Las Fuerzas de Apoyo a la República
Las fuerzas que apoyaron la causa republicana a finales del siglo XIX y, especialmente, durante la Restauración, se desarrollaron como fuerzas opositoras al sistema canovista sin lograr alcanzar el poder. Estas fuerzas estaban compuestas por republicanos, nacionalistas y socialistas, así como por sectores monárquicos desilusionados con el posicionamiento de Alfonso XIII. Creían que un nuevo sistema republicano les permitiría implementar sus programas con éxito.
Los principales partidos y personalidades que respaldaron la República fueron:
- Republicanos de centro: Alejandro Lerroux, Marcelino Domingo.
- Republicanos de izquierda: Manuel Azaña.
- Nacionalistas: Nicolás d’Olwer, Santiago Casares Quiroga.
- Socialistas: Indalecio Prieto, Francisco Largo Caballero, Fernando de los Ríos.
A nivel social, las clases medias y populares también mostraron su apoyo a la República.
El Gobierno Provisional y las Primeras Reformas
Tras la proclamación de la República, se formó un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora, representante de la derecha republicana. Este gobierno, formado por todos los partidos que se habían opuesto a la monarquía y la dictadura, se propuso transformar el Estado en un sentido moderno, laico y democrático.
Para ello, se implementó una política de reformas económicas, sociales y políticas que se iniciaron de inmediato mediante decretos, mientras se preparaba la convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes. El objetivo era abordar los problemas históricos de España:
- La organización territorial del Estado.
- Los problemas sociales.
- La educación.
- Las relaciones con la Iglesia.
- La modernización del Ejército.
Estas reformas continuarían durante el Bienio Progresista, una vez aprobada la Constitución.
Oposición a las Reformas
Las medidas reformistas encontraron la oposición de la oligarquía, la Iglesia, parte del ejército y la mayoría de los sectores monárquicos. Estos grupos, que habían sido el apoyo esencial de la Restauración, vieron en la llegada de la República una amenaza a su poder.
Además, la República tuvo que hacer frente a las demandas de las organizaciones obreras (incluidos los anarquistas y el sector más radical del socialismo), que tras la euforia inicial consideraron que las reformas eran lentas y poco ambiciosas. Todo ello en un contexto de crisis económica que provocó desempleo y huelgas.
La República se encontró así atacada desde dos frentes: la derecha, que consideraba sus reformas demasiado revolucionarias, y la izquierda, que las veía demasiado lentas y conservadoras.
El Bienio Reformista (1931-1933)
El Gobierno de Azaña
Un día después de la aprobación de la Constitución de la II República Española, el Congreso eligió como Presidente de la República al republicano conservador Niceto Alcalá Zamora. Éste nombró como Jefe de Gobierno a Manuel Azaña, del partido Acción Republicana (posteriormente Izquierda Republicana), quien pronto se convirtió en el símbolo del espíritu reformador de la República durante el Bienio Republicano Socialista (1931-1933).
El gobierno de Azaña se propuso resolver los grandes problemas heredados del pasado, dando continuidad a las reformas iniciadas por el gobierno provisional:
1. El Desarrollo de las Autonomías
Para abordar la cuestión territorial, y ante la proclamación del»Estado Catalá» por el nacionalismo más radical de Esquerra Republicana, el gobierno provisional reconoció a la Generalitat como gobierno autónomo hasta que las Cortes aprobaran los estatutos de autonomía. Esto ocurrió en el caso catalán en 1932.
En el caso vasco, las diferencias internas impidieron la aprobación de su estatuto durante el Bienio Progresista, y hubo que esperar hasta octubre de 1936, ya iniciada la Guerra Civil, para que fuera aprobado. Tanto Galicia como Andalucía no pasaron de la fase de proyecto estatutario.
2. La Reforma Agraria
Tras los decretos del Gobierno Provisional, el gobierno de Azaña aprobó en 1932 la Ley de Reforma Agraria con el objetivo de eliminar el latifundismo y crear una masa de pequeños propietarios que permitieran la modernización de las explotaciones, el incremento de la producción y una mejora de las condiciones de vida del campesinado.
La ley establecía la expropiación, sin indemnización, de las tierras de los Grandes de España y, con indemnización, de los grandes latifundios no cultivados directamente por los propietarios, las tierras deficientemente cultivadas y las no regadas en zonas de regadíos. Su aplicación se encargó al Instituto de Reforma Agraria (IRA).
Sin embargo, la división de opiniones entre los partidos, la oposición radical de los afectados por las expropiaciones y de los partidos conservadores, la falta de presupuesto para pagar las indemnizaciones, así como el excesivo entramado burocrático del IRA, provocaron una aplicación ineficaz e insuficiente de la reforma, lo que generó descontento y movilizaciones entre el campesinado, alentados por los sectores radicales del movimiento obrero.
3. La Reforma Laboral
La reforma laboral afectó fundamentalmente al campo y se concretó en acciones como el decreto de términos municipales (para asegurar el trabajo de los obreros de un municipio), el de laboreo forzoso (obligaba a mantener en cultivo la tierra) y la jornada de 8 horas.
Durante el Bienio Reformador, se aprobaron leyes que regulaban las relaciones laborales mediante convenios colectivos (Ley de Contratos de Trabajo), fijaban comisiones mixtas de arbitraje (Ley de Jurados Mixtos) y regulaban el funcionamiento sindical (Ley de Asociaciones Obreras). Estas medidas encontraron una fuerte resistencia por parte de propietarios y empresarios.
4. La Relación Iglesia-Estado
La secularización del Estado fue uno de los asuntos más controvertidos. El reconocimiento del matrimonio civil y del divorcio, el reconocimiento en la Constitución de la libertad de culto, junto a que el Estado dejara de mantener económicamente a la Iglesia, además de prohibir a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza y otras actividades económicas, generó una oposición radical de la Iglesia a la República y el apoyo decidido a las opciones políticas conservadoras o de extrema derecha.
5. La Reforma Educativa
Impulsada, entre otros, por Marcelino Domingo, del Partido Radical Socialista, la reforma educativa buscaba disminuir el 35% de analfabetismo que existía en España. Para ello, se creó una escuela pública, obligatoria y gratuita, incluyendo la enseñanza mixta.
Entre los logros de la reforma destacan la construcción de miles de escuelas, la creación de 7.000 plazas de maestro y la supresión de la formación religiosa en las escuelas. También cabe destacar la creación del Patronato de las Misiones Pedagógicas, que llevó la cultura a los rincones más apartados de España, con la colaboración de escritores como Federico García Lorca o Alejandro Casona.
6. La Reforma del Ejército
Con el objetivo de modernizar el ejército y crear una milicia profesional políticamente neutral, se tomaron medidas como la disolución de la Academia Militar General de Zaragoza, dirigida por el general Francisco Franco; el pase a la reserva con sueldo íntegro a los generales que no juraran lealtad a la República; y la creación de la Guardia de Asalto, una policía ciudadana de gran lealtad a la República. Las reformas de Azaña irritaron a amplios sectores del ejército.
La Constitución de 1931
Para la creación de la nueva Constitución (125 artículos), se formó una comisión presidida por Luis Jiménez de Asúa. Fue aprobada el 9 de diciembre de 1931 por una aplastante mayoría al no darse votos en contra, ya que la derecha se ausentó a la hora de la votación. Sus características principales eran:
1. Carácter Socializante
Se establecía una República democrática de trabajadores de todas las clases, lo que le otorgaba un carácter socializante.
2. Derechos y Libertades
Se recogía una amplia declaración de derechos, entre los que destacaban el matrimonio civil, el divorcio, el derecho a la educación, el derecho al trabajo y la concesión del voto a las mujeres.
3. Soberanía Nacional y División de Poderes
Se establecía la soberanía nacional, emanando todos los poderes del pueblo. Se establecía la división de poderes: el ejecutivo, con el presidente de la República nombrando al presidente del Gobierno tras las elecciones, quien a su vez formaba su gabinete; el legislativo, recayendo en las Cortes unicamerales (Congreso de los Diputados), para cuya elección se implantó el sufragio universal (incluyendo por primera vez el voto femenino); y el poder judicial, residiendo en el Tribunal Supremo y un Tribunal de Garantías Constitucionales.
4. Organización Territorial
Se configuraba un Estado integral, aunque se garantizaba la autonomía de las regiones que vieran refrendado su Estatuto de Autonomía por el Parlamento. Cataluña lo obtuvo en 1932, y el País Vasco en 1936, ya iniciada la Guerra Civil. Galicia y Andalucía quedaron en proyecto.
5. Propiedad Privada y Interés General
Se reconocía la propiedad privada, aunque se asumía el principio de que la riqueza del país quedaba subordinada a los intereses generales. Esto ampararía con posterioridad el proceso de reforma agraria.
6. Relación Iglesia-Estado
Se regulaba la relación Iglesia-Estado, declarándose España una República laica. El principal debate se centró en los artículos 26 y 27, que abordaban la cuestión religiosa. Estos artículos establecían la disolución de las Congregaciones religiosas de obediencia distinta a la del Estado (como la Compañía de Jesús) y la extinción del presupuesto de culto y clero. Se proclamó la libertad de conciencia y cultos, la jurisdicción civil sobre los cementerios y se prohibió a las Congregaciones religiosas el ejercicio de la enseñanza, la industria y el comercio.
La aprobación de estos artículos provocó la dimisión de Alcalá Zamora, con lo que Azaña tuvo que ocupar la presidencia del gobierno, además del Ministerio de la Guerra. Tras la aprobación de la Constitución, en diciembre de 1931, Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República y Azaña se hizo cargo del gobierno.
o cargo del gobierno.