La Independencia de Cuba: De la Guerra de los Diez Años al Desastre del 98

La Independencia de Cuba (1868-1898)

A diferencia de las colonias continentales, en Cuba no hubo movimientos emancipadores a principios del siglo XIX. Sin embargo, desde los años treinta de dicho siglo, las élites económicas de la isla, que basaban su riqueza principalmente en el negocio de la caña de azúcar (sacarocracia), comenzaron a mostrar su deseo de una mayor autonomía respecto a España.

Al mismo tiempo, las ideas liberales que habían triunfado en el continente se fueron extendiendo entre los intelectuales y las clases criollas burguesas, que cada vez se mostraban más admiradoras de los vecinos Estados Unidos.

La Guerra de los Diez Años (1868-1878)

En 1868 comenzó la primera de las insurrecciones cubanas con el Grito de Yara. La sublevación, organizada en guerrillas, mantuvo en jaque a los diferentes gobiernos del Sexenio Democrático y la Restauración hasta su derrota en 1878, gracias a la intervención del general Arsenio Martínez Campos.

En la Paz de Zanjón (1878), se acordó un indulto generalizado para los sublevados, un régimen autonómico para la isla que pasó a ser una provincia más con representación en las cortes españolas, la integración de la oficialidad cubana en el ejército español y la abolición de la esclavitud.

La Guerra Chiquita (1879-1880)

Tras la Paz de Zanjón, algunos rebeldes cubanos no aceptaron el pacto y prosiguieron la insurrección. Aunque fue una rebelión aplastada por el ejército español en apenas un año.

La Guerra De Independencia de Cuba (1895-1898)

La guerra de Cuba estalló de nuevo en 1895, durante la Regencia de Mª Cristina de Habsburgo, viuda de Alfonso XII, y acabó en 1898 con la pérdida definitiva de la isla y el llamado “Desastre del 98”.

Las causas que provocaron esta guerra fueron variadas:

  • El incumplimiento por parte de España de lo pactado en la Paz de Zanjón (sólo se prohibió la esclavitud), que provocó el malestar de los criollos ante la situación política, financiera, económica y tributaria de la isla.
  • La madurez del independentismo cubano. El incumplimiento de la Paz de Zanjón, favoreció la extensión de los ideales independentistas, que llevó a la fundación del Partido Revolucionario Cubano en 1892 por José Martí.
  • El interés estadounidense por la isla, que respondía a dos motivos principales:
    • Interés económico: Cuba era la primera productora del mundo de azúcar. Las compañías azucareras estadounidenses deseaban controlar ese mercado.
    • Interés geoestratégico: El naciente imperialismo norteamericano buscaba el dominio del Caribe y Centroamérica.

El desarrollo de la guerra

En este contexto, el 24 de febrero de 1895 se produce un nuevo levantamiento independentista, el Grito de Baire. Para recabar un mayor sustento popular, Martí publicó el Manifiesto de Montecristi, en el que el líder cubano expone los malos usos de la Corona española respecto a Cuba y los motivos del alzamiento.

La rebelión se inició en Santiago de Cuba, al este de la isla, y rápidamente se extendió hacia La Habana, en el oeste. Cánovas envía al ejército, al mando del general Martínez Campos, que creía en la táctica de la guerra y la negociación.

Los soldados españoles se encontraron con unas duras condiciones climáticas y geográficas, además de las enfermedades tropicales y el acoso de las guerrillas rebeldes, apoyadas por la población civil y armadas por EE.UU. La incapacidad de Martínez Campos para hacer progresos condujo a que fuese relevado por el general Valeriano Weyler, que abandonó las negociaciones para centrarse en la victoria militar, quemando cosechas y recluyendo a la población cubana en aldeas fortificadas que se convirtieron en auténticos campos de concentración, aplicando así lo que se conoció como “política de tierra quemada”.

Estas medidas generaron una oleada de protestas internacionales, liderada por el presidente norteamericano McKinley, que propuso a España la compra de la isla, algo que fue rechazado por el gobierno peninsular. El asesinato de Cánovas en 1897 propició un nuevo gobierno de Sagasta, que intentó alcanzar una solución pactada al conflicto. Para ello, Weyler fue sustituido por el general Blanco que inició una política pacifista de conciliación. Concedió la autonomía política a Cuba (1897) y la autonomía arancelaria, pero ya era demasiado tarde: los insurrectos cubanos se sentían con fuerza para ganar la guerra y lograr definitivamente su independencia.

El final de la guerra comenzó a partir de febrero de 1898 cuando los americanos deciden intervenir. El pretexto fue la explosión del Maine, un buque de guerra enviado a la Habana con el pretexto de salvaguardar los intereses y vidas de los norteamericanos, que costó la vida a casi toda su tripulación. EEUU acusó a España de su falta de responsabilidad y vigilancia. Aunque no se probó la participación de España en la explosión, EE.UU. envió a España un ultimátum en el que se le exigía la retirada de Cuba.

Los dirigentes españoles eran conscientes de la inferioridad militar española, pero consideraron humillante la aceptación, sin lucha, del ultimátum.

La guerra fue un paseo militar para Estados Unidos, que intervino simultáneamente en Cuba y Filipinas. Se trató de una contienda muy breve y que se decidió en el mar: La armada española fue derrotada primero en Cavite (Filipinas) y después en la bahía de Santiago de Cuba, sin que los estadounidenses sufrieran apenas bajas. Y los americanos aprovecharon la ocasión para ocupar también Puerto Rico. España no tuvo más remedio que rendirse en agosto de 1898, y en diciembre se firmó La Paz de París.

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