La Revolución Americana y Francesa: El Auge del Liberalismo

1. La Primera Ruptura: La Revolución Americana

La Revolución Americana fue la primera en la que el liberalismo se puso en práctica. Fue el origen de un nuevo país, Estados Unidos, cuyo sistema político sirvió de modelo para futuras revoluciones.

Los orígenes del conflicto

En el siglo XVIII, Gran Bretaña tenía colonias en el este de América del Norte (Nueva Inglaterra), las llamadas Trece Colonias. La Revolución Americana es el conflicto entre los colonos de Nueva Inglaterra y Gran Bretaña, que culminó con la independencia de los primeros. El origen del problema tiene una base económica. Las colonias desarrollaron un sistema económico propio y empezaron a ver a la metrópoli (nación colonizadora) como una barrera para su desarrollo. La tensión política también creció. En las colonias regía el Pacto Colonial, que concedía bastante autonomía a los colonos; así, existían unas asambleas que podían incluso recoger parte de los impuestos. Los colonos debían pagar impuestos a Gran Bretaña pero no los pagaban casi nunca al no tener derecho a elegir diputados en el Parlamento inglés. Esto acabó generando el conflicto de los impuestos. El rey Jorge III (1760-1820) intentó establecer entre 1764 y 1766 varias leyes para regular los impuestos coloniales, pero la respuesta de las colonias fue protestar y boicotear los productos ingleses. En 1773, el gobierno inglés estableció las Tea Acts, por las que pretendía monopolizar el comercio del té, lo que podía arruinar a los comerciantes americanos. Estos atacaron disfrazados de indígenas unos barcos ingleses cargados de té que había en el puerto de Boston (Motín del Té de Boston). Como respuesta, los británicos bloquearon el puerto de Boston y quitaron todos los derechos a Massachusetts, la región donde se sitúa Boston.

La Guerra de la Independencia (1775-1783)

En 1774, los representantes de las Trece Colonias se reunieron en el Primer Congreso de Filadelfia, en el que se redactó una declaración de derechos y se iniciaron los primeros movimientos de armas. La derrota británica en Lexington (1775) dio mayor impulso a la insurrección. En lo político, Thomas Jefferson, el artífice ideológico de la Revolución Americana, redactó la Declaración de los Derechos de Virginia (1776). En ella se enunciaban los principios de soberanía nacional, división de poderes y sufragio, y fue la base de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, firmada el 4 de julio de 1776. El desarrollo de la guerra entró en su fase decisiva con las victorias de los colonos en Saratoga (1778) y Yorktown (1781). Esto llevó a la firma de la Paz de Versalles (1783) en la que Gran Bretaña reconoció la independencia de Estados Unidos.

El legado de la Revolución Americana

La Constitución (ley fundamental de un Estado. Recoge los derechos de los ciudadanos, la forma de gobierno y la relación entre los poderes) de 1787 organizó el nuevo orden político. El nuevo Estado tenía una estructura federal (estado formado por diversas entidades territoriales que tienen cierta capacidad de autogobierno, pero que dependen del Estado central para las funciones principales (política exterior, defensa, etc.)). El Presidente controlaba el poder ejecutivo y era elegido cada 4 años mediante un sufragio indirecto. George Washington fue el primer presidente de Estados Unidos. El poder legislativo también era elegido por los ciudadanos y recaía en el Congreso, que estaba compuesto por 2 cámaras, la Cámara de Representantes y el Senado. El poder judicial recaía en los tribunales. El Tribunal Supremo controlaba que las leyes y los actos del gobierno no vulneraran la Constitución.

2. El Estallido de la Revolución Francesa

En 1789, la burguesía francesa aprovechó una situación de crisis para iniciar una revolución que le permitió llegar al poder.

La situación de Francia antes de la Revolución

A comienzos de 1789, Francia era una gran potencia que vivía según las normas del Antiguo Régimen. Graves problemas aquejaban al país:

  • Pervivía una sociedad estamental, donde se mantenían los privilegios de la nobleza y el clero a costa del resto de la población.
  • Se agudizó la situación de crisis económica que era constante desde 1780. La crisis afectaba especialmente a los precios de los productos básicos como el pan. Esto creó un clima de rebelión contra el clero (frente al pago del diezmo) y la nobleza (a la que el pueblo acusaba de especular con el trigo).
  • Otra faceta de la crisis era el déficit de la Hacienda que aumentó por los gastos de la guerra. La causa profunda del déficit estaba en que los privilegiados no pagaban impuestos por lo que todo el presupuesto caía sobre la burguesía y los campesinos.
  • También había una situación de crisis política. El rey Luis XVI fue perdiendo apoyos entre el pueblo, que veía que las reformas no avanzaban y entre los privilegiados que temían perder poder ante el avance de las ideas de la Ilustración. Además la imagen de los reyes era cada vez peor, pues se achacaba el déficit a sus despilfarros y su vida lujosa.

La reunión de los Estados Generales

Entre 1783 y 1788 los sucesivos ministros de Hacienda de Luis XVI (Turgot, Necker, Calonne, Brienne) intentaron frenar la crisis económica profunda para que los privilegiados pagaran impuestos. El rey intentó convencer a los privilegiados. Para conseguirlo convocó en 1787 una asamblea de notables, es decir, de personas importantes, pero los privilegiados se negaron. La situación de la Hacienda se agravaba y en 1788 se declaró la bancarrota. Al rey solo le quedaba convocar los Estados Generales, las cortes estamentales francesas, que no se habían reunido desde 1614. Su ministro Necker consiguió doblar el número de representantes del 3er estado en los Estados Generales, en un intento de frenar el poder de los privilegiados. Esto acabó siendo un hecho clave posteriormente. Antes de la reunión de los Estados Generales cada estamento redactaba unos cuadernos de quejas, en los que reflejaban sus propuestas y problemas. Los cuadernos del 3er estado mostraron el descontento profundo con el Antiguo Régimen. Paralelamente la burguesía se fue organizando en clubes políticos como el Club de los Jacobinos donde discutían nuevas ideas políticas y cómo pensaban conquistar el poder. También fundaron periódicos para difundir sus ideas. En la primavera de 1789 se reunieron los Estados Generales en Versalles.

El comienzo de la Revolución Francesa

En los Estados Generales la nobleza y el clero pretendían que se votara por estamento lo que daba mayoría a los privilegiados (2 votos frente a 1 del 3er estado). Los miembros del 3er estado defendieron el voto por persona lo que les daba la mayoría. Pronto el 3er estado fue tomando conciencia de que representaba a casi toda Francia, lo que a juicio de sus diputados les daba mayor legitimidad. En julio, los representantes del 3er estado pasaron a denominarse Asamblea Nacional, considerándose los únicos con legitimidad para representar a Francia. El rey y los privilegiados intentaron expulsarles de la sala que ocupaban, pero los diputados se reunieron en el Juego de Pelota, donde juraron que permanecerían reunidos hasta redactar una Constitución. Por eso, la Asamblea Nacional pasó a llamarse Asamblea Constituyente. El rey no tuvo más remedio que aceptar esta situación revolucionaria. El 14 de julio de 1789 ante el aumento del precio del pan y los rumores de que el rey estaba concentrando tropas en París, los ciudadanos parisinos se manifestaron y asaltaron la Bastilla (antigua cárcel política de Luis XIV) y símbolo del absolutismo. A partir de este momento, la revolución institucional y la revolución popular correrían paralelas.

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