El Auge de los Nacionalismos y Regionalismos en España a finales del Siglo XIX

El Surgimiento de Nacionalismos y Regionalismos en España

En el último cuarto del siglo XIX comenzó en España el ascenso de movimientos de carácter nacionalista.

Grupos de intelectuales, políticos y periodistas empezaron a proponer, primero en Cataluña, el País Vasco y Galicia, pero más adelante en Valencia, Andalucía y Aragón, políticas contrarias al uniformismo y al centralismo estatal propios del liberalismo español.

Nacionalismo Catalán

El gran crecimiento económico, gracias a la gran industrialización, propició el nacimiento de una influyente burguesía de empresarios industriales, los cuales, debido a su descontento por su poca representación en los diferentes gobiernos, hicieron de la defensa del proteccionismo un elemento aglutinador. El desarrollo socioeconómico de Cataluña provocó una expansión del uso del catalán, naciendo de esta forma un movimiento conocido como la Renaixença, cuyo objetivo era recuperar las señas de identidad catalanas. Surgió así el catalanismo.

Por otro lado, se desarrolló el catalanismo político, el cual tenía varias corrientes: una de ellas estaba basada en el tradicionalismo y otra era de carácter progresista con principios federalistas.

Un paso muy importante en la consolidación del catalanismo fue la elaboración de las Bases de Manresa en 1892, un documento producido por la Unió Catalanista que proponía un pacto con la corona para que Cataluña fuera una entidad autónoma dentro de España. El regionalismo pasó entonces a convertirse en verdadero nacionalismo.

En 1901 se fundó la Lliga Regionalista, fundada por el intelectual Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó, un nuevo partido que aspiraba a participar activamente en la política y tener representantes que defendieran los intereses del catalanismo. El éxito electoral de la Lliga lo convirtió en el principal partido de Cataluña durante el primer tercio del siglo XX.

El Nacionalismo Vasco

Surgió en la década de 1890. El desarrollo de una corriente en defensa del euskera dio lugar a la creación del movimiento de los euskaros, con un importante componente religioso y de defensa de las tradiciones.

Su mayor propulsor fue Sabino de Arana, que sentía gran pasión por la cultura Euskalerria. Arana creyó ver peligro para la subsistencia de la cultura vasca en la llegada de inmigrantes procedentes de otras regiones de España a la zona minera de Bilbao como resultado de la expansión de la minería y la siderurgia vasca. Pensaba que los maketos (nombre dado a los inmigrantes no vascos) ponían en peligro al euskera y a las tradiciones y etnia vasca. Las propuestas de Arana tomaron fuerza sobre todo en la burguesía y en 1895 se creó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en Bilbao. Arana llamó a su patria Euzkadi, popularizó una bandera propia y propuso un lema para el partido: «Dios y ley antigua». El movimiento tenía un gran sentimiento católico y tradicional, pretendiendo impulsar la lengua y costumbres vascas, con lo que adquirió un cierto sentido xenófobo.

Al principio, el PNV se declaró independentista con respecto a España, pero esta postura fue evolucionando hasta el autonomismo. Con la muerte de Arana aparecieron disensiones en el nacionalismo vasco, pero el progreso electoral fue constante durante las primeras décadas del siglo XX. Su principal rival fue el carlismo.

El Nacionalismo Gallego

Otro nacionalismo con cierto relieve fue el galleguismo, que tuvo un carácter estrictamente cultural. La lengua gallega se usaba sobre todo en el medio rural, y a mediados del siglo XIX, intelectuales y literatos gallegos quisieron convertirla en lengua literaria.

Esto dio lugar al nacimiento de la corriente llamada Rexurdimiento, cuya figura literaria más importante fue Rosalía de Castro. Unas minorías cultas, insatisfechas con la situación del país, empezaron a responsabilizar del atraso económico a la subordinación política de Galicia, que forzaba a muchos gallegos a la emigración.

El galleguismo fue adquiriendo un carácter más político. Más tarde fue importante la figura de Vicente Risco, que se convirtió en el líder del nacionalismo gallego.

Valencianismo, Aragonesismo y Andalucismo

Los movimientos de resurgimiento cultural que más tarde pasaron a la política se dieron de manera incipiente en otras regiones como Valencia, Aragón, Andalucía e incluso Castilla. Su expansión no se produjo hasta bien entrado el siglo XX y, especialmente, durante la Segunda República, cuya Constitución preveía la creación de autonomías regionales.

  • Valencianismo: El más importante fue el movimiento valencianista, que nació como una corriente cultural de reivindicación de la lengua y culturas propias. El nacimiento del valencianismo político hay que situarlo con la creación de la organización Valencia Nova, que promovió la Primera Asamblea Regionalista Valenciana.
  • Aragonesismo: El aragonesismo surgió en el seno de una incipiente burguesía que impulsó la defensa del Derecho Civil aragonés, la reivindicación de valores culturales particularistas y la recuperación romántica de los orígenes del reino. A estos factores se añadió el arraigo aragonés de Joaquín Costa. Sin embargo, hasta la Segunda República no aparecieron las primeras formulaciones políticas autonomistas.
  • Andalucismo: El apóstol del andalucismo fue el notario Blas Infante, cuyo ideario político fue heredado de los movimientos republicanos federalistas del siglo XIX. Fundó el primer Centro Andaluz en Sevilla con la intención de ser un órgano expresivo de la realidad cultural y social de Andalucía. Durante la Segunda República, el movimiento andalucista abordó la redacción de un proyecto de Estatuto de Autonomía. Sin embargo, esta iniciativa tuvo que esperar hasta el fin del franquismo.

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