La Inestabilidad Política en España: De la Crisis de la Restauración al Franquismo

El impacto de los acontecimientos internacionales: Marruecos, la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa

La inestabilidad política que llevó a la crisis del sistema de la Restauración creció con los acontecimientos internacionales, hasta que se impuso la dictadura de Primo de Rivera.

En la crisis de 1917 coincidieron una serie de problemas que acentuaron la mala situación del país. Tras un ligero crecimiento económico durante la 1ª Guerra Mundial, en la que España se mantuvo neutral y abasteció a otras potencias, el fin del conflicto causó el cierre de fábricas por la inflación de las materias primas, provocando el aumento de la brecha social. La ley de Mancomunidades impulsó el movimiento nacionalista catalán, que llevó a cabo huelgas para aumentar los partidarios al regionalismo. El débil sistema de turno colapsó, y en su lugar se impusieron los gobiernos de concentración, que no permitieron la inclusión de otras fuerzas políticas. Para evitar posibles revoluciones, el rey apoyó a los militares sobre el poder civil. Los militares peninsulares crearon Juntas Militares de defensa, apoyadas por Alfonso XIII para protestar contra la forma de ascender de los militares africanistas, que inicialmente fueron apoyados, pero más tarde fueron arrestados. Paralelamente se cerraron las Cortes ante la imposibilidad de garantizar elecciones limpias, por lo que se convocó una Asamblea de Parlamentarios. Esta exigió un Gobierno provisional para reformar el Estado y crear una nueva Constitución, pero acabó siendo disuelta. Uniéndose a estas exigencias, la CNT y UGT formaron una unión obrera que organizó huelgas para protestar contra la falta de actuación del gobierno ante la deplorable situación en la que se encontraban los trabajadores. El ejército acabó con las huelgas revolucionarias, por lo que los obreros iniciaron una revolución social con violencia.

En 1921, los obreros iniciaron huelgas para exigir mejores condiciones laborales, y lo consiguieron con huelgas como “La Canadiense” en Barcelona. Los empresarios respondieron a estas huelgas con violencia. Para eliminar a sindicalistas sin ser detenidos, contrataron a bandas de pistoleros que en ocasiones contaban con el apoyo de la policía. La ley de Fugas permitió a la policía disparar a matar a todos los sindicalistas presos que fueran liberados, garantizando la represión de los movimientos sindicalistas. El movimiento obrero ganó más afiliados a sus sindicatos, por lo que se llevaron a cabo más huelgas y actos de protesta en el ámbito rural, y los socialistas obtuvieron mayor presencia política, aunque la represión hizo que se debilitaran. En el Protectorado de Marruecos, las tribus rifeñas hostigaron a las tropas enviadas para poder ocupar el territorio y garantizar la construcción del ferrocarril. El ejército español persiguió a las tribus para eliminarlas, pero al llegar a Annual, sufrieron una emboscada que se saldó con 13000 muertos. El desastre hizo que se abriese una investigación para encontrar a los responsables de la acción, pero el Expediente Picasso nunca se publicó. Los socialistas y republicanos se mostraron en contra de la presencia española en Marruecos, y ante el desorden político y social se propuso un cambio de régimen hacia la monarquía. Las huelgas y atentados hicieron que aumentase el temor de la población, por lo que Primo de Rivera inició un golpe militar, que el rey apoyó, imponiendo finalmente una dictadura militar.

El bienio reformista: Reformas estructurales y reacciones

El bienio reformista, presidido por Alcalá Zamora, fue un gobierno de izquierdas republicanas y socialistas que elaboró un amplio programa de reformas para arreglar los problemas del país.

Reformas del bienio reformista

El gobierno de Azaña llevó a cabo una reforma agraria basada en la expropiación de latifundios para proteger a los arrendatarios y jornaleros y desarrollar una firme estructura productiva, pero los resultados fueron muy lentos y escasos, haciendo que los campesinos rechazasen a la República. La república reconoció algunas regiones autónomas dentro del Estado Integral como Cataluña, País Vasco y Galicia, a las que se les concedió más tarde un Estatuto de Autonomía. La reforma militar buscó reorganizar su administración reduciendo el número de oficiales y lo sometió al poder civil para asegurar su lealtad política a la República, pero el cese de la Ley de Jurisdicciones y el cierre de la Academia de Zaragoza produjeron un sentimiento antirrepublicano. En el ámbito laboral se amplió la legislación con la Ley de contratos de trabajo, convenios de empresarios y obreros que regulaban las condiciones laborales como el aumento de salarios, las vacaciones pagadas, la jornada de 8 horas o la universalización de seguros. Para limitar la influencia de la Iglesia se estableció el estado laico para secularizar la sociedad y se desvinculó de la enseñanza. Las Misiones pedagógicas fueron charlas educativas que trataron de hacer comprensibles para los ciudadanos los principios democráticos de la República. Finalmente, se buscó implementar una educación obligatoria y gratuita para fomentar la escolarización infantil y suprimir el analfabetismo.

Reacciones al bienio reformista

El bienio reformista sufrió la oposición tanto de los propietarios industriales y militares de derechas, que mostraron su descontento con las reformas, como de los campesinos y obreros de izquierdas, que ante la lentitud de las reformas llevaron a cabo revoluciones lideradas por la CNT-FAI en zonas rurales y por la UGT en zonas urbanas. Tras el golpe de Estado fallido de Sanjurjo (1932) en protesta por la reforma militar, los africanistas se unieron en la Unión Militar Española, un grupo clandestino de antirreformistas y derechistas. El levantamiento anarquista de Casas Viejas que atacó a la Guardia Civil hizo que tuviese que ser enviada la Guardia de Asalto para restablecer el orden aplicando una represión desproporcionada. La unión republicano-socialista se disolvió tras estos hechos, haciendo que el país entrase en una crisis política que terminó con la caída de Azaña. La derecha creció con la creación de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) liderada por Gil Robles, a la que se unieron otros como la Renovación Española de los monárquicos o la Falange Española para acabar con la República de Izquierdas. Las elecciones de 1933, las primeras con sufragio femenino, dieron la victoria a la centroderecha frente a una izquierda muy desunida. La CNT, que se había abstenido, llevó a cabo insurrecciones armadas para protestar por los resultados, lo que provocó muertes y detenciones.

El franquismo: Fundamentos ideológicos y apoyo social

El régimen dictatorial establecido por Franco tras la Guerra Civil fue evolucionando en función del contexto internacional para asegurarse el poder político. Su pertenencia al cuerpo militar desde muy joven le hizo rechazar a la democracia, al liberalismo y al comunismo, ya que contaba con poca formación intelectual. Influenciado por la Iglesia, Franco creía que estaba respaldado por Dios y se convirtió en el “Caudill» tras la guerra porque pensaba que había sido llamado por la Providencia. Todo ello hizo que no contase con un proyecto político definido y que fuese adaptando la dictadura a las circunstancias históricas.

Fundamentos ideológicos del franquismo

En su dictadura personalista, Franco ostentaba el título de Caudillo o Generalísimo como Jefe del Estado, del Gobierno y de las Fuerzas Armadas. Este también era líder del partido único, FET de las JONS, con orientación nacional-sindicalista que tras la 2ª Guerra Mundial pasó a llamarse Movimiento Nacional. Hubo enfrentamientos entre coaliciones de gobierno, familias, por la falta de ideas políticas, aunque no tuvieron mucho poder debido al control de Franco. Los monárquicos apoyaban al régimen pero se alejaron de él tras no conseguir restaurar la monarquía constitucional, mientras que los Franquistas Puros siempre mostraron su apoyo incondicional a la sólida dictadura. Los tecnócratas del Opus Dei buscaron un desarrollo económico que modernizara el Estado para generar bienestar.

La ideología franquista, que se apoyaba fundamentalmente en el nacionalismo español, defendió el nacionalcatolicismo, la unión Iglesia-Estado que legitimó el régimen y permitió a la Iglesia imponer sus ideas. El nacionalsindicalismo se alzó contra el comunismo y el capitalismo para imponer una ideología económica fascista corporativa, aunque el sistema acabó siendo capitalista en la práctica. Desde 1942, Franco adoptó una democracia orgánica en la que existían órganos políticos en los que el pueblo no estaba representado, y mantuvo el modelo ideológico con la Ley de Responsabilidades, que aplicó represión y censura sobre los medios de comunicación.

Apoyo social al franquismo

A nivel político contó con el apoyo de la Falange, que otorgó principios, símbolos y cargos administrativos hasta la derrota del fascismo en 1942, que derivó en la creación de Organizaciones encargadas de instruir a diversos colectivos sociales. El ejército consiguió ocupar cargos públicos con los que implementó la simbología militar y el orden castrense en la vida cotidiana. La Iglesia legitimó el régimen y consiguió intervenir en la política a través de asociaciones como el Opus Dei, e incluso recuperó el control de la educación y la moral pública, pero con el Concilio del Vaticano II pasó a servir a la sociedad española y a alejarse de la dictadura. A nivel social, contó con el apoyo de una oligarquía agraria, industrial y financiera que recuperó su hegemonía socioeconómica. El crecimiento económico favoreció el enriquecimiento de militares y falangistas y permitió el desarrollo de las clases medias y los obreros, que aceptaron las condiciones políticas a cambio de una vida económicamente estable. A pesar de la exaltación pública del Caudillo en tiempos prósperos, la gran mayoría aceptó el régimen por pasividad, ignorancia o miedo a otra guerra. En definitiva, el Franquismo no fue solo un régimen, sino un estilo de vida completo.

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