Los Sucesos de Bayona
En marzo de 1808, Fernando VII se titulaba rey tras destronar a su padre en el Motín de Aranjuez. Napoleón se convirtió en árbitro de la disputa. Carlos IV y Fernando VII cedieron a Napoleón el derecho de disponer la corona. Napoleón aprobó la Carta de Bayona.
El Desarrollo de la Guerra
El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se reveló. Se formó una Junta Suprema Central que asumió la soberanía en ausencia de Fernando VII. Por culpa de la Batalla de Bailén, José I tuvo que abandonar Madrid. La mayor parte de la Península Ibérica fue ocupada tras la Batalla de Ocaña (1809). Entre 1809 y 1813, la guerra adquirió una doble vertiente militar: en muchos lugares surgieron guerrillas y, desde Portugal, un ejército aliado dirigido por el Duque de Wellington venció en 1812 en Arapiles. Napoleón liberó a Fernando y firmó el Tratado de Valençay.
Cortes de Cádiz
Antes de disolverse, la Junta Suprema hizo una convocatoria para que se reuniesen las Cortes en 1810. Las Cortes de Cádiz proclamaron la soberanía nacional. Los diputados emprendieron la redacción de la Constitución. También aprobaron una serie de decretos legislativos que garantizaban la libertad de prensa, suprimían la Inquisición y los gremios, y establecían la libertad de industria y comercio. Establecieron una Declaración de Derechos de los Ciudadanos, que reconocía a Fernando VII como rey, pero limitaba las prerrogativas reales e instituía la división de poderes.
La Restauración del Absolutismo (1814-1820)
El enfrentamiento entre liberales y absolutistas terminó en 1814 cuando Fernando VII regresó del exilio. Un grupo de diputados absolutistas le entregó un documento pidiéndole que aboliera la Constitución. El general Elio le ofreció el respaldo del ejército en el primer pronunciamiento. Muchos liberales tomaron el camino del exilio, pero otros comenzaron a conspirar organizados en sociedades secretas.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El coronel Riego, al mando de un batallón que se dirigía a América, se pronunció a favor de la Constitución el 1812. Fernando VII intrigó desde el primer día para restablecer el absolutismo. Los liberales se dividían en dos tendencias: los doceañistas y los exaltados. El rey solicitó en secreto la intervención de las potencias absolutistas que integraban la Santa Alianza. Los llamados»Cien Mil Hijos de San Lui», una tropa francesa, invadieron España.
La Década Ominosa (1823-1833)
Tras una breve campaña, el régimen constitucional se hundió y Fernando VII recuperó todas sus prerrogativas reales. Una segunda ola represiva se ensañó con los liberales. La cuarta boda del rey en 1829 y el nacimiento de su hija Isabel planteó un conflicto sucesorio por la Ley Sálica.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
La guerra civil se inició en 1833 al negarse el infante Don Carlos a reconocer a su sobrina Isabel como reina. Sus partidarios, los carlistas, procedían de sectores sociales diversos que solo tenían en común su oposición al liberalismo. Los carlistas defendían la monarquía tradicional, la religión católica y los fueros. El País Vasco y Navarra fueron donde más movimiento carlista hubo.
El Estatuto Real. Moderados y Progresistas
Para enfrentarse a los carlistas, María Cristina buscó el apoyo de los liberales más moderados. Se emprendieron también reformas administrativas. Los límites de este reformismo se pusieron de manifiesto en el Estatuto Real de 1834. Era una carta otorgada. Los liberales se dividieron en moderados y progresistas.
La Constitución de 1837 y la Desamortización
En 1836 se culminó con el pronunciamiento de los sargentos de La Granja. La Constitución de 1837 era en realidad un texto nuevo que era menos avanzado que su modelo. Suprimía los últimos vestigios feudales, proclamaba la libertad de imprenta e institucionalizaba la Milicia Nacional. Los ayuntamientos eran elegidos por los vecinos. La obra más importante de los progresistas fue la desamortización.
La Regencia de Espartero: 1840-1843
Se caracterizó por el personalismo del regente y sus medidas autoritarias, hasta el punto de que llegó a perder el apoyo del propio partido. En 1843, un nuevo pronunciamiento llevó a los moderados al poder y a Espartero al exilio.
El Reinado de Isabel II
En 1843 se declaró a la reina mayor de edad con tan solo 13 años. Desde ese momento hasta 1868 se extendió un complejo reinado en el que se pondrían las bases del Estado liberal. Las características políticas de este periodo son: el peso del ejército en la vida política, la debilidad de los partidos políticos, la falta de neutralidad de la Corona.
Las Etapas del Periodo Isabelino
- La Década Moderada (1844-1854): La Constitución de 1845 impuso los principios del moderantismo. También se creó la Guardia Civil y se firmó un Concordato con la Santa Sede (1851).
- El Bienio Progresista (1854-1856): Se proyectó una nueva Constitución y se produjo una segunda desamortización.
- El Segundo Periodo Moderado (1856-1868): Se practicó una política exterior de prestigio y se fundó la Unión Liberal. En 1866, todas las fuerzas políticas concertaron el Pacto de Ostende para derrocar a la reina.