Los años sesenta habían sido de gran esplendor para la dictadura. Durante esos años, su consolidación había servido de mecanismo para fortalecer a la oposición y empezó a mostrar síntomas de desgaste, como, por ejemplo, el escándalo Matesa, de 1969, en el que habían aprovechado las subvenciones para lucrarse de forma ilícita. No fue muy diferente de los otros escándalos de corrupción, pero tuvo una gran trascendencia por el enfrentamiento entre las familias políticas del franquismo, lo que fue aprovechado por Falange para intentar desprestigiar al Opus Dei. La prensa pudo informar libremente del caso y exigir responsabilidades políticas. Como consecuencia, los ministros de Comercio y de Hacienda y Fraga fueron cesados. En el siguiente Gobierno, la ausencia de falangistas mostró que Franco les hizo pagar por airear el caso.
La sucesión de Franco y el auge de la oposición
En el ámbito político, la ley de sucesión de 1947 había establecido la monarquía como fórmula sucesoria cuando desapareciera el dictador. Aunque no se hubiera elegido a Juan Carlos como heredero, este inició su educación bajo el control de Franco. Las presiones de Carrero Blanco y López Rodó permitieron la designación de Juan Carlos como sucesor de Franco a título de rey, las Cortes lo aprobaron y en un decreto de 1971 se fijaron las condiciones para que el príncipe pudiera asumir de forma interina las funciones de jefe de Estado por enfermedad o incapacidad temporal del dictador.
La creciente debilidad de la dictadura y el deterioro de la salud del dictador motivaron el nerviosismo entre las familias políticas. En 1973 Carrero Blanco fue nombrado presidente del gobierno. Era la primera vez que Franco delegaba dicha función, y suponía su designación como continuador de la dictadura. Otras personalidades del gobierno giraban hacia posiciones inmovilistas, representadas por el búnker. El incremento de la oposición democrática y del terrorismo aumentó la represión. Las proclamaciones de estados de excepción y la intensificación de la actividad del Tribunal de Orden Público mostraban la voluntad de la dictadura de mantenerse. El 20 de diciembre de 1973 se iniciaba en Madrid el juicio contra miembros del sindicato Comisiones Obreras (CCOO). Ese mismo día Carrero Blanco fue asesinado por ETA. Desaparecía así el hombre fuerte del franquismo y la opinión pública se conmocionó.
La oposición aumentó sus manifestaciones, e internacionalmente las críticas arreciaron. La fortaleza del movimiento obrero hizo que las protestas se extendieran al sector público y al de servicios. También la revuelta estudiantil comenzó a incorporarse a la oposición. En 1974 el PSOE celebró en Francia un congreso en el que renovó su dirección, cediendo el paso a una generación integrada por Nicolás Redondo, Felipe González y Alfonso Guerra. El impacto de la Revolución de los Claveles en Portugal influyó en la sociedad española, por lo que algunos oficiales del ejército constituyeron la Unión Militar Democrática.
Arias Navarro, el Sahara y la muerte de Franco
Tras el asesinato de Carrero Blanco, se formó un nuevo gobierno presidido por Arias Navarro. Era una nueva muestra de la intransigencia del búnker. Arias Navarro quería mantener el orden público y mitigar la oposición por lo que realizó un discurso programático en 1974, en el que expresó un presunto espíritu aperturista, autorizando las asociaciones políticas. Estos movimientos llegaron demasiado tarde y se encontraron con el crecimiento de la oposición democrática. Pero la dictadura mantuvo la represión; en 1975 Arias promulgó una ley antiterrorista que decretaba la pena capital para quienes participaran en atentados. Como consecuencia se ejecutó a cinco miembros de ETA y del FRAP, lo que levantó una oleada de protestas internacionales.
Coincidiendo con la agonía de Franco, estalló el problema del Sahara. Se había constituido el Frente Polisario, en pro de la independencia saharaui. Desde mediados de los años cincuenta, la ONU había empezado a presionar a España para comenzar la descolonización. En 1975, representantes del gobierno y del Frente Polisario se reunieron para diseñar la autodeterminación del pueblo saharaui. Aprovechando la enfermedad de Franco, el rey marroquí quería anexionarse la región. En octubre tuvo lugar la Marcha Verde. El miedo hizo que la dictadura aceptara la anexión del Sahara por Marruecos y Mauritania.
A lo largo de 1975 se hizo patente el deterioro físico de Franco. Sus constantes recaídas provocaron que en julio Juan Carlos asumiera de forma interina la jefatura del Estado, pero Franco reasumió sus poderes el 4 de septiembre de ese mes. En España se esperaba la muerte del dictador, con la esperanza de un cambio de régimen. El 15 de octubre, el dictador tuvo un ataque cardíaco. Ante ello delegó sus poderes en Juan Carlos y finalmente el 20 de noviembre de 1975 murió, y a su entierro no asistió ningún jefe de Estado.
Valoración de la dictadura franquista
Haciendo una valoración, la dictadura supuso un retroceso para la sociedad española y la modernización iniciada en el primer tercio del siglo XX quedó interrumpida. Los costes del exilio y la represión fueron catastróficos y la autarquía extendió el hambre y la penuria. El desarrollismo permitió consolidar la dictadura, pero incrementó las demandas y las expectativas de la sociedad.
- Se produjo un cambio en las mentalidades y en la cultura ya que la mejora del nivel de vida permitió la incorporación de los jóvenes de las clases medias urbanas a la educación universitaria, y se encontraron en la sociedad de consumo una industria cultural y de ocio semejante a la de sus compañeros de generación estadounidenses y europeos.
- También la mujer cuestionó el papel que le asignaba la dictadura, reivindicando su autonomía personal y profesional y la igualdad de derechos.
- Los rasgos estéticos se convirtieron en señas de identidad: los jóvenes hallaron en la cultura pop una forma de expresión, y el clima de represión hizo florecer una generación de cantautores portavoces de las aspiraciones democráticas y reivindicadoras de los poetas en el exilio.