Alfonso XIII y la Crisis del Sistema Político de la Restauración
Los Partidos Dinásticos. Las Fuerzas Políticas de Oposición: Republicanos, Nacionalistas, Socialistas y Anarcosindicalistas.
El reinado de Alfonso XIII arranca tras el Desastre de 1898, en medio de un retraso económico y cultural, reivindicaciones obreras, un régimen corrupto y un ejército descontento y desprestigiado. Los intelectuales del 98 ven la necesidad de la regeneración política y la modernización del país, ante la decadencia del sistema de la Restauración. El Regeneracionismo, con Joaquín Costa como ideólogo, se centra en la moralización de la gestión pública, la reforma del Estado y el fomento de la riqueza. Sin embargo, la falta de propuestas concretas y prácticas hizo que este sistema fracasase. Estos intelectuales evidencian la crisis del turnismo, ante las reivindicaciones obreras, el ascenso de los nacionalismos y el republicanismo. Los políticos del momento querrán dar autenticidad al sistema revitalizando los partidos de turno, logrando la participación política de las clases medias y prestando atención a las reivindicaciones populares.
En 1902 se produce la mayoría de edad de Alfonso XIII y sube al trono. Se da el relevo de los hombres de la Restauración: Cánovas fue asesinado en 1895 y Sagasta muere en 1903. Se producirá la entrada de nuevos hombres en cada partido. Aumentarán también los diputados republicanos y catalanistas. Entre 1902 y 1907 se producen las llamadas “crisis orientales”, cambios constantes de gobierno: conservadores (1902-1905), liberales (1905-1907), en total cinco gobiernos de cada.
El Turno Liberal (1905-1907)
En el Partido Conservador, a la muerte de Cánovas le sucedió Francisco Silvela, que intentó un gobierno de concentración que puso de manifiesto la dificultad de acuerdo entre sus componentes. Pero el político más representativo fue Antonio Maura, comprometido con el fin del caciquismo, que presidió el gobierno entre 1903-1904 y, de nuevo, entre 1907-1909. En el Partido Liberal, tras la muerte de Sagasta le siguieron Montero Ríos y Segismundo Moret, pero fue José Canalejas su verdadero líder, que presidió el gobierno entre 1910-1912, logrando dar solución a la mayoría de los problemas de entonces.
Durante el turno liberal (1905-1907), en las elecciones municipales de 1905, triunfa la Lliga Regionalista, desencadenando una euforia separatista en algunos sectores de la prensa catalana, donde se satiriza al Ejército y se producen ataques contra el Rey y la Nación. La actuación violenta de algunos oficiales del Ejército contra instalaciones de la prensa catalanista (revista Cu-Cut y periódico Le Veu), desencadena que el presidente Montero Ríos suspendiera las garantías constitucionales y, más tarde, Moret llevara a las Cortes la Ley de Jurisdicciones (1906) por la que los delitos de injuria al Ejército y a la bandera se juzgarían por lo militar.
El Gobierno Conservador de Maura (1907-1909) y la Semana Trágica
El nuevo gobierno conservador de Maura (1907-1909) se propuso atraer a la masa neutra de españoles, por lo que aprobará la Ley de Reforma Electoral, para acabar con el caciquismo. Con la Ley de Mancomunidades pretendía el agrupamiento de varias Diputaciones provinciales, suponiendo así una cierta descentralización del poder, pero no fue aprobada. Fracasó, ya que para él esa masa neutra era en exclusiva las clases medias, dejando fuera al proletariado. Además, tuvo que afrontar graves problemas en Marruecos por la agresión de los marroquíes a los trabajadores españoles de la construcción del ferrocarril en las Minas del Rif. Por ello, Maura decidió llevar a Melilla, desde Barcelona, unidades de refuerzo de soldados pasados a la reserva desde hacía años. Cuando los primeros reservistas salían de Barcelona, los socialistas, contrarios a la medida, se radicalizaron culminando en la “Semana Trágica” de Barcelona. Ante la noticia del agravamiento de la situación en Marruecos, socialistas y anarquistas proclamaron una huelga general, por lo que el Gobierno declara el Estado de Guerra en Barcelona. Los juicios militares posteriores terminan con el fusilamiento de cinco líderes de la subversión, entre ellos el anarquista Ferrer i Guardia. La principal repercusión de la Semana Trágica fue el escándalo internacional con la denuncia a Maura como símbolo de la “España Negra” contra el progreso y la libertad. Por ello, Alfonso XIII fuerza su dimisión.
El Gobierno Liberal de Canalejas (1909-1912)
El gobierno liberal de Canalejas (1909-1912), tras un breve gobierno de Moret, aplicó una política más modernizadora y quiso propiciar el diálogo con el movimiento obrero.
- Hará obligatorio el Servicio Militar en tiempos de guerra.
- Fomentará la separación entre Iglesia y Estado y prohibirá la instalación de nuevas congregaciones (“Ley del Candado”).
- Logra aprobar la Ley de Mancomunidades en el Congreso, pero no en el Senado, paralizada a causa de su asesinato en 1912.
Gobiernos Posteriores y Crisis del Sistema
Seguirán el gobierno del conservador Eduardo Dato (1913-1915), que aprobará la Ley de Mancomunidades (1913) y definirá la neutralidad de España en la Iª Guerra Mundial; y el del liberal Álvaro de Figueroa, Conde de Romanones (1915-1917), que intentará atraerse a las izquierdas moderadas, aunque le es imposible detener la crisis de 1917. A partir de este año la descomposición del sistema ya es un hecho: se suceden Gobiernos de concentración (García Prieto, Maura, García Prieto, Romanones, Maura, Dato, Maura, García Prieto…), 23 crisis de gobierno, fracasos que culminarán con el asesinato de Eduardo Dato en 1921.
Todo el periodo se salda con una gran crisis económica, la subida del sindicalismo, la influencia de la Revolución Soviética con la creación del Partido Comunista en 1921, el aumento de afiliados al anarcosindicalismo (CNT), conflictos en el campo andaluz y en la industria catalana. La huelga de la compañía eléctrica La Canadiense de Barcelona, en 1919 (44 días), fue el primer éxito del movimiento obrero en España: se obtienen mejoras salariales, readmisión de obreros despedidos y jornada de 8 horas por primera vez en España.
El Pronunciamiento de Primo de Rivera
En 1923, el general Primo de Rivera se pronuncia en Barcelona. Alfonso XIII acepta este pronunciamiento como “modo legítimo de cambio político”.
La Intervención en Marruecos. Repercusiones de la Iª Guerra Mundial en España. La Crisis de 1917 y el Trienio Bolchevique
La Intervención en Marruecos
La depresión moral sufrida por las pérdidas coloniales del 98 reafirmó dos tendencias: la anticolonialista y antimilitarista (republicanos) y la partidaria de incluir a España en el círculo de potencias europeas de prestigio, medido en función del poder colonial. Esta última marcó la política africanista española tras la guerra de Melilla por la defensa de los intereses económicos españoles en las minas del Rif contra los cabilas insumisos (Barranco del Lobo). Desde 1919, Francia amenaza con instalarse en toda la región rompiendo así pactos (protectorados) con España: el Gobierno crea dos comandancias, una en Ceuta (con Berenguer) y otra en Melilla (con Fernández Silvestre). A todo esto, se añade el problema del nacionalismo revolucionario marroquí liderado por Abd-el-Krim, por lo que se crearán dos cuerpos especiales: Tabores de Regulares y Tercio de Extranjeros, 1920 por Millán Astray (más tarde Legión Española). En 1919, Berenguer ocupa todo el protectorado. En 1921 Silvestre, desde Melilla, quiere ocupar el Rif y llega hasta Alhucemas sin tener en cuenta a los caudillos marroquíes. Expansionista y poco obediente, se adentró en Annual recibiendo el ataque frontal de los cabilas y ordenando la retirada de forma desorganizada con un resultado de 14.000 muertos y su propio suicidio. Melilla, en peligro, recibe los refuerzos del general Sanjurjo. La oposición política pide responsabilidades por el Desastre de Annual y el Gobierno abre el llamado “Expediente Picasso” (1922), con investigaciones que desvelan graves irregularidades en el comportamiento de los mandos del Ejército. Se llega a pedir responsabilidades al propio rey. Desde entonces las Juntas Militares de Defensa, que se habían creado en 1917, pierden apoyo y son disueltas en 1922.
La Neutralidad Española en la Iª Guerra Mundial
La neutralidad de España en la Iª G. Mundial se decidió, a petición de Alfonso XIII, mediante el Decreto de neutralidad y de no-intervención de 1914, pensando en el posible beneficio económico, a pesar de que ciertos liberales como Romanones se decantaron por la participación activa a favor de algún bando, a fin de dar buena imagen de política internacional de España. A pesar de la neutralidad, la guerra provocó un enfrentamiento ideológico entre españoles: posturas germanófilas (las derechas) y aliadófilas (las izquierdas); produjo una alteración económica, ya que permitió la exportación de materias primas a los países beligerantes, pero también un desabastecimiento de productos básicos y subida de precios, provocando movilizaciones obreras y serias secuelas sociales, ya que los negocios enriquecieron desmesuradamente a unos y hundieron en la miseria a la mayoría. La carestía de vida, que afectó especialmente a la clase obrera, empeoró y aumentó las diferencias entre clases.
La Crisis de 1917
La llamada Crisis de 1917 comenzó con una revolución de los militares, a la que siguió otra de la burguesía y acabó con la del proletariado. El descontento del Ejército, que reclama mejor promoción, salarios y equipaciones, supone la creación de una Junta de Defensa Militar en Barcelona que se extenderá a otras provincias. La presión de las Juntas hace que Alfonso XIII nombre presidente del Gobierno al conservador Eduardo Dato que, mediante la Ley del Ejército de 1918, acepta el reglamento de las Juntas, volviendo a ser los militares el pilar de la monarquía. La burguesía intenta su propia revolución contra el sistema, por lo que Dato ordena cerrar las Cortes. Cambó, de la Lliga de Catalunya, propone una Asamblea de Parlamentarios para formar un Gobierno de concentración paralelo (con catalanistas, republicanos y socialistas) y salvar el país del caos. Tras su convocatoria fue disuelta por el Gobierno con el uso de la fuerza. Finalmente, la revolución del proletariado se materializó en la Huelga General de 1917: basada en el mal ambiente social y político, es convocada por UGT, PSOE y CNT, inicialmente pacífica y extensible a todo el país. Tras el inicio de la huelga general indefinida en las principales poblaciones industriales, el Gobierno declara el Estado de Guerra; los huelguistas se enfrentaron al ejército y hubo muertos y heridos en Madrid, Barcelona (donde duró 17 días), Vizcaya y Asturias. La fuerte represión del ejército, del lado del Gobierno, termina con condenas a cadena perpetua para dirigentes socialistas.
El Trienio Bolchevique (1918-1920)
La influencia de la Revolución Soviética se deja sentir en el llamado “Trienio Bolchevique” (1918-1920): conflictividad social por el aumento del paro, huelgas (como la de la compañía eléctrica La Canadiense, de Barcelona, en 1919), luchas de los jornaleros andaluces, proclamación del comunismo libertario y enfrentamientos obreros con el Ejército y la Guardia Civil. Algunos atentados a la patronal desencadenaron la creación de un sindicato de patronos con las autoridades de su lado, y atentados contra líderes sindicales, además se produce un aumento de la afiliación sindical. A esto hay que añadir la crisis interna de PSOE, debida a la postura a favor o en contra de entrar en la IIIª Internacional tras la Revolución Rusa: un sector se separa del PSOE y forma el Partido Comunista Español, y sus juventudes el Partido Comunista Obrero Español. La unión de ambos dará lugar al Partido Comunista de España en 1921.