuales reaccionarios, que se convirtieron en los dirigentes del movimiento. La masa carlista estaba formada principalmente por el campesinado. El movimiento carlista tuvo especial fuerza en el País Vasco, Navarra, Aragón, el interior de Cataluña y la zona del Maestrazgo.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
La primera guerra carlista finalizó con el Abrazo de Vergara, un acuerdo que establecía el mantenimiento de los fueros vascos y la incorporación de los carlistas al ejército isabelino.
La Segunda Guerra Carlista (1846-1849)
Esta segunda guerra, que tuvo lugar durante la mayoría de edad de Isabel II, se desencadenó al no producirse la boda entre la reina y el heredero carlista, el conde de Montemolín (Carlos VI). El principal escenario de esta guerra fue Cataluña.
Implantación del Estado Liberal
María Cristina no era liberal, pero la guerra civil la obligó a acercarse a un liberalismo moderado. Nombró Jefe de Gobierno a Cea Bermúdez y posteriormente a Martínez de la Rosa, quienes iniciaron las primeras reformas bajo el Estatuto Real de 1834. Este Estatuto, una Carta Otorgada, no hacía mención a la Soberanía Nacional y establecía un sistema bicameral con una Cámara de Proceres y una Cámara de Procuradores. El sufragio era muy restringido (solo podían votar el 0,15% de la población), el monarca tenía amplios poderes y las libertades estaban muy reducidas.
En 1836 tuvo lugar la rebelión de los sargentos de la granja, lo que llevó a la reina a nombrar a Calatrava Presidente del Gobierno. Se restableció la Constitución de Cádiz mientras se elaboraba la Constitución progresista de 1837. Esta nueva Constitución mantenía el principio de soberanía nacional y establecía una amplia declaración de derechos. El Estado se declaraba católico, pero no se prohibían otras religiones. Los progresistas tomaron medidas para implantar el liberalismo económico, siendo la más importante la desamortización civil y eclesiástica.
En las siguientes elecciones ganaron los moderados, lo que llevó a la regente a enfrentarse a los progresistas. Se inició un movimiento insurreccional que culminó con la renuncia de María Cristina a la regencia y el nombramiento de Espartero, el general victorioso contra el carlismo, como nuevo Regente.
Regencia de Espartero (1840-1843)
Espartero estableció una política librecambista que abría el mercado español a los tejidos ingleses. Esta medida lo enfrentó a los empresarios catalanes, lo que culminó con el bombardeo de Barcelona. Los moderados iniciaron una serie de conspiraciones encabezadas por Narváez y O’Donnell que acabaron con la dimisión de Espartero y el adelanto de la mayoría de edad de Isabel II.
Mayoría de edad de Isabel II (1843-1868)
Los partidos políticos
Desde el Trienio Liberal, los liberales se encontraban divididos en moderados y exaltados, a los que a partir de este momento se les denominaría progresistas.
Moderados
Los moderados tenían su base social en los terratenientes, grandes comerciantes, la vieja nobleza y altos cargos de la Iglesia y el ejército. Eran partidarios de una soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, con un Senado cuyos miembros y los alcaldes de los ayuntamientos serían elegidos por la Corona. Defendían un poder ejecutivo en manos del monarca, un sufragio muy censitario para evitar la llegada al poder de las clases populares y unas libertades civiles muy restringidas. Sus principales líderes fueron Martínez de la Rosa, Narváez, O’Donnell y Serrano.
Progresistas
Los progresistas eran reformistas y representaban los intereses de la burguesía urbana, financiera e industrial. Defendían la soberanía nacional, que el poder legislativo residiera en las Cortes, elegidas por sufragio censitario (aunque más amplio que el de los moderados), que el poder ejecutivo recayera en la Corona y que los ministros fueran responsables ante las cámaras. Defendían una mayor libertad individual (de opinión, residencia, habeas corpus, propiedad), pero no eran favorables a las libertades colectivas de reunión, asociación y huelga. Su base social eran las clases medias urbanas, comerciantes, pequeños fabricantes, oficiales del ejército, empleados públicos y profesiones liberales. Para acceder al poder tuvieron que recurrir al pronunciamiento. Sus principales líderes fueron Mendizábal, Espartero, Madoz y Prim.
Unión Liberal
La Unión Liberal se creó en 1854 como una escisión del moderantismo, liderada por O’Donnell. Pretendía agrupar a los sectores más moderados de los progresistas y a los más progresistas de los moderados, configurando una opción de centro.
Demócratas
El partido demócrata se fundó en 1849 como una escisión del progresismo. Eran partidarios del liberalismo democrático y defendían el sufragio universal, la ampliación de las libertades públicas, la intervención del Estado en la enseñanza, la asistencia social, una fiscalidad que paliara las diferencias sociales, un Estado aconfesional y unos ayuntamientos de elección popular. Sus bases sociales eran los artesanos, pequeños comerciantes y obreros. Sus principales líderes fueron Orense y Nicolás María Rivero.
La Década Moderada. Narváez (1844-1854)
La llegada al poder de Narváez supuso la represión con extrema dureza de los movimientos populares y la promulgación de una nueva Constitución en 1845, de carácter conservador. Otras leyes importantes de este periodo fueron la Ley de Imprenta, que establecía la censura; la fundación de la Guardia Civil en 1844; la Ley Moyano, que establecía el principio de secularización y el control y monopolio de la enseñanza por parte del Estado; la Ley de Carreteras de 1851; y el Concordato con la Santa Sede de 1851, que normalizó las relaciones con el Vaticano.
El Bienio Progresista (1854-1856)
El Bienio Progresista comenzó con la revolución de 1854, un golpe de Estado que, a pesar del fracaso inicial del pronunciamiento de O’Donnell en Vicálvaro, triunfó gracias al apoyo popular. La proclama»El Manifiesto de Manzanare» fue redactada por Cánovas del Castillo. Durante este periodo se redactó una nueva Constitución en 1856, conocida como la»non nat» porque no llegó a entrar en vigor. Se llevó a cabo una nueva desamortización, la de Madoz, en 1855, que afectó sobre todo a los ayuntamientos. Para impulsar la construcción del ferrocarril se promulgaron la Ley de Ferrocarriles de 1855 y la Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias de 1856, que permitió la creación del Banco de España. Al año siguiente se crearon el Banco de Santander y el Banco de Bilbao.
La Unión Liberal. O’Donnell (1856-1863): Vuelta al moderantismo
Hasta 1863 se vivió un periodo de estabilidad política bajo el gobierno de la Unión Liberal. Se volvió a la Constitución de 1845. Fue una etapa de intervencionismo exterior: España acompañó a Francia en una expedición a Indochina (Vietnam, 1857-1863), se intervino en Marruecos (1859, 1860) ampliando las plazas de Ceuta y Melilla y obteniendo Sidi Ifni, y se llevó a cabo la expedición a México de 1862.
Los años finales (1863-1868)
Entre 1863 y 1868 se sucedieron varios gobiernos de tendencia conservadora y autoritaria, con Narváez de nuevo en el poder. En estos años destacaron la crisis económica, el aumento de la corrupción y el progresivo desprestigio de la reina Isabel II, tanto por su vida privada como por su continua injerencia en los asuntos de gobierno. Finalmente, la firma del Pacto de Ostende en agosto de 1866, que reunió a progresistas, demócratas y republicanos, y tras la muerte de O’Donnell también a los unionistas, precipitó la caída de la reina. El objetivo del pacto era derrocar a Isabel II y convocar Cortes Constituyentes.
Conclusión
El periodo comprendido entre 1833 y 1868 presenció la implantación del liberalismo en España. Durante esta etapa se modificó la estructura del Estado, que pasó a ser una monarquía constitucional y parlamentaria. La propiedad feudal se transformó en propiedad privada y surgió una nueva clase dirigente, la burguesía agraria, fruto de la alianza entre la vieja nobleza terrateniente y la burguesía financiera. Esta nueva élite controlaría el sistema político mediante el sufragio censitario.