A comienzos del siglo pasado, el sistema político de la Restauración entró en crisis. Gran parte de la sociedad deseaba acabar con las prácticas corruptas del sistema, pero los intentos de regenerar el régimen desde dentro fracasaron. Incluso, el recurso de la dictadura militar no sirvió para salvar la situación, ya que hasta la monarquía se involucró en la crisis política y acabó derrocada.
En 1931, con la proclamación de la República, comenzaba una nueva etapa democrática en España. Los gobiernos emprendieron una serie de reformas políticas y sociales para modernizar el país, pero se encontraron con la firme oposición de la vieja oligarquía dominante que consideraba los cambios como atentados contra sus intereses de clase. El conflicto entre los partidarios de las reformas y los que se oponían estalló en 1936, dando lugar a la Guerra Civil.
1. El Gobierno Provisional y la Constitución de 1931
Tras la dimisión de Primo de Rivera en 1930, Alfonso XIII decidió convocar unas elecciones municipales y restablecer la legalidad constitucional. Pero la monarquía estaba muy desprestigiada y toda la oposición política se unió en su contra. Los grupos políticos republicanos, socialistas y nacionalistas firmaron el Pacto de San Sebastián en el que se comprometían a presentarse en coalición a las elecciones y a implantar la República en España.
El 12 de abril de 1931 se celebraron las elecciones municipales y en ellas triunfó la coalición republicano-socialista frente a una derecha muy dividida. El rey Alfonso XIII abandonó el país y el día 14 se proclamaba la II República en medio del entusiasmo popular y sin menor violencia.
Tras la proclamación de la II República se formó un Gobierno Provisional con representación de los partidos del Pacto de San Sebastián, cuyo objetivo era la regeneración del país mediante su modernización y la instauración de la democracia. Para elaborar una constitución se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes en junio, en las que triunfaron los republicanos y los socialistas.
En diciembre, se promulgó la Constitución de 1931 que restablecía la soberanía nacional y que definía a España como «una república democrática de trabajadores de toda clase», con sufragio universal masculino y femenino (por primera vez en la historia de España) y como un estado aconfesional con separación de Iglesia y Estado. Se respetaban todos los cultos y creencias, se reconocían los derechos individuales y amplias libertades públicas y privadas.
Se estableció una clara división de poderes. El poder legislativo residía en las Cortes, formada por una sola cámara: el Congreso; el poder ejecutivo lo detentaba el Consejo de Ministros y el Presidente de la República, mientras se reconocía la independencia del poder judicial (jueces) respecto al gobierno.
El primer presidente de la República fue Niceto Alcalá Zamora y presidente del gobierno de la coalición de izquierdas, Manuel Azaña.
2. La República Reformista (1931-1933)
Este gobierno republicano-socialista, decidió afrontar la modernización de las estructuras económicas, políticas y sociales emprendiendo muchas reformas.
a) La concesión de la autonomía a Cataluña. La Constitución reconoció la posibilidad de constituir gobiernos autónomos en las regiones que lo solicitaran. Como forma de frenar a los nacionalistas, que en abril de 1931, habían llegado a declarar el Estado Catalán, se dotó a Cataluña de autogobierno mediante la concesión de un Estatuto. Esquerra Republicana controlaría la Generalitat.
b) La reforma militar. El ejército contaba con un número excesivo de oficiales y su simpatía por la República era escasa. Esto indujo a establecer un juramento de fidelidad a la República y la posibilidad de acceder a una jubilación anticipada para quienes no quisieran prestar este juramento. De este modo se redujo el exceso de militares y se «garantizó» la fidelidad del ejército.
c) La reforma religiosa. El gobierno republicano estableció el laicismo y la separación de Estado e Iglesia, y trató de reducir el poder de ésta. Se retiraron las aportaciones económicas del Estado y se prohibió ejercer la enseñanza a las órdenes religiosas, llegándose a disolver la Compañía de Jesús.
d) La reforma educativa. La influencia de los intelectuales en el gobierno explica la importancia de las medidas tomadas en materia educativa.
El Estado apostó por una enseñanza laica, libre de influencia de la Iglesia. Se destinaron grandes recursos en la creación de nuevos colegios e institutos, en la mejora de los salarios del profesorado y en la formación de los mismos.
e) La reforma agraria. El campo, donde vivía la mayor parte de la población, arrastraba graves problemas respecto a la propiedad de la tierra: minifundismo en el norte, donde el reducido tamaño de las fincas las hacía insuficientes para garantizar la subsistencia de sus dueños; latifundismo en el sur, donde gran parte de la población era jornalera que trabajaba por unos salarios bajísimos.
Para mejorar esta situación y acabar de camino con el caciquismo, se tomaron medidas importantes como la que establecía la expropiación de latifundios para repartirlos entre los jornaleros y convertirlos en propietarios.
Todas estas medidas mostraban la ambición reformista de la II República, pero al ser tan profundas, realizadas en tan poco tiempo y de forma simultánea, este régimen se creó muchos y poderosos enemigos (ejército, Iglesia, nobleza, terratenientes y burguesía) que vieron amenazados su influencia y su poder.
Aparte de esta oposición conservadora, la lentitud de algunas reformas hizo nacer una oposición izquierdista. Sindicalistas y anarquistas pedían un cambio revolucionario y protagonizaban levantamientos. Precisamente, en 1933, los sucesos de Casas Viejas, donde la Guardia Civil acabó con una ocupación campesina mediante una matanza de jornaleros, debilitó al gobierno, enfrentó a los partidos de izquierda y les hizo perder las siguientes elecciones.
3. República Conservadora (1933-1936)
La derrota electoral de la izquierda en 1933, fue acompañada de la victoria de los partidos de derechas, entre los que destacaban la CEDA de Gil Robles.
Se formó un gobierno de coalición de derecha que dio a la República un giro conservador, pues los partidos de derechas que aceptaban la República lo hacían con la condición de que se mantuviera el orden público y el sistema social vigente. Por esta razón se frenaron las reformas iniciadas anteriormente.
Cuando la CEDA ingresó en el gobierno, entre partidos y sindicatos obreros caló el sentimiento de que la República había sido traicionada. Esto dio lugar a la Revolución de Octubre de 1934, un intento violento de derrocar al gobierno.
En varias regiones estalló la revolución. En Asturias tuvo gran relevancia, encabezada por mineros socialistas, anarquistas y comunistas. El gobierno aplastó violentamente esta revolución empleando contra ellos al ejército de Marruecos, dirigido por el general Franco, que realizó una auténtica masacre.
En Cataluña se produjo también un levantamiento por temor a perder su autonomía y se llegó a proclamar la República Catalana dentro de la República Española. El ejército, sin apenas violencia, restauró la autoridad del gobierno.
Como consecuencia de la crisis de 1934, las cárceles españolas se llenaron con miles de presos políticos implicados en los movimientos revolucionarios. La coalición de derechas se rompió debido a los casos de corrupción en los que se vio implicada y a la gran tensión con los sindicatos y partidos de izquierdas.
4. El Frente Popular (1936)
Los partidos de izquierdas, unidos en el Frente Popular, ganaron claramente las elecciones de febrero de 1936 pues la derecha se presentó muy dividida. El centro político desapareció, el número de votos de la izquierda y la derecha fue similar y en ambos bloques los partidos más radicales fueron los más votados. Se establecía claramente dos grupos de españoles totalmente enfrentados.
Se formó un gobierno de izquierdas presidido por Azaña que decretó la liberación inmediata de los presos políticos encarcelados tras la crisis de 1934.
El gobierno intentó reanudar inmediatamente todas las reformas pendientes pero la conflictividad social y civil: ocupaciones de fincas y fábricas; cierres patronales y huelgas obreras; enfrentamientos, asesinatos políticos y atentados terroristas entre falangistas, comunistas, socialistas y anarquistas, hacía prever que se produjera una revolución obrera o un golpe militar.
En esta situación, la derecha política denunciaba al gobierno de la República de fomentar la revolución y este a su vez acusaba a la derecha de incitar un golpe militar. El asesinato de Calvo Sotelo, líder derechista, por la guardia de asalto republicana precipitó los acontecimientos y el ejército de Marruecos dio un golpe de estado el 17 de julio de 1936. Comenzaba la Guerra Civil.